Aroa López, la voz de los sanitarios en el homenaje a las víctimas, fue paciente crítica de UCI por la gripe A

  • Aroa López contrajo la gripe A en 2016, por la que tuvo que ser ingresada en la UCI e inducida a un coma durante 11 días

  • La enfermera ha luchado en primera línea contra la pandemia y ha ayudado a rediseñar el servicio de Urgencias

  • Ha sido la encargada de hablar en nombre de todos los sanitarios en el homenaje estatal a las víctimas

Aroa López, la mujer encargada de hablar en nombre de todos los sanitarios en el acto de homenaje de Estado a las víctimas de la COVID-19, sabe lo duro que es estar ingresada durante días en la Unidad de Cuidados Intensivos. La enfermera catalana contrajo la gripe A en 2016, por la que tuvo que ser ingresada en la UCI e inducida a un coma durante 11 días. Su estado era grave. Tenía neumonía y una fuerte insuficiencia respiratoria.

"Me llamo Aroa, tengo 37 años, soy enfermera y ex paciente de UCI. Ser profesional sanitario y a la vez ser paciente crítica es duro. Ver las caras de tus compañeros al atenderte, los monitores, las técnicas que te van practicando….todo es un sumatorio que sabes a donde te va a llevar", de esta manera inicia su relato Aroa.

La actual enfermera de urgencias en el Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona recuerda cómo una noche empezó a dolerle la cabeza como "nunca antes había sentido". Decidió acudir al hospital, allí le diagnosticaron Gripe A pero le dieron el alta al no presentar complicaciones. A la mañana siguiente seguía encontrándose mal y decidió volver a urgencias. Esa vez le hicieron más pruebas pero todo estaba bien y le mandaron a casa. Al tercer día con cefalea el dolor se hizo "insoportable" y tuvo que volver a urgencias. Ese día la ingresaron.

Aroa contrajo Gripe A y fue inducida a un coma

A partir de entonces Aroa empezó a vivir toda una odisea inimaginable. En aquellos momentos, lo que más le preocupaban eran sus hijos, que también habían empezado a tener fiebre. Sin embargo, confiaba ciegamente en los profesionales sanitarios del Vall d'Hebrón. Les conocía, eran sus compañeros de trabajo. "Saber que dejas tu vida en manos de tus compañeros, que se van a dejar la piel para salvarte, que van a luchar a tu lado. ¡Podéis imaginar lo que se siente cuando sabes que te van a dormir y no sabes lo que va a pasar!", exclama la enfemera.

El estado de salud de Aroa empezó a empeorar. Los médicos decidieron trasladarla a la UCI, intubarla e inducirla a un coma. Sus pulmones no funcionaban. "Recuerdo los ojos de los profesionales que me atendieron, su mirada de preocupación. Mi vida era su trabajo. Por lo que se ve me resistí a dormirme: me fui a mi coma inducido pidiendo que valoraran si mis hijos se habían podido contagiar y que cuidaran de ellos. Es duro. Le pudo tocar a otro, pero me tocó a mi", añade.

"Me fui a mi coma inducido pidiendo que valoraran si mis hijos se habían podido contagiar y que cuidaran de ellos. Es duro. Le pudo tocar a otro, pero me tocó a mi"

De los primeros ocho días intubada no tiene recuerdos, tan solo algún flash o sensación de cuando sus compañeros entraban a la sala para lavarla. Al pasar los días, empezó a despertar y esos fueron sin lugar a duda los peores momentos que Aroa vivió en la UCI.

"Pero si creíais que era duro el ponerte crítica más duro es el destete. Abres lo ojos, intentas orientarte. Te orientas mínimamente (sigues bajo los efectos del relajante muscular y de sedación). Ves todos los cables y medicación que llevas. Te notas el tubo y la sonda. Tienes tos y el respirador pita (un sonido que nunca olvidaré). Con la desagradable sensación de toser llevando el tubo te llevas instintivamente las manos a la garganta, cosa que la enfermera interpreta que estás desorientada y te quieres sacar el tubo", relata la enfermera.

Sus pulmones no funcionaban

Aroa asegura que la sensación de tener un tuvo en la garganta era horrorosa y que en ocasiones el instinto da por arrancarlo a la fuerza. Para que esto no ocurriera, las enfermeras tuvieron que atarle las manos. "¡Qué sensación de indefensión! Intentar comunicarte es imposible. Y lo intentas pero no sirve de nada. Quieres preguntar y no puedes. Quieres saber y es imposible, dependes de lo que te explican. Ves que te ponen medicación, ¿pero qué es?. Dices que no con la cabeza cuando ves llegar a la compañera con la bolsa de nutrición enteral (sienta fatal)".

En la UCI pierdes la noción del tiempo pero la ventaja de Aroa, al ser enfermera y conocer el funcionamiento en el hospital, podía orientarse por los turnos de los sanitarios que la atendían. Durante los días ingresada en la UCI la mujer recuerda cómo los rostros de los profesionales que le atendían eran reveladores: "sabéis lo diferente que se puede llegar a ver la habitación dependiendo de quien entra por la puerta. Había gente que iluminaba la habitación al entrar. Cuando sabes que fui yo, pero podía ser cualquiera, lo ves reflejado en las caras de tus compañeros", recuerda emocionada.

"Sabéis lo diferente qué se puede llegar a ver la habitación dependiendo de quien entra por la puerta. Había gente que iluminaba la habitación al entrar"

Poco a poco empezó a mejorar y gracias a la insistencia de "mi querida enfermera Tati que convenció al doctor para hacerme unas placas para observar cómo reaccionaba", la extubaron y al ver que estaba bien la mandaron a planta. "Qué mal rato me hicistéis pasar en la extubación", ironiza Aroa. A partir de entonces, la recuperación no fue fácil. Empezó una ardua rehabilitación, ya que perdió prácticamente toda la movilidad muscular y tuvo que volver a aprender a caminar.

La enfermera, que ha mantenido en vilo a todo el público durante su discurso en el homenaje de Estado, solo tiene palabras de agradecimiento a los sanitarios que la cuidaron. Ha vivido la pandemia del coronavirus en primera línea pero también tuvo que luchar contra otro virus: "hoy estoy viva gracias a los profesionales que trabajan en los hospitales públicos".