Aly: constante en el acierto y el error

telecinco.es 04/04/2017 08:28

Ayer las finalistas dejaron sus huellas en el “paseo de la fama” de Gran Hermano. Es parte de la última prueba semanal, una oportuna actualización de la habitual campaña final, mucho más glamurosa y con aires hollywoodenses. En la realidad, no dejan huella por igual. Imposible comparar la de Aly o Daniela con la de Emma. No le deseo el mal a nadie, pero estaría bien que se mantuviera el bajo porcentaje del menos votado, más que nada para que se enterase de su escaso predicamento de primera mano y sin tener que esperar a que nadie se lo cuente.

Hoy toca daguerrotipo de Alyson Eckmann. Iba a decir que antes contaría lo más destacado de lo sucedido ayer, pero está la cosa complicada. Aparte de tareas más o menos rutinarias, como hacer la compra, la clase de Latin Fit o la radio, no hay nada especialmente destacado que reseñar. Lo único que permanece en mi memoria es la escena de anoche, con las cinco finalistas en el dormitorio, pero con diferente actitud. Elettra quiere llevarse a su ‘súper’, el muñeco antes conocido como ‘hombre chorizo’, al plató. La veo capaz de hacerlo. Estuvieron un poco de broma, todas excepto Daniela. Ella estaba con su péndulo.

Me gustaría saber qué le pregunta al péndulo casi todos los días. Si son cosas diferentes no es fácil imaginar tanta consulta. La admiro por ello. Y si siempre pregunta lo mismo eso es insistencia, o tal vez que el péndulo responde una cosa diferente cada vez. Imagine el lector que su pregunta es si va a ganar el concurso, e indistintamente el péndulo describiera un círculo o una línea. Creo recordar que era así. En ese caso pueden pasar dos cosas, o es un péndulo cachondo o está habiendo continuos sorpassos. Todo puede ser.

Anoche Elettra daba en el clavo planteando una posible final entre ella misma, Aly y Daniela. ¿Cuál sería el inconveniente de esa combinación? Según ella que hay dos extranjeras y una española. El acierto es doble porque apuesto que esa es la final que nos espera el próximo domingo. También porque, aunque a estas alturas parece increíble, el argumento de muchos está siendo precisamente ese. Enmascarado en muchos casos en la experiencia previa se quiere poner hincapié en un tema que debería ser pura anécdota. Dicen algunos: “¿Cuándo ha ganado alguien que no sea español?”. Con ello no solo prevén el triunfo de Daniela, sino que de alguna manera intentan predisponer a la audiencia votante. Por si no se habían dado cuenta del pequeño detalle.

No entiendo qué diablos importa el lugar de nacimiento para tener mayor o menor opción a ganar este concurso. Nos sorprendimos cuando Alonso Caparrós aludía a Marco y su condición de italiano para destacar en Sergio su españolidad de pura cepa y “pata negra”. Sin embargo, muchos se acogen ahora a ese argumento para defender a Daniela. Sería triste que hubiera de ganar porque sus oponentes son una italiana y una americana de Norteamérica del norte, como solía decir José Luis Garci en la radio. Por otra parte, aunque la beneficie, estoy seguro de que a la propia Daniela le espantará tanto como a mí que se la esté intentando ayudar a ganar de forma tan despreciable.

Ahora que menciono a Marco, decía ayer Toño en el programa MorninGlory de Radioset (ahora también emitido en televisión a través de Be Mad), que el italiano demuestra lo endeble que es su relación con Aylén con cosas tan importantes como irse a Italia dejando aquí a su novia. Pongámonos en su lugar. Casi tres meses encerrado en una casa y al poco de salir hace un viaje a su lugar de nacimiento dejando aquí a su amor. Aunque Marco haya tenido durante unas semanas a Aylén con él en la casa, es algo que parece impensable para cualquiera. La pareja reality está para lo que está, y fuera de la tele no es lo mismo que dentro.

La nueva #GeneraciónGH debería evitar de algún modo el fraude de las recargas telefónicas. La votación gratuita, que tanto he reclamado últimamente, acabaría con algo que arroja tantas sombras y convierte en una absurda almoneda lo que debería ser simple votación de la audiencia. Se siguen rifando jamones u objetos personales de los concursantes. Incluso cenas con ellos cuando salgan. Estos días hemos conocido la protesta de un seguidor de Meri, finalista de GH 17, porque ganó el sorteo de una cena con ella y su amiga Laura al haber recargado dinero para votar por ellas, y nunca volvió a saber nada. Lo peor de la historia es que ese seguidor no se da cuenta de que la exconcursante puede no ser culpable porque cualquiera puede prometer algo en su nombre que ella incluso desconoce.

