Los palestinos miran con esperanza su futuro en Chile sin olvidar Gaza e Irak
EFE
11/02/200916:16 h.Durante dos años, esta mujer de 39 años vivió con sus dos hijos en el campamento de Al Tanf, en la frontera entre Siria e Irak, donde soportó las inhóspitas condiciones del lugar: las temperaturas eran extremas, escaseaba el agua y abundaban las serpientes y alacranes.
El año pasado, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) abrió una salida en esa prisión sin muros y organizó el traslado a Chile de 117 refugiados que llegaron en tres grupos entre abril y mayo.
Con 300.000 residentes, Chile es el país que alberga a la mayor comunidad palestina fuera del mundo árabe.
Majida llegó junto a sus hijos, sus padres y dos de sus hermanos para forjar una nueva vida. Encontrar trabajo y aprender español eran sus principales objetivos, y ambos los logró gracias al apoyo de Carolina Harcha, su actual jefa.
De padres palestinos afincados en Chile, Harcha aprendió árabe en su casa y español en la escuela. Cuando llegaron los refugiados, ella se acercó a visitarlos y le ofreció a Majida trabajar en la peluquería que tiene en el popular y turístico barrio santiaguino de Bellavista.
Entre cepillos, secadores y tintes, Majida ha encontrado un refugio para superar el dolor, que quedó enterrado bajo montañas de arena.
La peluquería de su jefa y protectora se ha transformado en el taller donde despliega su habilidad para depilar con apenas tres hilos el vello inoportuno que crece en el rostro de cualquier mujer.
De esta manera logra reunir el dinero suficiente para mantener a sus dos hijos, de 14 y 17 años, que el año pasado asistieron como oyentes al colegio y el mes que vienen iniciarán el curso con la misma normalidad que los demás niños.
Vestida de negro y con un pañuelo de rayas en la cabeza, Majida sonríe al asegurar que "la gente en Chile tiene un corazón muy grande", aunque en sus ojos claros asoma un destello de indignación al recordar la guerra y la destrucción en Gaza e Irak.
Los ascendientes de los palestinos refugiados en 2008 en Chile llegaron a Irak huyendo de los territorios ocupados por Israel en 1948 y 1967, y tuvieron que desplazarse hasta la frontera con Siria cuando en 2003 Estados Unidos decidió invadir el país asiático para acabar con el régimen de Sadam Hussein
En esa frontera entre dos abismos vive todavía un hermano de Majida, mientras que otros dos permanecen en Irak y un cuarto logró huir con su familia a Jordania. Todos ellos, viven lejos de los territorios palestinos asediados por Israel.
Cuando habla de la reciente ofensiva israelí en la franja de Gaza -que dejó más de 1.400 palestinos muertos y 5.000 heridos- Majida llora por el sufrimiento y la muerte de niños y mujeres. "Los judíos quieren exterminar a la raza palestina", afirma.
Chile se ofreció para acoger a los refugiados como un gesto de agradecimiento a la ayuda que ACNUR prestó a muchos chilenos exiliados durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
La agencia de Naciones Unidas financió la estancia y la alimentación de esas personas durante un año, y la Vicaría Pastoral Social elaboró un programa de inserción que incluye ayuda para alimentación, vestuario, vivienda, educación, capacitación y empleo.
Además, los refugiados cuentan con el apoyo de la Federación Palestina y de muchos chilenos que les han abierto las puertas de sus casas y les han ofrecido trabajo para que puedan levantar los cimientos de una nueva vida en Chile, lejos de las bombas y de los alacranes.