Luis, más hermano que torero
Tenía previsto comenzar los daguerrotipos (perfiles de los concursantes según mi personal óptica, más o menos deformadora de la realidad) el próximo lunes, pero he decidido adelantarlo a hoy y empezar con Luis de Ramírez. Esta noche habrá dos expulsiones, la correspondiente a las últimas nominaciones dentro de la casa y una segunda que se resolverá con los primeros votos para decidir el ganador de esta edición. Se abrirán los teléfonos y mensajes cortos para votar en positivo, es decir, para salvar en lugar de para expulsar. A la hora de cerrar los teléfonos se convertirá en el segundo expulsado de la noche aquel que haya recibido menos votos.
Hay, por tanto, dos ocasiones de ver hoy a Luis fuera de la casa. Sospecho que la primera expulsión se resolverá entre Luis y Alejandra, quedando lamentablemente a salvo Jonathan. En cualquiera de los dos primeros casos tendríamos a dos concursantes que se quedarían sin daguerrotipo, mientras que Jonathan habría de tenerlo al ser uno de los que se jugasen un puesto en la final. Imposible admitir tamaño despropósito. Por eso he decidido adelantar estos retratos de los concursantes de este año, que suelen estar reservados a aquellos que han llegado al tramo final del concurso por merecimiento propio. Pero como aquí manda este gato caprichoso, si Jonathan se salva también de la segunda expulsión he decidido no hacer su daguerrotipo.
Una vez tomada esa decisión tenía que decidir si abordar hoy la figura de Luis o de Alejandra. Me he decidido por el primer caso porque esta última puede ser glosada cuando le toque a su prima Yoli. En definitiva, ellas han sido pareja desde el principio, una de las dos que no ha sido separada aún por la decisión de la audiencia votante. El daguerrotipo de una sirve para la otra. Las "Zipi y Zape", como les llama algún familiar en el vídeo que vimos el pasado domingo, van juntas también en esto. Por tanto, el primero de estos perfiles será para Luis, puesto que no puedo consentir que se quedara sin él mientras las circunstancias me obligasen a hacérselo a los dos primos.
Luis de Ramírez entró en la casa siendo el torero de Gran Hermano y saldrá siendo el hermano de Paula. No es nada malo que así sea, aunque su protagonismo no se apoya en esta concursante sino que fue labrado por él mismo, que aún sigue demostrando personalidad, tesón y una capacidad proverbial de observación que tanto le ha separado de su pareja en el concurso, el sin par Fran. Mientras Fran naufragaba siempre en sus exóticas conspiranoias, dando palos de ciego en todo momento, Luis se reservaba su análisis de la situación, que solo compartía cuando era exhortado para ello por su compañero en el concurso. Que torero y apoderado tuvieran una actitud tan diferente ante el concurso fue una de las cosas que les hizo ir cada uno por su lado, sin ni siquiera conocer (mucho menos compartir) los pasos que fuera a dar del otro.
Luis no dudó en enfrentarse, siempre que lo consideró oportuno, a su apoderado y pareja en el juego. Lo hizo con firmeza aquella noche que Fran se negó a disfrutar de la cena con que el programa premiaba a los chicos por ser ganadores en la prueba de la canción ‘Gerónimo’. Entonces le censuró que no hubiera compartido con él su decisión, entre otras cosas porque con su sorpresa de última hora estaba dejando mal a todos los demás, colgándose una medalla que necesitaba en ese momento más nunca, cuestionado en toda la casa por informaciones llegadas del exterior. Pero eso no justificaba una postura tan poco leal.
Si de algo no se puede acusar a Luis es de falta de lealtad. Lo ha sido de forma inquebrantable, justificando en ocasiones lo injustificable respecto a Fran, con quien hizo una apreciable labor consistente en minimizar los daños, aunque para eso tuviera que decir graciosas insensateces como aquello de que igual habían reído en plató porque alguien se había tropezado. Luis intentó blanquear el sepulcro de Fran siempre que pudo, algo especialmente meritorio si tenemos en cuenta que él era el primero en darse cuenta de todo lo que estaba pasando. Estoy seguro de ello tras observar a este concursante durante más de setenta y cinco días.
