Otra parte de mí

telecinco.es 04/03/2011 09:47

Dice Marta que no ha sido ella misma en el concurso, algo en lo que coincide con su amiga defensora en plató. Habremos de aceptar que es tal como ellas dos afirman, y tal vez esa sea la razón por la que nunca me ha gustado esta concursante. Su primer renuncio fue cuando se encargó de desmentir algo dicho por ella en su vídeo de presentación y confirmado después en la casa, aunque lo expresase de otra forma. "Soy un hombre encerrado en el cuerpo de una mujer", "soy adicta a los hombres", "no me gusta ir de compras, tal vez tenga que ver el tema de la promiscuidad" o "me gusta utilizar a los hombres" son afirmaciones que rehusó más tarde.

No negaré a nadie el derecho a rectificar, aunque en este caso me sentí un poco engañado por quien se presenta poco menos que como una come hombres y luego dice, sin mediar presión, que nada de lo dicho. Nadie le obligó a desdecirse, y mejor hubiera sido que no lo hiciera. En todo caso, pase este hecho como parte de los esfuerzos para participar en este programa y cumplir su sueño. En esta edición parece que nos hemos vuelto todos un poco locos y hemos decidido que como la mayoría de concursantes miente en los castings, intentando engañar a psicólogos y audiencia, esto no tiene importancia. Como si fuera una eximente la cantidad de gente que hace algo mal hecho.

Mucha gente roba, intimida o extorsiona; y espero que nunca me diga nadie que como lo hace tanta gente está bien hecho. Para mí, como amante de este programa, el mayor pecado de un concursante es que intente engañarme. Si el engaño parte de las pruebas de selección es aún más grave. Pero debe ser cosa mía, este veterano gato comentarista tiene unas manías muy raras. En cualquier caso, ese aparente engaño es muy poca cosa al lado de lo que supone el reconocimiento explícito de la concursante casi finalista aceptando en su entrevista en plató que no ha sido ella misma.

¿No fue ella misma durante cuatro meses y medio? Perdónenme, pero menuda estafa. La otra parte de sí misma que comentaba Marta anoche en la entrevista tras su expulsión, tal vez sea la parte más auténtica y no haya reparado en ello. Dice que ha descubierto otra parte de ella, que en su vida normal es de otra manera, más alegre, más alocada, pero en la casa de Guadalix salió otra Marta.

Insisto en la idea: ¿no será esta que hemos conocido la Marta auténtica? Tal vez con sus amigos adoptó una personalidad algo distinta, metiéndose en una piel que no le corresponde. Puede ser que esa Marta alocada fuera impuesta por su decisión, en contra de su verdadero yo. Tantas semanas encerrada en una casa dan hasta para cambiar de piel, y debajo de ese traje de la chica dependiente de sus amigos quizá se podía ocultar alguien no tan distinto de quien hemos podido conocer gracias a la magia de Gran Hermano.

El caso es que Marta fue la mayor representante de los tristes, cuya denominación bien pudo ser puesta en su honor y pudo haberse convertido en su principal abanderada. Ella resistió, como ninguno de sus compañeros hizo, casi hasta el final, salvada por una audiencia que no quiso castigarla nunca y solo lo hizo in extremis. También es cierto que no fue expulsada antes porque tras saltar la polémica lingüística no ha vuelto a estar nominada hasta esta última semana. Me alegro de que haya sido así, y no tuviera que salir injustamente por un comentario desafortunado pero desprovisto de mala intención.

Esperaba mucho más de la entrevista a esta última expulsada, tal vez porque me acostumbré a una Marta con cierta incontinencia verbal, capaz de aburrir en interminables discursos a una Chari que la escuchaba paciente en la suite. Es posible que la escuchase contar lo del chico aquel que le gusta unas seis o siete veces, razón por la cual debería haberse erigido una estatua a la gaditana, que anoche era extremadamente generosa con ella, lo cual deberá añadir a la lista de agradecimientos que le debe a Chari.

He escuchado a Marta analizar la situación de los demás, lanzándose en seguida a dar consejos (no pedidos la mayoría de las veces) que parecían sacados del Cosmopolitan. Pues bien, ayer fue incapaz de hacer esto mismo con ella, zafándose de los temas con desgana y poco interés. El amor propio se demuestra defendiendo las actitudes en estos meses, algo que hizo sin pasión ninguna. Y cuando lo hizo evitó entrar al fondo del asunto, con una habilidad innegable.

