Mens sana in corpore sano

Cristina Tárrega 07/10/2016 13:03

Hoy quiero hablaros de algo muy especial. Hace algunas semanas conocí al doctor Manuel Vera, especializado en medicina cuántica, y tuvimos una larga conversación acerca de este método, por lo que me pareció que podría ser interesante contároslo. En primer lugar, porque la medicina cuántica no es algo nuevo, sus principios llevan estudiándose y utilizándose muchos siglos; en segundo lugar, porque, tal como me explicaba Manuel, supone una unión entre el conocimiento y los avances de la medicina occidental con el saber milenario de la oriental, demostrando que la energía es la base de toda actividad biológica y que, por ello, el ser humano, como el resto de los seres vivos, no solo tienen esa dimensión física a la que se ciñe la medicina occidental, sino que forma parte de un “todo” que incluye, además, su psique y su relación con el entorno.

Me explicaba Manuel que “no se puede pretender curar a un paciente por completo si no se limpia antes el medio tóxico que ha provocado la enfermedad”. Por otro lado, Manuel sostiene que, en definitiva, estamos acostumbrados a tratar los síntomas sin ir a la raíz, de igual manera que la mayoría no somos conscientes de que nuestra salud depende de nosotros y que debemos escuchar a nuestro cuerpo. “¿Cuántos niños hay ahora con alergias?” me decía, “una alergia no es otra cosa, en definitiva, que el hecho de que el filtro está lleno. Cada vez hay más gente intolerante al trigo, pero es posible que no nos hayamos preguntado de qué manera estamos consumiéndolo, cómo está preparado, con qué otros ingredientes lo consumimos… Nuestro organismo nos indica que algo no nos está sentando bien, que está rechazando algo que le es tóxico, pero obviamos que tal vez la manera de proceder sería limpiarlo”. Sin embargo, esto no siempre es así. La clave de todo nuestro organismo está en la información celular y, por eso, las enfermedades congénitas son parte de ese organismo que las padece, “pero es necesario diferenciar entre lo que es una enfermedad congénita, que son con las que se nace, y las costumbres adquiridas que desembocan en los mismos resultados”.

Otro de los aspectos más importantes de la medicina cuántica es el ser conscientes del papel que tiene la energía con la que nuestro organismo trabaja. Es una ciencia que trabaja a nivel subatómico, tomando en consideración cómo se mueve la energía por nuestro organismo y cómo le afecta su relación con el entorno. “Si enfermamos por una determinada radiación, ya sea nuclear, telúrica, electromagnética… puede ser lógico pensar que otro tipo de frecuencias nos curen o sean las responsables de que conservemos la salud”, argumentaba Manuel, añadiendo que, siendo consciente de esto, la medicina occidental ha desarrollado algunas máquinas para medir estas frecuencias y detectar posibles enfermedades:

  • EEG (electroencefalograma), que registra las ondas cerebrales que generan la energía eléctrica cuando se activa por los nervios.
  • EMG (electromiograma), que mide la conductividad eléctrica de un acortamiento del músculo cuando se estimula por el disparo de las células nerviosas.
  • EKG (electrocardiograma), que mide la conductividad eléctrica del corazón, las fracuencias, etc.

Por todo esto, Manuel apuesta por unos tratamientos cuyo objetivo primordial sea regular los procesos energéticos del organismo, que pueden estar alterados por enfermedades, por la exposición a un entorno tóxico… y que llevan, en su conjunto, a cambios a nivel bioquímico en los tejidos, órganos y sistemas del cuerpo, dando lugar a los síntomas de la enfermedad. Él afirma que el secreto está en el punto medio, “no pasa nada si un día nos comemos una barbacoa si luego somos capaces de depurar nuestro cuerpo” ya que, según explica, lo importante es eliminar la sobre carga de estrés a la que tenemos sometidos a nuestros órganos. Eso sí, lo que está claro es que lo que es absolutamente necesario es que nos comprometamos con nosotros mismos. Que nos cuidemos, que seamos capaces de alejarnos de lo que nos hace daño y tomemos conciencia de que nuestro cuerpo es lo más valioso que tenemos y que formamos parte de un todo cuerpo-mente en el que ninguno de sus componentes se debe descuidar.