Meri y Bárbara vapulean sin gran esfuerzo a Fer
Las personalidades egocéntricas tienen muy poca empatía. De ahí vienen algunos de los problemas que están poniendo de manifiesto determinados concursantes. Pocas veces se ha visto tal concentración de egocentrismo. Como dije el día después del estreno, esa es la casa de los egos desmedidos, lo cual agrava la situación puesto que es más fácil chocar entre egocéntricos. El egocéntrico no es capaz de reconocer los sentimientos de los demás, pero necesita ser admirado, halagado y respetado. ¿Quién presta atención a quién cuando todos están ocupados en mimar su ego? Si no todos pongamos que casi todos.
Cuando Pol vuelve de su primera visita a El Club no presta a Miguel la atención que este espera. Al día siguiente le reprocha que estando nominado no fuera a consolarle. Le falla la empatía a Miguel, incapaz de hacerse cargo de la situación en la que se encuentra Pol. Está impresionado, todavía asimilando su experiencia. Le acaban de dar un poder importante en el programa, ha visto las nominaciones de todos antes de nominar él, ha vetado a Candelas, sabe que decidirá en la prueba semanal y no sé cuántas cosas más.
Aunque Pol no haya podido contar nada, es fácil entender que está confuso, inmerso en su propio mundo al volver de El Club. Con un poco más de empatía, Miguel hubiera entendido que no era el momento, esperando recuperar al día siguiente esa cuota de cariño por parte de Pol. Sin embargo, en lugar de aguardar pone a Pol en la incómoda situación de los reproches.
La persona egocéntrica se cree con derecho a un trato preferente y a gozar de mayores privilegios por parte de los demás. Por eso es inteligente la maniobra de Miguel con Clara y la expectativa de contarle algo que no sabe nadie. Lástima que al enumerar las excepciones la cosa se corrige espectacularmente. “No lo sabe nadie, aparte de la organización y toda España”, le dice textualmente Miguel a Clara. Insisto que son palabras textuales, por imposible que parezca.
Menuda exclusiva de mierda si ya lo sabe toda España. Nadie se cree que su defensora en plató no conociera el secreto de Miguel. La lógica más elemental indica que le deba hacer entre poca gracia y ninguna que Miguel no le haya dicho nada a ella en años y ahora en diez días decida revelar el secreto a Carla. Pero en este asunto todos estamos disimulando. Miguel disimula su frente despejada con la drástica medida de rapar la zona central de su cabeza para pegar la prótesis de pelo, mientras que toda la casa disimula que se ha coscado de que el pelo no es suyo. ¿Hasta cuándo durará este sainete?
Miguel, ajeno a todo, sigue con el plan urdido y el día que cambia de bisoñé comparte su secreto con Clara, que se hace la sorprendida. Impresionada estaría por como despegaba eso de su cabeza mientras interpretaba el drama como una vedete crepuscular, mostrando su rostro desnudo de maquillaje. O, como decía anoche muy acertadamente Jordi González, el payaso que se borra la sonrisa pintada en su rostro mostrando el contraste con su triste gesto. Y llora y todo eso.
Mi duda es la siguiente: ¿Pretenderá ir destapando su cabeza delante de sus compañeros de encierro uno a uno? ¿Cuál es la frecuencia prevista? Si no se da prisa va a ser una sorpresa interruptus, porque todo indica que se será expulsado este jueves, aunque tiene opción a ser repescado tras pasar por El Contra Club, del que hablaré más adelante. Nunca trago con el concursante que trae el guion escrito de casa. Miguel es un espectáculo como concursante, acorde con el alto nivel del fantástico casting que tiene esta edición. Lástima que cojee tanto su guion. ¿A quién quiere dar pena? Solo es una frente despejada, ¡por lo más sagrado! Ya basta de darle tanta importancia al físico.
Anoche Bárbara le contaba a Pol (quien se entera más bien poco, pero algo sabía ya) que Miguel lleva peluquín. Tras contárselo a Clara se cambió de prótesis y ni siquiera ha tenido la precaución de llevar dos con el pelo del mismo color, por lo que amaneció más rubio la mañana del domingo. Dijo que se le había ido la mano con el tinte, y todos (o casi todos) pensaron que había teñido la peluca. Mira, que le dé importancia al físico, si quiere. Pero acabemos ya con esto. Que alguien le diga algo a Miguel y no siga intentando amortizar el bisoñé.
Montó su representación ante una Clara a la que parecía costarle hacer algún comentario. “Eres el mismo Miguel, igual de guapo”, decía. Entonces lo abrazaba, porque mientras se abraza no hace falta decir más. No contaban con que Pablo estaba mosca y decidido a descubrirles. Quisieron impedirle entrar al cuarto de lavado, aunque tampoco contaron con su tozudez. Pablo entró finalmente con la excusa de coger unos calcetines. Mucho más sencillo hubiera sido dejarle coger lo que quisiera y seguir luego ellos con lo suyo. Gran Hermano se simboliza en la condición de aislamiento y la pérdida de la privacidad. No hay ninguna estancia reservada en la casa, salvo el ‘confe’ (y El Club en esta edición). Mención aparte para el retrete por razones obvias. Nadie debe impedir jamás a otro el acceso a una estancia.
