Alessandro triunfa en reventolandia

telecinco.es 14/06/2012 09:58

Algunos no ganarían ni dándole mil vueltas al formato. Mira que al final no hubo votos populares ni siquiera en la final, a pesar de que Mercedes advirtió de que no tendríamos los dedos quietos, pero ni por esas. Alessandro era uno de los no reventados que aún subsistían en aquel reino de la revancha donde el primer objetivo fue cumplido a duras penas: acabar con el clan del bizcocho. Pensaron que lo habían conseguido, pero se dejaron más de un cabo suelto.

Cabos que terminan siendo más importantes que algún capitán. Bendita contradicción. Dijo Michael: "Ya no hay 'clan del bizcocho' ni 'paralfrenalias'", pero se habían dejado al menos una infiltrada. María fue una de las que comió bizcocho aquella gloriosa madrugada. Alessandro no estaba, aunque todos sabemos que fue el mejor amigo de Pepe Flores en esa casa. ¿Cómo dejaron a esos dos infiltrados? ¿De veras pensaban que tenía más posibilidades de ganarles Mary Joy? Con todos los respetos para ella, que me parece lindísima, pero no hay color.

Más que nada porque María y Alessandro fueron finalistas de Gran Hermano 12+1. Junto a Dani y el ganador, formaron parte de ese privilegiado grupo que vivió una final verdadera. Estos concursantes que querían acabar con los del bizcocho a toda costa son tan torpes que no ganarían ni a las chapas, y no estoy hablando de Ari. Bueno, sí, también. Por cierto, la 'obusa' es la más reventada de todos. Su cara adusta y la poco amable reacción cuando se conoció que el ganador era Alessandro dicen mucho de ella. Ari se extrañó de que la votase Alessandro porque al parecer sus votos no cuentan y sí los de otros.

Al italiano le salvó su buena relación con todo el mundo. Eso hizo olvidar que eligió a Marta como su "más uno" y abrazó a Pepe Flores hasta dejarlo casi sin respiración cuando entró en el loft convertido en tercer finalista. Su relación con las dos bestias negras más temidas y odiadas en reventolandia no impidió que concursantes como Cristian o David mantuvieran una relación inmejorable con él. Cuando supe o intuí cómo iría la mecánica de esta final, lo cual nos fueron contando con cuentagotas poco a poco, uno más entre los errores de este fallido formato, dije que Alessandro sería el ganador.

De los que quedaban para aspirar a ganar esta Re-Vuelta no sería en ningún caso nominado en negativo por Ochoa porque le adoró siempre hasta límites sospechos, tampoco Cristian porque le he escuchado decir que debía ser el ganador de Gran Hermano 12+1, ni David porque intentó que él fuera su "más uno" aunque no fue posible, y mucho menos esa Verónica con la que tuvo un divertido juego durante esta última semana. O sea, solamente quedaba Michael, que sí le votó.

Una vez superado ese escollo, la mayoría votarían a Alessandro. Estaba cantado que así sería, e incluso recibió algún voto inesperado como el de Sergio, que coincidía esta vez con Sindi, tal vez dando por cerrado el concurso y en una muestra de buena voluntad. A pesar de que se hace el machito estoy convencido de que reanudaría su relación con la 'mondarinas' al mínimo gesto de ella en esa dirección. Aunque nunca me importa mucho la vida de los concursantes una vez terminado esto, preferiría que eso no pasara. Sindi ha emprendido ahora el camino correcto apartándose de un tipo como ese, que cuando habla sube el pan. Y los Conguitos.

Anoche, sin ir más lejos, justificaba la vergonzosa actitud de Michael, que llegado al final de esta historia dejaba a Ari bien claro que ni siquiera vendría a Madrid porque el programa ya no se lo iba a costear. Todo lo que nos mostraron entre estos dos en la gala de anoche da más asco que chuparle el sobaco a una paloma. Si unimos las palabras de Michael a lo publicado ayer por Kiko Hernández tenemos la explicación de por qué este concursante no consiguió subir ese cero patatero de porcentaje en nuestra encuesta, que en dos días sumó casi treinta mil votos.

