Dormir con el móvil debajo de la almohada: no es aconsejable por varios motivos

  • Hay personas que no pueden separarse del móvil ni mientras duermen

  • El insomnio tecnológico provoca que se despierten para mirar el móvil

  • Esto puede alterar el ciclo del sueño y causar estrés y dolor de cabeza

En un mundo constantemente conectado a las nuevas tecnologías parece imposible encontrar un hueco en el que nos alejemos de nuestros teléfonos móviles. Incluso nos ocurre durmiendo. Muchas personas duermen con sus teléfonos a escasos centímetros, debajo de la cama, para poder acudir a él de inmediato.

Los teléfonos móviles emiten una serie de radiaciones durante todo el día, por lo que es mejor evitar que durante la noche, cuando no lo estamos utilizando, lo tengamos pegado a nosotros. Varios estudios han demostrado las consecuencias negativas que tiene para nuestra salud el uso del dispositivo móvil antes de dormirnos, y también el no hacer una desconexión completa al dejarlo cerca mientras dormimos. Por ejemplo, exponernos a la luz de los dispositivos electrónicos antes de dormir puede elevar los niveles de azúcar en sangre.

Otro de los efectos negativos que puede tener este uso es que esas ondas que emiten puedan afectar a nuestro sistema nervioso, ya sea por las vibraciones del aparato o por el sonido si no lo desconectamos, que puede afectar a nuestro ciclo del sueño de manera negativa. Algunas personas han llegado a sentir el denominado insomnio tecnológico, en el que se despiertan cada poco tiempo porque tienen que comprobar sus notificaciones.

Además, también aumenta el riesgo de sufrir un accidente como un incendio. En el peor de los casos, se han dado casos en los que una persona ha fallecido electrocutada por mantener el teléfono móvil mientras dormía cargando bajo la almohada.

Por tanto, a parte de los riesgos que puede tener este acto, los expertos aseguran que dejar el móvil cerca es como excitar al cerebro a que lo use, lo que puede generarnos estrés y dolor de cabeza que podríamos evitar con un simple gesto: apagar el teléfono y no dejarlo cerca durante, al menos, nuestras horas de sueño.