Esperando reencontrarnos de nuevo

telecinco.es 01/07/2013 09:05

Si en algo coincidimos los enfermos de Gran Hermano es en que la mayoría no hemos sido concursantes. Ni lo seremos nunca. Alguna cosa más hay que nos iguala. Por ejemplo, la mayoría somos celosos defensores de nuestro programa, y deseamos como quien más que todo salga bien un año tras otro. Por la cuenta que nos trae. Muchas más las cosas nos asemejan que aquellas capaces de separarnos, pero estas también son importantes, y en ello estriba la gran fuerza de este programa.

Había un viejo juego filosófico que consistía en decir en qué se parece un cuervo y un escritorio. Los alumnos de una clase de secundaria llegaban a ser muy ingeniosos argumentando que los dos tenían pico (por las esquinas de una mesa), o plumas (por las estilográficas). La solución era mucho más abierta: ninguno de los dos era un elefante. Por ejemplo. O sea, la falta de coincidencia con un tercero nos hace semejantes.

Eso sí, algo nos equipara a los concursantes de este bendito programa. Dice Haruki Murakami en Tokio Blues: “Lo que nos hace personas normales es saber que no somos normales”. Pues eso. No somos normales, y lo sabemos. Eso nos normaliza. Entre nosotros hay algo que también nos hace más iguales. Curiosamente, se trata de la discrepancia. Cada uno defendemos unos valores, vemos las cosas de una forma distinta, y eso es otra de las cosas que compartimos. Es humano, si el otro comparte con nosotros favorito nos gusta en la medida que nos disgusta si su favorito es nuestro concursante más odiado. O al revés.

Dentro de esa coincidencia de la discrepancia se producen distintos niveles. Hasta llegar a la coincidencia total. Incluso la coincidencia reiterativa y sistemática. Conozco personas con quienes comparto tanto la forma de ver este programa siempre que mis favoritos son los suyos en la medida que sus odiados son los míos. Y así siempre. Siempre, siempre. Sin excepciones. Es algo a estudiar, realmente.

En mi caso, hay un fenómeno más que se da en mayor o menor medida cada año. Es decir, unas veces mi visión y mis opiniones coinciden en buena medida con la mayoría, mientras en otras hay más que evidentes discrepancias. Me motiva tanto una cosa como la otra. Por un lado, tengo un cierto espíritu de contradicción, por lo cual defender algo diferente a la mayoría es un reto con el que me siento cómodo. Aunque también es cierto que resulta reconfortante ver que muchos opinan lo mismo.

La forma más directa de comprobar si estoy transitando más por terrenos de discrepancia o de coincidencia es observar el feedback diario que nos dan los comentarios en este blog o en los medios sociales. Pero hay otra demostración incuestionable, y es lo que decide la audiencia votante. En ese sentido, hay años que el ganador de la mayoría es alguien poco o nada apoyado por este humilde gato, mientras otros coincide con mi favorito. También hay ocasiones en que gana alguien que ni fu ni fa, o cierto concursante a quien apoyé aunque no tanto como a algún otro.

Nunca me planteo si debo ir por un camino u otro. Esto que hago solo me divierte si digo lo que pienso. Casi sin filtros, de forma directa. Los días que más disfruto es cuando las palabras fluyen como un torrente, en una especie de escritura automática que ni siquiera yo soy capaz de dominar. Si tuviera que escoger transitar por un terreno u otro probablemente no me interesaría hacerlo y, desde luego, tú te ibas a enterar. Hay cosas que se notan.

Todo esto me apetecía decirlo, sin mucha vocación por aclarar nada y más bien para quedarme yo tranquilo. Al mismo tiempo, lo quiero enlazar con algo que leí hace un par de meses y guardé para llegado el momento. En mayo, Mercedes Milá respondía a las preguntas de un encuentro digital en el diario El Mundo. Leídas entonces y repasado el texto ahora me ha parecido interesante al tiempo que divertido. Perdón por el egocentrismo de comentar una pregunta en la que aparece el nombre de este blog, pero viene a cuento. Dice lo siguiente:

¿Hasta que punto influyen en la decisión del público los famosos blogueros del programa como El gato encerrado? El pasado año apoyó incondicionalmente a Pepe Flores que acabó ganando, y este año a Argi hasta que tuvo que salir. ¿Es imposible ganar si el gato es enemigo tuyo?

Y contesta Mercedes:

“El Gato Encerrado es un blog con gran conocimiento de GH desde hace años. Es un lugar al que acuden miles de personas que quieren saber lo que se cuece en la casa y fuera de la casa. Yo lo sigo a diario, pero hay muchos otros. La opinión de las redes sociales se ha multiplicado y, por lo tanto, la voz ya no es unívoca, son los votos de los ciudadanos que se han informado en muchos sitios los que meten y sacan a los concursantes de la casa de Guadalix de la Sierra. Lo que sí puedo decir es que no se puede presentar GH sin leer a diario esos blogs de referencia”.

