Todos, salvo Adara, dan la espalda a Bárbara

telecinco.es 26/09/2016 09:26

Bárbara es la nueva apestada de la casa. Durante días se rieron de Pablo, al que ahora dicen echar de menos. Ahora las conversaciones giran en torno a Bárbara, con breves pausas para descargar odio contra Adara. El siguiente candidato a entrar en el círculo del odio es Alain. A Meri le salva su facilidad para defenderse, temida por algunos. Noelia no es odiada, pero su decisión de quedarse en el grupo de los “no alineados” (junto a Alain) va a pasar factura a esta concursante. Tras más de dos semanas analizando las personalidades que habitan esa casa, no veo muy posible que se corte el círculo del odio.

Dice la parábola que un empresario enojado regañó al director de uno de sus negocios. Este director llegó a su casa y gritó a su esposa, acusándola de estar gastando demasiado al ver el abundante almuerzo. Su esposa gritó a la empleada de hogar, que rompió un plato y dio un puntapié al perro porque había hecho que tropezase. El animal salió corriendo y mordió a una señora que pasaba por ahí. Cuando esta fue a la farmacia buscando cura insultó al farmacéutico porque le dolió la aplicación de la vacuna.

El empleado de la farmacia llegó a su casa y le gritó a su madre porque no le agradó la comida. La señora, manantial de amor y perdón, le acarició la cabeza mientras decía: “Hijo querido, te prometo que mañana haré tu comida favorita. Trabajas mucho, estás cansado y hoy precisas de una buena noche de reparador sueño. Voy a cambiar las sábanas de tu cama por otras limpias y bien perfumadas para que puedas descansar en paz. Ya verás cómo mañana te sentirás mucho mejor”. Lo besó y abandonó la habitación, dejándolo solo con sus pensamientos. En ese momento se interrumpió el círculo del odio, al chocar contra la tolerancia, la dulzura, el perdón y el amor de una madre.

No hay una madre en la casa de Guadalix, y tampoco la estamos necesitando. Para lo nuestro vale ese ambiente cargado de odio, generador de discusiones permanentes. ¿Una discusión al día? No, qué va. Es una a cada momento. Esto nos tiene entretenidos, aunque se echa en falta un poco más de empatía. Ni siquiera amor de madre. En definitiva, son todos rivales de los otros, pero eso no quita para que falte algo más de entendimiento y sobren comportamientos falaces.

No es casualidad que la palabra más escuchada estos días sea “falso” o “falsa”. Creo que más en femenino porque ellas están siendo más activas. Esta edición no sería nada sin las chicas. Tal vez sea por esto que la segunda palabra más repetida puede ser “guarra”, imprecación con muy diferentes significados. Doy fe de que lo han utilizado en casi todos ellos. Desde el “guarra” de Bárbara a Montse por la libre expresión de su sexualidad y los comentarios procaces en tono de broma, hasta el “guarra” de Clara a Adara por no ser tan obsesiva de la limpieza como ella.

Como es habitual, censuramos más o menos expresiones gruesas como las mencionadas dependiendo de nuestras simpatías o antipatías. La cosa puede llegar al absurdo de analizar si es más grave el “guarra” de una o el de otra. Porque el insulto tiene grados y categorías. Anoche veía a Alain consultando las reglas de la casa que les dan siempre y leen colectivamente el primer día (aunque Suso ni siquiera lo recuerda, y eso que ha pasado solo un año, casi exactamente). Pensé si no estaría buscando la parte donde dice que está prohibido insultar. Debe estar prohibido, pero menos. Tal vez la fórmula correcta debería ser “el insulto empobrece”, o algo así como “lo que insultas en tu casa se queda en tu casa”. Parecido a aquel “lo que sucede en El Club se queda en El Club”, que ahora resulta no ser lo que parece.