A Luis no se le escapa una, lo cual me ha resultado llamativo en bastantes ocasiones. Esta semana, sin ir más lejos, me sorprendió adivinando un enfado repentino de Paula durante el desarrollo de la prueba del dron. Más que un enfado fue un simple cambio de humor, que apreció al instante e incluso supo atribuir con precisión a un abrazo espontáneo que le había dado unos minutos antes a Alejandra. Luis detectó al momento el cambio de humor en Paula, además de atribuirlo sin dudar a la razón aludida. Acertaba en ambas cosas, y para rematar la faena también lo hacía a la hora de abordar la situación. Primero le daba distancia a Paula, como hacen los buenos toreros. Dejó que tuviera tiempo de enfriar el enfado y entonces habló con ella en el jardín. Una vez más daba en clavo con sus palabras sanadoras, y en un tiempo récord lograba que Paula dejase de estar enojada, teniéndola de nuevo en el bolsillo.
Luis es un chico listo, leal y creativo. ¿Por qué no ha rentabilizado mejor sus cualidades? ¿Qué pegas tuvimos con él para que hoy no sea considerado como un posible ganador? Si me dejan, intentaré pergeñar algunas teorías con las que responder a mis propias preguntas. Posiblemente no haya quedado como algo evidente, pero creo que Luis ha sido un concursante mucho más kamikaze de lo que pudiera parecer. Bajo su apariencia de corrección, Luis ha concursado siempre a calzón quitado, lo cual cuadra perfectamente con alguien que no usa ropa interior, como él mismo ha confesado. Hubiera podido elegir sus consejos mirando la propia conveniencia, pero no lo hizo nunca. Muy al contrario, en muchas ocasiones cada consejo que daba era un aldabonazo contra sus propias aspiraciones.
Por mucho que se diga, su acercamiento a Paula no dependió de un megafonazo desde el exterior que clamase por hacer ganadora del concurso a la hawaiana. De haber hecho caso a lo que se ha escuchado en esa casa viniendo de fuera no hubieran podido repartir su tiempo y sus afectos entre todos los que fueron presentados como ganadores por sus hinchadas. Muy torpes tendrían que ser para dar importancia a algo que no es para ellos nada más que un rato de divertimento. Así fue siempre, salvo si el megáfono hacía revelaciones inesperadas, como hablar del difunto “rabo” de Amor (GH 9) o las veleidades de Noemí (GH 12+1) en Big Brother Brasil.
Luis se acercó a Paula tras descubrir en ella una persona traicionada y burlada por el que había sido su pareja durante las tres primeras semanas de concurso. No obstante, dudo mucho que lo hiciera por lástima, más bien me inclino a pensar que esta circunstancia fue coincidente con el descubrimiento de una mujer que escondía su prematura madurez con esa locura estridente que a muchos molestaba. La atracción fue mutua y, en cuanto comenzaron a trabar amistad, Paula descubría un Luis soñador, que tenía gran facilidad para hacerla llorar tan solo contando sus planes de viajar a mil países para no dejar de sentirse vivo y poder sorprenderse por multitud de experiencias. Porque la vida es demasiado corta como para no tener todo el rato la sensación de estar perdiendo un poco el tiempo.
Una llama había prendido entre ellos, y hoy en día sigue aún viva y humeante. No me cabe duda de que los dos han tenido ganas de despejar la duda y ponerle nombre a la llama, pero la potencia de esta les terminó disuadiendo de ello. No fuera que de tanto prestar atención a eso se dejasen de mirar entre los dos, y encima se terminase apagando la llama. Por suerte, siguen atentos el uno al otro, tal vez hasta esta misma noche, que el concurso puede decidir separarlos. Y ya digo que la llama sigue igual de viva.
Eso sí, han seguido esquivando dar otro nombre a lo suyo que no sea el de hermanos. En definitiva, hermanos (y grandes) son todos. Aunque nunca terminaré de verles como tal, especialmente cuando se abrazan en la cama y se dan toneladas de cariño. Cariño fraternal, puede ser, pero no solo eso. Lo que hay entre ellos es algo más, aunque posiblemente se escape a lo que la castradora cultura que nos han dado nos permite entender. Eligieron ese término como podrían haber hecho con cualquier otro. Y en este momento es cuando este gato se acuerda de su adorado Pedro Salinas, y el poema que comienza diciendo: "¡Qué alegría más alta: / vivir en los pronombres!". Y termina así: "Y vuelto ya al anónimo / eterno del desnudo, / de la piedra, del mundo, te diré: / 'Yo te quiero, soy yo'".
La lealtad de Luis ha sido proverbial. Lo fue con Fran, a quien dijo siempre lo que pensaba, pero nunca puso al pie de los caballos. Tampoco hizo por desmarcarse de él, evitando la tentación de no querer ser relacionado con alguien que podía perjudicarle mucho en el concurso. Pero me temo que el concurso ha sido siempre algo secundario para él. También fue leal hasta el final con Paula, incluso cuando algunos agoreros (“azogues, almas cortas”, que dice también Salinas) pretendían hacerle pasar por un interesado que se apartaría de su “hermana” al saber que la votación con Omar había estado muy ajustada. Artificialmente ajustada, como ya contamos. Pues no fue así, porque Luis es un tipo de principios.
