El atentado en La Rambla, el segundo más mortífero en Barcelona tras el de Hipercor, calcó el patrón de otros atropellos masivos con la firma del yihadismo como el de Niza o el del mercadillo mavideño de Berlín. A las cinco menos díez de la tarde, una furgoneta recorrió a toda velocidad este paseo central de Barcelona, repleto de peatones. Durante 500 metros, y haciendo eses, arrolló a todo el que encuentra a su paso. Las cámaras de seguridad de la zona grabaron aquellos momentos: los de pánico, las carreras o el el refugio en los comercios de quienes huyen de la matanza. Esta dejó 14 muertos y más de 150 heridos, de diversas nacionalidades.
Pero este episodio negro no se cierra en Las Ramblas. El conductor de la furgoneta, Younes Abouya qoub, escapó a pie, cruzó el mercado de la Boquería y, ya en la zona universitaria, asesinó a un joven para robarle su coche y continuar su huida fuera de la ciudad condal. Cuatro días después sería abatido por los Mossos.
La explosión accidental la noche anterior en la casa de Alcanar donde la célula yihadista fraguaba varios atentados con artefactos en Barcelona, obligó a los terroristas a cambiar de planes e improvisar el atropello en La Rambla, al que siguieron en la madrugada de 18 los ataques en Cambrils. Allí la policía abatió a cinco yihadistas que tras saltarse un control policial, acababan de atropellar con su coche a varios transeúntes, además de apuñalar mortalmente una mujer.