Lo educado es aguardar, aunque mil veces hemos visto alguien interrumpiendo una conversación que los protagonistas retoman cuando se marcha. Eso deberían haber hecho, sin darle mayor importancia ni tratar a Pablo como a un tarado. Casi toda la casa se ríe de Pablo desde el primer día. Me temo que no lo tratarían así si tuviera los músculos de Alain. En su lugar, Pablo es enjuto, va con gafitas y recuerda a Norman Bates. Cada burla a Pablo merece ser compensada con que este concursante asista a la expulsión del burlador. Justicia divina, se llama.
Por suerte pudimos escuchar el ‘confe’ que hizo Pablo después de la escena referida. Serían sobre las cinco de la madrugada, y tanto extremó su argumento que llegó a decir algo así como que nominaría a Clara y Miguel porque hablan entre ellos. Hombre, tampoco es eso. No negaré que Pablo tiene una personalidad bastante paranoica. En su personalidad múltiple, le veo siendo delegado de curso en el colegio y a la vez entre los que boicoteaban al delegado de curso. Anoche amenazó por primera vez con abandonar y el nivel de sus obsesiones es preocupante. Piensa que Miguel estaba encerrado con Clara porque igual ambos tienen una misión de Gran Hermano y por eso desaparecen cosas. Al tiempo, Miguel piensa que es Noelia la que tiene una misión. Nadie se fía de nadie, y eso nos viene bien para lo nuestro.
El sábado Pablo terminaba aceptando hablar con Clara, que lo había intentado varias veces a lo largo del día. El tono de Clara es bastante prepotente casi siempre. Al escucharla me parece siempre pedante y pretenciosa, con una clara tendencia a la evangelización y un tono permanente de cierta trascendencia. Si solo hubiera sido eso. Porque con Pablo traspasó las barreras de lo permisible, mostrando una agresividad excesiva. Si a mí me habla de ese modo hubiera soportado un minuto de conversación. Pablo, sin embargo, aguantó el tirón y cuando Clara ya se había ido remató la conversación así: “Sigo pensando lo mismo”.
Miss Simpatía (Clara ganó ese título el último año de Miss España) abroncaba a Pablo partiendo de una falacia máxima: que va llevando información de un grupo a otro. Tampoco es algo grave ni sería exclusivo de este concursante. Lo hace a veces, como todos. También Clara. La mejor conversación entre estos dos es esa en la que Clara decía: “Conmigo no te enfrentes”; y la respuesta de Pablo fue: “Me enfrento con quien quiera, que algunos os creéis por encima”. Pablo hace mal en repetir “esta es mi casa”, pero es una frase escuchada centenares de veces en la historia de Gran Hermano.
Lo peor de Clara y Miguel está todavía por comentar, aunque no me veo con fuerzas. Me refiero a sus conversaciones repletas de claves (copas, hielos, etc), que me traen el nefasto recuerdo de Tarifa y Nueva York, fantásticas ciudades por otra parte. Otro de los alicientes que veo en la expulsión de Miguel es observar la reacción de Clara. No es de extrañar que esta concursante se lleve tan bien con Fer.
Tampoco es pequeño el interés que me suscita la reacción de Fer cuando viera volver este jueves a Meri, a ser posible acompañada de Candelas. Meri ha ganado puntos de forma espectacular desde el jueves, pasando de ser mi preferida para la expulsión a una de mis favoritas. Su reacción ante Fer ha tenido mucho que ver, tanto la noche del jueves como durante la fiesta del viernes, aunque no ha sido esto lo único.
Meri dio un revolcón a Fer, el tartufo que ha pretendido basar su juego en la ausencia de conflictos, como si estuvieran en La Aldea del Arce. Se ha atornillado a la cocina y ya reclama que le rindan pleitesía por ello. Malo cuando alguien hace las cosas para que los demás se lo agradezcan. Su plan se ha ido a pique pronto. La primera en la frente con la nominación a Meri. Imposible que Fer pensara que no saldría nominada. Hizo bien ella misma en recordárselo: se posicionó más de media casa en su contra ante Laura. La explicación de Fer cae por su propio peso. No se queja Meri del voto. Es más, no ha dicho ni una palabra sobre los demás votos recibidos. Solo se duele por la traición y el engaño del concursante tartufo.