Dice Sergio que Michael no anda bien económicamente porque no le pagan su sueldo de policía desde hace meses, lo cual es lamentable. Pero claro, en este tiempo ha estado trabajando en el programa, haciendo bolos y otras cosas. Tampoco está en la indigencia. No sé si es peor el argumento de Sergio o el de Liz, que el otro día protestaba al escuchar que Cristian desmerecía los sesenta euros que cobran los que se sientan en la grada VIP con aquello de que alguna gente "no tiene ni un euro" y anoche metía el argumento en la lavadora y lo sacaba preguntándose: "¿Quién no tiene treinta euros para viajar de Huelva a Madrid?". El monedero cambiante de Lizfani Emiliano de todos los Santos.

Sospecho que la mecánica de la final fue improvisada. Pase lo de los dedos que dijo Mercedes. Digo yo que igual estaba pensando en los dedos corazón de muchos seguidores del programa, erguidos haciendo la peseta ante el posible triunfo de un reventado. Pero también escuché que en este lado de la realidad ella misma dijo que las del pasado lunes eran las últimas votaciones que harían los concursantes en ese foro donde hubo menos diálogo y debate que en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo, que ya es decir.

Pues no, no fueron aquellas las últimas votaciones. "Si no te gusta el arroz con leche, por debajo de la puerta te meto un ladrillo", dice una surrealista frase popular. Aunque la que realmente cuadra es esa que dice: "Si no te gusta el café toma dos tazas". Me han de perdonar pero tras casi seis meses y ciento doce más uno artículos escritos (unas 250.000 palabras), el surrealismo sale solo. El caso es que anoche los concursantes que iban quedando eligieron a los tres finalistas a doble vuelta, como en las elecciones francesas (y de otras democracias). Dos votaciones para dejar elegir a todos, menos ellos tres, entre Alessandro, Ochoa y David.

Dos votaciones en las que cayeron cinco concursantes. Demasiado burro para tan pocas alforjas. Ciertamente esa criba, ejecutada en dos actos, se llevó a María, auténtica favorita de la opinión pública junto a Alessandro. Me van a perdonar pero yo no he perdido la fe en las encuestas, y menos en la de este blog. No tiene carácter científico porque la muestra no es elegida por especialistas y, además, es sesgada (usuarios de Internet que visitan este blog). Aún así, considero que es un buen reflejo de la opinión general.

En nuestra encuesta Alessandro y María eran favoritos que sumaban el 80 % de los votos, mientras Ari apenas conseguía un 8 %. Aceptemos, por tanto, que ella podía ser favorita para algunos exconcursantes de La Re-Vuelta, aunque tampoco creo que hubiera ganado en un posible enfrentamiento con Alessandro. Es una lástima que María no volviera a estar en la final, aunque tampoco hubiera ganado estando el italiano. Este es, por cierto, uno de los pocos concursantes que no han sido nunca expulsados, ni por la audiencia ni por sus compañeros. Creo que tiene ese honor en exclusiva junto a nuestro príncipe Pepe Flores.

Contrasta el historial de estos dos ganadores con el de Cristian, ese concursante (que me ha ganado con la última entrada de su blog, en la que habla de su padre y la enfermedad que lo tuvo postrado en una cama de hospital) que fue dos veces expulsado por la audiencia y una por el voto de sus compañeros. Entiendo que no votase como ganador a Alessandro, el mismo que un rato antes había preferido que llegasen a la final Ochoa y David en lugar de él. Cristian votó por David pero cuando se proclamó ganador al 'fetu' en seguida se tiró a su cuello y luego tomó la palabra para decir que era justo ganador y un ejemplo. ¿Por qué no le votó?

Todas las decisiones tomadas por el grupo estuvieron anoche condicionadas por el alarmente hecho de que cuatro de los concursantes tuvieron que asistir a la actuación de Kiko Rivera junto a dos coleguitas suyos, que no conseguían encajar el playback de forma mínimamente creíble. Porque esto no es Gran Hermano, sino andaría yo indignado recordando que en ese programa durante años hemos asistido a actuaciones en directo, ya fuera en el jardín, la sala de expulsiones o la isla de la piscina de este año. De Chenoa a Antonio Orozco aceptaron el reto de cantar de verdad. Ahora vemos a Fonsi y a Kiko Rivera haciendo playbacks baratos como si estuvieran en un bolo barato de discoteca barata. ¡Me cachis en la mar!

