Miguel Angel Ibarra ejerció 20 años el sacerdocio, pero nunca se ordenó. Es lo que sostiene el obispado de su país, Colombia, desde el que llegó a España en 2017, para ser párroco en Jimena de la Frontera, Cádiz, y desde hace dos meses en el de Medina Sidonia.
Sus feligreses, que solo tienen palabras de cariño y que le consideran “muy bueno”, se han enterado por la prensa de su fingido sacerdocio. Ibarra se marchó del pueblo hace 10 días inesperadamente, diciendo que iba a Colombia. No contó por qué. La diócesis de Cádiz lo acababa de destituir de manera fulminante al recibir noticias del obispado colombiano, después de concluir que el supuesto sacerdote no era tal.
Los bautizos, bodas y comuniones celebradas por este presunto cura, no son lícitas pero sí válidas para la Iglesia. Ibarra debe dar explicaciones a la Archidiócesis de Antioquia, Colombia, a la que pertenece y que ha concluido la falsedad de su ordenación sacerdotal. El supuesto falso cura defiende que es legítima y está dispuesto a demostrarlo.