Ganó Paula, la niña bonita

telecinco.es 19/12/2014 09:47

Triunfó la autenticidad, triunfó la pasión, triunfó la locura sana. Paula ganó anoche esta edición número 15, la de la niña bonita, y se convirtió en la ganadora más joven y con un porcentaje más alto de la historia de Gran Hermano en nuestro país. Su 70,9 % de los votos pasará a la historia como el tercer mayor porcentaje de todas las ediciones, tras los logrados por un Pepe Herrero (GH 7) imbatible y un Ángel Capitán (GH 11) frente a dos rivales que no lo eran. Extraordinario porcentaje que refleja fielmente la cuota de protagonismo de Paula en esta edición, y también está bastante cerca de lo que adelantaban algunas encuestas. En la de este blog, Paula destacaba con el mayor porcentaje, un 67 % anoche mismo, lo cual la convierte en la que más se aproximó a la realidad.

De nada sirvió el intento de suplantar la voluntad de la mayoría de la audiencia con campañas de desprestigio y rifas delirantes. Espero que esto haga reflexionar a quien corresponda y en lo sucesivo se trate con guante de seda a los espectadores fieles que defienden el formato y cuya voluntad coincide con la aplastante mayoría. Y se emplee guante de hierro a los que intentan manipular la opinión por la vía del enredo. En mi humilde opinión, los primeros han sido ninguneados mientras se le bailaba el agua a los segundos. El mundo al revés. A los del enredo solo tengo una cosa de tres cifras que decirles: 70,9 %. Venga, hasta luego.

Por suerte, en la gran final de anoche fue todo mucho más cuerdo. “Mi locura es la respuesta sana a este mundo enfermo”, escribía Paula en su blog hace días, y fue la frase que quiso destacar su padre en conversación telefónica desde el paraíso, como ella llama a Hawái. Porque Paula es una loca muy cuerda, y lo demostró anoche gritando como una loca al saberse ganadora, minutos después de darle una lección de sensatez a Lucía aceptando una situación en la que era quien debía sentirse más incómoda. “Hemos visto la parte buena, y ahora toca la mala, y en esa tú también has sido protagonista, y por eso estás aquí”, le dijo. No podía haberlo explicado mejor.

La cuerda locura de Paula contrastó anoche con la reacción de mala perdedora que tuvo Yoli al saberse tercera finalista. Todavía no sabía que su propia familia había decidido que así fuera, cercenando sus posibilidades de hacer un papel mejor. La estrategia de la unificación de votos partía de una doble falacia. La elegida habría de ser Alejandra por hacer caso a las encuestas, decía su madre en una gala anterior. Bueno, también añadió que la veían más fuerte, como si fuera un soldado al que mandar a luchar en el frente de batalla. Pues bien, si ese era el criterio deberían haber hecho caso completamente a las encuestas.

No vale de nada turnarse en el pedaleo frente a un Miguel Induráin que les ganaba a todos de calle. La considerable distancia que revelaban las encuestas habría sido argumento para renunciar a la estrategia de concentrar los votos. De forma que basaron su estrategia en las encuestas para decantarse por Alejandra, pero esas mismas encuestas no recomendaban la concentración de votos por inútil. Imposible vencer a quien se acerca o incluso supera el 70 %, ya sea uniendo votos o no haciéndolo.

Ahora incluso sospecho que sencillamente eligieron a Alejandra sabiendo que la pobre Yoli se tomaría mejor la estrategia familiar. Lo demostró anoche aceptando la decisión de buen grado y defendiendo como lógico aquello que la había dejado fuera de cualquier posibilidad de triunfo. En un despiste le dijo Mercedes Milá que habían gastado un dineral quienes la habían estado llamando “miyoli” todo este tiempo, pero no es cierto. Siguiendo las indicaciones familiares, fue Alejandra quien se llevó todo el gasto, al menos en esta última y decisiva semana.

