Italia 2 - España 4

telecinco.es 09/01/2009 08:16

Comienzo pidiendo disculpas por el que me ha salido, pero es que no se me ocurría otra cosa. Téngase en cuenta que no dejo de ser el gato de siempre, el de casa (en esta casa ahora), el dicharachero. O sea. En realidad no deja de ser una descripción numérica de lo que sucede en la casa de , donde habitan dos italianas y cuatro españoles. La prueba y el reto de esta semana son ideales, me gusta ver las figuras tipo 'South Park' con los rostros de todos los concursantes de las diez ediciones y, por otro lado, el juego de engaño cutre y salchichero que les está saliendo me parece mucho más divertido de lo que hubiera podido prever.

Las cosas transcurren tan deprisa siempre en esa casa que los ecos de la despedida de Julito (la más cruel que nunca hemos visto en este programa, dijo ayer ) casi se habían apagado anoche. Así habría sido de no ser por la capacidad de Liz para enredar, malinterpretando cualquier conversación en plan Lizfanny Emiliano Vázquez, al tiempo que Iván se muestra incapaz de gestionar las situaciones creadas por ella, entrando en bucles sin fín de los que le cuesta salir una eternidad. Anoche tuvimos una de estas situaciones, complicadas de entender porque mezclaban cosas como la información de que Liz hablará con su psicólogo mañana, el recuerdo de lo dicho ayer por "el de casa", la preocupación de Iván sobre el estado anímico de las italianas y bastantes otras cosas. Eso por no contar la clase magistral que nos había dado Liz un rato antes sobre cómo parir sin que se te abra la cadera, que fue tan ilustrativa que casi se me abre la mía sin dilatación previa ni nada.

Lo que quiero decir es que la magnificación de la que tanto se habla sirve tanto para vivir de forma especialmente intensa lo que les pueda decir un expulsado desde el plató como para olvidarlo o minimizarlo en el plazo récord de unas horas o un día. La intensidad con la que se vive ahí dentro hace esto posible, y solo mediante una detallada observación se puede terminar entendiendo que puedan pasar de la depresión a la euforia tan rápidamente. Las consecuencias de lo dicho ayer por Julito fueron tan fuertes que no pudieron evitar ayer hacer referencia a ello en diversas ocasiones, sin que puedan hallar una explicación satisfactoria a lo sucedido. Es lógico, dado que tampoco nosotros podemos explicarnos como un tío puede salir de la sala de expulsión diciendo a Chiqui "dile a Liz que la quiero mucho", el día antes firmarle un pañuelo con un texto que termina diciendo "te quiero 'muchisisisimo'", y luego llegar al plató y despedirse de esa forma.

Lo más sobrecogedor, una vez vistas las imágenes una y otra vez, es ver el contraste del rostro de Liz, al que se le va congelando la sonrisa poco a poco, con el de un Julito sonriente que abre los ojos de forma exagerada. El gesto fue repetido ayer por el expulsado durante su intervención en el diario, incluso cuando veía las consecuencias que habían tenido sus palabras, con una Liz destrozada llorando en el cuarto de baño. Este chico no está bien o en lugar de ser un ejemplo de bondad es un tipo despreciable. Lo que tengo claro es que no ha sido capaz de evaluar lo dañino para su propia imagen que es reírse poniendo cara de sádico mientras ve a alguien que ha sido su amiga en la casa llorar desconsoladamente, y menos siendo a consecuencia de algo dicho por él. O sí lo ha evaluado y le divierte convertirse en el villano televisivo del momento, si bien para esto habría de acreditar una inteligencia mayor de la mostrada.

Julito había justificado su paso por Gran Hermano con aquello de que pretendía demostrar que no es un "chulito", como al parecer se decía en su entorno. Lo cierto es que en la casa parecía bastante cortito, demasiado sumiso a los dictados de su abuela postiza y hasta con una actitud infantil en su relación con las mujeres, que le llevaba a insinuarse y meter mano a todo lo que se movía. Pero no le hemos visto chulito. Ahora bien, todo lo conseguido por el que se hizo pasar por lo que no es, lo destrozó en cinco cochinos minutos en el plató y lo ha rematado ayer. Y al final hemos terminado viendo que este 'Julicristo' era en realidad el 'Juchulito' de siempre. El de casa, etcétera.

Volviendo a lo que pasa en la casa tras la entrada de las italianas invitadas, me parto escuchando a Iván llamarlas y . Pero, por favor, ¿cómo es que no es capaz de aprenderse un par de nombres? Claro que tampoco ha de extrañar teniendo en cuenta que aún sigue llamando (como la china) a Liz. Lo de se puede llegar a entender al parecerse bastante a , aunque no tanto que no quiera hacer caso a Orlando y llamarla simplemente . Pero lo de es inexplicable y no sé por qué diablos se le ha cruzado el nombre de . Ayer (creo que la llamaré así, ahora que he debido corregir varias veces porque lo estaba escribiendo mal) estaba un poco triste, decía sentirse desubicada. parece más activa y dicharachera (a ver si va a ser la de siempre, la de casa, también) y de momento no ha pedido hablar con su psicólogo. No sé si tendrán psicólogos que hablen italiano, en un principio pensé que hasta se habrían traído a un 'súper' que hablase esa lengua, pero ahora creo que no debe haber sido así, al ver que en el 'confe' les han dejado un diccionario de Spagnolo.

