De repente Aritz

telecinco.es 07/10/2015 09:15

Cuando todos estábamos pendientes de Suso y sus carpetas imposibles, de repente apareció Aritz. Estaba allí desde el principio, con su excesiva corrección y una leyenda detrás que cautiva. Aritz parecía un concursante bienqueda, buenrollista, tal vez demasiado correcto. Muchos pensamos que nos engañaba al presentarse ajeno a la tecnología y desconocedor del universo Gran Hermano. La llave que lleva siempre encima, ya sea en la mano, prendida de su pecho o sujeta a su sombrero, es uno de los enigmas que le acompañan. Además, la historia de Aritz es la de un hombre a un sombrero pegado, dicho de forma quevediana (o quevedesca, no sé bien).

El caso es que nos habíamos convencido de la corrección de Aritz, tan excesiva que inevitablemente había despertado cierto rechazo. Habíamos dado por supuesto que estábamos ante un tibio de los que habla el Apocalipsis (“Conozco tus obras; sé que no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras lo uno o lo otro! Por tanto, como no eres ni frío ni caliente, sino tibio, estoy por vomitarte de mi boca”). Creímos que Aritz rehuiría el compromiso, no dejando que nadie le sacara de su plácida zona de confort. Su posición en la casa, ganada con inteligencia, parecía prometer que nadaría entre dos aguas, asentando su trasero entre dos sillas, si hiciera falta. Aritz el cocinero, el respetado, el de los cero votos el pasado jueves. Pues bien, nos equivocamos de forma garrafal. ¡Menudo analista de pacotilla estoy hecho!

Las veces anteriores que vimos a Aritz adoptando cierto compromiso terminó errando de una forma u otra. Bien porque culpaba al reggaeton, lo cual le situaba en un nivel de frikismo inextricable, bien porque pedía perdón después, lamentándose por haber ido mucho más allá de lo deseado. Es decir, por haberse comprometido demasiado. Había sido más caliente que frío en más de una ocasión, regresando con premura a la tibieza. Lo hizo cuando Raquel quiso poner contra las cuerdas a Quique por creer que había cometido el pecado tremebundo de llamarla falsa. También en respuesta al “mala pécora” de Marta y el “no tengo nada que hablar con guarras” de Sofía, ambas dirigiéndose a Raquel. Entonces pensamos que estábamos ante un espejismo. Aritz era como esos delanteros que lo hacen todo bien, pero tienen problemas a la hora de rematar la jugada. Hasta ahora, se le estaba resistiendo el gol.

Aritz no es tibio, solamente lo parece. Con su intervención anoche ante el tercer monólogo vacío e interesado de Suso esta semana perdió todos sus complejos. Ese Aritz ya no estaba dispuesto a pedir perdón. Se le hincharon las pelotas por fin. Su voz resonaba de forma gloriosa y oportuna en medio del rebaño silencioso. Estábamos todos contemplando los árboles que no nos dejaban ver el bosque, o los carteles que dicen “Paisaje pintoresco” tapando lo pintoresco del paisaje. Apenas nos estábamos dando cuenta cuando, de repente, apareció Aritz.

Habló el capitán. “¡Oh capitán, mi capitán!”. No sabe Suso hasta qué punto fue acertado llamarle así. Porque, desde anoche, Aritz no es el tibio, el bienqueda, el buenrollista, el que rehúye el compromiso, obligado por sí mismo a pedir perdón después de dar su opinión. Desde anoche, Aritz es el capitán. “¡Oh capitán, mi capitán!”. La voz que clama en el desierto. El hombre que susurraba a las ovejas. Pastor de ese rebaño. Dueño y señor de esa casa. Solamente él fue capaz de revelarse ante la estulticia de Suso, y lo hizo con extraordinaria brillantez. Su intervención tuvo algo principesco. Dijo lo que quería y salió de la escena, haciendo mutis por el foro. Eso sí, mientras se apartaba se le escuchó decir: “Nada, que es un fresco”. Ese es mi Aritz. “¡Oh capitán, mi capitán!”

Pedía Suso una vez tras otra “parcialidad”. Hasta lo llegó a silabear: “Par-cia-li-dad”. Naturalmente, quería decir lo contrario. Al revés, para que me entiendas. Su discurso de anoche, tras conocerse los porcentajes ciegos con una nominada casi sin votos y las otras dos prácticamente empatadas, fue tan vano y prescindible como los de días anteriores. “La charla del otro día me tocó el huevo izquierdo, la de ayer el huevo derecho y la de hoy los dos huevos”, decía después Aritz. “Se lo digo en su puta cara, me la pela. Le voy a dar los tres puntos. Se los merece”. Precisamente a la cara va a tener que ser. Por el tono de voz del capitán, estoy seguro de que Suso ya se dio por enterado, habiendo escuchado a la perfección todo lo que dijo tras el enfrentamiento entre ambos.