Anoche durante el Debate se aclaró a la casa (y a la audiencia) que no hay obligación de guardar secretos respecto a lo que pasa en El Club. La información es poder y cada uno decide cómo gestiona ese poder, si lo conserva o renuncia al mismo. Argumento falaz desde el momento que ese es un poder compartido, esta semana por los tres habitantes de El Club, y así parece que va a seguir siendo. Según se plantea ahora, de forma claramente contradictoria con lo dicho anteriormente, la voluntad de una de esas personas supone la renuncia al poder de los otros habitantes de El Club.

Cualquier poder otorgado a un colectivo, reducido en este caso, debe ser gestionado de forma conjunta. En caso contrario no hay control sobre ese poder, y entonces eso más bien debería llamarse suerte pasajera, pero en ningún caso poder. No tiene sentido que de forma unilateral un habitante de El Club pueda contar sus secretos. Si no hay control de la información esta fluirá, como ya se ha visto. En todo caso, está bien claro que todos, sin excepción, pensaban que no se podía contar lo que sucedía en El Club. Pol pidió sanción para Bárbara por revelar que habían decidido quién doblaba sus puntos en las nominaciones. Antes de eso, Fer le decía a Pol que no podía revelar el episodio de Bárbara queriendo nominarle después de haber pactado que no se darían puntos mutuamente. Y toda la casa se sorprendió por haberse enterado por Fer y Pol que los habitantes de El Club veían las nominaciones de los demás.

El poder del secreto en El Club ya se ha perdido. Sin que nadie les haya pedido opinión, todos los que accedan a ese lugar exclusivo tendrán una ventaja menos. El Debate también comunicó que siempre serán tres en El Club, con lo que desde este mismo jueves lo abandonará uno de sus habitantes y entrará otro nuevo cada semana. No se ha dicho de qué forma se producirá ese relevo, pero recurrir de nuevo al fallido juego de las bolas supone volver a empoderar al grupo mayoritario contra una minoría cada vez más insignificante. Anoche Bárbara le preguntaba a Adara, su único apoyo en la casa: “¿Imaginas que elige el público quién se va y quién entra?”. Le digo a la colega bloguera que no presuma de ocurrencia porque lo propuso primero este gato testarudo.

Y es que ese desequilibrio entre buenos y malos, el grupo grande y el pequeño, sigue siendo básico para entender lo que está sucediendo. Entender por ejemplo por qué Candelas pasó en apenas unas horas de imitar a Clara y ridiculizarla por su carácter a acercarse a esta misma concursante en un movimiento sinuoso de claro transfuguismo. El sábado Candelas andaba llamando prepotente a Clara, burlándose de su título de Miss Simpatía (“Como serían las otras”, decía) a convertirse en su aliada renegando de las que habían sido hasta ahora sus amigas.

No es cierto que la auténtica amiga de Candelas fuera Meri, aunque fuera la única del grupo que prefirió la expulsión de Laura, tras la cual se posicionó hace un par de martes. Candelas se llevaba bien con Meri, pero el sábado había pasado ya varios días integrada en el grupo, compartiendo confidencias con Bárbara e incluso llegó a recordar con Adara la bronca de los primeros días asumiendo ambas sus errores de precipitación y falta de entendimiento. El grupo había perdido a Pablo, pero Candelas estaba ya perfectamente integrada. ¿Qué provocó su cambio de forma tan repentina? Estoy seguro de que el temor a ser eterna nominada y poder ser expulsada. Candelas debe pensar que estando a bien con la mayoría, o incluso integrándose en ese grupo, evitará salir a la palestra. Si se salva este jueves, eso le daría un respiro durante las próximas semanas. El miedo es más poderoso que la propia convicción y por eso ha sido capaz de olvidar la tirria que le tiene a la señora Danvers de Rebeca (o sea, Clara) y el mal concepto expresado días atrás hacia Miguel, Rodri o Bea.

