Querida Aramís: Carta abierta a la mujer más fascinante de la televisión

Ramón Azcárate
Compartir

La verdad está sobrevalorada. La verdad siempre suele ser gris, triste e incluso ordinaria. La verdad es el Congreso, las imágenes de socorristas en el Mediterráneo, una inundación, un crimen, una mañana de trámites burocráticos, un velatorio. Yo espero la verdad de mi médico, de mi gestor financiero y, en ocasiones, no siempre, de mi familia y amigos. Pero no espero la verdad absoluta del mundo del entretenimiento. Y cuando lo que me están contando es apasionante, estoy dispuesto a creérmelo todo.

Así es como llegamos a ti.

Hola Aramís

Mira, en los programas de entretenimiento todo el mundo está tan dispuesto a sacar datos, verdades y a desnudarse emocionalmente que lo más rompedor y maravilloso que se puede decir de alguien es que tiene misterio. Tú eres una enorme interrogación. Si uno busca por Internet dicen que te llamas María Antonia, pero tú te presentaste al mundo como Aramís y me parece muy bien. Dicen por ahí que tienes 64 años, pero recuerdo un episodio glorioso de 'Callejeros', uno de esos que lo ve John Waters y te hace una película, en el que afirmas que tienes 689. En ese mismo programa también comentaste que habías estado en la boda de tu amigo el conde Drácula, o Vlad, el empalador, que vivió ahí por el siglo XV. Lo que conocemos sobre biología y esperanza de vida hace difícil creerlo, pero yo también me creo eso.

Yo he decidido creerme todo de ti porque me encanta verte por la tele y escuchar tus historias. Si dejo de creérmelas muere la magia. Y tú, que eres bruja y la mayor autoridad mundial en ocultismo, de magia sabes más que nadie. Dejas, además, preciosas lecciones de historia cada vez que cuentas tu apasionante vida y consigues que cualquiera con un poco de curiosidad acuda a los libros de historia para conocer más a fondo el contexto de todos esos episodios que has vivido en primera persona. Que mira, ya es más de lo que consigue cualquier otro invitado. Para demostrarlo, hagamos un repaso de las cosas que has pasado:

  1. Dices que tienes en tu poder el Santo Grial, lo cual nos lleva directamente al siglo I
  2. También que desciendes de un caballero templario, lo cual retrotrae tus raíces al siglo X
  3. Luego está lo del Conde Drácula, con el que damos un salto al siglo XV
  4. Y luego está esa vida anterior, según cuentas en uno de tus libros, en la que fuiste quemada en una hoguera, lo cual nos lleva a las sombrías tierras de la Europa Central del siglo XVI
  5. Y si tenemos en cuenta los secretos que tienes en tu poder sobre la masonería, tal y como revelaste en una de tus últimas visitas al Deluxe, nos ponemos ya en el siglo XVII

Me encanta cuando apareces en 'Sálvame'. Busco de forma obsesiva vídeos sobre ti en Internet. Y tu llegada a las redes sociales, especialmente a Instagram y tu canal de Youtube, ha sido un regalo de los mismísimos dioses. Querida Aramís, otro valor incalculable en televisión es la imprevisibilidad, ese ambiente incómodo pero emocionante que se respira cuando entra un invitado en el plató y no tienes ni idea de lo que puede hacer a continuación. Tú pusiste el listón muy alto en 'Moros y Cristianos' hace ya unos veinte años (entonces tú tendrías unos 676, estabas hecha una mocita) cuando pronunciaste una frase que quedará para los anales de la historia como un haiku, un ripio, un epitafio: "(A los contertulios) Soy ciudadana de un país democrático, (girando la cabeza al público) ¿TE QUIERES CALLAR?".

Pero la magia llegó un día que fuiste a ‘Sálvame’ hace muchos años, que aún estaba 'Sálvame’ empezando. Te recuerdo con un sombrero pequeño, enanísimo, que llevabas sobre un moño, y un precioso conjunto de seda en negro y fucsia. Recuerdo que ese día debías de estar cabreada y repartiste estopa para todos a diestro y siniestro. Soltaste unas cuantas frescas a los colaboradores que, merecidas o no, eran bombas nucleares, todas esas cosas que nadie se había atrevido a decir allí. No hace falta dar nombres, pero a una mujer le dijiste una frase que también ha pasado a la historia, al folclore popular, y que yo uso ahora muchísimo cuando hablo con mis amigos y alguien me interrumpe. La frase era (tú la dijiste de pie y alzando la mano, que daba mayor dramatismo): "¡Tú te callas porque das hasta asco de oírte!".

Y ya paro con los recuerdos, que esto es una carta y no una crónica de tus logros, pero es que una vez te vi en un programa grabado en Miami junto a una presentadora muy señora y muy operada, maravillosa también, y recuerdo que tú explicaste que te comunicabas con los muertos como Anne Germaine y preguntaste si había alguien en plató que quisiese contactar con el más allá. Y recuerdo que una mujer se acercó y dijo: "Quiero saber quién mató a mi hermano".

Joder, Aramís, menudo marrón. Creo que se te puso cara de circunstancia incluso a ti, que presenciaste las cruzadas.

Yo ahí me levanto y me voy, pero tú no, porque tú eres una heroína y nunca abandonas. Pues bien, tú te hiciste con un bolígrafo y con un papel en blanco, en un proceso que tú llamas "escritura automática", y contactando con el fallecido preguntaste quién le mató. Y empezaste a escribir algo, porque él mismo hermano fallecido de aquella pobre mujer te estaba moviendo la mano.

Y escribiste lo siguiente: "Nadie".

¡Ay, Aramís!, creo que ahí sí que te quise más que nunca.

No creas que hay burla en mis palabras. Me encantas. Ojalá estuvieses siempre en la televisión. A veces te he visto pasarlo mal, perder a seres queridos, hablar del abandono de tus hijos (no me quiero ni imaginar lo durísimo que tiene que ser, no hagamos bromas aquí). Y ahí sufrí. A mí me gustas energética, cabreada, guerrera, pletórica, colorida.

Aramís, ojalá salgas mucho más en televisión. La verdad ya es gris, aburrida y triste. Tú eres todo lo que necesito cuando enciendo la televisión: haces que me olvide de todo. Me haces feliz, Aramís.

Muchas gracias por eso.

0