Efectivamente, Aída no es el Dalai Lama
Dice Marco Ferri que Aída Nízar no es el Dalai Lama. A cualquiera que se cruzase en su vida ahora mismo le advertiría contra esta compañera de encierro. Es el contrapunto de aquel “ni que fuera yo Bin Laden” de Belén Esteban. Efectivamente, estoy en condiciones de afirmar que Aída no es el Dalai Lama, y ‘La La Land’ no ha ganado el Oscar a la mejor película, aunque lo tuvo unos minutos en sus manos. El éxito es efímero. Si no, que se lo digan a Marco y su novia Aylén, que anoche pasaron la mayor parte del tiempo comentando realities extranjeros, como si no tuvieran cosas más importantes que comentar. Aunque Marco hizo un hueco para pedir encarecidamente a su novia que no se fíe de Aída. Cualquier cosa puede ser utilizada por ella en contra de la pareja de moda. Romeo había hecho pareja con la Julieta equivocada. Aylén estará en la casa por lo menos una semana (¿por lo menos? ¿y lo máximo?) para reparar el error. Un error que, por lo visto, lleva el nombre de Aly.
Demasiados nombres parecidos en este GH VIP. Aylén, Aly, Alex, Aless, Alejandro… Un poquito de por favor. El error del ‘súper’ llamando a “Aylén, al salón” en lugar de a Aly se queda en peccata minuta al lado del error en los Oscars. Todos nos podemos equivocar. En la noche más cinematográfica, el ‘confe’ fue testigo de una escena que parecía sacada de un drama shakesperiano. “Hasta los muros de esta casa saben tu nombre, pues las barreras de piedra no son capaces de detener el amor. Fui más que infeliz mil veces por faltarme tu luz. Como un aspirante alejado del maletín, corre el amor hacia el amor, pero el amor se aleja, igual que Aly lo hará de mí, con semblante contrito”. Cae el telón. Fin de la primera parte. El público enloquece. La verdad es que Marco solo dijo lo de los muros de la casa, pero llevo los versos de Shakespeare en las venas y me salen a borbotones.
Reconozco que el libreto no es malo y los intérpretes valdrían para un anuncio de perfume. Pero sus cualidades interpretativas son más que discutibles. Pasaré de puntillas sobre las dotes de Marco y Aylén para el arte de Talía. En el geriátrico que hay cerca de mi casa hay un grupo de ancianos aficionados que son mejores actores que estos. Pero no se les puede pedir que tengan todo. Son guapos y jóvenes, con eso es suficiente. Además, tienen bastante desparpajo. Están interpretando sus propias vidas, por lo que detrás de la impostura hay mucho de realidad. Me creo cuando Marco llora con la excusa de echar de menos a su familia. Aylén lo abrazó, y debió saber entonces que lo tenía todo hecho.
Puede que Marco y Aylén hayan conseguido lo que querían, pero eso es la rebaba del problema, mera anécdota al lado de una realidad que no se puede negar. Ni Aylén es una celosa enfermiza, ni Aly tiene por qué soportar ser señalada como lo fue anoche. Marco gana si damos por bueno que son ellas las culpables, cuando aquí el único que no lo ha hecho bien ha sido él. Aly peca de cobarde porque anoche ni si quiera se acercó a Aylén. Prefirió hacerse unos kilómetros en la cinta y pasar del tema como si no fuera con ella. Ya sabemos que si no es en pandilla Aly no se atreve.
Tampoco miente Aylén cuando le cuenta a Marco que Aly ha dicho: “Si no hubiera cámaras podría haber algo entre Marco y yo”. Claro que lo dijo, y eso ha contribuido a la lógica preocupación de Aylén. Ahora bien, las palabras se las lleva el viento y, por lo demás, el comportamiento de la americana ha sido intachable. Imposible hacerle un solo reproche. Al menos hasta ayer, porque no afrontar el problema solo puede perjudicarla. La preocupación de Aylén hay que entenderla en su contexto. No se trata tan solo de analizar lo que en realidad han tenido Marco y Aly, que ha sido entre poco y nada. Lo del día de la jenga da más bien vergüenza ajena y es achacable a esa necesidad de pavonearse permanentemente tan característica en personas como Marco.