Hasta la elección de la prima que debía concentrar el voto es discutible. Anoche mismo la exitosa App de Gran Hermano 15 hacía la siguiente pregunta: “¿Qué prima es tu favorita?”, y un 74 % respondía que Yolanda, frente al 26 % de Alejandra. Lo cierto es que anoche Alejandra le daba una lección de buen perder a su prima, soportando muy bien la entrada en brote de Paula al conocer que era la ganadora. Buena reacción, cariñosa hacia su rival, lo cual contrasta con la despedida que había protagonizado un rato antes Yoli. Solo acertó a desear suerte (sin dirigirse a ella expresamente) cuando Paula la despedía, después de no haber sido capaz ni de mirarla a la cara. Era como si Paula no existiese para Yoli.

Semejante contraste de reacciones se dio en plató en el momento que Milá abrió el sobre y dijo el nombre de Paula. Mientras en la fila de atrás saltaban de alegría Luis y Hugo, las familias de las primas respondían de forma desigual. Los padres de Alejandra aplaudían educadamente, mientras que los de Yoli permanecían como un palo, con las manos quietas y el gesto adusto, especialmente su madre. Los mismos malos modos tuvo cuando dijo que solo merecían ganar su hija y su sobrina. Pues no, señora mía, no es así. Merecerlo lo merecían las tres, aunque usted solo quiso que el público decidiese entre dos de ellas, y el resultado fue cristalino: 70,9 %. Venga, hasta luego.

Antes de llegar al momento de gran clímax en la noche, Paula y Alejandra recibieron visita por separado en la casa. Una casa que parecía salida de un cuento de Navidad de Dickens, especialmente en ese comienzo de gala precioso, con Mercedes encendiendo luces con un gesto, como un auténtico ángel. Enhorabuena al equipo del programa por el imaginativo comienzo de las galas de presentación y final esta temporada. La magia de Gran Hermano tuvo ayer su plasmación en las imágenes de ese arranque fantástico, nunca mejor dicho. La visita de Alejandra era más grata que la de Paula, Vitín frente a la pareja Omar y Lucía.

El bueno de Vitín le puso un poco al día a Alejandra, llevándole la alegría que corresponde en un día como ese, al que muy pocos llegan. Sin embargo, Paula tuvo que soportar estoicamente la visita de dos enemigos, aunque solo pueda imaginar una parte de todo lo que la intentaron perjudicar desde el sector más activo de la fila cero, o fila de los reventados. Este término, añadido a la jerga de Gran Hermano por Iván Madrazo, debería aplicarse no solamente a los exconcursantes que concentran su frustración en el ganador sino también en una parte de la opinión pública. Por ejemplo, aquellos que anoche rabiaban porque la visita de Omar y Lucía podía beneficiar a Paula en votos, incluso afirmaban estar seguros de que el programa lo había hecho así con tal fin. Esto se merece solo un comentario. Bueno, no, mejor un dato: 70,9 %. Venga, hasta luego.

La propia situación define y explica lo que sucedió anoche. Alejandra no tenía una trama que analizar y su visita habría de ser la de un concursante al que ella vino a aliarse tras muchas semanas de encierro. Lo mismo sucedió con una entrevista en la que apenas había nada que rascar. No obstante, me hubiera gustado que tratasen con algo de calma sus polémicas con Fran, por ejemplo, o aquella conversación en el vestidor con Luis en la que ella ganó muchos puntos para algunos espectadores, entre los que me encuentro. El contraste con Paula es bárbaro, puesto que su trama con la pareja de Carabanchel no solo provocó roces en la casa anoche sino que la polémica tuvo continuidad en plató.

En la casa, Lucía protestaba por tener que ver una y otra vez los mismos vídeos. Se me ocurre una forma muy sencilla de no verlos: que se quede en su casa y se ponga la radio, o algo. Ya en plató se negaba a pedir perdón a Paula, tal como había prometido, por sus acreditados problemas de audición, lo cual quedó claro en el ‘Perrogate’. Mala suerte que se comprometiese a pedir perdón cuando Paula saliese, sin pensar que podía ser en la final. De forma que, con la expectación de la audiencia en su punto más alto, Lucía vino a desdecirse incumpliendo su compromiso.

