Las nuevas normas de la ruta escolar: en el bus asiento fijo y con el hermano al lado

  • La seguridad en las rutas escolar es absoluta con los monitores como pieza clave

  • La desinfección de los autobuses es absoluta pero el gremio ya habla de costes y horas de más

  • Los pequeños se adaptan a los cambios pero echan de menos jugar al fútbol en el recreo

Los padres son conscientes de que no queda otra, de que hay que volver a la normalidad. Las despedidas con los progenitores siguen siendo las mismas, pero en lugares como en Fuenlabrada donde el Consistorio ya ha puesto un teléfono a disposición de los padres, porque a veces ellos tienen más ansiedad y angustia que los pequeños por el miedo al coronavirus y cómo actuar ante un positivo (aquí están las preguntas y respuestas que deben saber)

Las medidas de seguridad en el transporte escolar son evidentes, algo que comprueba in situ Informativos Telecinco. Mascarilla (a partir de los 3 años la llevan), toma de temperatura y lavado de manos con gel hidroalcohólico: son las nuevas normas para los que cogen la ruta escolar, aunque la despedida de mamá sea casi la misma.

Los padres saben que, aunque haya riesgos, hay que adaptarse a las nuevas circunstancias y volver a empezar. Y en el autobús todos cumplen los protocolos. En la parada, los chavales esperarán manteniendo las distancias de seguridad y entran por la puerta delantera.

Se mantiene el aforo pero una vez dentro los cuidadores se hacen cargo de que se cumplan todas las garantías de seguridad: se les asigna un asiento fijo, los hermanos van juntos y también los que van a la misma clase. Se evita, de hecho, combinar distintas edades para que no haya interacciones entre alumnos. El efecto burbuja empieza, pues, nada más salir de casa. Un trabajo que requiere organización y ahí la figura del monitor resulta clave. Ellos son los que comprueban que todo esté en orden y se cumplan todas las normas.

Y cuando los pequeños llegan a su destino el autobús tiene que ser desinfectado. Las labores de desinfección no solo son costosas sino que llevan al gremio a echar más horas. Butacas, cinturones, uno a uno, reposabrazos, reposacabezas, la zona de la ventana donde se apoyan... todo es desinfectado y ventilado.

A los niños no les cuesta mucho adaptarse a este nuevo proceso, aunque no dejan de ser niños. Los pequeños, confiesan los adultos, se quejan más de que no pueden jugar al fútbol en el patio que de la mascarilla.