El escándalo tras los recortes en la sanidad pública: las negligencias médicas se disparan

Rubén Fernández. 20/02/2019 07:02

Las negligencias médicas se han disparado en España, “más que por la crisis, por los recortes. Recortes brutales que ha habido en sanidad, tanto en personal como en medios". Así lo explica la presidenta del Defensor del Paciente, Carmen Flores, quien expone una compleja situación que precisa atención y respuestas inmediatas, porque, precisamente, atañe entre otras cosas a lo más valioso que tiene el ser humano, que es la propia vida.

La “dejación de funciones” de la Administración

Nuestra sanidad pública siempre ha sido un ejemplo en todo el mundo, y debido a la falta de atención por parte de la Administración atraviesa hoy una grave situación que exige denuncia. Hoy, una vez más, es el paciente el que sufre las últimas consecuencias, al tiempo en que los profesionales del sector viven asfixiados bajo la presión de una “dejación de funciones” por parte de aquellos que verdaderamente tienen en su poder aplicar medidas encaminadas a subsanar o mitigar el problema. Un 80% de las denuncias se producen por errores provocados por excesiva carga de trabajo que es responsabilidad de la propia administración.

Los recortes provocan que “los médicos tengan que ir muy deprisa a todos los sitios. También contribuye a que las enfermeras caigan en errores de medicación: la falta de personal hace que, a lo mejor, haya una enfermera que tenga que dar la medicación a 25; por lo tanto, lógicamente eso no beneficia la atención al paciente”, pudiendo llevar en el caso extremo a una negligencia que puede acabar en la muerte.

Doctores de la pública trabajan en la privada

En este sentido, la presidenta del Defensor del Paciente incide en que “se invierte muchísimo dinero en derivar pacientes a la privada”, algo con lo que se muestra en desacuerdo, explicando su repercusión: “los mejores profesionales están en la sanidad pública, pero también trabajan en la privada. Entonces, no hay una dedicación exclusiva. Eso no existe”. En este contexto, esto puede provocar que “en Madrid, por ejemplo, un 40% del presupuesto se vaya en derivar pacientes a la privada; una bestialidad que lo que hace es contribuir a que haya muchísimo menos gasto en la pública”.

El médico de atención primaria, forzado a “ejercer de vidente”

Todo ello, subraya Carmen Flores, contribuye “no solo a que haya poco personal, sino que hay poco y enfadado”. “Al final el que paga es el paciente. Al final de todo esto, el paciente no tiene culpa de que, por ejemplo, se estén haciendo contratos irrisorios para un trabajo que es un trabajo de riesgo y tiene que estar bien pagado. Un médico no puede trabajar muchísimas horas, porque entonces yo no lo quiero cuando yo sea el último (en ser atendido). Yo quiero un médico que esté bien pagado y descansado, porque es mi vida lo que está en sus manos”, recalca.

En este sentido, lamenta la situación a la que se ha expuesto a los médicos de atención primaria. “Ya no ejercen de médicos. Ejercen de videntes. Es decir, que llega el paciente, le habla cuatro palabras, le receta y adiós. ¿Por qué? Porque no tiene tiempo. Porque tiene 50 o 60 pacientes que atender”, denuncia.

Pero no es éste el único problema, en algunas comunidades autónomas, como Madrid, lo que se ha hecho ahora es, directamente, quitar turnos de trabajo durante las tardes. “No pidas hora para ir al médico de cabecera porque no te lo van a dar”, apunta Flores, poniendo el foco en el problema: “si hacen todos estos recortes y lo hacen para no contratar personal, obviamente las negligencias van a subir. Y van a subir en un porcentaje elevadísimo por responsabilidad y culpa de la Administración. No es la que está operando, pero sí es la que ha contribuido a que ese médico no esté en condiciones de hacer esa operación. O a lo mejor porque al médico le ha llegado un paciente con un agravamiento brutal, y entonces ese agravamiento ya no lo puede remediar. Por eso, ese paciente no sale bien y denuncia”.

