Alain puede pagar caro su cambio de rol

telecinco.es 26/10/2016 10:18

Una de las cosas que menos tolera el espectador de Gran Hermano es que un concursante cambie su rol en el juego. En principio, el rol de Bárbara era claramente el de la villana de esta edición. Es un rol poco popular, que suele despertar más antipatías que simpatías entre la mayoría de los espectadores. Esto explicaría que estuviera a punto de ser expulsada en su primera nominación, salvada in extremis. Bárbara es una villana fiel a su rol, además de tener un perfil complejo, en ocasiones vengativa y belicosa, otras cercana y mediadora. Y, sobre todo, fiel a sus ideas y alianzas en la casa. Bárbara ha ido salvándose semana tras semana, al tiempo que se iba afianzando su imagen como líder y concursante con una apasionante capacidad para mover los hilos de una casa que casi siempre se mueve a su ritmo. Ha sido amnistiada semana tras semana, posiblemente como premio por ser fiel a ella misma.

Sin embargo, hay otros concursantes que cambian de forma intempestiva e inesperada de rol. Ejemplo evidente de ello es Alain, concursante que durante mes y medio ha sido percibido como ingenuo, demasiado inocente para este juego, pacífico y poco comprometido con lo que sucedía a su alrededor. En este caso, cualquier rasgo de malicia puede hacer que pierda toda credibilidad, como así ha sucedido. Lo mismo hubiera sido a la inversa, si un concursante primero se muestra belicoso o manipulador difícilmente conseguirá después ser visto como víctima de otros. No quiero decir que sea imposible cambiar de rol. El espectador puede comprar una evolución a raíz de ciertas vivencias dentro de esa casa. La audiencia valorará si esa transformación es real o interesada. Y si dictamina esto último se puede dar por expulsado.

Baso estas conclusiones con las que empiezo mi escrito de hoy en mi propia observación durante tanto tiempo que llevo haciendo mi particular crónica de lo que sucede en esa casa, y apoyado en lo escrito por la maravillosa Gilda Santana en el imprescindible libro ‘Diez años de Gran Hermano. Diario de una guionista’. Aprecio la clarividente visión del concurso de la persona que firmó los resúmenes en las once primeras ediciones, trabajo realizado con minuciosidad de artesano y talento de guionista de telenovelas venezolanas. Esta cubana de enorme talento por cuyos ojos vimos el programa tanto tiempo, nos ayudó después con su obra a entenderlo y saber leerlo mejor. Bárbara y Alain, cuadran en la descripción que hace Gilda de los perfiles habituales en el programa. Alain sería de aquellos que durante mucho tiempo intentan pasar inadvertidos, cuya única pretensión parece ser estar allí, sin interesarse por participar en decisión de ningún tipo y evitando cualquier nivel de compromiso. Cuando Bárbara dice que no se moja se refiere a esto mismo. Esta concursante, por su parte, aparenta ser de aquellos que han ido con el objetivo de crear conflictos y hacérselo difícil a los demás.

Marcada la diferencia de roles, hay otra diferencia todavía mayor entre un concursante y otro. Bárbara ha tenido una evolución en la que nos convenció de que su papel no se limita a lo que vimos en un principio, sino que tiene un auténtico talento para quitar caretas a otros concursantes, además de la mencionada capacidad de mover los hilos a su antojo. En Bárbara sorprende su acierto en el análisis, así como la entrega valiente y decidida con la que afronta esta experiencia. También su fidelidad a Adara. Por si esto fuera poco, la torpe mayoría hizo buena a Bárbara poniéndose en su contra con cierto menosprecio y continuas nominaciones. Todo esto la sitúa cerca del perfil de algunos de esos ganadores que este gato nostálgico recuerda con más cariño. No en vano, la santísima trinidad de ganadores de Gran Hermano, es decir, Pepe Herrero, Iván Madrazo y Pepe Flores (por orden de aparición) se han mostrado partidarios de Bárbara y Adara, pareja de concursantes que caminan por la misma senda y con semejante destino.

Frente a la evolución de Bárbara tenemos la de un Alain que ha cambiado de actitud repentinamente en los últimos días, coincidiendo con la primera vez que está nominado. Del “no me gusta hacer payasadas”, “odio las discusiones” y “prefiero no meterme” ha pasado a entrar al trapo y meterse en todos los fregados. Cuando Alain se levanta de la cama (“al olor de las sardinas el gato ha resucitado, marramiau, miau, miau, miau, el gato ha resucitado”, decía una canción de mi infancia llamada ‘Estaba el señor don gato’) y abronca a los que están recenando está haciendo algo que evitó durante más de un mes, habiendo tenido innumerables ocasiones para ello.