Me gustó mucho la respuesta y quise esperar a ver si por un casual este año ganaba Sonia Walls o similar. En tal caso la tesis del interrogante hubiera quedado anulada, lo cual habría facilitado mi respuesta. Ya sé que nadie me ha preguntado, pero como dicen esos señores tan serios que se llaman de usted en los debates, pido la palabra por alusiones.

La tesis es fallida al no contemplar la casuística completa. Son mayoría las ediciones en que no ganó mi favorito. Ganan por mucho al caso contrario. Alguno podrá alegar que no era lo mismo cuando publicaba en mi propia página este modesto blog, cuyas visitas crecieron exponencialmente desde que Mercedes comenzó a mencionarme en el programa sin que nos conociéramos de nada ni hubiéramos hablado jamás. Aún así, entonces la visibilidad fue siempre mucho menor. También el número de visitantes diarios. Éramos muchos amigos ya entonces (y muy buenos), pero no tantos como ahora. Tenía su encanto. Mucho. Pero es lo que es.

Ciertamente, el salto a la página del canal que emite el programa justificaría que la muestra contemplase solamente estas últimas ediciones, a partir de la número diez. Veamos quiénes fueron los ganadores: Iván Madrazo, Ángel Capitán, Laura Campos, Pepe Flores y Susana Molina. De los cuales apoyé incondicionalmente a Iván y Pepe solamente. Lamenté el triunfo de Ángel y no me hizo especialmente feliz el de Laura. Y Susana era mi favorita compartida con Igor. Para que sean pares añadamos la novena edición, última que hice en mi gatera, y con Judit Iglesias la cosa empata.

En resumen, no siempre gana mi favorito. Las seis últimas temporadas no fue así tres veces. Si miro hacia atrás el resultado es aplastante en mi contra. Creo que solo apoyé de forma directa a Pepe Herrero. O sea, que la tesis queda relativamente desacreditada por la impertinente realidad. No obstante, hay un argumento que explica este fenómeno de una manera bien sencilla. Tan solo consiste en darle la vuelta al argumento.

Veamos. No es que haga falta evitar la supuesta enemistad del gato para ganar Gran Hermano. Más bien diría que en algunas ocasiones este gato coincide con la mayoría, siendo capaz de convertir mi espacio de reflexión en representante de una parte importante de la opinión generada por este programa. Cuando esto sucede, mis favoritos tienen todas las papeletas para convertirse en ganadores porque lo son igualmente de muchas otras personas. ¿Cuándo pasa esto en mayor medida? Pues en las ediciones que tienen un ganador claro, apoyado por una aplastante mayoría. Véanse los casos de Pepe Herrero (ganó con el 87,2% de los votos), Iván Madrazo (con un 69,8% para ganar) o Pepe Flores (que fue elegido finalista por el 86,75% de los votos).

Está claro que cuando las cifras parecen más claras a favor de un concursante coincide con que fue también mi favorito. En definitiva, uno es muchas veces asquerosamente vulgar y previsible. Confieso que a veces he preferido que no se cumplieran mis deseos para anular dudas como la planteada en la pregunta que estoy intentando responder. Por otra parte, la pregunta no era para mí, e insisto en que la respuesta de Mercedes me gusta y la suscribo por completo. Por tanto, vayamos a otra cosa.

¿Os he dicho ya que Gran Hermano quince ha comenzado? Bueno, ya sé que es un reclamo un poco tramposo, pero me apetecía decirlo. La maquinaria no se para nunca, y cuando menos lo esperemos estaremos viendo las promos de una nueva edición. Ays (suspiro).

Test del loco furioso y homicida

Han sido muchas las respuestas que habéis dado en los comentarios sobre el test que publiqué el martes pasado. Casi tantas como preguntas sobre cuándo daría por cerrado este asunto. Pues bien, hoy toca.

He de decir que he observado mucha coincidencia en las respuestas, si bien los votos en la encuesta que propuse en Twitter (@DVDCano) se repartieron casi iguales entre considerar culpable (responsable, o como queramos entenderlo) al loco y a la mujer. Mucho menos destacado quedaba el marido, y con votos testimoniales el resto de personajes. La coincidencia ha sido, en este caso, en la atribución de culpas a cada personaje.

Del loco se dice que es el asesino y punto. Un homicida es el único culpable de una muerte. Así lo entendieron bastantes de nuestros amigos. La mujer es acusada de imprudente de forma repetida. Los riesgos que se toman tienen consecuencias. Fatales, en este caso. Por su parte, el marido dejó de lado a su esposa según muchos de vosotros. Por tanto, esta recibía del amante el cariño que no le daba el marido.

A pesar de ese buen juicio del papel de amigo amante, se dice de él que no debería quedar en sitios peligrosos y, en su caso, tendría que haber insistido a la mujer para que volviese a su casa antes de la caída de la noche. El amigo poeta es calificado de cobarde y recibe la acusación de no haber echado un capote a tiempo. Finalmente, el barquero es visto como un personaje avaricioso y pesetero que se quiere aprovechar de la situación.

