Carlos y Carmen se trabajan sin esfuerzo el papel de villanos

telecinco.es 11/01/2016 09:35

Solo tres días han bastado para poner la etiqueta de villano a dos concursantes. Son Carmen, la concejala, y Carlos, el presentador. A decir verdad, no es extraño en ninguno de los casos, aunque preocupa que la opinión pública exponga tanto a uno como a otro, y la audiencia les cuelgue el sambenito de malos oficiales, lo cual todos sabemos cómo termina. Esa audiencia suicida, enemiga del espectáculo, terminará expulsando a los dos concursantes que han logrado animar el cotarro en solo tres días. Los tocapelotas oficiales, aquellos que han generado contenido y nos han entretenido.

Los daños colaterales tampoco han sido tantos. Ningún concursante ha sido dañado ni maltratado en la elaboración de este programa. La víctima propiciatoria de Carlos ha sido Fran Little Nico como podría haber sido cualquier otro. Carlos tiene algo impagable, una característica que aúna lo imprevisible y todo lo contrario a un tiempo. Por un lado, es imposible saber cuándo será la próxima vez que meta la pata. Por otro, no hay la más mínima duda de que eso sucederá, y bien pronto. En cuanto a Carmen, todos son sus víctimas, aunque se erige en su máximo enemigo un Rappel de piel fina que no ha tardado en saltar como un resorte en su contra.

Los límites no han sido traspasados. Ningún concursante ha sido dañado seriamente, como decía antes en tono de broma. Hasta ahí no se puede ni debe llegar, pero se han quedado lejos. Por eso creo que es excesiva la demonización de Carlos y Carmen, igual que precipitada la beatificación de sus víctimas. Otros concursantes han sido más dañinos y no se dice nada. Tal vez porque han topado con compañeros más discretos, que en lugar de reaccionar sonoramente lo han sufrido en silencio, sin darle mayor importancia al error ajeno.

Si en tres días tenemos tanto que contar es, precisamente, gracias a concursantes como los nuevos villanos de Guadalix. Porque estamos apañados si esperamos que el entretenimiento venga de los inseparables Liz y Sema, que no han parado de cuchichear todo el rato. O de Lucía, cuya mayor ocupación ha sido maquillarse durante más de una hora antes de empezar el Debate de anoche. Eso es una restauración y lo demás son tonterías. Con concursantes como estos, igual que podría hacer mención de Rosa o Javier, el espectáculo se va a tomar viento. Sucede que Javier empieza a revelarse como el preferido de las adolescentes de voto compulsivo. No obstante, fue elegido anoche para pasar de esclavo a faraón. Y a Rosa le pasa algo parecido a lo de Carlos, lo cual puede terminar anulándoles si no reaccionan a tiempo.

Carlos ya ha reaccionado, pero Rosa no. Los dos se pensaban que eran los fichajes estrella de esta temporada. La nueva Belén Esteban, con todas las papeletas para convertirse en ganadora, ha aterrizado a la realidad al darse cuenta de que hay un puñado de concursantes mucho más interesantes y llamativos que ella. Además de tener un caché superior. No es casual que uno de los objetivos de Carlos sea Fran Little Nico, mucho más esperado que la estrella televisiva que ha vuelto de Perú con la intención de quedarse. El chasco de Carlos debe haber sido parecido a cuando explicaba que no le llamaban de las televisiones porque estaba supuestamente vetado tras un cambio de gobierno, y pudo comprobar después que seguían sin llamarle cuando volvían al poder los que estaban antes.

De todas formas, ya digo que Carlos mete la pata constantemente, por lo cual cualquiera puede terminar siendo su víctima. A Fran le dijo que era “medio gay”, sugiriendo que ha trepado a fuerza de acostarse con políticos mucho mayores que él. La acusación es tan velada que alguien dirá que me invento la mitad, pero creo que lo entendí igual que Fran. Ser “medio gay” es tan absurdo como estar “casi embarazada”. O se es (está) o no se es (está). Lo sorprendente del caso es que muchos consideren que la culpa cae del lado contrario de la ofensa. Según eso, peor Fran por molestarse cuando le dicen gay que Carlos por decirlo. No entiendo.