A pesar de ser una gran seguidora del programa, se le escapa a Candelas que pertenecer al grupo mayoritario es una de las mayores torpezas que se pueden cometer. Mucho más si no eres miembro fundador, por así decirlo. Porque no tiene las ventajas de ser el grupo pequeño, con su voluntad sometida a la de la mayoría. Y encima, llegado el momento a quien se van a cepillar primero es a los últimos en incorporarse. Las últimas, en este caso. O sea, Candelas y Meri. Aun así, entiendo que callasen cuando, durante la fiesta del viernes, Clara le dice a Adara estas poco edificantes palabras: “La primera que no ha limpiado nada eres tú. ¡Guarra! Tócate todo el coño con tu amiga Bárbara, que es otra guarra”.

Digo que entiendo a Candelas y Meri cuando se quitan de en medio en esa discusión, porque antes Adara y Bárbara habían hecho lo propio en otra, dejando solas a Candelas y Meri ante una jauría de lobos hambrientos y deseosos de aniquilar al grupo minoritario en la casa. También es verdad que el desmarque de estas no es igual al gesto de apartarse con un silencio atronador, en un visible gesto de divas que dejan engorilado al grupo mientras ellas se tienden en la cama de forma displicente. Es la diferencia entre los silencios de Adara y Bárbara y los de Candelas y Meri.

En definitiva, la teatralización es importante. Y en eso Adara es única. Todos le están siguiendo el paso, como personajes que ya encontraron a su autor. Como en la obra de Pirandello, estaban allí, anhelados de existir, de consumar y manifestar su propio destino. Necesitaban un autor, y esa es Adara. Buena guionista y pésima actriz, cuya principal virtud es ser capaz de improvisar, aunque va dejando cabos sueltos imperdonables.

Sin ir más lejos, anoche demostraba que no sabe si Pol está estudiando algo o no. “Estudia ADE, ¿no?”, decía Bárbara. Y Adara respondía, con toda tranquilidad: “Pues no sé”. Lagunas de las que a veces sale airosa, y otras se la ve descontenta. El otro día se mostraba excesivamente contrariada tras escuchar los abucheos en plató, y alguien le preguntaba si había llorado. Su gesto fue de estar pensando: “Mecachis, debería haber llorado, es lo que tocaba ahora”.

Que la carpeta ‘Poladara’ es puro artificio por parte de Adara está tan claro que ni siquiera ofende. Hay quien se lamenta de que Pol pueda estar pillándose por ella y vaya a sufrir, pero veo poco sufrimiento en él. Si así fuera contestaría ofendido cuando Miguel dice en su presencia que Adara es mala persona. Todo lo más que acertaba a decir anoche ante las críticas de parte del grupo, decidido a coserla a votos en las nominaciones de esta semana, fue “hablaré con ella”. Miguel dice estar molesto porque Adara duda de la relación basada en el cariño entre Pol y él, pero tampoco parece tener mucho aprecio por su amigo.

En el plan de Adara estaba tener celos de la relación entre su conquista y otras chicas de la casa, pero ha resultado ser que en este caso es un chico. No hay problema, los celos son hacia Miguel, que acaricia y se besa con Pol. Un cariño extraño el de ellos, toda vez que nada más irse Pol aprovechaba Miguel para decir esto de él: “No sabía que este era tan pelele”. Tampoco le falta razón a Miguel, y anoche su amigo volvió a demostrar su poca personalidad eligiendo a los mejores y peores de la semana, y lo mismo en la prueba. Dejó que fuera Fer el primero en decidir, para seguir fielmente su dictado. Tampoco fue capaz de mejorar la falaz argumentación de aquel.