La falta de comunicación médico-paciente

Ahondando en las causas que propician las negligencias médico-sanitarias, –término correcto para referirnos a este problema–, la presidenta del Defensor del Paciente repara en otra cuestión fundamental sobre la que se ha de trabajar: la comunicación entre el médico y el paciente, en ambos sentidos.

“Hay una falta de comunicación enorme. Ha habido errores de equivocarse de pierna, de pie, de ojo… ¿Por qué? Porque no hay una relación médico-paciente fluida”, explica, resaltando que en muchas ocasiones el médico “va de prisa” y “no quiere preguntar”, a la vez que el paciente “considera bien hecho todo lo que hace el médico”, y por ello no se pronuncia.

En este sentido, una vez más, la presión asistencial a la que se ven sometidos los profesionales, que “está llegando a unos límites” a menudo insostenibles, favorece a que se multipliquen los problemas, y con ello las negligencias.

El enconamiento entre personal sanitario y pacientes

A este respecto, otra cuestión ineludible a destacar es la crispación que atraviesa el paciente cuando se enfrenta precisamente a los problemas que sacuden, –y cada vez más–, a la sanidad pública, provocando a menudo problemas de convivencia en el propio centro sanitario.

“El paciente está cansado de esperar a lo mejor 8, 10 o 14 horas en urgencias y al final lo que hace es gritar y decir ‘¡cuándo me atienden!’ En ese momento, el médico, el personal sanitario, está colapsado totalmente y lo que hace es llamar a seguridad porque no aguanta esa situación con el paciente, y que este le reclame”, un problema que, nuevamente, está “posibilitado por la propia Administración”.

Colapsos en los hospitales: la falta de intimidad y dignidad

Lo hemos visto un año más en los medios de comunicación: hospitales colapsados mientras distintos responsables políticos señalan a una epidemia de gripe. La cuestión es, ¿por qué se llega a esa situación en los centros sanitarios, si resulta previsible? “La gripe está todos los inviernos y los golpes de calor todo los veranos. Lo que no se hace es prevenir”, subraya Carmen Flores. No se trabaja en la prevención, y como resultado se llega a situaciones que son verdaderamente dramáticas.

Con los pasillos a rebosar, llenos de camillas y pacientes compartiendo un espacio reducidísimo, por donde casi el personal no puede caminar, el afectado se enfrenta a una “falta de intimidad, de confidencialidad; de derecho a la dignidad… Es como si estuviesen prácticamente en la calle”, explica.

Más allá, en muchos casos, precisa la presidenta del Defensor del Paciente, “las habitaciones no reúnen las condiciones de confidencialidad que deberían tener”, y de hecho, recogen firmas para intentar que se empiece a habilitar una habitación con una única persona, salvo que el propio paciente quiera estar acompañado por una persona.

Así mismo, el cierre de camas, –o plantas enteras en algunos casos– al no haber personal para atender, lo que conlleva es que ‘revuelvan’ a los pacientes y se mezclen unos y otros en un mismo lugar, provocando a veces situaciones de riesgo innecesarias. En estos casos, ante cierres de camas o plantas, lo que hacen es “ir mandando gente a la privada”, que, como indica Flores, “se ha hecho millonaria a costa del dinero público”. “Si el paciente no quiere ir a la privada… ‘usted verá, entonces le quitamos de la lista de espera’. Esa es la contestación”, explica.

Los tipos de negligencia

En lo que se refiere al tipo de negligencias, abundan las denuncias sobre bebés. “Los bebés o las madres están sufriendo secuelas en los niños por una sencilla razón: se les atiende tarde en los partos, porque a lo mejor no está el médico y hay que esperarle. Quizás está en la pública y luego se va a la privada, o al revés”.

En esta línea, apunta que la cirugía general se mantiene casi todos los años en niveles de denuncia muy parecidos, mientras traumatología es especialmente muy denunciado, al igual que oftalmología.