“¿Puedes ser más macarra?”, le preguntó Mercedes, lo cual solo puedo entender como una pregunta retórica. Ella contestó que sí (no cabía duda) y añadió entre dientes: “Como vuelvas a mirar así a mi hermana te arranco la cabeza”. Debo entender que no se refería a Mercedes sino a Paula, que con gran sensatez había terciado diciendo que su perdón no le vale de nada porque ella siempre supo lo que había dicho, algo muy distinto a lo que decía el clan de los sordos (Lucía, Omar y Alfredo). En realidad, el mayor descrédito de los tres no viene por algo que puede solucionar un audífono (Ga-es, ya sabes), sino por tener la poca educación de escuchar detrás de las puertas.

Tampoco le voy a dedicar más líneas a otra cosa que convierte a Omar y Lucía en imagen especular uno del otro. Lo de arrancar cabezas y colgar de árboles es un instinto común. Son un amor los dos. Y luego me preguntan por qué tengo debilidad por Vitín. ¡Cáspita, creí que estaría claro! Porque él jamás diría algo así. Me da igual si luego es el primero en tener instintos de María Antonieta, queriendo hacer rodar cabezas. Pero al menos hace lo que una persona normal, se lo calla y santas pascuas. Yo prefiero la cabeza de Lucía en su sitio, y su sitio fuera de un plató de televisión.

El buen rollo se apoderó del plató en varios momentos de la noche, supongo que por aprovechar los últimos momentos posibles. O sea, en plan “para lo que me queda en el convento, me cisco dentro”. Total, el debate con todos el domingo y se acabó. Por cierto, sin pudor estamos diciendo todos lo de “todos”, pasando de Papirrín igual que ayer las tres finalistas. Ni una lo echó en falta, oiga. Pues bien, los primos han transmutado de animadores socioculturales especializados en geriátricos a dos señores de muy mal rollo todo el rato. Y Azahara también andaba clamando porque solo se ha visto de ella su relación con Juanma. Vaya, yo pienso que demasiado se ha visto.

¿O acaso quiere ahora Azahara recordar cuando un psicólogo del programa y el ‘súper’ le tuvieron que decir que espabilase porque estaba desaparecida siempre en la casa? Si eso no es hacerle un favor, que venga Luis Fonsi y lo vea (no viene a cuento, pero no quería dejar esto sin una mención al pobre Fonsi, que tuvo una mala digestión anoche y parecía que se había comido a Bisbal, como poco). Y luego vino lo de Fran, el gran Fran, inconmensurable Fran. Es un ser tan extraordinario que ha sido capaz de ver las 24 horas de más de dos meses en dos semanas. Es un nuevo gurú de la física, que merece pasar a la historia igual que Fitzgerald (no sé si Kennedy, Ella o la duquesa).

Pues miren, queridos concursantes que anoche protestaban por los vídeos y eso. Yo sí me lo he visto todo. Casi las 24 horas íntegras día tras día durante tres intensos meses. Todos los resúmenes diarios, galas y debates. Dudo mucho que Azahara haya visto un conguito de la Rubia, por no decir una mierda. Pero yo sí, y mi conclusión es que este año han estado de 10. Igual que digo una cosa digo la otra. Si hay ‘realidad paralela’ hay ‘realidad paralela’ y si hay buenos vídeos los hay. Y en Gran Hermano 15 ha tocado lo segundo. Me parece a mí que quienes han visto lo contrario se lo inventan (no han visto un conguito, como digo) o se duelen por la herida de no haber visto a las primas ganadoras. O sea, a Alejandra.

