Fans del DUQUE: ¡hoy lo nombro DOCE* veces! (Y vuelvo a algo importante sobre los carteles del pasillo)

telecinco.es 22/10/2008 20:59

A ver, me han dicho que cada vez que aquí escribo DUQUE las visitas se multiplican, así que mis jefas están encantadas con que si voy a un sitio donde esté el DUQUE yo hable todo el rato sobre lo que hace el DUQUE.

-¿Y si justo al lado de ese desgüace de coches al que me enviaís aparece Maddeleine McCann y puedo hacer fotos de su rescate y escribir una crónica exclusiva?

-Déjate de chorradas y no pierdas de vista al DUQUE.

-¡¡¡¡¡¡¡Habla del DUQUE!!!!!!!! -tronó alguien desde un despacho.

Pues muy bien. Como ayer os contaba, estaba yo en un desgüace lleno de coches militares abandonados, barro, cables y avispas asesinas. Había también un hombre, uno de los cámaras, que grababa a los personajes durante una escena de muerte y dolor vestido con unos shorts estampados de flecos y un globo con forma de manaza en la cabeza. El director, un señor argentino muy simpático, se quejaba a veces porque en el fondo del plano, ya en la carretera, había alguna gente interrumpiendo y mirando a la cámara.

Algunas de esas personas eran fans del DUQUE. Gritaban lo siguiente:

DUQUEEEEEEEEEEEEEEE!

El director consiguió rápidamenrte que se callasen y se saliesen del plano. Qué envidia me dan los directores. Los directores son unas personas que lo tienen todo absolutamente claro y han aceptado de buen grado el trabajo de responder a las preguntas que continuamente les hace un equipo de cien personas. No me voy a poner pelota, luego la mayoría hacen unos churros de películas indecentes, pero el mero hecho de que sobrevivan a meses de rodaje con la presión de tener que controlar desde que alguien deje de pisar un cable del que no se puede tirar a que la actriz principal no se ponga a llorar porque Frank Sinatra la ha dejado, hace que los considere unos seres superiores. Vamos, ni que fueran DUQUES.

Después se hizo un parón para comer. El restaurante al que fue todo el equipo no estaba en KatmanDÚ, QUE es una ciudad de Nepal, sino que estaba allí mismo, al lado del desgüace. Yo, como persona esbelta y sana, no comí nada. El resto del equipo se metió en el comedor y nosotros, los de la redacción, esperamos fuera fumando unos DUCADOS y hablando de idiomas:

-DUKE es pato en inglés.

-No, eso es "duck" -me corrigió un compañero de redacción.

-¿Y dónde has aprendido tú tan bien el inglés? -se interesó la camarera.

-En la biblioteca Conde DUQUE, que está cerquita de Plaza de España.

Bueno, ya está bien. En el televisor del bar estaba puesto Telecinco (que, si lo pensamos, lo que acabo de decir es un epíteto como una catedral, porque si una tele está puesta está puesta en Telecinco, ¿qué demonios se iba a ver en la tele si no hay nada más?). Emitían Mujeres y hombres y viceversa, pero estaba sin volumen. Ver ese programa sin volumen, con un montón de mujeres discutiendo entre sí ante la mirada de un hombre, da toda una nueva dimensión al programa e incluso lo impregna de una inusitada belleza. Probad a poner la tele en mute a eso de las cinco e imaginad que están discutiendo sobre el verdadero significado de Los hermanos Karamazov. Es flipante, coleguis.

Cuando volvimos por la tarde a la localización, el DUQUE ya se había ido. Una emocionante escena con tiros se desarrollaba ya sin su personaje de por medio. Y eran tiros de fogueo, pero me dio tal terror recordar la muerte accidental de Brandon Lee que decidí parapetarme tras una pila de neumáticos apilados y taparme las orejas mientras canturreaba a grito pelado Habla cucurucho que no es escucho. Siempre he odiado los ruidos altos o incluso el que hacen los taladros cuando alguien cuelga un cuadro. SIempre son señal de cambios. O algo mucho peor: de que alguien está colgando un horrible cuadro sobre la cabecera de tu cama.

Sé que lo último que prometí ayer era la historia de cuando me quedo dormido en un coche, pero debo decir que era un tramposo cebo sin más: en realidad, sólo di unas cabezadas cuando volvíamos a los estudios de Telecinco.

Ahora, un dato que viene a cuento por mi penúltima entrada, en la que comentaba los nuevos carteles que adornan los pasillos de la cadena. Me ha venido directamente de una garganta profunda -no confundir con la película de Linda Lovelace-. Resulta que la misma mañana que cambiaron los cuadros, a eso de las diez, se podía ver justo a la salida del plató de Ana Rosa... el gigantesco retrato de María Teresa Campos.

Un rato antes de que comenzase el programa, cuenta mi confidente, unos mozos aparecieron corriendo y descolgaron el retrato de María Teresa, que se llevaron a la salida de la cafetería -donde luce actualmente- y se cruzaron con otros mozos que corrían con una fotografía de los protagonistas de Camera Café para sustituirlo.

Cinco minutos después todo el mundo actuaba normalmente, como si nada hubiese pasado. ¿Qué opinará al respecto el DUQUE?