¡Mi aventura en la jungla! ¡El panel del Euromillón por detrás! ¡Profunda reflexiones sobre los pesados antiglobalización!

telecinco.es 05/03/2009 17:56

Hola amiguitos,

el viernes pasado, cuando volvía a casa a eso de las doce de la noche tras tomar un zumo de naranja con unos amigos de una ONG que presido, aparecieron unos extraños seres con una pinta tal que así:

-¿Tienes hora? -me dijeron.

-Vosotros no sois de aquí -les respondí.

-¿Es usted el presidente Jose Luis Rodríguez Zapatero? -preguntó uno de ellos, el más alto.

-El mismo que viste y calza, sí -respondí yo haciendo gala de un fino sentido del humor.

-Pues venimos a secuestrarle.

-Imagino que están ustedes de broma -empecé a asustarme-. Por favor, desháganse de esos absurdos disfraces y muéstrenme su verdadera naturaleza.

Pues ni puñetero caso. Me secuestraron, me llevaron a la selva y no dejaron de llamarme durante cinco días "señor Zapatero". Me daban de comer aguacates, que me explicaron que tenía todas las proteíonas que necesitaba para sobrevivir en la selva, y me hablaron del ejército de liberación de su jungla y tonterías varias y bla, bla, bla, cosas aburridísimas. Yo les explicaba que yo no era Jose Luis Rodríguez Zapatero y ellos me decían "sí, sí, ja, ja, ja, eso nos decís todos". El martes me llevaron a conocer al jefe de la tribu para iniciar unas negociaciones diplomáticas entre los suyos (cuyo nombre no dejaban de repetirme pero tenía como diez o doce sílabas y he olvidado ya) y la nación española, de la que yo era presidente, y éste me miró de arriba a abajo y exclamó:

-Pero este no es Jose Luis Rodríguez Zapatero, es el gilipollas del Pasillero.

-Jiji -comenté-. Sin haberlo planeado le ha salido un pareado.

Me echaron de la tribu de una patada en el culo y tras pasear sin rumbo por la selva llegué a una playa donde descubrí que mis captores habían tenido el detalle de dejarme una barquita y dos remos para volver a mi casa.

-¿Pero dónde estoy exactamente? -le pregunté a una aborigen muy simpática que amamantaba a su bebé a la sombra de un cocotero.

-En América.

-Madre mía, nada menos. Estoy lejísimos de casa -exclamé preocupado-. ¿Y hacia dónde coño remo para ir a España?

-Todo recto -me dijo.

-Pues muchas gracias y que tenga usted un buen día -respondí yo, que desde pequeño aprendí a ser muy agradecido con todo el mundo.

Y nada, que tras un par de días remando y alimentándome de los pececitos que conseguía coger con la mano desde la superficie, llegué directamente a Telecinco.

Y básicamente ese es el motivo por el que estos días no he escrito nada.

-¿Y tú dónde cojones te habías metido? -gruñó mi jefa al verme, poniendo los brazos en jarra.

-Una tribu sudamericana me confundió con Jose Luis Rodríguez Zapatero.

-Obvio, es que el parecido es asombroso -respondió cruel e irónicamente, negando con la cabeza.

-Fui capturado y trasladado a la selva amazónica, donde hallé cobijo a los pies de un viejo roble -expliqué entre lágrimas, con la cabeza aún mojada por el violento oleaje del Atlántico.

-Claro, claro, Pasillero. Y la semana pasada tenías gripe, y la otra dentista, y hace tres una boda y ahora te has quedado dormido debajo de un árbol en Sudamérica.

-Oye, que tengo ahí fuera mi barquita por si no me crees, mira -respondí señalando a la ventana.

-MIRA, PASILLERO, TIENES UN MORRO QUE TE LO PISAS. DESPEDIDO.

Cabizbajo, volví a la puerta.

-Bueno, despedido no. PEOR: TE VAS A UNA RUEDA DE PRENSA. ¡JA, JA, JA, JA! -exclamó entre risas malvadas, como supondréis por esos onomatopéyicos "ja, ja" del diálogo, que tal vez hubiera sido más exacto con unos "jo, jo".

Aún con hojas de palmera ampakai saliéndome de la rebequita me enviaron a la sala de prensa del edificio bonito de los jefes, donde Eva González daba una rueda de prensa para presentar El juego del Euromillón. El regreso de El juego del Euromillón y, sobre todo, de ese gran concepto televisivo, eternamente eficaz, llamado panel de premios, alegraron mi día y me ayudaron a olvidar mi traumático secuestro por parte de la tribu Kikumasha (¡me he acordado de repente!).

