Los que renuncian al control
Hace mucho tiempo andaba la Verdad por las calles y los pueblos, intentando hablar con la gente sin mucho éxito. La despreciaban por su apariencia simple y mundana, porque andaba sin lujos ni pretensiones, pura y evidente. La Verdad no usaba perfumes ni lucía joyas, no la invitaban a fiestas ni reuniones populares. A veces, los padres no permitían que sus hijos se acercasen a ella. Las mujeres la criticaban sin mencionar su apariencia, y los ricos la subestimaban como una mendiga.
Un día deambulaba la Verdad triste por la calle y se tropezó con alguien alegre y divertido, vestido de colores llamativos y a quien saludaba todo el mundo. Era la Parábola. Cuando esta vio a la Verdad le dijo: "Verdad, ¿por qué estás triste?". "La gente me deprecia y me humilla, nadie quiere a la Verdad ni me aceptan en sus casas", contestó ella. "Claro, te entiendo. ¿Por qué no pruebas a vestirte como yo, con colores vivos y bien elegante? Puedes peinarte y con todo lucirás tu auténtica belleza", dijo la Parábola. Entonces le prestó uno de sus vestidos, la ayudó a arreglarse y desde ese día, como si fuera un milagro, la Verdad fue aceptada por la gente y cortejada por todos.
Muy pocos aceptan la verdad desnuda y es entonces cuando inesperadamente se reclama el uso de distintos ropajes. Me han dicho decenas de veces que no debo emplear citas o hacer referencias literarias o históricas. Han criticado que hable mediante fábulas, clásicas o modernas. Pero cuando decido presentar la realidad en bruto, apenas sin pulir, entonces parece que se echa de menos todo ese adorno. Pues bien, igual hay que hablar con parábolas. Eso sí, debo hacer notar que precisamente ayer había hecho mío el título de una película, usándolo para enlazar mi relato de lo sucedido. Igual pasó inadvertido.
Ochoa y Noemí son dos piezas claves de esta historia. Ambas utilizan las armas a su alcance con el fin de ir sorteando obstáculos para alcanzar el botín aunque no pueden evitar dejarse llevar a ratos por sus propios impulsos, aquellos que le hacen a Noe desear al italiano más allá de cualquier conveniencia en el juego, o a Ochoa babear por el mismo chico, cuyo nombre no deja de pronunciar a todas horas y con quien no deja pasar la oportunidad de estar siempre que puede. Esa combinación de impulso y razón, la lucha entre la estrategia y el corazón, las hace únicas.
Es por esto que esta semana la fiesta de cada jueves se tornará en triste y pesarosa. Pase lo que pase, serán malas noticias. Ambas son imprescindibles, con sus luces y sus sombras, o precisamente por ellas. ¿En qué han fallado? Creo que las dos se están enfrentando mal a la experiencia, no reaccionando bien ante ciertos hechos que se producían a su alrededor.
Tanto han intentado controlar todo que no se están dando cuenta de hasta qué punto están siendo públicos sus errores y contradicciones. El principio 90/10 alude a la actitud a la hora de enfrentarse a una situación. Según este principio, el diez por ciento de la vida tiene que ver con lo que le pasa a una persona, y el noventa por ciento restante lo constituye la forma de reacción o respuesta ante esos hechos.
Sintetizando al máximo el principio en cuestión, nosotros no tenemos control total sobre ese diez por ciento de las cosas que nos suceden. Sin embargo, el otro noventa por ciento es diferente: las personas determinamos qué hacer con ese porcentaje o, al menos, con una parte del mismo. Lo ideal sería gestionar bien ese amplio porcentaje que está de nuestra mano, aunque no todos somos siempre capaces de hacerlo.
En la medida que decidamos agotar más la parcela que está bajo nuestro poder es más fácil que nos equivoquemos. Querer tener el control sobre nuestro propio destino tiene ese riesgo. Pepe, por ejemplo, está también entre los concursantes decididos a gestionar lo máximo posible ese 90 por ciento. Por tanto, también se equivoca. La clave está en que hasta el momento ha sabido leer mejor que otros el concurso, actuando de forma menos errática. Su capacidad de observación y análisis es extraordinaria, lo cual le otorga una ventaja sobre todos los demás. Esto no quiere decir que sea perfecto, sucede que sus errores son menos escandalosos.
El torrente de situaciones susceptibles de ser narradas y comentadas cada día hace que miles de detalles queden sepultados bajo otros más importantes. ¿Podría este comentarista hacer referencia a que Pepe no se hace su cama? por ejemplo, Y no solamente eso, sino que cuando ve a Hugo haciendo la suya se lo reprocha entre bromas y veras, además de reclamar a Sindi que se encargue ella. Pues es evidente que podría haberlo comentado, ahora bien me parece una situación menos atractiva que otras. Es una mera anécdota.