Condicionados por la música de los 'Kikos boys' votaron así en primera instancia (que diría el 'poli' del cero por ciento):

David en el casillero de Verónica.

María en el casillero de Ari.

Alessandro en el casillero de Ari.

Cristian en el casillero de María.

Michael en el casillero de Alessandro.

Ari en el casillero de María.

Ochoa en el casillero de Cristian.

Verónica en el casillero de David.

Como dije antes, Alessandro estaba tan blindado que en la doble vuelta solo le votó, por dos veces, el 'poli' de los récords negativos, ese inmarcesible hombre del cero patatero. El italiano y María decidieron la expulsión de Ari, mientras esta junto a Cristian sentenciaban a María. Solamente hubo en esta votación dos elecciones recíprocas: la de Ari y María, además de Verónica con David.

El sobre rojo contenía el número 2, lo cual quería decir que en esta ocasión el delegado no tenía nada que decidir y se marchaban María y Ari. Alessandro se reservaba para la segunda ronda, donde su papel de delegado iba a ser fundamental. Es lo que tiene no luchar por un puesto y dejar que otros lo ocupen primero. Esta era la ocasión para ser delegado y tener poder de verdad, y no en ninguna de las ocasiones anteriores. A estas alturas algunos ya dijimos públicamente que Alessandro iba a ganar este experimento. Lo vi tan claro que mi emoción era más escasa que la agilidad de Javier Robles a la hora de insultar.

Me mata que no nos hagan cómplices de nada. No solamente nos despidieron de malas maneras como tercer guionista (según la perfecta tesis de Gilda Santana, a la que deseo que su imprescindible libro 'Diez años en Gran Hermano. Diario de una guionista' pase de la sexta edición y llegue a la cien), sino que ni siquiera comparten sus planes con nosotros. Somos esa novia molesta con la que ya no apetece ni bailar. Esto es como ver un partido de un deporte sin conocer las reglas. Algo que me deja indiferente y más seco que la compresa de un travesti. Por decir algo.

Lo que se sabe puede intuirse y antes de abrir el segundo sobre rojo de la noche ya imaginé que llevaría una cartulina con el número tres. Es decir, había que desprenderse de tres concursantes para que hubiera otros tres finalistas, como en ese programa muy parecido a este, llamado Gran Hermano. La segunda vuelta dejó un empate entre los cinco concursantes que habían sobrevivido a las votaciones anteriores, quedando la cosa así:

Michael en el casillero de Alessando.

David en el casillero de Verónica.

Cristian en el casillero de Ochoa.

Verónica en el casillero de David.

Alessandro en el casillero de Michael.

Ochoa en el casillero de Cristian.

No hubo pacto sino votaciones recíprocas (todas ellas) puesto que ya podían intuir quién se lo daría a cada cual, sobre todo teniendo en cuenta que las votaciones anteriores fueron conocidas posteriormente por todos, al tener que dar esas justificaciones tan absurdas del descarte. Yo quiero que me toque la lotería este fin de semana... por descarte, sí, pero que me toque. Alessandro, como delegado, tomó una decisión también previsible: quiso que le acompañaran en la final David y Ochoa, en su perfecto papel de comparsas acostumbrados a serlo.

Y llegó el momento de la votación final, en la que participaron los doce más uno concursantes que participaron en La Re-Vuelta y no llegaron a la final. Todo muy simbólico en un día doce más uno de junio y cerrando la edición doce más uno, mítica donde las haya. Que lo digo yo. Palabra de gato. ¡Miau! Alessandro consiguió siete votos (Dani, Marta, Sergio, Hugo, Mary Joy, Azucena y Sindi), Ochoa cuatro (Ari, María, Verónica y Berta) y David dos (Michael y Cristian).

