Pasividad general ante los insultos y comentarios denigrantes de Omar a Paula

telecinco.es 21/10/2014 09:06

El pasado viernes estaban todos empezando a acostarse. Paula y Luis ya lo estaban, juntos y charlando divertidos. En el dormitorio desierto se encontraba Omar, aunque él duerme en la otra habitación. Luis callaba un momento para escuchar los comentarios de Omar, que decía: “Aquí hay mucho puterío”. Se estaba refiriendo a esta pareja, aunque quienes escuchamos su conversación vimos a un Luis empecinado en explicarle a Paula que aunque se sintiera atraído hacia ella (que se siente) no podría iniciar una relación, para lo cual le daba las tres razones aquí comentadas ayer mismo. Anoche Paula hacía una broma que desató la ira de un Omar calculador, que persiguió el momento en el que pillarla casi a solas, para dedicarle insultos y comentarios denigrantes que son posiblemente los más graves que he visto nunca en esa casa.

El comentario mordaz de Paula fue el siguiente: Loli comenta que ojalá tuviera una cafetera como la que hay en la casa, porque “tengo una que, la puta, se ha estropeado”. Paula dice en tono de broma: “la putanesca”, que es una salsa italiana ideal para acompañar la pasta, compuesta por aceite, guindilla, pimiento, aceitunas negras, orégano, etc. Fran dice: “Creía que había venido aquí”, probablemente referido a otra cosa, y Paula contesta sonriente: “No, se ha ido ya”. A destacar que en este momento Fran explota en una risa histriónica, al parecer muy divertido por el comentario de Paula. A nadie se le ha escapado que se refiere a Lucía, comparándola con la salsa. En puridad no hay opción para ofenderse, dado que el comentario de Paula es suficientemente figurativo.

La propia Paula se lo cuenta un momento después a Vitín, quien no le da gran importancia. “No pasa nada”, dice sonriente en un primer momento. Debió pensarlo mejor y un rato más tarde estaba contándole a Omar toda la secuencia anterior, omitiendo parte de lo que había sido su reacción, así como las exageradas risas de Fran. Vitín, Omar y Alfredo, con la presencia durante un buen rato de ese Hugo cada vez más posicionado al lado del trío calavera, se convierten en un sanedrín en el que crucificar a Paula por su broma, más o menos afortunada. Ante un juzgado no creo que hubieran prosperado porque Paula no pronuncia ninguna palabra gruesa, dando a entender algo que no dice expresamente.

Como muy bien narra José Comas en el minutado de esta web, ese sanedrín tacha a Paula de “señorita de la calle”. “Le voy a decir que es una puta borracha, que es lo que es”, afirma Omar. “Me suda la polla lo que pase, que se haga un dedo. Es una puta borracha y una despechada. Rubia de bote. Le crujo el cuello”, sigue diciendo este concursante. Después amenaza con recordarle que ella misma le contó, supuestamente durante los quince días que fue su pareja en la casa, que alguna vez fue al trabajo sin haber dormido y medio borracha. Alfredo tercia entonces: “¿Solo yo me di cuenta al saludarla el día que entramos que olía a alcohol que echaba para atrás? Lo de alcohólica lo llevo pensando yo desde hace mucho tiempo”.

Vitín ha rociado el espacio con gasolina, encendiendo después la mecha, pero ahora intenta quedar de pacificador. “No le digas alcohólica”, recomienda el amigo de Omar. “No le diré eso sino que es una puta borracha”, contesta este. En un rato ha pronunciado la palabra de las cuatro letras varias veces, ofendido porque Paula hubiera dicho eso mismo sobre su novia, aunque en realidad ni siquiera lo llegó a decir. Dudé en un principio sobre la conveniencia de reproducir las palabras de este sanedrín, en particular las pronunciadas por Alfredo y Omar, porque creo que agravan la infamia, pero dado que ya está publicado no puedo evitar referirme a ello y debo hacerlo sin escatimar nada de lo dicho. La secuencia me parece que tal vez pueda contener las palabras más graves dichas nunca por concursantes en esa casa.

Si me pongo a pensar en la próxima gala no podré evitar volver a tener una ensoñación parecida a la que conté el pasado jueves. Recuerdo que Laura y Terry (GH 12) fueron sancionadas por el programa tras una discusión donde ni mucho menos se llegó a un grado de ofensa semejante al escuchado anoche en la casa de Guadalix. No solo por lo narrado del sanedrín, sino porque Omar siguió a Paula hasta encontrarla en la habitación helada, donde ya dormía Loli.