Fer utiliza una técnica conocida como mover el balón. Bárbara defiende que Meri no merece ser la peor de la semana y ella tampoco la peor en la prueba. En la defensa de Meri gana la defensora y pierde la defendida, que ni siquiera le dio las gracias, aunque fuera por puro compromiso. Bárbara argumenta una y otra vez, pero Fer va cambiando sus preguntas, obviando el palizón dialéctico que está recibiendo. Va adaptando sus preguntas, cambiando de acusación, en lo que podemos denominar como la técnica de mover el balón, ya digo. No vale ninguna de las explicaciones, como si no existieran. Esto recuerda a un pasaje de la genial película ‘La vida de Brian’ en la que Reg, el cínico líder del grupo, dice lo siguiente:

“Bueno, pero aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, ¿qué han hecho los romanos por nosotros?”. Grande Reg haciendo de menos todo lo que habían hecho los romanos. Fer dice que la peor en la prueba semanal ha sido Bárbara, quien precisamente está exenta, como él mismo, de hacerla. Los miembros de El Club no hacen la prueba. Cuando Bárbara se lo recuerda cambia esa acusación por la de contribuir poco en las labores del hogar. Ella le recuerda las veces que ha fregado los platos y entonces Fer la censura por no facilitar la convivencia. Y así una y otra vez. El objetivo de esta técnica es dejar mal a la otra parte creando la impresión de que no es capaz de sustentar sus argumentos pidiendo explicaciones de forma gradual y, si hace falta, haciendo sucesivas acusaciones.

De momento, Miguel llama “pelele” a Pol, pero poco quedará para que lo llame ignorante, poco espabilado o algo similar. Y, aunque me cueste, también tendré que darle la razón. Anoche seguía reprochando que Bárbara hubiera contado lo del poder que le dieron a Rodri con doblar los puntos, pero el ‘súper’ ya había aclarado que son libres de contar lo que pasa en El Club. Luego volvía a repetir que Bárbara no hubiera salido nominada de no elegir a Rodri, lo cual es indicativo de que tampoco sabe contar. Por cierto, al final entendí por qué ahora resulta que pueden revelar todo lo que pasa en El Club. La cena de anoche fue escuchada íntegramente por Adara desde la casa. Las paredes son de papel allí, como es costumbre, y así no es posible guardar un maldito secreto.

Moleskine del gato

Debo acabar, como cada lunes, con la frustración por no poder comentar todo lo sucedido el fin de semana. Esta edición va camino de ser mítica, si sigue como hasta ahora. Lástima que la perspectiva es que este jueves sea expulsada Bárbara, lo cual vamos a lamentar porque se me antoja como un elemento desestabilizador tan fundamental como necesario. El nivel de confianza ilusionada en que la caja de Bárbara lleve un mensaje diferente a los vistos hasta ahora (No vuelves a la casa) es enorme. No podemos echar a perder tan pronto esta edición, que lleva días siendo apasionante como pocas.

Ya perdimos a Pablo, que no abandonó por culpa de Mayte, como dije aquí el viernes y confirma él por activa y por pasiva. Otra falacia más. También lo es que el motivo del sorpasso fuera su incursión en medio del ridículo espectáculo de Miguel levantando el telón de su bisoñé ante una Clara nada sorprendida. El sorpasso se dio después de conocer que se abriría el difunto Contraclub, donde estarían Mayte y otras dos personas. Muchos pensaron que sería divertido dejar a Pablo en esas manos, una situación que habría gestionado con mucha más soltura ese Miguel casi de vuelta de todo, con suficientes tablas en la exposición pública. El Contraclub es culpable del maldito sorpasso, que nunca está cuando se le necesita (esta semana, por ejemplo).

Los porcentajes ciegos conocidos anoche están así: 72,1 %, 14,6 % y 13,3 %. Está claro que la audiencia quiere castigar a Bárbara con un alto porcentaje. Nuestra esperanza está puesta en la caja de la vida extra. Anoche se abrió en plató la de Álvaro, después de hacer decidir a la audiencia entre esta opción o que fuera a parar a alguno de los habitantes de la casa. Ese es el aprecio que les tenemos. No fuera a ser que llegase a manos de Fer. O de Rodri. No puede haber peor pesadilla. Es pensarlo y empezar a sudar. Es el precio a pagar: para pasarlo tan bien hay que pasarlo así de mal.