En una supuesta escala podríamos hablar de concursantes que deciden intentar gestionar el 90 por ciento del que hablaba en principio, resultando que unos se equivocan más y otros menos. Es el caso de Noemí, Ochoa o Pepe, grandes protagonistas, eje de infinidad de tramas. En el otro extremo tendríamos los concursantes que renuncian al control de buena parte de la realidad cuyo destino tiene en su mano. En su caso, el 10 por ciento de cosas que suceden fuera de su control se amplía de forma importante. Es el típico concursante que decide estar sin actuar.
Anoche mismo decía Marta que ella estaba allí para pasarlo bien. No es tanto así, pero ciertamente tampoco se la ve muy preocupada tras haber tenido que decir "qué tonta soy" tres días seguidos, casi consecutivos. Primero cuando Ochoa le hizo ver el juego de Noemí, con idéntica intención que la de la canaria. Ambas quieren congraciarse con la de la pinza y así evitar su nominación. A los dos días, Marta vuelve a decir "qué tonta soy" tras hablar con Noemí, saliendo esta exitosa de su estratégico acercamiento. Al día siguiente, parece dejarse guiar por Pepe, por lo cual vuelve a pronunciar la misma frase: "Qué tonta soy".
No creo que Marta haya ido solamente a divertirse, pero sí que ha renunciado a gestionar totalmente el 90 por ciento que podría intentar tener bajo su control. Ya sea por pereza o incapacidad, posiblemente por una mezcla de ambas cosas. Es el mismo caso de Sindi, que parece muchas veces estar viviendo en un país de las maravillas, sin decidirse a traspasar el umbral que separa el bien y el mal. Ella se deja llevar, y a veces parece que desearía tapar sus oídos y ni siquiera escuchar a Pepe haciendo previsiones de nominaciones, o incluso comentando las dudas de Hugo con María.
Sindi tiene a su favor que nunca dañará a nadie, más allá de la obligación de nominar, compartida por todos. Es una convicción que comparten la mayoría de sus compañeros y espectadores. Ella destila ausencia de malicia, lo cual es tanto como decir bondad. Pero la dejación sobre el control de lo que le sucede confiere a esta concursante un rol de rango inferior, escaso de interés y falto de protagonismo. ¿Alguien me puede decir algo digno de comentar sobre Sindi en los últimas tres o cuatro días? O en dos semanas, da lo mismo. Aparte de sus meritorios esfuerzos a la hora de consolar a quien lo necesite y esté a su lado, no hay mucho más donde rascar.
Esa renuncia de Sindi o Marta las hace especialmente controlables. No en vano se las ve a menudo a ambos lados de Pepe, como dos princesitas compartiendo un mismo príncipe. Cada una afronta la situación con libretos distintos. Marta, desde su inocencia, no duda en mostrarse combativa y dispuesta al enfrentamiento que desea fervientemente Pepe. Sindi, por el contrario, quisiera estar (quedar) bien con todos, y muestra pavor ante ese enfrentamiento que ella parece siempre rehuir.
Las madrugadas continúan siendo un auténtico regalo para los amantes de Gran Hermano, a pesar de los intentos de Juan o Michael por segar tan buenos momentos. Esta madrugada decía lo siguiente nuestro amigo creciendo en los comentarios: "Estos momentos son como una de esas películas que no quieres que se acaben nunca". Y es cierto. Tanto que casi cada día muero de sueño mientras escribo. Confieso que algunas madrugadas me sorprende mi propia emoción mirando la ventanita de mitele a la casa de Guadalix. Dios mío, no quiero que esto acabe nunca.
El juego de "beso o atrevimiento" (la verdad tampoco era bienvenida ahí) con un maestro de ceremonias como Pepe se convierte siempre en todo un espectáculo. A ello se sumó anoche el habitual asalto colectivo a la despensa, la charla de una Ochoa babeante con Alessandro, o el claro cortejo de un Hugo dispuesto a olvidar todo lo dicho sobre sus preocupaciones, afirmando ante María que a partir de ahora no responderá cuando le pregunten por ellos dos. Bueno, y muchas más cosas hasta que el 'súper' les llamó a una salida del aeropuerto sobre las seis y media de la madrugada, levantando a todos de la cama por primera vez. Cosas de la prueba semanal.
Hará bien Hugo en dejar de permitir que su historia con María, si tiene que haberla, se convierta en un plebiscito popular, con todos opinando e intentando intervenir. El caso más escandaloso fue ayer por la mañana con Michael. Tal como había previsto que haría le abordó en el dormitorio de buena mañana. ¿Sus intenciones? Convertirse en cancerbero de la moral, 'pepito grillo' o conciencia dormida del pobre Hugo. Le conminó a pensar en su novia, su familia y la familia de su novia. "Mira, que lo haga yo, pues mira, no tengo responsabilidades", le decía el 'polifantas', así en plan quítate tú que ya me pongo yo.