Es el caso de la polémica con el galego, que ella transformó en una defensa de su Galicia querida. No creo que nadie lo haya puesto en duda, solamente que le faltó algo de sensibilidad a la hora de hablar de la lengua de ese pueblo, no contando con poder molestar a mucha gente. Y gracias que en las imágenes mostradas anoche a la concursante no hablaba de los "nacionalistas exacerbados".

Anoche volvió a caer en el error al pretender convencer a la audiencia de que no estaba dando su opinión sino simplemente transmitiendo una realidad. Pero la realidad no es que solo los catetos hablan galego, sino más bien que quienes no han leído nunca una novela (como es su caso) jamás habrán podido sentir la curiosidad y experimentar el placer de leer a Castelao, Rosalía de Castro o Manuel Rivas en su lengua original.

Tampoco me convencieron las explicaciones sobre el estado de su ánimo hacia Joaquín, después de haber pasado por varias fases, entre las que están aquel numerito de la nota rota delante de las cámaras del 'confe', que a poco se equivoca y rompe otro papel con pinta de lista de la compra o similar. No me enteré cómo anda ahora el tema, si sigue con el rollo huracanes o a lo mejor está en vías de santificar al onubense, como hizo con su paisano Yago para dejarle a los pies de los caballos como regalo de despedida.

Me molestó especialmente que no saliera en defensa de Joaquín. ¿Cómo iba a esperarlo? Si esta chica no sale ni siquiera en su defensa cuando dicen algo tan grave (¡madre mía, tremendo sacrilegio!) como que no se moja nunca. ¿Pero cómo puede alguien quejarse cuando dicen de uno que no se moja mientras se está demostrando precisamente que es cierto porque estaba haciéndose la dormida y siguió como si nada? Cualquiera con un poco de sangre en las venas hubiera saltado de la cama, solo fuera para demostrar que, a veces, es capaz de mojarse.

No es cierto que Joaquín tuviera un rollo con esa amorosa Marta que sentía algo más por él. Recuerdo a la perfección una conversación a media tarde en el gimnasio de la casa de colores entre los dos. Venía a intentar convencerle de poder mantener entre ellos algo fuera sin compromiso alguno, aceptando él que pudiera alternar esa relación y otras con hombres distintos. Se pasó de frenada en lo moderna y liberal, y no lograron coincidir en eso. Joaquín, solo fuera por no convertirse en el hazmerreír para nadie, prefería imponer unas normas más convencionales. O tenían una relación o no la tenían, pero eso de alternarla y compatibilizarla con terceros nada de nada.

O sea, que la historia se escribe de forma bien distinta de como fue en realidad, como suele suceder. Otra cosa es que Joaquín se comportase como un villano cuando recién separados en distintas casas cogiera a Jhota un viernes noche y le dijese aquellas lindezas que empezaron por calificar a Marta de "golfilla", lo cual nunca se vio en vídeo ninguno, pues solamente pudimos ver y escuchar quienes estábamos atentos en ese momento del directo.

Me hubiera gustado dedicar unas palabras más amables a Marta en la hora de su despedida. Pero su 66'1 por ciento de votos para ser la última expulsada quizá se explique en que tampoco dio la cara anoche por Rubén, a quien pasó de defender ante Chari. Y, para mayor remate, en su despedida a los tres finalistas vino a desear a Laura que gane el concurso. Está en su derecho a hacerlo, pero es que llevo dos o tres puñeteras semanas escuchándole decir que movería Roma con Santiago para defender que el premio lo merecía Yago. Roma no paga traidores, Santiago tal vez sí.

Lo que más pena me produjo en la entrevista a Marta fue esta afirmación: "No me fío de nadie". Lástima, hubiera dicho precisamente lo contrario. Creo que pecó de inocente al pensar que el cariño dado por ella debía ser recíproco. Se equivocó incluso pensando que así lo sería. Es innegable que se ha entregado a los demás con bastante generosidad. Pero esto quedó eclipsado, según mi humilde entender, por su carácter pusilánime y esquivo. Y, al final, cuenta aquello que termina quedando en nuestras cansadas retinas.

Los finalistas siempre merecen serlo porque es decisión de la audiencia votante, que es quien decide. Dejémonos de tonterías, quien no quiera votar que no lo haga, pero aquí decide quien decide, y a quien no le guste que no venga. Estoy harto de escuchar/leer hablar de tongos (¡miren el diccionario, diantres!), manipulaciones y otras zarandajas. Si sale algo distinto de lo que uno desea entonces se buscan razones espurias. No, señores, es tan sencillo como gastarse los dineritos para votar. Las encuestas solo valen para marcar una tendencia, eso sí son gratis.

