La timba de brisca de las ‘Señoras del (h)AMPA’: necesitan reunir los 50.000 euros del rescate de Lourdes

  • Atención, contiene 'spoilers'

  • Asun es una gran jugadora de cartas

Las chicas han quedado con los mafiosos en el ‘Club Medusa’, un antro donde se reúnen los sicarios y donde tienen secuestrada a la pobre Lourdes. Cuando llegan, se encuentran a su amiga amordazada y atada a una silla: “¿Qué te han hecho?”, le pregunta Mayte a la funcionaria. Pero no la van a soltar hasta que no les den los 50.000 euros que le deben: “Os cepillasteis a la pelirroja, ese era nuestro trabajo”, les dice el sicario, están dispuestos a olvidarlo todo sin les dan la pasta que perdieron. Las señoras solo tienen un día para reunir la pasta.

Os cepillasteis a la pelirroja, ese era nuestro trabajo

Lo primero que van a hacer va a ser juntar todo el dinero que tienen ahorrado (pero eso es muy poco), así que cada una se va a su casa para ver qué pueden empeñar: una sortija, un microondas, juguetes, cuadros, una máquina de coser, cosas que no sirven para nada… Todo vale. Aun así no les da.

Mientras estaba buscando dinero por su casa (y en la hucha de su nieto) Amparo se encuentra con una tarjeta muy rara: ‘Amigas de la baraja. Club private’. ¿Qué es? Pues son señoras que organizan timbas ilegales en las que se puede ganar mucho dinero. Mayte decide organizar uno, pero antes le pide a su ex que le enseñe a jugar al póquer.

La timba de brisca: A Yola Berrocal y Lucía Etxebarria les encanta este juego

Lo tienen todo organizado, lo van a hacer en el almacén del súper. Todo muy clandestino. Pero cuando llegan sus invitadas: entre ellas están Yola Berrocal y Lucía Etxebarria (y Asun) se lían con las barajas. Ellas no juegan al póquer, ellas juegas a la brisca: “Somos brisqueras”. Pues no pasa nada, la que va a jugar va a ser Amparo y no Mayte.

Yo soy brisquera

La suerte parece que acompaña a Amparo y Mayte, tanto que consiguen más de 50.000 euros en la timba.. pero la avaricia les va a poder, y Amparo no se plantará, querrá seguir jugando. Juega tanto que al final se va a quedar sin un duro: cero patatero.