En términos generales, hay una opinión muy extendida sobre que todos tienen su parte de culpa, y creo que ahí está la gracia del juego. También nos han dicho algunos amigos que no hay culpables ni inocentes, o que el culpable es aquel que se siente como tal. Otros apelaron al destino, o hasta a la luna, por encolerizar al loco. Ya digo que intento reproducir la opinión mayoritaria, para conseguir (como dicen los de Appgree) el mayor grado de coincidencia.

De todos los mensajes recibidos me ha gustado especialmente el de puppeteer, que dice lo siguiente:

“El marido representa al 99% de la gente, todo aquel que se conforma con su vida y huye de los problemas en vez de afrontarlos.

El joven es un elemento pasivo que no entra directamente en la historia, ya que el no hace nada salvo cruzarse con la persona exacta en el momento justo, y activar algo en ella.

El loco es el creador del conflicto. Es básico y previsible, por ello siempre sabes cómo va a acabar la historia con él. Depende de los demás como enfrentarse a él para salir victoriosos.

El poeta y el pescador representan dos actitudes muy extendidas hoy en día. Ante una persona en apuros, uno responde sin mojarse por miedo a lo que le pueda pasar a él. El otro saca provecho de la desgracia ajena. Ambos ponen primero sus intereses demostrando gran egoísmo y falta de empatía.

La mujer es la clave. Es la metáfora de ese 1% de la gente que se niega a aceptar su vida mediocre y decide cambiar las cosas. Aprovecha las oportunidades y es valiente. Se lanza hasta a un loco por amor sin miedo a lo que pueda ocurrirle.

Por todo ello, para mí la culpable es la mujer. Quien no arriesga no gana, y es mejor ser culpable y feliz en esta vida, que inocente y ¡REVENTADO!”

Bueno, viendo lo de “reventado” recuerdo que este test siempre me sugirió un cierto paralelismo con Gran Hermano. Como decía al principio de este escrito, a los aficionados incondicionales del programa nos une la discrepancia. Uno de los principales atractivos del programa es que en un grupo numeroso haya un montón de maneras diferentes de analizar e interpretar un mismo hecho o a un mismo concursante. Como pasa en este test.

En cualquiera de los casos, no hay una respuesta válida. La gracia está en que dependiendo de cómo ordenemos los grados de culpabilidad de los protagonistas de la historia podemos saber qué valores estamos considerando prioritarios. Para poder hacer una interpretación hay que considerar lo que simboliza cada personaje en esta historia.

El loco: Simboliza la sociedad, las convenciones sociales y lo establecido. El que haya dado la mayor culpabilidad al loco es persona que gusta de guardar las apariencias; no basta ser, hay que parecer. Es amante de las buenas formas, de la convención social, etc.

El marido: Simboliza el deber. Si el más culpable es el marido, se trata de una persona que da una gran importancia al deber. No sabe vivir de cualquier forma, ha de respetar sus obligaciones de todo tipo que ha contraído con los demás. Es un esposo atento con su esposa y que guarda los deberes para con ella y sus hijos.

La mujer: Simboliza la fidelidad. Quien culpe a la esposa es fiel a ultranza, sabe sacrificarse por el amor de la otra parte, aunque el otro no cumpla. Esa persona mantiene viva la llama del amor por su fidelidad, por su amor.

El amigo amante: Simboliza la liberalidad y el placer. Se trata de una persona que vive con los pies en el suelo y da una gran importancia a la amistad y al amor fuera del recinto sagrado del matrimonio. Es un liberalizado, una liberal.

El amigo poeta: Es un símbolo del ideal. El que culpe al poeta es un idealista que está algo fuera de la realidad, pero que lucha por mejorar el mundo y por hacerlo más habitable. Que siente en su sangre deseos de llevar adelante grandes empresas o planes altruistas y generosos.

El pescador-barquero: Representa el interés, y quien lo haya elegido como culpable da una gran importancia al dinero, a las transacciones comerciales y a los beneficios económicos. Es un materialista.

Cada una de estas interpretaciones refleja los grados de mayor culpabilidad de los personajes. Por tanto, el último, el menos responsable, el que omitas porque nunca le consideres culpable, significa que su simbología o valores que representa carecen de importancia para ti en la vida. Parecido al que hayas puesto en penúltimo lugar. Lo contrario para aquellos que hayas señalado como los de mayor grado de culpabilidad.

En una simple elección hemos reflejado nuestros valores, los que manejamos en la vida para dirigir nuestro interés o para juzgar a los demás. En cualquier caso, esto es poco más que un acicate para la discusión, una provocación para el intercambio de puntos de vista y a lo sumo un juego. En mi experiencia personal, siempre que lo planteé ante un grupo de gente la discusión generada terminó resultando de gran interés. ¿Quieres probarlo con tu grupo de amigos?

Por cierto, me han preguntado quién es para mí más culpable. La mujer, aunque el amante se las trae. El loco por loco y el marido por ausente algo menos, aunque se llevan su parte. Me pasa lo mismo que a la mayoría, veo la parte de culpa en todos.

Moleskine del gato

Ahora sí que es el último de la temporada. Nos vemos pronto. Espero. Igual en unas semanas os tengo acorralados por aquí.

Y dejo esta cartelera que encontré por ahí un día de El Gran Catsby.