Según informa El Correo, los hechos se descubrieron por un análisis de sangre rutinario realizado en 2017, dos años después del nacimiento de los niños.
En 2015 la pareja se sometió al procedimiento para ser padres: se trataba de seleccionar un espermatozoide del marido que sería inyectado en un óvulo de su mujer. Tras la fecundación, los embriones se transferirían al útero de la madre. Los bebés nacieron en 2016 en Bilbao.
Sin embargo, el análisis de sangre realizado el año pasado demostró la “incompatibilidad” entre los grupos sanguíneos del padre y los niños. Ante esta evidencia, la familia buscó la confirmación de un laboratorio de genética, que determinó que el hombre no era el padre biológico de los niños.
Fue entonces cuando la pareja demandó a la clínica y un juzgado dictaminó que la clínica había actuado de forma “negligente” y fijó una indemnización de 40.000 euros para cada niño, de 50.000 para la madre y 100.000 para el padre.
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