El caso es que Iván y Orlando se lo están pasando genial con la situación. A ambos les gusta mucho vacilar y ahora tienen a tiro a dos víctimas propiciatorias. El cántabro no para de tomarles el pelo, exagerando el relato de su supuesta relación con Liz y la de los otros dos. Además, es tronchante escucharle hablar castellano con acento italiano, como hiciera en una inolvidable ocasión el ex presidente . Y encima mezcla ese extraño castellano con algunas palabras en inglés, llegando incluso a hacer lo del chiste aquel en el que un español coge un taxi conducido por otro español en y tras llevarse un rato hablando los dos muy despacito y a voz en grito, silabeando como niños de primaria (es lo que hacemos cuando no sabemos otro idioma y pretendemos ser entendidos) el turista se entera de que el taxista también es de España y le dice "en-ton-ces, qué ha-ce-mos los dos ha-blan-do en in-glés".

Anoche, Iván pretendía hacer de director de escena, diciendo a Orlando y Almudena cómo tenían que simular el primer encuentro de pareja en el dormitorio. Estos dos estaban metidos en la cama y Orlando no sabía ni cómo abrazar a su partenaire, mientras Iván pedía más pasión y a ser posible algunos jadeos. La parte sonora les quedó más bien exagerada, aunque sirvió para enterarnos de una información ya que Iván le pidió a Orlando que lo hiciera como con Nany, lo cual quiere decir que entonces se escuchaban los jadeos en el dormitorio, algo que personalmente no me había imaginado.

Iván les pide que se muevan. "Si ven mondongo se lo tragan fijo", les dice, aunque Orlando no termine de entender por qué tienen que ser tan explícitos. Le pide además que le dé un besito a la cría de vez en cuando y esta le dice que se lo dé él a Liz, a lo que Iván responde: "Está deseando comerme el morro, lo que pasa es que con esos morros me da un beso y me peina... con raya a la derecha". La escena era en general tan divertida para el espectador como parecía estar siéndolo para ellos mismos. Al final fue cierto que se acostaron juntos, supongo que otra noche le tocará a la otra pareja.

Cosas tan divertidas como estas que cuento son las que llevaron ayer a que Liz dijera: "Gracias a Dios que sois finalistas, porque sin ustedes esta casa no sería nada". Se refería a Iván y Almudena y no deja de ser exactamente lo mismo que llevamos muchos repitiendo insistentemente durante estos meses. Me gustó mucho escuchar a la 'Barbie Malibú' decir tal cosa. También es gracias a todas estas situaciones que podemos olvidarnos de la mezquindad mostrada por los perdedores resentidos de este año, y sus ridículos argumentos.

Por cierto, hablando de Liz me gustaría mucho saber quién pone el dinero para salvar a esta concursante, según el soldador reventado que afirmaba el miércoles eso de que esto era una cuestión "de quien tiene más dinero", mientras parecía estar a punto de comenzar a lloriquear. Digo esto porque claro, estamos hablando de una concursante que está muy lejos de su casa y lleva viviendo en el (el martes veremos a Milá vestida de vasca) poco tiempo. Si mis datos no me fallan, la modelo ha pasado por la sala de expulsiones cinco veces, y todas ellas evidentemente volvió a la casa. Según los que apelan al dinero alguien la habría salvado todas esas veces, supuestamente votando por los otros nominados. De acuerdo, aceptemos esa tesis de forma temporal, pero entonces mi pregunta es: ¿Quién pone el dinero para salvar a Liz?

La preocupación de Iván por el bajón anímico de me parece un tanto exagerada. Este concursante echa la culpa en parte a Liz de esto, ya que al parecer ayer les hizo un feo diciéndoles que tuvieran cuidado con los micros y el agua (se apuntaron en seguida a la tradición traviesa de los finalistas, consistente en bromear con agua) y algún otro detalle. Lo cierto es que yo estoy viendo que participan en la prueba, bromean e intentan aprender algo de español aunque ellas parecen entender mejor nuestra lengua que los cuatro de aquí la de ellas. Y es que al final el tanteo terminará siendo al contrario, y estaremos ante un Italia 4 - España 2 (esto lo digo por el improbable caso de que me lea ). Lo cierto es que esta trama urdida justo cuando quedan pocos en la casa, momento que suele ser más bien triste, sumidos en una nostalgia casi lacerante, está logrando traernos momentos tan inolvidables como los vividos en los pasados tres meses y medio. Este final es un nuevo sueño, uno más de cuantos nos está regalando este mágico Gran Hermano.

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