Aparte de no fiarse de lo que prometan, especialmente si está implicado un concursante que desde dentro de la casa no puede conocer lo que nadie hace fuera, debería cuidarse el seguidor del programa y no caer en la trampa de las recargas. Conozco el caso de alguien que disfrutó de noches de vino y flores en un hotel gracias a los beneficios de tan lucrativa trampa. Otros lo harán gratis et amore, pero en esto no parece fácil separar el trigo de la paja. Repito que para el buen futuro de nuestro amado programa debería hacerse algo al respecto.

Daguerrotipo de Aly

Aly ha sido una de las grandes protagonistas de esta historia. Como sucede siempre, su concurso ha estado ligado de forma irremisible a otros, pero la realidad demuestra que ha sido más bien al contrario. Es decir, el concurso de Marco no hubiera sido nada sin Aly. Poco agradecimiento he visto en este exconcursante, incapaz de darse cuenta de que sin quien fue su amiga durante un tiempo no podríamos contar nada de su paso por la casa. Gracias a su relación con Aly entró Aylén en la casa y ahora puede explotar mediáticamente ese circo lamentable de enemistades familiares entre su madre y su novia. ¿Qué hubiera sido de Marco sin Aly? Esta duda no existe al contrario, puesto que el concurso de Aly ha sido otras muchas cosas aparte de Marco.

Poco le ha faltado por hacer a Aly. Tuvo un amigo que la atraía y despertó los supuestos celos de la novia de este, posibilitando que ambos explotaran su negocio ‘realitero’ y pudieran cumplir sus planes. También tuvo ‘edredoning’ con uno de los invitados brasileños. Antes de este episodio de felicidad, que por su bien fue corto porque una felicidad más prolongada hubiera sido mal asumida por algunos, Aly acertó al no aprovechar la circunstancia para presentarse como una víctima ante la audiencia. Prefirió apartarse, dejar claro que no quería seguir formando parte de ese trío en el que se había visto envuelta a su pesar, y siguió su camino sin convertir lo sucedido en un drama. A pesar de ello, hubo quien acusó a Aly de hacer lo que acertadamente evitó, porque a veces juzgamos respecto a lo que imaginamos que otros harán y no por lo que hacen realmente.

Aly ha sido una concursante espontánea y con gran naturalidad, lo cual es un valor positivo hasta que no se lleva al extremo. Tanta naturalidad ha hecho que mostrase a veces una dureza excesiva y dañina para algunos de sus compañeros de concurso. Si fuera cierto eso de que por la boca muere el pez, en este caso tendríamos a una Aly en estado comatoso desde hace semanas, porque no se ha cortado un pelo a la hora de diseccionar con enorme espíritu crítico a todos los demás. Como en todo, se ha ido moviendo entre luces y sombras. Un concursante que dice las cosas a las claras tiene mucho ganado. Si deja demasiados cadáveres a su paso por su cristalina claridad la cosa ya hace menos gracia.

El exceso define bien a Aly, que ha sido tan constante en el acierto como en el error. Incluso cuando ambas cosas se confunden. Criticar lo hacemos todos, pero cuando se abusa de ello hay el riesgo evidente de ser visto como un criticón, y eso gusta poco. El contrapunto es que Aly casi siempre dijo cosas no solamente entendibles sino asumibles incluso. No negaré que casi siempre he estado de acuerdo con su forma de analizar al resto de compañeros. Y cuando digo “casi” es porque estoy excluyendo su forma de tratar a concursantes como Aída o Alejandro, con quienes considero que se equivocó de medio a medio, usando la demagogia más torpe.

Imposible no estar de acuerdo con la mayoría de cosas que ha dicho sobre Daniela, quien se ha sentido lógicamente herida al escucharlas. Es por cosas como esta que llevo días intentando explicar mi equidistancia con ambas concursantes, las dos claras candidatas a ganar esta edición VIP. Entiendo y concuerdo con la mayoría de cosas que ha dicho Aly de Daniela. Por otro lado, también entiendo que a Daniela no le haya hecho ninguna gracia enterarse. Responde a la lógica. Hasta aquí todo normal. Yo tampoco entiendo a Daniela muchas veces, lo cual no quita para que me parezca digna candidata al triunfo.