Una rueda de prensa consiste en que unos señores sentados en una mesa dicen cosas que ya sabemos por el dossier que nos han dado justo al entrar y luego piden que les hagamos preguntas. El sistema se parece mucho a una clase, porque de los 40 periodistas que suele haber allí sólo preguntan dos. Uno es el resabidillo de delante, que hace preguntas tontas con un tono así como elaborado y la otra era Carmen Hornillos, que hacía preguntas como "¿estás nerviosa ante este nuevo reto?". Carmen Hornillos, de la que me declaro entregadísimo y absoluto fan, me decepcionó con sus preguntas, que yo pensé que iban a ir más en la línea de:

¿Puedes darnos los nombres y apellidos del hombre que ocupa actualmente tu cama, Eva? ¿Saldrías desnuda en Interviú a cambio de una preciosa cría de hipopótamo, Eva? Eva, ¿eres en realidad un robot? (Aunque Carmen diría "un rubó")

También le preguntó qué haría ella si le tocase un millón de euros. ¡Bravo! Qué preguntas, madre mía, quitaban el hipo con su sagacidad. Eva González tiene un par de clavículas muy hermosas que se le marcan mucho porque está delgada, y, sabiendo la muy truhana que lucen mucho en cámara, se puso un palabra de honor muy bonito (ay, escribiendo "palabra de honor muy bonito" esto me siento un poco menos hombre, pero vamos, este blog no es precisamente de Fórmula 1 y yo no).

Una rueda de prensa también es una media hora de protocolo que hay que pasar sí o sí para que luego podamos ponernos como las Grecas con el vinito y los canapés. ¡Qué alegría y qué alboroto! Hoy no dejaban de llegar croquetas, gambitas, pulguitas de chorizo con tomate, jamón con eso que creo que se llaman medias lunas (que vienen siendo bollos industriales de toda la vida pero con un nombre puesto por alguna publicista de Lavapiés adicta al cannabis) y tiritas de huevo envueltas en una rodaja de jamón york de exquisita calidad.

Tanto comí que luego opté por quedarme en la redacción haciendo el imbécil en el Facebook adelantando trabajo en vez de ir al comedor. Y es una pena porque hoy en el comedor se celebraba la Jornada Gastronómica del Comercio Justo.

¿Qué es el comercio justo? Yo pago un producto y me lo llevo, a mí me parece justo no, justísimo. Claro, si el producto está fabricado por unos niñitos en un taller de Vietnam de condiciones paupérrimas es tristísimo y ahí tiene que meter mano el gobierno. Pero la comida del Comercio Justo eran cosas tan feas como arroz con curry, lomo asado al chocolate y filete de dorada con soja y miel. Madre mía, una cosa es Comercio Justo y otra cosa es la comida llegada desde el mismísimo infierno.

Una vez, durante la época de manifestaciones en masa del No a la guerra, hace ya seis años, me encontré con unas chicas de rastas con camisetas que decían "No a la globalización" y "No War", siendo la W de "war" una M del McDonalds al revés. Todos estábamos haciendo cola para conseguir comida. ¿Sabéis dónde? ¡En el Burger King! Claro, me dieron ganas de decirles "nenas, ¿por qué no os vais a comprar comida a un establecimiento de comercio justo donde os sirvan una sopa y una ramita de árbol?". Vamos, me encanta que cuando los antiglobalización tienen hambre de vayan al Burger King. Así también me hago yo antisistema, no te jode.

Pero bueno, que me pongo a divagar y no paro. ¡Qué divertida fue la rueda de prensa! Podéis leer todos los detalles serios sobre ella que no pegan en este blog en la web de Telemanía, cuya directora, por cierto, es una mujer extremadamente delgada y bella.

Después de la rueda de prensa me fui al plató, precisamente, de El juego del Euromillón para ver si podía robar botellas de agua, que tanto jamón me había dejado deshidratado. El director del programa había explicado un poco antes que el panel de premios era manual y no informático para mayor fiabilidad y que para acceder a su parte trasera había que tener una llave y además la puerta estaba vigilada las 24 horas por dos cámaras a falta de una, por si una de ellas fallaba. ¡Qué bien se hacen las cosas en Telecinco! Para que luego nos llamen Telahínco o Tetacinco, siempre para gran dolor de mi corazón :( Corporativista que he salido, mira. Pues resulta que la puerta que conducía al lado interno del plató estaba abierta, ¡viva! Me colé tan ricamente y saqué esta instantánea:

¡Qué bonito y qué curioso! Aquí se ven todos los premios. En algunas casillas hay estrellas con números, que a lo mejor son miles de euros o algo así. En otras se ve el logo de la revista SEMANA, que a lo mejor regala una suscripción y se convierte en el reloj Colbert de toda una nueva generación. En otra casilla se ve que te regalan la Torre Eiffel, asunto que no sé qué le parecerá al ayuntamiento de París, pero será divertido ver a una señora de Soria ser flamante nueva propietaria de un monumento patrimonio de la humanidad. Y allá al fondo sale Macy Gray. Si un día me llama Eva González y me dice que me regala a Macy Gray definitivamente la insulto y le cuelgo el teléfono.

Bueno, eso, que este post vale por cuatro. ¡Si además últimamente los hacía del tamaño de un conguito!