Hoy estuve en EL PROGRAMA ETERNO (y Christian Gálvez hizo cosas raras)

telecinco.es 29/10/2008 19:21

Las instalaciones de Telecinco están llenas de hermosos decorados que se apilan una vez han sido utilizados y abandonados como una señorita a manos de un casado misógino y con hijos. Hoy había uno nuevo. ¿Qué será? Primero por detrás:

Y ahora por delante:

Síííííííí. Es el horóscopo. Llevaba queriendo ver esto desde que puse aquí mi primer pie. Hoy hará un frío horrible en Madrid, pero cosas como esta hacen que uno se alegre de salir de la cama (bueno, que alguien viniese a despertarme a la cama con un desayuno y el decorado del Horóscopo sería mucho más alegre, ya puestos).

Pues empiezo. Hoy me planté en Pasapalabra. Charlaba yo con mi compañero Mostito mientras comíamos palmeritas de chocolate de la máquina. Me quejaba:

-Es que siempre, siempre están grabando Pasapalabra. ¡¡Qué rabia me da!! No paran.

-Pues ya verás cuando paren, ya verás -me respondió-. ¡Verás cómo lo vas a echar de menos!

Estas palabras tuvieron su efecto a mí. ¿Estaría Mostito en lo cierto? Me presenté en el plató de Pasapalabra inmediatamente, atemorizado ante la idea de que lo retirasen y no hubiese podido verlo más. Ya en su día había hablado de este programa. ¿Cómo variar y hacer de esta lectura una aventura sin precedentes? Pues poniendo numeritos. Vamos a poner, por ejemplo, unos diez. Lo que me gusta un decálogo.

1. Pasapalabra, siempre a la moda, tiene una cuca iluminación violeta antes de comenzar. El público, en penumbra, seguramente está esperando a que comience un espectáculo erótico-circense más que un concurso en el qu e se juega con la sabiduría gramatical de las personas (justo como el que tiene al ladito, El juego de tu vida).

2. Christian Gálvez, concursantes e invitados, hubieron de repetir la entrada al programa dos veces. Estas son las cosas que admiro de la gente que trabaja frente a las cámaras. Que jamás pierden la compostura. Si fuese yo, saldría la primera vez extasiado y feliz pero, a la hora de repetirla, saldría cabizbajo y pidiendo perdón a los presentes. Por esas cosas yo nunca podré tener mi propio programa de televisión (a menos que, como exijo siempre que me lo ofrecen, estuviese todo el rato sentado y nunca me tuviese que levantar).

3. Conozco a uno de los invitados masculinos. Creo reconocer al otro. Y no tengo ni puñetera idea de quiénes son las dos invitadas femeninas. Por favor, que nadie sea cruel sacando conclusiones a este tercer punto.

4. El invitado masculino al que conozco es Caco Senante. Caco Senante es un cantante canario y todo lo que queráis, pero toda personita que haya visto alguna vez la tele lo reconocerá mucho antes y con mucho más amor por haber interpretado al caballero que preñaba a a la hija mayor de Lourdes Cano en Farmacia de guardia. Esa es una serie, me veo obligado a explicar, que veía de vez en cuando en mi juventud cuando sin querer pulsaba el botón del mando a distancia y de repente desaparecía Telecinco y aparecía otra cadena.

5. El otro era Eduardo Aldán. En su día fue colaborador de Caiga quien caiga en Telecinco, antes de que ese programa desapareciese completa y absolutamente de la parrilla televisiva española y no se volviese a emitir más.

6. Uno de los concursantes se presentó como alguien que tenía más cremas que su novia y su hermana juntas. ¿Qué empuja a un buen hombre a presentarse ante el mundo con semejante dato? Pues a saber. ¿Qué resto de cualidades pueden definir a una persona que decide elegir concretamente esa entre todo su abanico de posibilidades a la hora de describirse? Pues lo desconozco. El problema de raíz de toda esta tendencia (que creíamos acabada) que hace que muchos hombres (ya no hablo del simpático concursante de Pasapalabra) parezcan homosexuales encerrados en una droguería se reduce a dos apestosas palabras:

1. David

2. Beckham

7. Hay unas seis personas cuyo trabajo se ve que es estar sentados en una mesa un poquito más allá de donde termina el decorado y charlar como cotorras durante todo el rato. Esto me hace retorcer de ira al recordar los airados insultos que recibo por mi oficio de pasillero, que muchas personas con otros oficios más sacrificados no dejan de echarme en cara. ¿Es que a ellos nadie les dice nada?

8. Pues un rato después me doy cuenta de que no, de que miento: en realidad una de las chiquitas sentadas en la mesa tiene uno de los trabajos más fascinantes que hayan podido ver estos ojos míos que siempre miran hacia arriba a la derecha: levantarse llegado el momento para colocar los melones (eso que los concursantes tienen que golpear si conocen el significado de la palabra, malpensados) de forma centrada y bonita ante cada persona sentada en la mesa. "Un poco más a la derecha, ya, un poco menos, sí", le decía el hombre detrás del monitor. Y ella, con la delicadeza de un escultor que remata la nariz de una sirenita de bronce, obedecía. QUIERO ESE TRABAJO.

9. Sí, sí, sí. Una cosa rara que merece letrazas. ¿Por qué Christian Gálvez y Eduardo Aldán, durante una pausa en la grabación, se levantan de la mesa para dirigirse a una esquina con poca visibilidad del plató de El juego de tu vida y allí, de espaldas a los demás, se intercambian algo? Tenía mis más encendidas fantasías sobre lo que podía estar pasando allí cuando, al girarse, me di cuenta de lo que llevaba Christian en las manos: UN CUBO DE RUBIK. Necesitamos explicaciones.

El juego de tu vida10. Y como siempre, no puedo dejar de maravillarme ante estas cosas que tiene la tele de economizar espacio como las parejas de recién casados economizan agua duchándose juntos. Ya lo he dicho muchas veces, pero una de las cosas más sorprendentes de la tele es la planificación usada en algunos platós para no construir ni un milímetro más del decorado necesario. En El juego de tu vida, donde me encuentro sentado comiendo un Phoskito mientras veo Pasapalabra, los concursantes bajan las escaleras tras su vídeo de presentación haciendo que salen de una puerta. Pues en realidad no existe ninguna puerta. Solamente un panel luminoso que, con la iluminación adecuada y el corte oportuno en la realización, hace que en la pequeña pantalla parezca una puerta que se ha abierto. Pero no. Lo más interesante de todas estas cosas de la pantalla no es tanto como se crea una realidad fiticia sino como se falsea la realidad existente. Cuando en 1992 se estrenó esa película tan divertida llamada Ellas dan el golpe en la que Tom Hanks, Geena Davis y Madonna triunfaban como jugadores de baseball, muchos críticos y espectadores se quedaron muditos ante la perfección y la fuerza con la que los tres actores, que supuestamente no tenían ni idea de practicar tal deporte, golpeaban la pelota sin el más mínimo error durante toda la película. Cuando un periodista le preguntó a la directora cómo había conseguido que aprendiesen tan rápido, la señora respondió bien contenta y orgullosa: "En realidad no hay ninguna pelota. Sólo dan golpes al aire".