“Lleva dos días que ha visto lo que ha visto y por eso está así. Cuando pueda hablar, hablaré”, decía Aritz. Se refería a que el absurdo monólogo del lunes fue por haber visto los once puntos que tuvo en la última nominación, lo cual pudo conocer durante el Debate del domingo. Suso se mueve por ese tipo de impulsos y da por supuesto que todos los demás son tontos de remate. La mayoría evita quitarle esa idea, lo cual tiene su parte buena porque de ese modo no sale de su error.

Ayer Suso tuvo algo de respuesta por parte de Vera, a quien acusó de enfrentarse a él dos veces en un mismo día. También Carlos, definitivamente apartado de su órbita, le contestó. “Cada uno va con quien quiere y si la gente no quiere acercarse por algo será”, dijo Carlos. No dice nada extraño. Reclamar que se acerquen a Raquel cuando esta se pasa todo el santo día junto a él es de un cinismo sin límites, como bien señaló Aritz. “¡Oh capitán, mi capitán!”.

“Yo no estoy viendo ni víctima, ni verdugo, ni cojones. Creo que eres tú quien está haciendo la salsa esta”, le decía Aritz a Suso, cargado de razón. “Pues como cuando tú la haces, que nadie te puede decir nada, pareces el capitán de la casa, tío”, respondía Suso con su torpeza habitual. Este muchacho saldrá de la casa satisfecho de aquello que no debiera estarlo e ignorando aquello en lo que acertó. Por ejemplo, darle a Aritz un apodo perfecto. “¡Oh capitán, mi capitán!”.

La faena de Aritz fue perfecta. Se enfrentaba a un morlaco torpón y poco bravo, enculado en tablas casi todo el rato. O sea, Suso. No se le movió el sombrero siquiera. Ni le costó mandar y templar, toreando por bajo con la derecha, con temple y dando distancia al enemigo. Rematando la faena con una certera estocada. Valga el símil taurino, que siempre vale. Incluso para uno que ya no lo es. Al salir del ruedo, el capitán Aritz fue primero a abrazar a Raquel, que lloraba. Luego le dio ánimos a Sofía, tendida y rendida en su cama. Finalmente, salió al jardín, y delante del propio Suso respondió a la petición de abrazos tanto de Amanda como de Raquel. Me voy a dejar de filigranas: Aritz es el puto amo. No hay más.

La madrugada terminó con Sofía y Suso hablando. Ya lo dice el refranero: “El hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra”. El maestro hindú Osho decía que si fijamos toda nuestra atención en la piedra que hay a la mitad del camino, por más que solo ocupe un breve espacio en la carretera, terminaremos chocándonos irremediablemente con ella. Por tanto, lo mejor que pueden hacer los supuestos damnificados es mirar a su alrededor, disfrutar del camino, admirar la belleza del cielo y la frescura de los árboles. Cualquier cosa excepto mirar con fijación esa piedra que tanto les obsesiona. Si no hacen esto se chocarán y el final de esta historia será para ellos cualquier cosa menos feliz.

Sofía es transparente y tiene capacidad de autocrítica. No la veremos fingiendo alegría si no lo siente. Ayer era de las últimas en descubrir el jardín secreto y en lugar de dar saltos de alegría observaba fría e inexpresiva. No olvidemos que la estaba llevando hasta allí Raquel. A pesar de ir acompañada del resto de compañeros que ya conocen ese secreto, entiendo su poco entusiasmo. Con Suso reconocía sus “niñatadas”, su despecho y sus rajadas. Mucho más de lo que su interlocutor sería capaz. Mucho me temo que tampoco Raquel haría algo así. Esta afirmaba ayer que ella nunca haría lo que hizo Sofía. Hay muchas formas de decir las cosas. Sofía la llama “guarra” y ella sugiere algo parecido de forma más astuta. Y poco clara.

El problema de Sofía ha sido el miedo. Dice un proverbio chino: "El que teme sufrir ya sufre el temor". El miedo puede acosarnos durante el peligro, del mismo modo que antes o después de este. Dependiendo de nuestra personalidad, tenemos más posibilidades de sentir miedo en una u otra circunstancia, o bien en todas ellas. El temor de Sofía a que ocurriera algo entre Suso y Raquel era el miedo de quien se adelanta al peligro. Un peligro que finalmente ha llegado.

"El amor ahuyenta el miedo y, recíprocamente el miedo ahuyenta al amor. Y no sólo al amor el miedo expulsa; también a la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad, y sólo queda la desesperación muda; y al final, el miedo llega a expulsar del hombre la humanidad misma". La frase es de Aldous Huxley, autor de 'Un mundo feliz'. Aquel que teme no alcanzar un objetivo amoroso, quien ve malograda una conquista, siente miedo inevitablemente. El error es no apreciar la segunda parte del pensamiento de Huxley: el miedo ahuyenta al amor. Pongamos que también a la pasión. Tal vez Sofía hiciera apartarse a Suso, temeroso de su miedo. Miedo llama a más miedo.