En cualquier lance Alain se hacía el longuis. prefiriendo no significarse en los posicionamientos y ofreciendo la imagen de no alineado. Diría más, ha estado aguantando la presión de un grupo dominante que siempre lo miró con recelo. Y lo ha hecho sin quejarse por ello, como si no estuviera pasando y mostrándose amigable con aquellos que más le estaban intentando poner en evidencia. Ahora arremete contra los que por entonces estaban de su lado. Entre creer a Bárbara cuando le aseguró durante mucho rato que nunca le llamó “mueble” (y no mentía) o a aquellos que le quisieron intoxicar con semejante mentira, Alain se decantó por estos, que estaban siendo además sus verdugos. La presión fue tal que Bárbara terminó aceptando que pudo decirlo, pero no lo recordaba, muestra de una flexibilidad tolerante y generosa.

Alain fue acusado por Fer de comer más que nadie. Temo por el último expulsado, quien cada noche que está en plató parece a punto de reventar, o en su defecto consumirse en su propia rabia. Fer es uno de los concursantes más tóxicos a la vez que ridículos que han pasado por este ya longevo programa. Anoche me acusó de ver menos que un gato de escayola, pero celebro haber visto bien pronto lo que después ratificó la audiencia, propinándole el castigo de casi un 60 % de los votos en su contra, mandándolo a su casita con cajas destempladas. Fer ya era un concursante sentenciado y medio cadáver cuando hacía a Alain culpable de que se hubieran quedado sin leche.

La respuesta de Alain fue siempre amable con Fer, y el martes pasado se posicionaba a favor de su permanencia en el concurso. Mientras Fer ponía a Alain en el disparadero y hacía que otros compañeros se unieran a él reprochándole lo mucho que come, Bárbara lo estaba mandando a la cocina, algo que a él le hacía ilusión. Es cierto que nadie come tanto como Alain, aunque a eso no le dé ninguna importancia y, sin embargo, ponga ahora el grito en el cielo por las recenas, y se permita llamar “ladrona” a quien se come una comida que es suya. Eso sí, no lo dice a Meri, pero sí a Adara. Lo más curioso es que se posicione sucesivamente en defensa de Fer hace una semana y anoche contra Bárbara. En contra de quien maniobraba en El Club para beneficiarle con los oficios y a favor de su verdugo. Lo nunca visto.

Me queda por averiguar si Alain decide dejar de ocultarse y pasar a la acción después de tanto tiempo manteniéndose al margen porque ve a Bárbara y Adara como claras favoritas de la audiencia o porque teme ser expulsado mañana. También pueden ser ambas razones. Eso sí, tengo más claro que el agua una cosa: Alain ha estado engañando a la audiencia. Su cambio de rol es tan poco creíble como suficientemente aclaratorio. Pronostico que si permanece en la casa pronto le pueda decir a Meri, con quien todavía se lleva bien, cosas como: “me saturas”, “no estoy hablando contigo” o “déjame en paz”, que ahora pronuncia contra Bárbara y Adara, diría que con especial gesto de desagrado cuando habla con esta última. Con nadie frunce el ceño tanto como con Adara.

Por todo esto que llevo explicando con detalle pienso que el cambio en los porcentajes ciegos puede corresponderse con este concursante camaleónico, que pretendió engañar a la audiencia durante mes y medio, consiguiéndolo en buena medida. El domingo los porcentajes estaban así: 82,0 %, 12,5 % y 5,5 %. Pero anoche los dos más votados se habían acercado casi 30 puntos, hasta quedar así: 66,9 %, 26,7 % y 6,4 %. Coincidiendo con al cambio de rol protagonizado por Alain se registra una subida importante en el segundo porcentaje más votado.

Si ligamos este movimiento en los votos con el rechazo al que cambia de perfil de forma interesada y no como una lógica evolución, la conclusión sería que el segundo más votado es Alain, ahora más cerca del primero. Después del sorpasso con Candelas, Bárbara ha tenido porcentajes en torno al 10 o 15 %, por lo que el domingo cabía pensar que era la segunda más votada. El hecho de que la semana pasada Fer, Noelia y Bárbara permanecieran hasta el final en la sala de expulsiones me hizo pensar que era Bárbara quien había conseguido menos votos (9,1 % en los porcentajes ciegos), pues en caso de ser Noelia se habría dejado en el tramo final un llamativo duelo entre Fer y Bárbara. En conclusión, que varias veces haya estado Bárbara entre los menos votados y un aumento tan destacado en los votos del segundo porcentaje en dos días son las razones por las que me inclino a pensar que es Alain quien disputa la poco honrosa primera plaza a Rebeca.