No es la primera vez que observo ese extraño fenómeno. Todavía recuerdo cuando el “pollito volador” Álvaro Vargas me discutía que no era una ofensa decir de alguien que es gay. Se desprecia así el valor de la realidad, que siempre ha estado muy sobrevalorada. ¿Qué más da si lo es o no? Si dicen que he ido a misa de diez ayer me sentará mal porque estaba haciendo otras cosas, ni mejores ni peores. En principio, no creo que nadie tenga que ir haciendo conjeturas sobre mi sexualidad, menos si sus conclusiones son equivocadas. No me ofende que me digan gay porque lo considere un descrédito sino por ser falso. El único rechazo es a la mentira, aparte de ser innecesario que nadie vaya sacando a otros del armario a patadas. Sea o no así.

Si encima se utiliza como un insulto no hay más. Cualquier cosa es interpretable como ofensa si la intención es insultar. No es así en el caso de Carlos, cuya única intención es meter un poco de bulla. A algunos les da por llorar o exaltar la amistad cuando beben, y otros optan por pinchar a los que le rodean. Carlos es de estos últimos, no en vano la primera respuesta de Fran Little Nico es decirle que ha bebido demasiado. Afirmativo.

Raro que no utilizase Fran esta vez una de sus respuestas habituales, más propias de la sala de un juzgado. Le he escuchado estos días respondiendo “no lo recuerdo” (homenaje a Cristina de Borbón, a punto de sentarse en el banquillo de los acusados), así como “no me consta”. ¿Imagina el lector que hace una pregunta a su pareja, o a un amigo, y responde “no me consta”? La risión.

No me extraña que a Fran le molestase el comentario de Carlos, propio de un patán metepatas y bocachancla, cuya intención es tocar las narices. Otra cosa es que no le pusiera freno a su respuesta. Si uno dice “eres medio gay”, aclarando que es una broma en cuanto nota que le ha ofendido, y el otro responde diciendo que “es cocainómano” en cuanto abandona el dormitorio, igual es más grave la respuesta. También es cierto que Fran aclara que podría decir eso o cualquier otra cosa. Es decir, si dice que no es gay y por eso le molesta que Carlos lo diga, podemos interpretar que, según Fran, Carlos no tiene esas insanas costumbres de las que le acusa.

Ya dije antes que Carlos es más selectivo que Carmen, aunque no aseguraría yo que mientras escribo estas líneas no haya metido la pata con cualquier otro de sus compañeros. Carlos pasa de ser un niño que disfruta como tal jugando al escondite, uno de sus momentos más divertidos desde que entró en la casa, a desbarrar anunciando guerra inminente en la casa. Personalmente, temo que no cumpla y nos quedemos esperando la guerra prometida. Y espero su próximo disparate. Si hace falta que juegue cada noche al escondite, adelante con los faroles.

Lo de Carmen es menos divertido. Supongo que su estrategia pasa por meter mucha bulla en poco tiempo. Me da la impresión de que es de esas personas incapaces de pasar por los sitios sin hacer ruido ni llamar la atención. A toda costa lo ha conseguido en varias ocasiones antes. Desde su experiencia en Miss España hasta su paso por la política. En GH VIP no iba a ser menos. No puedo aventurar si quiere marcharse pronto, pero no me extrañaría que eso fuera lo que menos le importa, mientras que antes le haya dado tiempo a meter mucho ruido, como digo. Por tanto, la audiencia debe ser lista y dejarla en la casa. Que vaya haciendo cada vez más grande el roto, porque a estas horas creo que nadie la aguanta ya.

Rappel ha sido quien ha reaccionado de forma más enérgica en contra de Carmen. Se hizo la ofendida porque empezasen a embalsamarla (una de las cosas que hacen en la prueba y por la que van pasando todos) en una postura procaz que ella misma había adoptado. No me extraña que nadie la entendiese, tampoco la reacción de Rappel. Antes de eso había protagonizado el episodio de la escoba. Lloraba porque la escoba le había recordado a la que tiene ella, idéntica a la que hay en la casa. Aclaro que dijo igual a la que tengo no a la que monto. Lo digo porque Rappel la llamó bruja, y eso es casi lo más suave que ha dicho de ella.

