Según la explicación, todo parte de la actividad de un macizo, que en este caso fue el volcán Krakatoa, del que parte de su desprendimiento provoca la caída al mar.
Después, las rocas y demás sedimentos generan un conjunto de olas que empiezan a viajar a una velocidad que puede llegar a los 940 kilómetros hacia la dirección contraria del origen del fenómeno.
Dichas olas se extienden por el océano, sin alcanzan una altura muy elevada. Sin embargo, la altura del tsunami crece considerablemente a medida que se acerca a la costa.
Finalmente el agua inunda las áreas cercanas al litoral, arrasando con todo lo que hay a su paso hasta retroceder y retomar su cauce normal.