Sobre las pegas que le vimos, el tiempo ha logrado que incluso eso haya corregido. Creo que Luis ha terminado de entender que no se puede pretender ordenar las mentes de los demás, ni que los demás hablen como a él le gustaría, y mucho menos mandar sobre su hermana. Todo esto pretendió en bastantes ocasiones. Quiso decirle a Alejandra las expresiones que debía utilizar y cuáles no. ¡Error! También pretendió mantener una conversación ordenada con Omar, algo mucho más insólito e imposible que pedirle peras al olmo. ¡Error! Y eso que Omar le demostró que era más listo que él o, al menos, dialécticamente superior. Y, sobre todo, intentó una vez tras otra determinar si Paula debía hablar o no. ¡Error fatal! Y definitivo.
Fue una equivocación pretender sujetar a Paula porque ella no se deja fácilmente. Pero, sobre todo, porque solo él pensaba que era mejor así. Hemos visto a esta concursante contenida ante los graves insultos y desprecios de Omar. Después de eso no podíamos dudar de que no corría peligro diciendo a esa misma persona lo que pensaba. Sabíamos todos que no nos fallaría. Bueno, todos menos Luis. Aun cuando existiera ese peligro, el derecho a no callarse una respuesta está por encima de cualquier otra consideración. Es así siempre, y muy en especial en este caso. Sencillamente, Paula se lo merecía.
Por eso censuramos una y otra vez a Luis. Llegué a verle como un obstáculo para Paula, una presencia castradora que podía perjudicar al grupo en su conjunto. Puede que fuera un poco exagerado, aunque también he de reconocer que Luis ha corregido ese impulso castrador con el paso del tiempo. Posiblemente ha entendido que no es justo, y ni siquiera es práctico. Sus intentos fueron siempre vanos. Imposible evitar que Alejandra dijera “chocho” porque al señorito le molestaba. Y cuando logró frenar a Paula, ni sus buenas intenciones declaradas consiguieron evitar el monumental enfado de ella.
El espíritu creativo de Luis, las ganas y la necesidad que tiene de hacer cosas, puede ser algo que termine dando al traste con su aspiración de convertirse en matador de toros. Pensé eso en varias ocasiones, por ejemplo cuando hablaba de encerrarse en un ático de Madrid para crear, sacar su colección de bisutería y miles de ideas más que parecen agolparse en su cabeza. En principio, parecen pajaritos más que otra cosa, pero todos los emprendedores han sido incomprendidos en sus comienzos. Algunas de sus ideas, presumiblemente innovadoras, están bastante trilladas. Como eso de que le hagan promoción blogueros famosos. En algunas cosas, Luis está más perdido que Ana Botella en una conferencia internacional.
Tal vez su hermanamiento con Paula haya impedido que veamos a Luis por sí solo, como una entidad propia, no asociada a otro concursante. No obstante, esa relación le ha proporcionado satisfacciones personales y, en alguna medida, una cuota de protagonismo que igual no hubiera tenido en otro caso. Esto nunca podremos saberlo. En todo caso, Luis ha brillado con luz propia, y su presencia ha beneficiado mucho más que perjudicado a Paula. Su generosidad, intuición y creatividad le han convertido en un concursante más que digno. Todo un lujo al lado de auténticos muebles que apenas han aportado una centésima parte de lo que hizo Luis.
Por todo lo dicho, no puedo evitar una insondable tristeza al pensar que pueda ser uno de los expulsados de esta noche. No lo merece. Mucho menos al lado de Jonathan, Juanma, Hugo o Azahara. En esta hora siempre me pregunto lo mismo sobre los concursantes: ¿Habría cambiado mucho la historia de estos meses sin él? En el caso de Luis la respuesta es un rotundo sí. En la retina aún tengo esa secuencia del resumen diario de ayer en el que lograba calmar a una Paula nerviosa por la tensión del circuito de la prueba semanal. Lo hizo animándola a gritar, incluso gritando con ella. Ambos terminaron corriendo alocadamente por el recinto del pabellón. Inmejorable manera de descargar tensiones. ¡Grande Luis!
Moleskine del gato
Hoy tenemos una fiesta, aunque me temo que puede terminar teniendo más visos de drama. Se resolverán dos expulsiones, como ya he contado, y una de ellas será triste con toda seguridad. Solo lo compensa que al frente de todo estará, como siempre, Mercedes Milá. Y allí nos tendrá a todos. Todos.