Puestos a observar algo, podemos decir que a Ochoa solo la votaron chicas y a David los dos mayores reventados, que con él hacen tres, precisamente los que llevaron al loft para que Iván Madrazo se los papeara, comenzando por Cristian y utilizando a Michael de mondadientes (mientras consolaba un poco a David, no fuera a echarse a llorar otra vez). A mí también me gusta ver llorar a un tío y yo mismo he sido muy llorón antes de que alguno de esos palos que da la vida me secase un poco el lacrimal. Pero fastidia que alguien se ría de otro por haber llorado (Cristian de Iván) y luego resulta que en dos ***** semanas le hemos visto llorar cinco veces.

Lo que pasó después ya lo he contado. Mercedes Milá le hizo al ganador la entrevista que merecía, como solo ella sabe hacer. Yo también estoy de acuerdo en que Alessandro es un tío cojonudo, con sus ocho letras. Algo así quise decir cuando le tocó el daguerrotipo de ese otro programa que fue antes de este y tanto se le parece, aunque entonces no había cometido todavía ni un solo error y bastó que pasaran un par de semanas más para que se rompieran todos sus esquemas. Todos sabemos ya por qué, o más bien por quién.

Alessandro ganó merecidamente la final de un formato que para algunos, entre los que me encuentro, fue un experimento fallido. Una final que parecía patrocinada por Ikea porque los tres que llegaron a la misma parecían parte de un set de dormitorio monísimo. David consiguió su máximo protagonismo al marcharse, Ochoa siempre fue una diva y eso le salva de ser más que mueble complemento, y Alessandro ha sido quien tuvo un papel más protagonista en esta película, a pesar de sus denodados esfuerzos por pasar inadvertido.

Alessandro fue pusilánime al no querer afrontar con gallardía su situación personal con otra concursante, pero anoche lo corrigió afirmando tajantemente que ya le dio una oportunidad y jamás habrá una segunda. Un buen broche final con el que este concursante repara en parte su error final, la única mácula en una trayectoria hasta ese momento intachable. ¡Enhorabuena 'espagueti'!

Moleskine del gato

La abuela de Ari hizo una loa sobre las niñas de quince años que llevan una caja de preservativos en el bolso que escandalizaría a muchas madres de jovencitas con esa edad. Es lo que tiene verlo todo con otra perspectiva. ¡Ole tú!

La nieta, por otra parte, anoche al terminar el programa aún no había reventado del todo, pero no se descarta que lo hiciera finalmente en la discoteca esa tan nombrada o de camino a su casa (me dicen que no vive en Alcalá sino en Arganda, o algo así, sorry). Si alguien puede reportar que Ari sigue sin reventar lo agradecemos. Más que nada por quedarnos más tranquilos. Mal lo vi, he de confesar. Arduos esfuerzos tuvo que hacer para no derramarse allí mismo.

La sorpresa regalo que anunció el lunes Mercedes será un debate que se celebrará el próximo miércoles. Eso quiere decir que el jueves habrá comentario en este blog y es posible que entremedias aquí también tengamos alguna sorpresa. O sea, que esto aún no ha terminado del todo.

Ayer pasé una tarde con Michael Nyman, aunque él no lo sabe. Escuchar su música me produce uno de los mayores placeres que he encontrado en esta vida, solo superado por "lo que no se nombra" (como dice Víctor Manuel en una deliciosa canción) y con ver Gran Hermano. Escuchando 'Queen of the night' (que vuelvo a oír ahora mismo, según termino este largo escrito) recordé que mencioné esta composición absolutamente genial en el primer artículo publicado en esta casa.

Entonces pensé que mi querida Mercedes era la reina de la noche televisiva. Ahora, unos años después, sigo pensando lo mismo. Ayer lloré dos veces, escuchando la banda del maestro Nyman y viendo apagarse las luces en la casa de Guadalix. Ahora estoy feliz recordando todo lo que decenas de amigos me han dado en estos meses. No sé si ha sido el mejor Gran Hermano pero para mí ha sido la mejor temporada de todas. No solamente me he divertido y he gozado como nunca. También me sentí más querido y más libre que nunca. Muchas gracias.