El príncipe

telecinco.es 07/03/2012 09:36

Cocinar un bizcocho a altas horas de la madrugada, del que dieron cuenta cuatro personas, mereció ayer un juicio sumarísimo en el que algunos plantearon como prioridad la confesión de parte. Michael quería saber a toda costa los autores de la fechoría, llegando a plantearlo como un delito al preguntar quién había "infringido la ley". En el lado de la acusación estuvo ayudado por Juan y ese esperpento de concursante llamado Cristian. Sí, ese que piensa que las mujeres deberían estar agradecidas porque el hombre en su magnanimidad les ha dado la lavadora y que los homosexuales son unos enfermos. El mismo.

Como el juicio estaba señalado a la hora de la comida, me pareció que se iba a terminar retrasando la vista. El 'poli' Michael, en su papel de fiscal, se lo estaba pensando demasiado. Mesaba sus cabellos, parecía nervioso ante tamaña responsabilidad. Desde hacía horas me pareció verle maquinando la forma de plantearlo. Posiblemente estaba intentando poner orden a sus ideas y elegir lo mejor posible las palabras. Al final fue el esperpento quien terminó sacando el tema, momento que aprovechó Michael para hacer una especie de atestado policial. Al día de los corrientes, durante las horas de la madrugada, unas personas (indeterminadas, por el momento) hicieron lo que podría ser supuestamente un bizcocho, dulce o similar. ¡Caramba! parecía que nunca empezaría, pero el juicio ya estaba en marcha. Se abre la sesión.

Todo su empeño era conocer a los autores materiales del delito. Querían una confesión. Aquello parecía como cuando en el colegio a uno le desaparecía el plumier y el profesor decía: "No sale nadie de clase hasta que salga quien lo tiene". A veces la presión llegaba a prometer que todos cerrarían los ojos y entonces podría el malhechor entregar la pieza sustraída. Claro, siempre podía haber alguien que entrecerrase un poco los ojos y terminara identificándolo. Como en estos casos, planteaban que no pasaría nada si confesaban. Lo importante de la causa no era el delito en sí mismo tanto como la humillación que podía suponer la confesión de culpa.

En este caso había una acusación a todo el colectivo, de la que parecían estar salvados los fiscales. Ellos contaban con la mejor de las coartadas, teniendo en cuenta que se acuestan tan temprano que incluso anoche sonó la música del comienzo de la hora de radio y ya estaban en sus camas, mostrando lo reventados que están. No solamente conviven poco con el resto, hasta el punto de que no se enteran de la misa la mitad, sino que ni siquiera están participando en las actividades propuestas por el programa, de las que parecen exentos. Mientras otros hacen la radio ellos ya están acostados, sin que se aprecie preocupación alguna por tal dejación.

Pero claro, así evitan las sospechas, recayendo estas sobre todos los demás. Ellos no parecían dispuestos a cerrar el sumario aceptando un acuerdo que pudiera suponer dejar sin resolver la gran duda sobre los responsables de la 'operación bizcochón'. Pero entonces tomó la palabra Pepe Flores, el príncipe. Y lo que comenzó como un juicio tornó en una lucha de inteligencias. El espectáculo estaba servido. La audiencia expectante cobraba especial importancia ahora, imponiéndose sobre la otra audiencia, la de ese juicio descafeinado y sin interés.

Pepe es un príncipe. No sé si es el Príncipe Gitano (ya sé que es payo) o el de Maquiavelo. De este último creo que le va a la perfección la siguiente sentencia, o quizá mejor en este caso decir frase: "El que llegue a príncipe mediante el favor del pueblo debe esforzarse en conservar su afecto". Pepe ha llegado a príncipe con actuaciones como la de ayer, una tarde de gloria, de esas que dejan encantada a la afición. Ahora solo le queda conservar nuestro afecto. A poco que lo consiga no habrá de esforzarse mucho en ser cada vez el príncipe de más gente. Evitaré decir que ayer se acercó al maletín, pero no me cabe duda de que algunos se alejaron tanto que jamás podrán alcanzarlo.

Fue hábil utilizando la dialéctica, a pesar de su hablar entrecortado. Fue conduciendo el tema y respondiendo uno a uno los argumentos de los acusadores. Nunca se dejó marear y recondujo la conversación por donde quiso. Desde el momento que le dieron la palabra, los demás fueron a su rebufo, intentando campear el temporal con la torpeza de quien sustenta sus acusaciones en vaciedades. ¿Por qué entonces habrían de obtener una confesión esta vez y no en anteriores ocasiones? Sin ir más lejos, la tarde y noche del día anterior, en que Marta no fue capaz de enterarse de quién se había comido la parte de su arroz de la comida que había guardado para más tarde.

Michael quería plantear una ley de punto final en la que caprichosamente había decidido que se olvidase todo lo acontecido antes de la bizcochada de esa madrugada. Todo daba igual hasta ese momento, porque solo había una cosa importante: quién o quiénes cocinaron y comieron el bizcocho. Curioso ¿no? Se puede llegar a entender que esa tabula rasa la plantease el esperpento porque lleva unos diez días en la casa y todo lo anterior se la bufa, pero no es el caso de los otros dos fiscales que se arrogaron el papel acusador.

