Los sospechosos habituales de 'Sin tetas...'

WILLY & DIEGO 23/01/2008 13:32

Luz tenue, silencio en el ambiente, una cámara con plano fijo que tiembla por los nervios. En frente nuestro, dos hombres de negro, mafiosos y sin tapujos, dispuestos a mostrar su lado más violento en menos de un segundo. Eso es lo que dos reporteros sienten cuando se encuentran perdidos en los recovecos de un pasillo oculto, dispuestos a entrevistar a John Jairo Morón y a su camarada Cardona.

La cita es a una hora señalada. Cuando llegamos al lugar 'L' ya están allí. Quietos, con las manos cruzadas, en silencio, esperando a que saquemos la cámara y escupamos las preguntas.

La pose chulesca lo dice todo. Parece que el puente aéreo Bogotá-Madrid empieza a dar sus frutos. Negocios 'legales' que invitan a la desconfianza merced a una turbia sonrisa maliciosa. "Venimos a abrir el mercado", comenta Cardona con sorna. Narcotráfico y chicas muy jóvenes, una combinación trágica, pero real.

Las mujeres y el dinero les seducen por igual. Tanto monta, monta tanto. Mecenas de sueños mundanos, su papel consiste en ofrecer una y otra vez la gran manzana de Blancanieves a sus acompañantes femeninas. Además de seguir haciendo caja, por descontado.1

La información sale por sus bocas de forma reservada, a un ritmo muy lento. Saborean y miden cada palabra con sigilo, un desliz en alguno de sus comentarios les puede salir caro. Los negocios de narcotráfico no son temas como para pregonarlos a los cuatro vientos.

Status y respeto

Y en el ojo del huracán, 'el Duque', con el enemigo en casa. Su corazón y su cerebro le dictan mensajes contradictorios. ¿Cómo compatibilizar el ocio con el negocio? John Jairo no se lo va a poner nada fácil. Con esa mueca torcida y ese deje de colombiano chungo queda claro desde el primer vistazo que va muy en serio.

John Jairo Morón y Cardona, Cardona y John Jairo Morón, dos hombres con ojos penetrantes, mirada oscura, que son capaces de afirmar que son "buena gente", pero también que no son "huevones". Dos narcotraficantes obsesionados con el cuerpo de la mujer, con el sexo, con la droga. Es el precio del paraíso. Ojo, mucho cuidado con ellos. Nosotros hemos conseguido salir íntegros de su guarida, pero quién sabe cuál será el futuro de los próximos hombres y mujeres que se crucen con ellos. No nos gustaría estar en su lugar. Suerte.