Un agricultor dona 20.000 kilos de caqui que no vende por 'feos': “Si no entra por los ojos no lo quieren”

  • Humberto se ha puesto en contacto con ONG's y comedores sociales para que recojan la fruta y puedan repartirla entre las familias más necesitadas

  • Entre un 25% y un 35% de las cosechas de frutas y verduras se desperdicia por cuestiones estéticas

  • Las asociaciones agrícolas reclaman que los consumidores tengan más en cuenta la sostenibilidad y los productos de cercanía frente al aspecto de la fruta

Las marcas y las imperfecciones en la piel de los caquis de Humberto le han impedido venderlos este año. “Otros años había conseguido que la comercializadora los comprara, pero por su aspecto los consumidores no los quieren y la cosecha se ha quedado en el árbol”, explica Humberto Taglialatela, agricultor.

Hace unos años, Humberto decidió adquirir 1.000 licencias de esta variedad de caqui, más temprana y que puede comerse una vez recogido del árbol. “Tiene muchas ventajas respecto a otras variedades, pero por contra siempre presenta alguna arruga o mancha y no lo hace comercial”, señala este agricultor, que ha perdido ya más de 40.000 euros en esta plantación.

Para que no se desperdicien los 20.000 kilos de caquis que se han quedado en el árbol, este campesino de Algemesí (Valencia) quiere donar la fruta a ONG´s y comedores sociales. “Me puesto en contacto con varias para que vengan a recogerla y se la pueden llevar gratis para alimentar a las familias que lo necesiten”, asegura.

Una tercera parte de la fruta se desperdicia por su aspecto

Lamentablemente, el caso de Humberto no es único. Desde las asociaciones agrarias aseguran que gran parte de las cosechas de caqui se queda en el campo por las condiciones leoninas que marcan las grandes distribuidoras en relación al aspecto de la fruta. “El caqui es un producto singular. Es la única fruta dulce de invierno, todos tienen el mismo sabor y hasta el 90% de la producción europea se hace en España y de ella la mayoría en Valencia. Deberíamos cuidar esta fruta y no dejar que se desperdicie en el campo”, señala Bernardo Ferrer, vicepresidente de AVA-Asaja.

Lo mismo ocurre con casi todas las frutas y verduras. Entre el 25% y el 35% de la producción se queda en el árbol por razones estéticas. “Las normas de calidad que exigen los supermercados propician el desperdicio alimentario de productos saludables y de calidad excepcional, mientras hay muchas personas que no pueden comer”, asegura Ferrer.

Para evitarlo, reclaman un cambio de actitud del consumidor frente a la llegada de cosechas de países tan lejanos como Sudáfrica, Argentina, Egipto o Nueva Zelanda. “La huella de carbono que deja el transporte de estos alimentos es enorme, por lo que el consumidor debería demandar además de calidad, sostenibilidad y producto de cercanía”, explica el vicepresidente de los agricultores valencianos.

Sin embargo, queda mucho camino por recorrer, como se puede comprobar a diario en cualquier frutería. “La gente compra con los ojos y hay frutas muy buenas de sabor, pero como tienen cositas no las quieren”, afirma José Enrique Ferrer, frutero, que explica que “ante era diferente, todo el destrío, la fruta que tenía alguna imperfección, se vendía, ahora aunque lo pongas en oferta lo tienes que tirar”.