Le falta discreción y prudencia al esperpento. Es más, decir la palabra prudencia al lado de su nombre es caer en el más flagrante de los contrasentidos. Cuando alguien se incorpora a un grupo ya formado debe tener la inteligencia de no entrar en determinados asuntos, teniendo en cuenta que hay una parte del recorrido que no hizo, al haberse subido a ese carro en marcha. Esto es así especialmente si tenemos en cuenta que afirmó no haber visto nada antes de entrar, incluso parece que ni siquiera conociera el programa teniendo en cuenta algunas preguntas que hace sobre su mecánica, aunque esto permítaseme dudarlo un poco.

Seguramente ellos pensaron que tendrían a Pepe entre las cuerdas, pero este puso en marcha el "ordenador de a bordo" (en su propia expresión). Cada uno tuvo su respuesta. Tanto Michael como 'páter' se hacían los dignos afirmando que a ellos nada se les podía reprochar relativo a la comida, pero Pepe selló sus bocas recordando hechos y situaciones que desmentían a los dos. Entonces Juan se hacía el escandalizado ante la memoria de Pepe, incluso llegaba a hablar de rencor. Pero cuando intervino Hugo resulta que entonces era el propio Juan quien recuperaba de su memoria detalles del pasado, ya fuera el ron u otras situaciones. ¿Lo suyo no era rencor? ¿A qué venía tanta sorpresa cuando Pepe recordaba cosas de hace semanas si él estaba haciendo justo lo mismo? Hugo también ponía su granito de arena al señalarle la contradicción.

Este combate parecía ganado a los puntos. Pero Pepe buscaba el KO técnico. ¡Será malo este príncipe! Ya lo dijo el de Maquiavelo: "A los hombres hay que conquistarlos o eliminarlos". Con su faena de esta tarde gloriosa estaba consiguiendo conquistarnos a algunos mientras eliminaba lentamente a sus enemigos, que sucumbían de forma agónica en esta singular lucha de inteligencias. El espectáculo estaba a punto de llegar a su fin, y algunos teníamos la sensación de haber asistido a una de las tardes clave de esta edición que va camino de ser mítica.

Pero aún no lo habíamos visto todo. Después de anular al imprudente y poner en evidencia la doble vara de medir y la caprichosa decisión de la ley de punto final propuesta, el príncipe decide poner su propio punto final a su intachable faena. "Os pido que nadie diga nada más en esta conversación y os digo que el bizcocho lo cociné yo y me lo comí yo", dijo con gran histrionismo. La función había terminado.

Porque este juicio había tenido bastante de bufonada, respondiendo al capricho de quien quiso poner en evidencia y humillar a quienes habían tenido el fallo de cocinar un bizcocho para cuatro y no para once. El príncipe Pepe puso fin controlando el tempo dramático con maestría. Abandonó la escena por las derechas del espectador y casi todos los demás le siguieron, abandonando igualmente el comedor. El esperpento comentó mientras salía de escena: "Estoy seguro de que no ha sido él". Genial remate digno de un ser clarividente. Hilarante fin de esta gloriosa tarde que para alguno pudo valer trescientos mil euros. Esto supera lo de Aristidín, que perdió setenta mil en una semana.

La función solo había tenido como protagonistas al príncipe junto a los tres tenores desafinados que se habían erigido en fiscales y no pasaron de ser un poli chivato con sus dos mamporreros. El resto fue comparsa sin importancia, aunque Sindi y Marta metieron la pata estropeando el bello fin de Pepe al estirar el tema más de la cuenta. Y Ari fue de las pocas que se atrevió a intervenir, lo cual en principio es un punto a su favor. Lástima que no supiera distinguir unos actos de otros, tan solo sea por una cuestión puramente estética.

No sé si ella lo entendería, pero me inclino a pensar que sí. A ver, una cosa es cocinar un bizcocho y comerlo de forma tan poco discreta que hasta el 'polifantas' se enteró al levantarse al baño, un poco en plan "al olor de las sardinas el gato ha resucitado"; y otra muy distinta zamparse un frasco de crema de cacao guardándolo entre las piernas tapado con un paño de cocina, escondiéndolo con miedo en la despensa entre sesión y sesión, además de deshacerse del cuerpo del delito enterrándolo bajo la basura al fondo de un contenedor del jardín. ¡Dónde va a parar!

A Ari no le molesta que se comieran el bizcocho y gastaran un par de huevos, sino que no quisieran decir quién lo había hecho. Según ella, todos han comido cosas gastando parte de las reservas comunes, pero ella siempre lo ha hecho sin ocultarse. Me parto, me mondo y me desorino. Supongo que sobre lo de gastar huevos no pone objeción porque es consciente de que todos recuerdan ciertas acciones del comando vídeos nocturnos, del que ella fue componente e impulsora. Mejor empleados fueron los huevos en el bizcocho que derrochados decorando camas ajenas. No encuentro la gracia de tirarle huevos a los demás.