Tal vez la delgada línea que separa mi percepción sobre Daniela y la que ha expresado Aly en estos casi tres meses está relacionada con el hecho de que ellas hayan estado conviviendo y yo solamente las haya estado observando. Tal vez explique eso que no entender a Daniela tampoco me ha hecho sentir incómodo, ni le he dado más importancia de la que tiene. No entiendo que se pase el cepillo de dientes por los labios. Sí, por los labios, no solo por sus dientes, encías y lengua. Me resultó llamativo siempre que lo vi, pero no llegó a molestarme. El problema de Aly es que atraviesa la barrera del análisis crítico para expresar un malestar que puede ser comprensible en parte, pero también resulta excesivo. Ya digo que todo en ella lo es un poco.

Cuando Aly canta lo hace mucho y muy seguido. Es un placer escucharla, una auténtica bendición. Pero a veces cansa. Ella y sus excesos. También ha sido excesivamente maleducada muchas veces, especialmente en la primera mitad del concurso. Que haya sido capaz de corregir eso da idea de que posiblemente habría podido moderar su tono crítico y ponerse a veces un puntito en la boca en caso de que esto hubiera durado algo más. Recuerdo gestos impresentables en Aly, que la situaban muy lejos de que la fuera a defender como justa ganadora, lo cual puedo hacer hoy.

Dando golpecitos provocadores en la pierna de Aída durante una discusión o escupiendo a los pies de esta misma concursante nos mostró Aly su peor cara. También escupió en el fregadero y lo peor no fue eso, sino que hubieran de advertirla de que eso no se debe hacer y mostrase extrañeza absoluta. Tener que explicar lo evidente es un fracaso para ambas partes. Aquella Aly con un impulso excesivo (¡cómo no!) era mucho menos defendible que esta otra a la que ahora se acusa de criticar en exceso (pues claro, ¿cómo iba a hacerlo?). No deja de sorprenderme que a muchos, incluso a la propia Daniela, les merezca peor opinión la verborrea crítica de Aly que aquella actitud tan macarra y poco educada. Aunque se entiende porque Daniela es víctima de lo segundo y no lo fue de lo primero.

También expreso mi sorpresa porque se haga tanto hincapié en que haya comentado de Daniela cosas como que no se desmaquilla bien o se toca los granos de la cara y eso la pone nerviosa, y no se dijera nada cuando soltaba por su boca auténticas barbaridades sobre otros compañeros. La mayor barbaridad dicha por Aly fue cuando explicaba que Aída no tiene hijos porque su útero es un ambiente ácido. Al lado de esto las cosas que no soporta en Daniela son pura fruslería, tonterías sin importancia. Debería repasar esas otras cosas dichas por ella para darse cuenta de que su propósito de dejar de decir cualquier cosa que le pasa por la cabeza es oportuno y debería hacerlo realidad cuanto antes.

En Aly se puede analizar especialmente bien el necesario equilibrio que no solo se exige en la vida, también en este concurso. Diría que el cuidado con todo debe ser especialmente importante cuando se está rodeado de cámaras y tus acciones pueden quedar registradas para siempre y repetidas tantas veces como quiera el programa, lo cual agiganta cualquier salida de tono. En todo caso, no sirve como excusa. Aly se quejaba ayer de la selección de imágenes y es cierto que a veces se presta a confusión, pero al final refleja siempre lo importante. Las imágenes no pueden mostrar algo que nunca sucedió. Esto es así.

Otro gran error de Aly fue participar del acoso de la mayoría a concursantes como Toño, Alejandro o Aída. Incluso a Tutto, por quien ahora parece sentir gran debilidad, lo llegó a nominar. ¿La razón? Formaba parte de un grupo que resultaba antipático para la mayoría. Jugaban a los dados, reían de cualquier cosa y no hacían la pelota a nadie. Pecados importantes, pero tal vez insuficientes para tan severo castigo. Haberse subido al carro de la mayoría no fue lo mejor que ha hecho Aly.

A pesar de todos sus errores, considero a Aly una concursante de enorme valor. Su impulsividad poco reflexiva ayuda de forma importante a ello. También su espíritu libre y ese concepto del carpe diem que la ha movido siempre, aunque haya venido el arrepentimiento después. Lo excesivo tal vez no ayude a ganar este concurso, pero es oro puro porque genera contenido y deja lugar al análisis. Concursantes como Aly se me antojan necesarias. Sin freno ni censura muchas veces. Constante tanto en el acierto como en el error. Una auténtica kamikaze, tan excesiva como discreta.

Moleskine del gato

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