Soy consciente de que no es normal llorar por una escoba. Nada es del todo normal en Carmen. Pero me parece tan imprescindible como Carlos en esa casa. Ambos son capaces de desestabilizar todo en un momento, y sin aparente esfuerzo. Llama la atención que nadie esté del lado de Carmen, mientras Carlos establece un principio de alianza con Julius, en la que posiblemente intenten contar con Julián, Belén, Laura y algunos más. Ni siquiera se ve a Lucía interactuar apenas con Carmen. Ambas se conocen desde niñas del colegio, pero no parecen estar aprovechando para recuperar el tiempo perdido. Me dicen que Lucía no se acercará a Carmen porque esta tiene algún tipo de conflicto con su gran amiga Raquel Revuelta. Esto parece explicar que tras el gran abrazo del jueves no hayamos visto más acercamiento entre las dos concursantes. Se desconoce si es que Carmen es gran cinéfila y todavía recuerda a Revuelta hablando de Bob Esponja en ‘Estrenos de cartelera’. Ah, no, que ese era Paco León.

Hablaba antes de ofensas menos llamativas, pero más hirientes, según mi humilde entender. Pienso, por ejemplo, en Alejandro preguntando a Julián si prefiere el dinero o que estuviera su madre viva. Sí, eso hay que explicarlo, y a ser posible entrecomillarlo. Más que nada porque me quedo corto si digo que es una pregunta insólita. Hablaban de dinero y su uso, un tema de conversación que parece interesar e inquietar al míster, según he podido apreciar estos días. Entonces, pregunta Alejandro a Julián: “¿Tú qué prefieres, el dinero o que esté aquí tu madre?”. Julián no contestó. Lógico.

No creo que Alejandro se diera cuenta de la barbaridad que dijo, y eso que se echaron encima de él, particularmente Rappel. Si participan Carlos y Alejandro en un campeonato de bocachanclas… no, lo siento, gana Carlos por goleada. Pero Alejandro quedaría en una buena posición. Si medimos lo incorrecto de las actitudes por sus consecuencias, Carmen les pone las pilas a todos, Carlos enojó a Fran ligeramente, pero Alejandro dejó realmente tocado a Julián. Los hay que hacen cosquillas y otros que hacen daño de verdad, aunque se note menos y nadie les vaya a tratar como auténticos diablos.

Al rato era Rappel, de nuevo, quien hacía de psicólogo con Julián. Rappel me está ganando a cada momento, a pesar de su tendencia a aislarse y sus cosillas de adivino trasnochado, que incluso me parecen divertidas. Con Julián tuvo palabras sanadoras y sensatas. La herida por la muerte de Carmen Ordóñez está todavía abierta en Julián, porque la muerte de una madre no se termina de asumir nunca y dura de por vida.

Moleskine del gato

Si a los festivales de perdón a los dioses que monta le sumamos su pachorra jugando al escondite (salvándose el primero), sus palabras sanadoras, y los masajes que les ha dado a Laura y a Liz (él no masajea a cualquiera, de momento solo a mujeres guapas con menos de 30 años), tenemos en Rappel a uno de los grandes protagonistas de esta historia en tan solo tres días. Aunque nada puede competir con esa perfecta caracterización de momia. Auténticamente legendario.

Es pronto para establecer alianzas, aunque se apunta una contra natura en la que estarían Fran, Javier y Alejandro. Digo contra natura porque se me hace raro verles juntos, aunque no podría explicar la razón. Este comienzo de alianza explica que al tener que elegir cuál de los faraones pasa a ser esclavo, Javier se decidiese por Alejandro después de un complejo razonamiento. En resumen, Javier cree que a Fran le puede beneficiar el tener a Alejandro cerca, como una especie de recambio de sí mismo.

No puedo hablar de otras alianzas por el momento, aunque se empiezan a apuntar. Curioso que Rappel haya congeniado con Julián, Carlos, Julius y Laura, grupo que también tiene pinta de poder hacerse fuerte. Sin embargo, es evidente la animadversión que comienza a sentir el adivino hacia Carmen, Fran, Liz e incluso Sema. Se me antoja que Rappel es una buena referencia para analizar las alianzas que están por venir.