En el trasfondo de esta historia está la comida que Sindi (que realmente cocinó el pastel porque ya decía Pepe después entre los suyos que no sabe ni encender el horno, muy propio de un príncipe como él) y Juan roban para Berta y Dani, los vecinos de la autocaravana que siguen muertos de aburrimiento en el pabellón de pruebas. No deja de tener gracia que Michael presuma de enterarse de todo, especialmente de lo que falta en la despensa ahora que está encargado de la cocina junto a Ari, pero sin embargo no ha sido capaz de darse por enterado de los paquetes de galletas o ese pollo entero enorme congelado que vimos ayer en el resumen a Sindi guardando en un arcón para los nuevos. Menudo sabueso el 'poli'.

Los ecos del sumario bizcochón, cuya tramitación fue cerrada de forma prematura, siguieron durante toda la tarde y noche de ayer. A decir verdad, parecía que hubieran comido lengua en la casa porque tuvieron un día de no parar de hablar, lo cual es una suerte para todos los que somos enfermos de Gran Hermano, dicho sea de paso. Tanto que casi ninguna otra cosa merece mucha atención, si exceptuamos que por la tarde me pareció ver a Michael disfrazado de Pepe (las gafas de cebra, camiseta sin mangas y un pantalón rojo de la prueba); o que la nueva alianza entre Ari y Noemí parece una pugna por ver quién de las dos es más víctima del desamor.

A decir verdad, lo de Noemí (para quien Marta no es rival, según sus propias palabras) me parece un episodio más de su torpe simulación, esa que tanto me divierte. Ahora dice que Alessandro no está apoyándola en esta semana que puede ser la última para ella (parecida a otras anteriores que también estuvo nominada), aunque igual los espectadores somos tontos y ese polvo del domingo a la oportuna hora del debate fue fruto de nuestra calenturienta imaginación. Más hilarante aún es que acuse al italiano de rozarse con otras chicas. ¿Se habrá visto ella misma con el esperpento? Ari, por su parte, pasó todo el día haciendo notar ante Michael que está molesta con él, aunque no se dio por enterado.

Moleskine del gato

Hoy mi moleskine viene repleto. Así que comenzaré con algo de los nuevos. Berta escucha vibrar móviles, aunque no creo que deba preocuparnos, de momento no es síntoma inequívoco de locura. Un amigo mío siempre cuenta que tiene una amiga muy pija tan inocente que cuando está a su lado y se tira un pedo piensa que le está vibrando el móvil. ¡A ver si va a ser el de Burgos! El pobre Dani también empieza a tener sus paranoias. Resulta que sueña de forma recurrente con el silencioso ruido de las notas de quita y pon desprendiéndose de la pared y cayendo al suelo. Luego se despierta y se levanta a verlo para comprobar que se trataba de un sueño tan solo. Emocionante la vida de estos dos.

Conversación impactante entre Ari y Michael, con Noemí de testigo mudo. Ari: "Yo estoy falta de sexo, pero cuando salga de aquí ya lo tendré". Michael: "¿Ah, sí? ¿Pero pagando?" Muy bonita la respuesta, sí señor. Fino el 'poli'. Ahora empiezo a entender lo bien que se lleva con el esperpento.

Por favor, que alguien le diga a María que no se planche el pelo en la cocina, a Ari que no se siente en la encimera cuando está cocinando y, sobre todo, que no chupe la cuchara con la que cocina para volverla a meter al guiso. ¡Por el amor de Dios!

Lo de ese Valerón tartamudo interrumpiendo ayer de repente la emisión de directo a la hora de comer no ocurrió en realidad. Repite conmigo: No vi ningún futbolista ni una vitrina con trofeos en el 24 horas de GH... No vi ningún futbolista ni una...

Ya conocemos la imagen de la modelaza brasileña que entrará mañana como intercambio y puedo asegurar que quita el hipo. No estoy seguro de que pueda poner la foto aquí, así que me quedo con las ganas, pero basta con buscar en las webs de referencia (esas que cuentan lo que aún no se sabe por las redacciones ni pasillos de esta casa) para verla. Les va a encantar.

Hay una historia a la que sigue dando vueltas Noemí y no me resisto a comentar sucintamente. Esta chica se debe pensar que somos todos idiotas, o al menos sus compañeros de encierro. Ellos no se tragan más sus engaños, ya la han descubierto como mentirosa compulsiva, y nosotros además disponemos de un arma revolucionaria llamada vídeo. Cuando Noe afirma que no dijo que a ella la habían nominado todas las chicas (acertando) y a María todos los chicos (errando) miente una vez más. Minuto 15, a 122 del final (me dicen que no es en este punto, igual he confundido incluso el vídeo, intentaré investigarlo) de este vídeo. No hay más.