¿Hemos llegado a una final descafeinada como la del año pasado? Pues no lo creo. Bien es verdad que en esta edición no hemos tenido una figura especialmente carismática, con especial ascendiente sobre la audiencia. Aún así, y echando de menos una Pilarita a la que defender (a falta de algo mejor), como me pasó el año pasado, creo que al menos dos de los finalistas (si no los tres) han sido suficientemente protagonistas como para merecer ese puesto de honor.

Laura y Yago han sido dos de los actores protagonistas de esta historia, esto es indiscutible. Marcelo creo que tenía destinado un papel secundario, aunque su relación con la parleña le hizo cobrar un inusitado protagonismo. Es como esos personajes de teleserie que tras la desaparición de algún protagonista y por un extraño giro de guión se terminan convirtiendo en protagonistas. Ese Gonzalo de 'Siete vidas', por ejemplo, de camarero del Casi-ke-No a marido de Carlota. Algo así le ha pasado al malaguita.

Lo de Laura es evidente, ella ha llevado parte del peso de esta edición, especialmente desde el momento que se marcharon quienes tanta vida dieron a esa casa, los Jhota, Terry o Patricia, ese grupo que puede presumir de fidelidad sin fisuras. Siempre dio la cara, unas veces mejor que otras. Por ejemplo, su actitud cariñosa con Marta el pasado miércoles, que esta se pasó metida en la cama y sin apenas comer nada, me volvió a traer a esa Laura que me enamoró en las primeras semanas, aquella que mostraba su gran corazón con todos los demás.

Y Yago. ¿Qué decir del gallego? A mí también me descoloca a veces, pero él ha sido quien más me ha interesado durante muchas semanas en esta edición duodécima que ya se acaba. Me ha gustado observarle, e intentar conocer a alguien que se dejaba mucho menos que otros. Menos que Laura, por supuesto. Y en este tiempo pasé de detestarle a divertirme. Y de divertirme a interesarme. Gracias a ello me seguí fijando y descubrí alguien distinto a como le veo pintar muchas veces. Tantas veces vi en él alguien atento, dispuesto a apoyar a un compañero con un gesto, una mirada, una leve sonrisa. En esto discrepo contigo, Mercedes (hemos discrepado muchas veces antes, por otra parte): no creo que tenga dificultad para expresar sus sentimientos.

Creo que Yago se expresa mal físicamente, al menos en sociedad puesto que ignoro cómo es en la intimidad de su dormitorio. En la casa no ha logrado aprender a abrazar, por ejemplo. Una pena, sí. Es cierto. Pero eso no quiere decir que no exprese sus sentimientos, lo cual hace a su manera. Sin grandilocuencias, sin alharacas, con gestos simples pero efectivos. También del resumen de ayer, imágenes repetidas en la gala: Laura y Marcelo discuten, como siempre. Él evita continuar la discusión y se levanta de la cama para meterse en su antiguo nicho, lo cual no es tan habitual. Entonces Yago, pendiente de casi todo aunque no lo parezca, mira a Laura, le hace un gesto, sonríe, le quita importancia ladeando un poco la cabeza.

Hay gestos que curan, querida Mercedes. Y Yago es un experto en ellos. Eso sí, que le defienda otra persona porque Silvia intentando manejar el corazón del espectador hablando de perros abandonados es una mala ayuda para este concursante.

Por ciertos

Tendremos una semana para comentar, además de terminar la serie de daguerrotipos con el de Laura. No es casual que lo haya dejado para la semana final, pues sigo manteniendo mi previsión sobre quien va a ganar el día 10. La suerte está echada. Alea jacta est, que decían los romanos. Por tanto, hoy no hay por ciertos que valgan.

El Gato responde

No respondo hoy a nadie en concreto sino a todos aquellos agoreros que hablaron de la audiencia de Gran Hermano 12, probablemente esperando que se pegara un coscorrón importante. Pues no sucedió, mira tú. Ayer hizo un 17'7% de share, el mejor resultado de toda la semana en el prime time de Telecinco. La audiencia, amigos agoreros, se mide por porcentajes. Comparar los dos millones y medio de espectadores con los tres o cuatro (o los que fueran) de otros tiempos es no saber que la televisión evoluciona. Hay más pantallas y más oferta que nunca. Pero nuestro querido programa sigue ahí, en todo lo alto. Por eso, a una semana de la final levanto mi copa (virtual) y brindo con todos lo que quieran apuntarse. ¡Salud, hermanos!