Detrás de lo ocurrido hay en realidad un ejército de carpeteras enloquecidas que han ido haciendo cada vez más grande algo que nunca existió, como si de una bola de nieve se tratase. Echarle toda la culpa a los excesivos celos de Aylén parece poco apropiado con este trasfondo. Imposible que no se preocupase ante el imparable clamor de una audiencia entregada a ‘Malyson’ (Marco Ferri y Alyson Eckmann), tan cegada por sus propios deseos como la que sigue apoyando a ‘Blumetra’ (Daniela Blume y Elettra Lamborghini) después de lo visto este fin de semana. Marco se cree más listo que su novia, a la que llama “inocente”; sin embargo, le falta información porque lleva más de cincuenta días encerrado y no sabe lo que se está cociendo aquí fuera.
Diría que a Marco no solamente le falta información de lo que está sucediendo sino sobre la propia idiosincrasia de este país. Acostumbrado a hacer realities en Chile, no sopesó anoche que el tono con el que habló a su novia le puede meter en problemas. Elevó el tono más de lo tolerable, demostrando trazas de machismo muy evidentes. Por ejemplo, cuando le decía a su novia que debía estar agradecida porque en dos años no la traicionó con nadie. Marco ignora lo que pasa fuera, no tiene tomado el pulso al lugar donde está (especialmente a la sensibilidad que tenemos aquí ante ciertas actitudes) y, por si fuera poco, tiene un descarado problema de memoria. En otro caso recordaría sus celos y reproches a Aylén en el reality chileno ‘¿Volverías con tu ex?’. Aylén le dio un beso al novio de Oriana de parte de una amiga, y Marco le echó una bronca importante por ello. Es lo de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
El ‘ojoviguismo’ de Marco no es menor que su torpeza para leer la situación. Si algo debería preocuparle es que su concurso ha sido Aly. De no ser por esta concursante, solo recordaríamos a Marco como ese chico que hacía gimnasia en la casa cada tarde y luego ayudaba a Sergio a vaciar la despensa. Sorprendentemente, nadie se ha quejado en semanas. Ha tenido que ir Aída para hablar de las opíparas meriendas de estos dos concursantes, capaces de censurar luego a quien come de más. Debe ser para que no les falte a ellos. Marco sin Aly podría ser confundido con el ‘personal trainer’ del pollito Sergio. Debería estar agradecido a Aly y no consentir que su novia la llame “mongola”, como hizo anoche (bueno, dijo “móngola”, pero la entendimos).
Aída doró la píldora anoche a Aylén más de lo que podríamos haber imaginado nunca. No creo que vea en ella una aliada porque en principio su estancia será temporal y el jueves no nomina. Supongo que es simplemente porque la novia de Marco y Aída tienen en Aly a su enemiga común. De todas formas, el plan de Aída se tambalea por una chaqueta de Latin Fit, la prueba de baile que terminó ayer y no lograron superar. Krisha, monitora de la prueba, no la dio por superada porque Aída desconcentró a sus compañeros al llegar tarde, Daniela estaba demasiado seria, Emma miraba a Marco porque no se sabía los pasos y, en general, no dieron todo lo que podían dar. Aída le quitó una chaqueta de la prueba a Elettra y dijo que se la habían dado en el ‘confe’. Le confió el secreto a Daniela y a esta le delató una mirada, tal vez una sonrisa. El caso es que Aída cree que Daniela ha traicionado su confianza, lo cual echa por tierra todo lo trabajado durante el fin de semana.
Aída ha logrado dar un meneo importante a la casa desde el jueves. Inicialmente parecía dispuesta a aliarse con Daniela y Elettra, aunque la italiana quedó pronto descartada. Todo con tal de unir fuerzas en contra de Aly. Imagino que Aída sabía que Aly iba a estar en la cuerda floja en cuanto entrase Aylén, por lo que parece el eslabón más débil en la casa ahora mismo. Por otra parte, aliarse a una concursante fuerte y con mucho apoyo, como Daniela, parece una medida bastante inteligente por parte de Aída. Lo ha llevado muy bien hasta ayer, logrando sembrar la duda no solo sobre Aly sino también sobre Elettra.