Una vez hecho el esfuerzo de entender tanto a Sofía como a Suso, queda una tercera pieza del puzle por poner en el tablero. Bueno, en realidad hay otra cuarta, que no encaja ni queriendo. El papel de Amanda es tan insólito que viene a confirmar la sospecha de que todo es pura telenovela. Y barata, como dice el pastor de este rebaño, capitán Aritz. Este híbrido entre Amy Winehouse e Ylenia‘Shore’ (a quien imita con descaro) sujeta la vela entre los dos, tal vez para iluminar la escena. Mientras tanto, Raquel y Suso hacen recuento de las cámaras que les están enfocando, como sucedió precisamente anoche.

Entiendo con dificultad a Raquel. Su "sí, pero no", el burdo coqueteo y torpe guion me hacen desconfiar de sus intenciones. Cuenta que al principio deseaba expresarle sus sentimientos a Suso, pero no pudo porque Sofía se metió en su cama. Recordemos que eso sucedió la primera noche, de forma que debemos creer que Raquel le hubiera confesado amor a Suso entonces, apenas cuatro horas después de conocerse. Debería haberse preparado la historia de este amor de opereta. Así contado no es que huela mal, sencillamente se trata de una olla podrida a la que no hay forma de meter mano. Anoche Raquel accedía a meterse en la cama con Suso después de haber afirmado por activa y por pasiva que no lo haría. Los porcentajes igualados mandan. Exigencias del guion.

Como señalaba con gran acierto @MissNothingGH en Twitter anoche, Sofía está cien por cien segura de que se va ella, mientras que Raquel anda convencida cien por cien de que ella se salva. Gran diferencia entre las dos. Amanda, por su parte, se ve ganadora. Si acaso del premio a la que mejor sujeta la vela. Con infinita paciencia le explicaba anoche Sofía a Suso que para ella Muti era un apoyo grande porque no le gusta ir contando sus cosas a todos, así a lo loco. Hay que tener muy mala intención para decir a Muti aquello de que Sofía ya estaba usada y podía tirársela él, para luego reprochar a Sofía que estuviese en la cama muy pegada a Muti, o le diera una cachetada en el culo delante de todos. Suso intentando decir que Sofía hizo lo mismo que él viene a reconocer que no está haciendo bien. Y, lo más importante, compara peras con manzanas de forma muy absurda.

Moleskine del gato

Los porcentajes ciegos oficiales están igualados hasta el empate técnico, según vimos ayer al cierre del Última hora, con Jordi González. Supongo que será empate técnico (fuerte grado de proximidad) de votos, porque en cuanto a los porcentajes es simplemente un empate.

Se anuncian para este jueves nominaciones a la cara. Tengo siempre reservas a este tipo de nominaciones. En primer lugar, creo que siempre beneficia más a unos concursantes que a otros. En particular, los más susceptibles de quedar nominados son aquellos que pueden salir beneficiados, ya que al nominar a la cara alguno puede siempre modificar sus planes iniciales y evitar darles sus votos. Suso sería en este caso el que podría perder algunos votos si nominan a la cara, aunque tal y como están las cosas no creo que le valga para salvarse. Hay que tener en cuenta que Suso estuvo dando la chapa la semana pasada por haber quedado nominado en primera instancia, aunque fuera finalmente salvado por algunos de sus compañeros. Solo por evitar su reacción, más de uno dejaría de nominarle.

La anterior no es mi única objeción. Tampoco la principal, aunque esta tenga alguna relación con lo ya expresado. Nominar a la cara supone dar una enorme ventaja a quienes lo hacen al final, que pueden modificar sus votos de acuerdo a como vaya el tema. Por tanto, tienen una gran facilidad para determinar la terna final. Por mucho que se elija el orden al azar, no debería ser que los votos de unos valgan mucho más que los de otros en la práctica.

Hay una forma de evitar la injusticia de unas nominaciones a la cara. Es tan simple como que cada concursante tenga que poner por escrito sus nominaciones y, por supuesto, no puedan cambiarlas luego atendiendo al desarrollo de las votaciones. Tan simple como esto y evitaremos un resultado poco acorde con el deseo de los concursantes. Es injusto que los últimos puedan determinar el resultado, contando con la información de lo que votaron sus compañeros. Y tiene solución. Ruego encarecidamente que sin privarnos del espectáculo que supone una nominación a la cara se haga de forma justa.

Ismael Beiro bautizó anoche a los seguidores de Sofía como 'Sofistas'. Tenemos testimonio gráfico de su existencia.

[Montaje por @Tito_Soy]