Sin perdón: una historia de bandolerismo en el Cádiz de 1838

  • El bandolerismo adquirió un gran auge en Andalucía tras la Guerra de la Independencia

  • En esa época se crea la figura del Subdelegado de Fomento como representante del poder central en cada provincia

Hace unos meses, José Ramón Barroso, técnico de gestión documental del Archivo Histórico Provincial de Cádiz, paseaba entre las largas hileras de cartapacios, cuando sus ojos se detuvieron en unas cuantas cajas. En el interior, expedientes de bandoleros. Un fenómeno ya presente en el medievo y que atraviesa toda nuestra historia hasta un siglo XIX, en el que toma especial trascendencia en Andalucía.

El Tempranillo, Diego Corrientes o Los Siete Niños de Écija. Los bandoleros se vuelven célebres, impresionan a los viajeros románticos, dan pie a novelas. El paseo de José Ramón estaba a punto de añadir un nuevo nombre a esa historia.

"Muchas veces no tenemos tiempo para leerlo todo, pero ese día, leyendo entre los distintos expedientes me encontré uno que me llamó la atención", cuenta Barroso. "Primero porque estaba contado en primera persona, después porque, aunque el cine estaba lejos de inventarse, el relato era muy cinematográfico. cinematográficoCon menos de eso se ha hecho alguna película en Hollywood".

Como en todo buen wéstern hay un sheriff, en este caso José Pardo de Figueroa, la máxima autoridad de Medina Sidonia en ese año; unos forajidos, capitaneados por el bandolero Diego Ortiz; un argumento que aúna robos, secuestros, y una persecución implacable a lo largo de dos días, por buena parte de la provincia de Cádiz. El relato va dirigido a la máxima autoridad de la provincia, el Subdelegado de Fomento. No haremos ningún spoiler.

Estaba contado en primera persona, el relato era muy cinematográfico. Con menos de eso se ha hecho alguna película en Hollywood

Tres de la tarde del catorce de marzo de 1838. A esa hora, narra Pardo Figueroa, tiene conocimiento de que cinco ladrones a caballo han llegado al oscurecer del día anterior al cortijo de Francisco Martínez, y se lo han llevado a la sierra, exigiendo un rescate de ocho mil reales por su vida. Pardo se pone en marcha. Cuando llega al cortijo el secuestrado ya ha sido liberado tras pagar mil quinientos reales. Comienza la persecución.

"Después de haber tomado todas las señas de los ladrones y demás circunstancias que creí necesarias, pasé al punto de Casas Viejas y reuniendo a la partida de escopeteros, toda la fuerza de Milicias de Caballería, e Infantería de dicho punto, salí a las 12 de la noche de él", narra. "Y apostando a la Infantería, en los sitios que creí convenientes, me dirigí con la Caballería a reconocer todas las chozas de ganaderos y cortijos en el radio de tres leguas".

Quince kilómetros a la redonda que nuestro sheriff recorre, mientras le llegan noticias de que los bandoleros huyen en dirección Tarifa pero que, tras robar en otro cortijo, intentan una maniobra de distracción.

"En el de Arroyo de la Cueba hicieron, sabedores seguramente de mi movimiento, una contramarcha, y vinieron a amanecer el 15 en una cabrerizas en el sitio nombrado el Arrejamar, situado en la confluencia de los términos de las villas de Conil, Vejer y Chiclana, y de esta ciudad; en donde desaparejaron sin caballos, manifestando, según han dicho los cabreros, que no había cuidado porque el alcalde y la partida se hallaban en la otra parte del río”.

Mala elección. Cerca de ese punto, Pardo ha dejado apostados tiradores que cercan a Diego Ortiz y su partida.

"Se dirigieron a él, ocultándose cuanto les fue posible, hasta que vistos por el centinela, y que este corrió precipitadamente a avisar a sus compañeros, que descansaban en la confianza de no ser perseguidos, volaron los tiradores a cercar la choza y apoderarse de la puerta, en cuyo tiempo tres de los ladrones se asomaron a ella armados de sus escopetas y habiéndoles intimado la rendición, contestaron haciendo fuego , en cuyo momento los tiradores contestaron del mismo modo, matando a dos de ellos con sus certeros tiros".

"Inmediatamente salieron los otros tres, haciendo fuego igualmente, y tuvieron el mismo fin que los dos primeros, quedando los cinco muertos delante de las chozas, y a veinte pasos de ellos, sin que ocurriese desgracia alguna a los tiradores”.

Cinco monstruos que capitaneados por Diego Ortiz, bien conocido en esta comarca, la tenían en consternación, y eran el terror de los pacíficos habitantes del campo y de los trajinantes

Ningún reparo en el texto, un informe al Jefe Político Provincial de Cádiz, a la pérdida de tantas vidas humanas. Solo la petición de una recompensa para sus hombres.

“No puedo menos que recomendar a V.E. eficasísimamente el arrojo y valentía de estos cinco tiradores que merecen en mi entender, bien de este pueblo y de todos los de la provincia, por haberla purgado de cinco monstruos que capitaneados por Diego Ortiz, bien conocido en esta comarca, y que ha sido uno de los muertos, la tenían en consternación, y eran el terror de los pacíficos habitantes del campo y de los trajinantes, pues que han sido reconocidos por varias personas, y entre otras por el Martínez, y convienen unánimemente, en que son los mismos que varias veces los han robado, muchos han reconocido sus caballos, capas, y otros efectos".

Firma en Medina Sidonia el 16 de marzo de 1838, José Pardo. Sin perdón.