Daniela ha fingido no dejarse influir, pero está claro que el mensaje de Aída ha calado en ella. Bordeando lo permisible en cuanto a información del exterior, ha sido lista afirmando siempre que habla de cosas que ella escuchó en la casa. El plan de Aída rozaba la perfección. Si habrá sabido hacerlo bien que anoche Daniela poco menos que rogaba su clemencia para mantener la situación establecida desde este fin de semana. Tiene razón Aly cuando dice que Daniela es mucho más débil de lo que parece, lo cual demuestra al entregarse a Aída de esa forma.
No le resto mérito a la sarracena, que ha sabido hacerlo bien y no para de cargarse de razón. Ayer todos criticando sus métodos para hacer al horno dos pollos, pendientes de si lo ponía a gratinar (su método para descongelarlos), o si se iban a quemar. Al final lo que se les quemó fue el arroz, mientras que todos dijeron que los pollos estaban riquísimos. Lo más fuerte es que estuvieron a punto de tirar los pollos porque llevaban mucho tiempo congelados. Todo lo que haga Aída será criticado. Imposible que valoren positivamente nada que tenga relación con ella. Eso sí, le pueden hacer todo tipo de bromas, pero que no haga ella una a nadie. Si lo de levantarle la falda y dejarla con el culo al aire (textualmente) lo llega a hacer Sergio en lugar de Elettra se hubiera caído Twitter. Y WhatsApp.
Lo de Irma pasa de castaño oscuro. Le preguntaba el viernes Ivonne qué le pasaba con Emma y, sorprendentemente, decía que no lo sabía. “No sé lo que ha pasado”, afirmaba en un ejercicio de cinismo increíble. Ya le cuento yo lo que había pasado. Simplemente que le dio 2 puntos a su amiga, con la excusa de que no iba a salir y si salía no la iban a echar. Típicas excusas que se usan a la hora de nominar, más aún si se trata de nominaciones a la cara. Después de eso Irma se pasó horas llorando. Ahora en el ‘confe’, luego en el baño, más tarde en la cama. Como bien dice Alejandro, cuando llora se quita las gafas de sol para que se la vea bien. Cualquier cosa que lo haga más evidente es válida para ella. Llorar tras el sofá del ‘confe’, a lo Sabrina, o no taparse en la cama con el edredón sino con un abrigo. Así incrementa el dramatismo.
Habló con Emma y esta le pidió un tiempo para asimilar la nominación, así como una explicación entendible. La de que es muy querida y eso evitará su expulsión no le vale, lo cual fue muy mal interpretado por Irma. A partir de ahí, la presentadora contó una historia extraña sobre una crema que había pedido en el ‘confe’ no para ella sino para Emma. Renuncio a intentar entender a esta concursante. Ni siquiera se me vislumbra por qué le dio los puntos a Emma. Debió darse cuenta de que se estaba disparando al pie. Igual que cuando acusó a Toño de haberla pisado o dado una patada, lo cual no es cierto, o dijo que Emma le había propinado un manotazo, cuando todos vimos que había sido una broma cariñosa.
Ayer Irma volvió a las andadas y dijo que Aída la había pisado. Las imágenes demuestran de forme fehaciente que no es cierto. Tampoco que hubiera propiciado ningún otro contacto físico con ella. Puras invenciones de esta concursante que va de “madre coraje” y se está revelando como una gran estafa. No contribuye al mantenimiento de la casa. Apenas cocina, apenas limpia, apenas hace otra cosa que llorar y tomar el sol. Detrás de una apariencia amable se esconde una concursante tóxica, capaz de nominar a su mejor amiga cuando quedan otras 7 personas en la casa, y capaz de inventarse pisotones inexistentes.
Moleskine del gato
Los porcentajes ciegos para expulsión estaban anoche así: 60,2 %, 29,1 %, 5,0 %, 2,6 %, 1,8 % y 1,3 %.
Las dos horas de conversación entre Aída y Daniela el sábado por la noche son Gran Hermano en estado puro, péndulo incluido. La pregunta de Aída fue si encontrará alguna vez un “Aído”. Pero todos sabemos que ella es única e inimitable. Con sus luces y sus sombras, está siendo de lo más interesante en este GH VIP. Ayer fue injusta y excesivamente dañina con Aly, pero nadie es perfecto. La capacidad de seducción que ha demostrado con Daniela, a la que se ha metido en el bolsillo en un par de días, es una muestra de sus capacidades. Aída es Gran Hermano, se quiera verlo o no.