De las entrevistas a las primas solo destacar la decepción de Alejandra por el triunfo de Paula. Demasiado bien había quedado aguantando el tipo en el momento en que se proclamaba ganadora a su rival como para mantener el buen tono en plató. Y lo de su prima se concentró en Jonathan, porque ambos por separado casi no han existido dentro de la casa de Guadalix. He dicho por activa y por pasiva que Jonathan me parece poco menos que un estafador, pero anoche no pude evitar sentir pena por él. Vi excesiva presión considerando su estado. Era verdad que se le trababa la lengua y su voz sonaba al límite del llanto. No rompió de puro milagro. Incluso me tuve que poner de su lado cuando explicaba otra parte de lo que dijo en el debate del domingo sobre Yoli, que reconozco como cierto.

Pero lo bueno fue cuando Yoli, después de haber afirmado que estaba decepcionada con Jonathan por no haber dicho abiertamente que ella era su ganadora preferida, rectificaba con celeridad al ver abierto un resquicio de posibilidad con el primo. Y todo eso enfundada en un corpiño que no la dejaba apenas respirar, como escuchamos por un duende de sonido al final de la noche. Bastó que Jonathan dijera que había pasado lo que él temía, es decir, que había perdido a la “personita de fuera” (con la que nunca estuvo, ergo difícilmente puede perderla) y también a Yoli. No tardó esta ni dos segundos en decir: “A ver, que me ha molestado, pero…”. Me parto, en serio. A punto estuvo de decir que tampoco era tan importante no mojarse.

Una lástima que después de darme pena el chaval se le viera tan espabilado (y tan reventado) para decir aquello del circo. “Este es un programa al que se viene a hablar”, le dijo Mercedes. Supongo que en ese momento Azahara miró fijamente al suelo disimulando. “Y un circo, también”, respondió Jonathan. “Yo no vengo a domar a los leones”, dijo Mercedes. Y yo imaginé entonces a la presentadora con una silla en la mano azuzando a la fila cero. Me estaba gustando bastante mi ensoñación, pero tenía que seguir viendo la gala.

Y llegó Paula, al igual que sus dos rivales en una carroza, también de Dickens, y con un foco cegando sus ojos. No hacía falta tanta iluminación, porque la hawaiana brilla con luz propia. Entró con toda su energía en plató, saltó, gritó y lo celebró con sus seguidores casi uno a uno, animada por Mercedes. Pero, sobre todo, abrazó impresionada a su madre y hermano, a los que no esperaba encontrar. En su entrevista demostró sensatez y entereza, pasando con nota tragos como el vídeo de “me he pegado con mi abuela”, supongo que para contentar a los del enredo. Hay que ser muy lelo para interpretar eso en su textualidad y no darse cuenta de que enfatizaba para consolar a Xamy. Viene a ser lo mismo que si yo hoy me creo que la cabeza de Paula corre riesgo porque Lucía realmente tiene intención de arrancársela. Pues eso mismo.

Moleskine del gato

Lo dije hace unas semanas: Si no sale bien es que no es el final. Salió bien y Paula, la gran protagonista de esta edición, terminó abrazada al maletín, después de que Susana Molina se lo entregara con bastante poco entusiasmo. Otra que no supo estar a la altura de lo que demandaba la noche. Atrás quedan tres meses en que el programa de nuestros amores nos volvió a sorprender, que no es poca cosa. Tres meses de magia que hemos vivido con la misma pasión de siempre. Paula ha hecho mucho para ello. Hubiera sido bien distinto sin ella, sin sus “muero de amor”, sin su entusiasmo, sin su arrojo para vivir esto a tope, con la generosidad de no escatimar nada al espectador. Por eso, gracias, Paula. Y enhorabuena. Eres una de las nuestras.

Solo dos cosas más. Primero, que el lunes estaré aquí para comentar el debate con todos los concursantes (menos el mexicano). Y luego, que un juez tipo Ruz (de Garzón no digo nada porque creo que anda cazando ciervos por Argentina) debería ponerse a investigar lo de ciertas recargas a los móviles para votar, igual encuentra ahí una trama que ni la Gürtel.

Ah, y dejo cartelera con Paula, una ganadora muy guerrera.