Así mismo, algo “horroroso” que se ha detectado es que están aumentando también de forma considerable las denuncias que llegan desde las residencias: “los ancianos, que son como niños y precisan una atención escrupulosa” se ven abocados a situaciones en las que se descuida su salud debido, nuevamente, a la falta de personal en los centros. “Están pagados por la sanidad pública, por las comunidades autónomas, y no tienen personal”. Ello se debe, explica Flores, a “la falta de control. Ellos dan el dinero a quien sea y ahí no controlan absolutamente, y se mueren los ancianos”.

Lo mismo sucede en psiquiatría, donde, dice, “están abandonados a la mano de Dios”.

La situación es alarmante y afecta de forma general, motivando que haya incluso casos en los que el personal tenga que exceder, no solo su tiempo de trabajo, sino también sus competencias. De hecho, a Flores le llegan documentos, –hechos por la propia Consejería de Sanidad–, de profesionales que denuncian que “en Cataluña están ‘obligando’ a las enfermeras a hacer de médicos en atención primaria y en urgencias”. La pregunta que se hace entonces es: “¿En cuántos sitios más?”

Concretamente, en la memoria de 2018 del Defensor del Paciente, accesible desde su página web, se registran 14.335 casos de negligencias médico-sanitarias; “y casos en los que hay algún daño que podía ser denunciable”. Una cifra muy alta, pero que puede ser todavía mayor teniendo en cuenta el global de todo lo que se denuncia por otros medios (abogados, atención al paciente, defensor del pueblo, etc). Sumando todas, “sería un escándalo si se supiera la cantidad de denuncias por negligencias que hay en nuestro país”.

¿Cuál es el perfil de la persona que denuncia?

Al respecto del perfil de la persona que denuncia, el Defensor del Paciente registra un patrón claro: “Normalmente la gente con dinero no viene a nosotros. Coge y se va a un abogado. La gente que viene a nosotros viene con una indefensión absoluta. Personas a los que a lo mejor la negligencia a lo que le ha llevado es a la pobreza. Si es el propio afectado pierde su propio trabajo, su calidad de vida, la estabilidad familiar… Se pierden muchas cosas cuando hay una negligencia, y generalmente es la clase media-baja la que acude a nosotros”.

“Hay pacientes muriendo en lista de espera"

En este contexto, hay algo que desgraciadamente llama especialmente la atención de Carmen Flores: “los políticos nunca plantean esto ni durante las elecciones ni en el Congreso. Aquí no se habla de sanidad ni de que está pasando algo grave, ni de que nos estamos quedando, de una sanidad que era un ejemplo, con una sanidad hecha ciscos. El sistema es muy bueno, pero si lo vas matando, el sistema termina muriendo”.

“Me gustaría oír a uno, –a uno solo–, decir que lo que está pasando en sanidad es muy grave, y que la gente se está muriendo en lista de espera, y que hay cáncer en lista de espera... Pero, en el momento en que uno lo diga, el otro va a saltar diciendo y tú más, porque todas las comunidades están igual mande quien mande. Es muy triste, es lamentable, pero hay que afrontarlo y de manera urgente. Creo que por encima de diálogos, de corruptelas, –que las hay y hay que hablar de ellas y condenarlas–, por encima de todo eso está nuestra vida”.

Por eso, desde el Defensor del Paciente dedican todos sus esfuerzos a proteger al más vulnerable; a “dar guerra” para intentar que se escuche una demanda que, pese a reflejar una obvia necesidad de ser atajada, se está menospreciando y dejando atrás.

Un trabajo y continuado y digno para atajar el problema

“Inversión, dar trabajo continuado y digno a los profesionales en general”, –desde los médicos y enfermeros hasta los celadores y el personal de limpieza–, son algunas de las soluciones a las que apunta la presidenta del Defensor del Paciente para trabajar en la resolución del problema de las negligencias médico-sanitarias, quien también subraya que un trabajador contento siempre rinde y trabaja mejor, y en este caso, lo que está en juego son las vidas de los pacientes.

“Los políticos tienen que tener agallas”

Además, recalca, “los políticos tienen que tener agallas, y las agallas tienen que pasar por hablar de todo. “Las negligencias médicas no pueden ser una excepción a la hora de hablar en el Parlamento y por lo menos intentar poner soluciones”, sentencia.