Anoche fue Bárbara la que noqueó a Fer. A pesar del monumental bucle, aplaudo a la alicantina hasta con las orejas. Maravillosa con Fer, y no menos maravillosa Meri contándole a Bárbara que se había burlado de ella y de sus labios. Esto fue lo que provocó la discusión de anoche, en la que Bárbara repartió sopapos por doquier a Fer. Dialécticos, por supuesto. Bárbara me descuadra por posicionarse siempre del lado que lo hace. Me gana con ello. Luego lo contó como le dio la gana, poco fiel a la realidad, igual que dijo haber puesto las bolas de la prueba para acceder al club de derecha a izquierda en la parte de arriba, y no es cierto.
Puso la primera bola a la quinta casilla (después de intentar ponérsela a Pol, que no contaba) y la segunda a la de al lado. Al final fue Bárbara la ganadora, y compartirá club con Pol. La suerte nos ha iluminado, porque ella sí aprovechará el poder que le confiere su nuevo estatus. El nuevo juego de las bolas, que anoche llevó Carlos Lozano, tuvo lugar por el error de Adara el jueves, y por eso ella no entraba en liza. Me parece tan curioso como interesante recordar el reparto de bolas anoche, que fue como sigue:
Montse > Alain, Clara, Fer
Meri > Bea, Clara, Rodrigo, Noelia, Alain
Alain > Montse, Montse, Bea, Noelia
Álvaro > Miguel, Candelas, Montse
Bea > Miguel, Candelas
Miguel > Pablo
Candelas > Fer
Pablo > Miguel, Clara, Rodrigo, Noelia, Meri, Bárbara
Clara > Fer, Meri
Rodri > Meri, Meri
Bárbara > Rodrigo, Beatriz, Álvaro, Alain, Pablo, Pablo
Noelia > Álvaro, Álvaro
Fer no llegó a poner ninguna bola. Algunos repiten elección, poniendo varias bolas al mismo compañero. No termino de entender la inquina de Alain hacia Montse (le dio sus dos primeras bolas), y me sorprende gratamente que Noelia vuelva a metérselas (ya lo hizo el jueves) a Álvaro. Por cierto, la primera bola de Clara a Fer fue por error, evitando el ‘súper’ que hiciese trampa cambiándola de sitio.
Me dejo muchísimas cosas que me gustaría comentar, aunque confío en que hoy tengan un día tranquilo y pueda recuperar alguna para mañana. Sobre todo, la discusión que tuvieron anoche sobre la comida. Fer y Clara han escondido latas de atún, supuestamente por el bien común. Dos errores en uno. Primero, no se debe esconder comida nunca. Segundo, húyase siempre del papel de ‘salvapatrias’. También es cierto que ya es hora de contar mis ‘segundas impresiones’. El caso es que ahora es preciso comentar la bomba revelada anoche en el Debate. Resulta que los tres primeros expulsados se quedarán en Guadalix, acompañados de tres exconcursantes cuyo punto en común es que fueron los primeros expulsados de sus correspondientes ediciones. Esos tres primeros expulsados de esta edición optarán a la repesca.
Esto bastardea el formato hasta el punto de provocar que la audiencia pueda decidir expulsar al concursante que desee proteger para que pueda optar a la repesca. La mecánica parte de una incongruencia: el segundo y el tercer expulsado ya no son primeros expulsados, por lo que carece de sentido hacerlos acompañar por exconcursantes que salieron los primeros. Más importante es que la audiencia votante no decidirá igual sabiendo que la repesca se limita a los tres primeros expulsados. Ese es un recurso que no debe anunciarse para evitar que condicione los votos de cada expulsión. Así se ha hecho siempre, con todo sentido. Ahora sabemos que los tres primeros expulsados tendrán el premio de optar a regresar.
Por no hablar de la caja que proporciona una vida extra de esos tres expulsados. No se ha dicho lo que sucederá, con lo cual se vuelve a negar al espectador el conocimiento de la mecánica del juego, que es conocida con cuentagotas dando la sensación de permanente improvisación. Y me pongo en un último supuesto. Anoche Jordi aclaró que el programa tiene en observación a Álvaro por las lacerantes palabras sobre mujeres y animales. Por esto último suman ya más de 115.000 peticiones de expulsión en una conocida plataforma. No estoy de acuerdo con la expulsión, cuyo impacto en el resto de concursantes es indeseable. Sin embargo, sería deseable que quedase nominado automáticamente de forma disciplinaria. La mecánica conocida anoche anula esa posibilidad, a no ser que se trate su caso como una excepción, lo cual se me antoja como demasiado complejo.
Moleskine del gato
Aprovechando que he terminado hablando de Álvaro, el viernes decía: “Tengo una capacidad mental importante”. Y yo pensaba entonces que podemos sustituir “capacidad” por “tara” tan ricamente. Mayor desfachatez no cabe cuando reconocía de nuevo que está en Gran Hermano para promocionar su marca de ropa. Demasiados motivos para abandonar ya la observación y tomar medidas respecto a este concursante.