"Gabriel sufría experiencias de angustia, miedo y temor ante Ana Julia"

  • El psiquiatra clínico de la madre de Gabriel asegura que el menor sentía miedo de la acusada

  • "Gabriel era un niño noble que jamas en la vida quería hacerle daño a nadie"

  • Ana Julia, asesina confesa, insiste entre contradicciones en defender el homicidio imprudente

La estrategia de Ana Julia, asesina confesa del pequeño Gabriel Cruz, es clara: pretende hacer creer que fue un homicidio imprudente, que le mató de forma accidental, y que lo hizo justo después de que el niño empezase a insultarla llamándola “negra” y “fea”, diciéndole “no quiero que me mandes, no eres mi madre, quiero que mi padre vuelva con mi madre”. Fue entonces cuando ha declarado que le tapó la boca ý la nariz con la mano. “Solo quería callarle”, ha asegurado entre lágrimas. Pero nada encaja con ese relato, y la fiscal se lo ha hecho saber: incurre en una contradicción tras otra y en hasta 15 ocasiones en su última intervención ha recurrido al “no lo recuerdo”. Incluso a la hora de hablar de cómo mató a Gabriel. Ana Julia no lo recuerda o no quiere acordarse de que, –según refiere la autopsia–, le golpeó brutalmente en la cabeza antes de asfixiarle. Le golpeó contra el suelo y, noqueado, le asfixió con extrema agresividad, hasta el punto de que las heridas que le dejó en la boca y la nariz parecían más golpes. Y todo se produjo en la misma secuencia, sin que el pequeño de ocho años pudiese oponer resistencia. No tenía restos de defensa en las uñas.

Sin embargo, y pese a que esos golpes que refleja la autopsia no se justifican en el homicidio imprudente, Ana Julia, “fría” y calculadora, –tal como la definen quienes mejor la conocen–, sigue entre sollozos intentando defender el accidente, acompañando sus palabras con ruegos de perdón y presentando una imagen de Gabriel que tampoco está exenta de contradicciones. Por un lado dice que su relación con él era buena, pero por otro, asegura que éste verbalizó contra ella numerosos improperios antes de que acabase con su vida. Se reafirma en que se llevaba bien con él, pero cuando llevaba su cuerpo sin vida en el coche y los agentes de la UCO iban tras ella con micrófonos dentro del vehíuclo, maldecía en voz alta: “No querían pececito, pues van a tenerlo por mis cojones”, dijo, tal como se recoge en un audio que el juez de instrucción le puso hasta siete veces denunciando su crueldad.

“Gabriel, un niño noble que jamás en la vida quería hacerle daño a nadie”

Este martes, el psiquiatra clínico de la que es paciente Patricia Ramírez, madre de Gabriel, ha asegurado ante el jurado popular que el pequeño mostró “angustia y temor” cuando su padre y Ana Julia empezaron a convivir, a finales de 2017, y que no se atrevía a decírselo a su progenitor porque era “un niño noble que se guardaba los problemas y jamás en la vida quería hacerle daño a nadie”.

“Sufría experiencias de angustia, miedo y temor ante Ana Julia”

Gabriel “sentía que el padre no le prestaba atención desde que Ana Julia apareció en su vida. Tenía una sensación de abandono y sufría experiencias de angustia, miedo y temor ante la acusada”, ha dicho el psiquiatra, expresando que el menor temía dormir solo en Vícar, en el domicilio que compartía su padre y Ana Julia, donde ésta fue detenida con el cadáver del pequeño en el maletero.

Declarando en calidad de testigo y no de perito para no violentar el secreto profesional, y propuesto por la acusación particular, se ha referido también a dos episodios médicos de Gabriel Cruz con "un cuadro abdominal severo que la pediatra no supo achacar a nada en concreto" y que se produjeron "en martes, cuando Ana Julia se quedaba a solas con él porque el padre estaba trabajando" y tras la ampliación del régimen de visitas.

“Un cambio de relató que casi me heló el corazón”

El psiquiatra, que se encargó del operativo psicológico de control de los familiares durante el operativo de búsqueda del pequeño desplegado entre el 27 de febrero y el 11 de marzo, ha advertido durante su intervención de un “cambio de relato” en Ana Julia que, además de llamarle la atención, casi le “heló el corazón”.

“El día de la concentración en Almería, el 9 de marzo, estábamos al lado del escenario y me dijo: 'lo han matado, son demasiados días', lo que me dejó patidifuso porque siempre decía que iba a aparecer el niño y hasta entonces y hasta el final, incluso la Guardia Civil, trabajaba con la hipótesis de que estuviera vivo".

No tuvo contacto directo con Gabriel

Ante las preguntas de la defensa, no obstante, ha admitido que no tuvo un contacto directo con él menor ni lo entrevistó cuando su madre le refirió "las alteraciones somáticas de ansiedad y angustia”, que le fueron referidas, además de por la progenitora, por la psicóloga del niño.