¿Acaso Michael es un buen amigo de Hugo? ¿Han mantenido frecuentes conversaciones que justifiquen tales consejos? La respuesta es negativa. Michael quiere ponerse en la parrilla de salida. Perdió su oportunidad y ahora sabe que la forma de volver a posicionarse en la carrera para ligarse al pivón jerezano es eliminar al rival. Y no debe tener mejor manera que intentando hacerle sentir mal apelando a su supuesta infidelidad. Voy a consultar cómo se llama esto.
Mi diccionario de sinónimos propone canallada. ¿Hace?
Moleskine del gato
Juan ha pasado de decir que era preferible mantener la división de dormitorios por sexo porque no se vería bien que un cura durmiese en la misma habitación que lo hacían mujeres, viendo como se vestían o desvestían a su lado, a dormir directamente con una de esas chicas. No solamente eso sino que ahora vende en el 'confe' que ha dormido con gente muchas veces (evita decir si con mujeres) y que Ochoa es como su hermana. No sé cómo lo puede empeorar más el 'páter', porque esa es la hermana a la que soba la pierna mientras se recalienta su petaca. ¡Cómo ha cambiado el cuento!
Ambas partes tienen la razón cuando Verónica (a la que nuestro amigo Javier B.V. dedica hoy una de sus más geniales caricaturas, crema de cacao en mano) protesta por las cosas dichas sobre ella en los programas y los colaboradores se defienden. Verónica está en su derecho de dolerse, es normal que lo haga. Y los demás debemos defender nuestro derecho a decir lo que nos rote. Cada uno en su sitio, esto funciona así.
Dijo Aristóteles: "La naturaleza solo hace mujeres cuando no puede hacer hombres. La mujer es, por tanto, un hombre inferior". Este tal Aristóteles (no confundir con Arístides) era un filósofo que también debía querer llamar la atención, al estilo Dani 'sucio' (GH 8). Han pasado 24 siglos y algunos siguen con ese retraso mental tan pronunciado. Cristian es el ejemplo que nos queda más a mano.
Observatorio de nominaciones
Hoy vamos a analizar las variaciones a la hora de elegir los objetivos nominatorios de cada cual, además de un apunte respecto a la selección por género. Alessandro fue quien más veces repitió un mismo nombre, nominando a Ari cuatro veces. Nadie más nominó tantas veces a un mismo concursante. Aparte de su reiteración en la nominación a Ari, el italiano no repitió ni un solo nombre más. De forma que nombró una sola vez a: Zulema, Azucena, Ochoa, Arístides, Marta y María. Mínimo de repeticiones excepto en el caso señalado, el más insistente hasta ahora.
Hay varios casos de repetición de un mismo nombre en tres ocasiones. Pepe nombró a Juan ese número de veces, y lo mismo pasó al contrario en un caso claro de reciprocidad, algo que tratamos el pasado viernes. Es decir, Juan también nominó tres veces a Pepe. En ese aspecto no se pueden echar nada en cara. Mismo número de veces pronunció Sindi el nombre de Ari. Y Michael el de Sindi.
Algo semejante a lo señalado con Alessandro sucedió con Noemí. Ella nominó dos veces a Ochoa, pero no hay ni una sola repetición más en las cinco nominaciones estudiadas. Así pues, nombró a: David, Zulema, Azucena, Ari, Arístides, Mary Joy, Marta y María. En total, nueve personas distintas, siendo quien más varió sus objetivos nominatorios.
La mayoría de concursantes nominaron a seis o siete compañeros distintos. Concretamente, lo hicieron a siete los siguientes: Juan, Ari, Ochoa, Michael y Alessandro. Por su parte, estos nominaron a seis de sus compañeros: Pepe, Hugo y Sindi. Por tanto, se destaca Noemí al haber elegido a nueve compañeros distintos hasta el momento.
La observación principal relativa a este asunto es que nadie actuó de forma tan variada (nominando a tantos compañeros) como Noemí. Otro asunto es el análisis por género, igualmente interesante. En el caso de Noemí, la mayoría de sus objetivos fueron chicas, salvo en la nominación a David y la muy común a Arístides. Siete mujeres estuvieron en su punto de mira: Zulema, Azucena, Ariadna, Mary Joy, Marta, Ochoa y María. Solo se han salvado Sindia y Verónica.
Algo parecido sucedió con Alessandro y Hugo. Los dos concursantes que mejor relación tienen con Noemí nominaron, como casi todos los demás, a Arístides, siendo mujeres el resto de sus objetivos. Ales nominó a seis chicas: Ari, Zulema, Azucena, Ochoa, Marta y María. Y Hugo a cinco: Azucena, Mary Joy, Verónica, Ochoa, Marta. Es interesante comprobar que estos dos concursantes eligieron siempre a chicas, con la excepción del multinominado Aris.