Alejandra está atenta y les sigue, colocándose a una discreta distancia por lo que pueda pasar. Llegamos tarde a esa secuencia, pero aún así vimos a Omar decir: “La única puta que hay aquí eres tú”. Más tarde llamó “puta borracha” a la mujer con la que se acostaba hasta hace poco más de dos semanas. Omar remató su gesta con cierto tono amenazante: “Si quiero atacar acabas llorando en una esquina”, a lo que añadió: “Puta tú que vas de cama en cama… Que me has comido la p…”

Paula reacciona ofendida, reclamando que no la llame puta. Lleva una almohada en la mano, puesto que anoche ella, Luis, Hugo y Juanma durmieron a la intemperie, con los colchones en suelo del jardín. A punto estuvo de darle a Omar con la almohada, reprimiendo su enfado. Es admirable la capacidad de encaje que tiene esta mujer. Ante tamaña ofensa, si hubiera hecho caso a las recomendaciones de Fran, no quiero imaginar cómo podría haber terminado eso. Por suerte no se dejó llevar y supo contenerse, pidiendo a Omar que evitase un insulto tan feo: “A mí no me tienes que llamar puta, solo he hecho una broma”.

A todo esto, Vitín está en la cama. Tras rociar la gasolina y prender el fuego se debió retirar agotado. Pensando en términos de concurso su actitud podría llegar a ser acertada. Si un concursante logra quitarse de en medio a los demás se acerca él mismo al premio final. El peligro es que cuando uno pone el ventilador delante de la mierda hay muchas posibilidades de terminar pringado. Lo de Fran ya es otra cosa, porque él ya está de mierda hasta el cuello.

Ayer se reían recordando como la noche anterior Xamy se llegó a comer un saltamontes y “conguitos” de la cabra, es decir parte de los excrementos de Rubia. Todo por una apuesta con comida de por medio, que tenía lugar mientras la mayor parte de la audiencia veía el debate. Todos locos, sí. Pero dudo si es peor eso o ser una fábrica de porquería, capaz de una felonía como decirle a Omar que se lo había tomado “muy caballerosamente, dentro de cómo eres tú”, en lugar de defender a una mujer a la que ese concursante acababa de dedicar comentarios tan denigrantes. Incluso hacía lo posible Fran por agravar lo que dijo Paula, que en su momento tanta gracia le había hecho, cambiando el “putanesca” por un supuesto superlativo de “esa palabra que no voy a repetir”. Me apuesto el brazo de Vitín a que lo decía consciente de que no fue así.

Nadie fue capaz de defender a Paula ante tal indignidad. Absolutamente nadie. Paula tan solo tuvo el apoyo personal de Alejandra y Luis, quien acudió en un par de ocasiones a pedir paz, alejando a su amiga del foco del conflicto. No comparto la opinión de quienes acusan a Luis de segar broncas que pueden resultarnos divertidas a la audiencia. En realidad, su rol de pacificador pocas veces evita otra cosa que la repetición de las ofensas. Sin él llevándose a Paula al sofá del comedor la bronca hubiera sido un poco más larga, pero no muy distinta.

El pacificador en estos casos raramente puede graduar la gravedad del enfrentamiento, limitándose a tomar partido por una de las partes. Es como esa potencia mundial que ante la guerra civil en un país decide apoyar a una de las partes, internacionalizando el conflicto. Eso mismo se puede hacer reclamando paz o aportando más munición para que la guerra no termine, que es a lo que se dedicó Fran. Es la diferencia entre el torero y su apoderado, que concursan juntos, pero se han convertido ya en auténticos enemigos.

No solo es que nadie tuviera sangre y dignidad suficiente para decir que no está bien llamar “puta borracha” a una mujer, lo sea o no. Lo más sorprendente fue que a punto de acostarse Omar repetía en el cuarto de baño que en la habitación desierto había “mucho puterío”, lo mismo que dijo el viernes pasado. Solo Alejandra se mostró ofendida por sus palabras. Contrastan con esta reacción la de Azahara, a quien no afectan las palabras de Omar “porque ya sabemos para quién van”. Gesto solidario donde los haya. Se me vislumbra que a Azahara le agobia la salsa putanesca. Sería extraño lo contrario porque le agobia casi todo (ayer decía que no se prueba la ropa en las tiendas porque le agobia la música tan alta. Porque, claro, ella trabaja en un sitio sin música).