Lo de Rebeca sería de risa si no fuera porque da un poco de pena, especialmente viéndola fuera de la casa mañana tras haber hecho un desastroso concurso. Por primera vez, ayer en los posicionamientos pedían a los tres nominados que se pusieran contra uno de los otros. Bárbara y Alain se eligieron mutuamente, mientras que Rebeca decidía con aparente esfuerzo posicionarse contra Bárbara. Pero lo que fue de traca fue la sucesiva panoplia de propuestas no aceptadas por el súper cuando tuvo que hacer su alegato en contra de otro nominado. Primero preguntó si podía no elegir a ninguno, luego si podía elegir a los dos, finalmente, quiso hacerlo en contra de sí misma. “Si jugásemos a otra cosa sería al parchís”, le dijo el ‘súper’, especialmente cáustico anoche.

Lo que acabo de narrar explica por qué Rebeca llevaba más del 80 % de los votos el domingo. Lo suyo no es falta de compromiso sino una hipocresía que la audiencia castiga irremisiblemente. Puede ser aceptable el juego, e incluso interesante, si consiste en decir cosas diferentes a cada compañero, logrando engañarles a todos. Pero ya dice la famosa sentencia atribuida a Abraham Lincoln: “Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”. Posiblemente es la vez que más evidente he visto un juego tan torpe como el de Rebeca.

En los posicionamientos de anoche, solamente Clara contra Bárbara. Por la tarde medio censuraba a Rodri por decir que se iría en contra de Rebeca. Clara ha pasado de ser la mayor crítica de esta concursante a defenderla porque ha logrado entenderla. Debe ser la única, tanto dentro como fuera de esa casa. Contra Alain se pusieron Adara, Noelia y Miguel. Y, por último, hubo más concursantes que eligieron posicionarse contra Rebeca, concretamente Meri, Bea, Rodri y Pol. Ya digo que fue anunciado lo de Rodri, y previsible en el caso de Meri y Bea. De Pol solo puedo decir que cuadraría detrás de Rebeca igual que contra Alain porque no tiene gran relación con ninguno de los dos. En realidad, Pol no se relaciona mucho con nadie.

Me llama la atención que se hable de que Adara quiere cambiar a Pol, cuando este va a su bola desde siempre y casi nunca coincide con su novia. No le da la razón, rara vez la defiende delante del grupo y nunca cuando está con otros. El principal reproche de Adara está más que justificado, y es contradictorio con que haya conseguido logro alguno en su intento de cambiar al genéticamente perfecto. Sin embargo, es algo que he visto en Rodri con Bea, incluso de forma declarada. “Ya la cambiaré”, ha llegado a decir Rodri, lo cual es siempre un esfuerzo inútil que solo conduce al fracaso. Pero, sobre todo, supone un cierto desprecio a la persona con la que supuestamente inicias una relación. A Rodri no le gustan las ‘chonis’, se lía con una y pretende cambiarla. Pues, hijo, elige una que no lo sea y te evitas el esfuerzo.

Comentarios con intenciones confusas

Ayer por la mañana decía Clara, sobre Bárbara: “Es una perra”, y mirando a cámara remarcaba: “Sí, señores, es una perra. No me arrepiento de lo que he dicho”. No es la mayor ofensa de Clara a esta concursante. Diría que está a años luz de aquellas insidias sobre el origen supuestamente inconfesable de sus presuntas empresas, así como otros ataques igualmente intolerables. Lo traigo aquí porque es de ayer, y con la confusa intención de demostrar que Clara miente cuando asegura con vehemencia que nunca ha hablado mal de Bárbara (ni de nadie) a sus espaldas.

Moleskine del gato

No sé si me parece más ridículo que a Adara le moleste escuchar a Pol hablando en tono elogioso de la portada en una conocida revista de una exconcursante o que a Pol le parezca ofensiva la idea de que Adara haga una portada como aquella. Como diría Clara: ¿Estamos locos o qué?

Muy mal ayer Bárbara cuando le decía a Alain en el ‘confe’: “Estás en España, así que aprende a hablar”. No hay excusa. Aunque seguro que le pediría perdón si lo ve en frio, el comentario da el mismo asco.

¿Es demasiado loco pedir que los concursantes cumplan las normas del programa?, pregunto muy en plan Adara. Ayer esta concursante le daba un repaso espectacular a Rebeca en el jardín. “Dije que me observabas, pero eso no es malo", decía Rebeca intentando defender lo indefendible. Y Adara respondía con un ‘zasca’ de proporciones cósmicas: “No es malo, pero dijiste que me nominabas por eso”. Pues bien, en esa discusión, Rebeca hablaba de la imagen que vio fuera de Adara. Parece evidente que entrar un mes más tarde lleva aparejada la prohibición de hablar de lo que se vio fuera. Por otro lado, anoche Miguel tomaba nota de la lista de la compra en un papel. Como está prohibido escribir, estoy seguro de que le requisarán la nota antes de hacer la compra esta mañana.

Y ya no estoy.