Uno vivía en Jerez de la Frontera, conducía junto a su mujer coches de alta gama, hacían viajes internacionales a lugares como las islas Muricio o Abu Dabia y, cómo no, se estaba construyendo una narcomansión -eso si de forma ilegal para no perder la costumbre- en las cercanías de esa ciudad gaditana. Entre unas cosas y otras más de un millón de euros en patrimonio, sin un trabajo conocido. Era el principal dirigente de una red de distribución de Cocaína en la sierra de Cádiz.
El otro regentaba una pescadería en La Barca de la Florida, cerca también de Jerez. Entre pescadilla y pescadilla enviaba cocaína, y ya puesto utilizaba el negocio para blanquear dinero de la organización. Hasta 500.000 euros en un negocio que declaraba beneficios de 5.000 anuales.
Como no podía ser menos, a finales de 2019 la policía llego a la conclusión de que detrás de ese alto nivel de vida, que no concordaba en absoluto con sus ingresos legales, sólo podía estar un cosa, el tráfico de drogas, especialmente cocaína. Comenzaba la Operación Primate. Una operación que con la pandemia por medio ha sido laboriosa y ha culminado en 2021.
Tres registros domiciliarios, 32 informes patrimoniales y 36 cuentas bancarias bloqueadas después, han hecho aflorar 22 inmuebles, 42 bienes muebles entre turismos, motocicletas, motos acuáticas y embarcaciones así como más de 170.000 euros intervenidos en metálico. Todo ello ha sido embargado.
De paso 31 miembros de la organización han sido detenidos. Entre sus presuntos delitos el de tráfico de drogas, blanqueo de capitales, alzamiento de bienes y delitos contra la ordenación del territorio. La pista el dinero, algo sobre lo que cada vez inciden más las fuerzas de seguridad en la lucha contra el narcotráfico.