Horas de conversación con Luis aconsejando a Paula que no se le ocurra volver con Omar son menos efectivas que la actitud de este anoche. Apartar ese cáliz de esta concursante, y las graves ofensas escuchadas anoche, le acercan todavía más el maletín. Con tanto ahínco lo están empujando en su dirección que al final terminará pasándole de largo si no lo agarra en el momento oportuno. No la culpo porque bastante tuvo con aguantarse y no arrearle con la almohada, o algo peor. Pero anoche perdió una ocasión de oro para tomarse la situación más en serio y poner contra las cuerdas a Omar en lugar de restarle importancia a lo sucedido. Tal vez no hubiera estado de más intentar forzar a que sus compañeros se posicionaran, como hizo Fran la tarde que discutían sobre las quejas de Mayka por quienes se preparaban sándwiches entre horas.

El tema de la comida ha sido protagonista este fin de semana, convirtiendo en un vodevil la búsqueda de quién come Nocilla con galletas. Los turnos de la prueba facilitan esta trama puesto que durante horas permanecen en la sala de pruebas los chicos o las chicas, tiempo durante el que pueden seguir dándole vueltas a esto. El “coronel galleta” y sus acólitos, los “capataces Nocilla” (según denominación de Paula) quisieron convertirse en seguratas, llegando a pedir el sábado la cámara al ‘súper’ para capturar el momento in fraganti.

Todo podría haber sido más divertido si unos y otros se lo hubieran tomado con semejante sentido del humor, cosa que no sucedió. Los nuevos guardianes de la moral se hacían los ofendidos, lo cual llama poderosamente la atención en el caso de Omar, quien asaltó la cocina cada madrugada, primero junto a Paula y luego con Lucía. Ahora es el converso que decide convertirse en vigía. Bueno, es un clásico lo de la crema de cacao en este programa. Dado que en este caso van de pillo a pillo lo tendría muy complicado un juez. A pesar de lo cual no tengo duda de que merecería una condena más dura esconder comida que comer más de la cuenta. Lo primero es más robo que lo segundo, definible más bien como hacer un uso privativo de un bien común.

Lo que está claro es la poca aceptación de aquellos concursantes que se erigen en guardianes de la moral. Es algo que no ha funcionado bien nunca. La audiencia no acogió con agrado los intentos en ese sentido de Salva (GH 6), o Kiko (GH 8). Este último pretendió liderar un grupo que se autodenominó “los morales”. Están condenados al fracaso todos aquellos que pongan límites a la diversión, o los que pretenden poner corsés que condicionan la libertad de movimientos a los demás. El concursante vigilante de las buenas maneras resulta invariablemente antipático. Es algo inevitable, cuya enseñanza solo puede conducir a apartarse de ese camino. Los chicos en su conjunto están cayendo en una trampa que ellos mismos se ponen. Una trampa mucho más importante que esas tan inocentes que unos y otros se ponen en la despensa.

Moleskine del gato

La misma cara que Paula en la imagen de arriba se me ha quedado hoy al comprobar que lo sucedido esta madrugada en la casa me iba a impedir hacer lo previsto para ayer y aplazado para hoy. Se trata de un juego consistente en firmar camisetas a todos los concursantes, pero requiere un espacio que hoy he vuelto a agotar con otras cosas más pegadas a la actualidad. Debo aprender a no comprometerme de esta forma, por lo que pudiera pasar.

Si lo del “comandante galleta” es un vodevil no quiero ni decir lo que es la fiebre por las adivinaciones que estamos viviendo en Gran Hermano 15. Fran es el nuevo pitoniso, con las mismas visiones que Loli. El domingo de madrugada vería el apoderado a un señor calvo que Loli identificó como el padre de Vitín (pobre señor) y también se les apareció en los espejos la figura de un cámara al que relacionaron con algo desagradable que podría ocurrirle en un vehículo, que me da hasta reparo reproducir, por no decir repugnancia.

Es lamentable que dos personas ya mayorcitas no tengan reparo en hablar esto delante de las cámaras, con un evidente mal gusto y falta de consideración hacia terceras personas que no concursan en este programa. Estuvo bien, pero hasta aquí debería llegar la broma. Alguien debería decirles que no sigan con ese juego. Una cosa es predecir a Omar que tendrá ocho hijos (no le llega la camisa al cuello todavía) y otra bien distinta las predicciones macabras de personas desconocidas. Lo curioso es que todos le sigan el juego a la “mami”, como ridículamente la llaman (como si no tuvieran todos madre). Solo Paula se destaca en esto. “¿Cómo podéis creer en eso?”, decía anoche. Otro empujoncito al maletín, ‘súper’.