Solo pueden quedar tres

telecinco.es 11/12/2014 09:02

Hoy tenía previsto hacer el perfil de Hugo, uno de los seis concursantes que han llegado a esta casi agónica fase final del concurso. Pensar en llenar más de dos párrafos hablando del dueño de Rubia ha logrado agobiarme nivel Azahara, por lo cual finalmente he decidido desdecirme y compartir el espacio de hoy con el perfil de Jonathan, cuyos méritos en el concurso han sido casi tan pocos como los de Hugo. Puestos a prescindir de uno de esos perfiles tendría serios problemas para decidirme. Así lograré completar más de dos párrafos entre los dos, y aún así me seguirá pareciendo excesivo. Antes de esos dos escuetos perfiles, me permitiré hacer un par de reflexiones.

Finalmente, serán tres los expulsados antes de la gran final. Esta noche desfilarán tomando el camino de salida de la casa tres concursantes que habrán quedado a las puertas. Serán los menos votados durante esta primera semana en que la lucha por conseguir el favor de la audiencia se convirtió en un escaparate de bazar donde se rifan jamones, cestas de Navidad, camisetas, gafas y hasta cenas con los concursantes. Todo ello sin contar con la autorización de los interesados, porque somos así de chulos y decidimos por otros sin preguntar antes. Yo primero ofrezco una cena con fulanito y luego le pregunto si está de acuerdo. Es como aquellos guardias civiles de la dictadura que primero disparaban y luego daban el alto. O quizá no sea algo tan antiguo, ahora lo estoy dudando.

Me da un poco de apuro esa almoneda que ofrece regalos a cambio de votos. Ni los caciques de pueblo eran tan descarados. Obviamente, me da igual si se trata del bazar de uno u otro concursante. Si alguien necesita para votar el incentivo de un regalo poco vale su voto. Puedo entender que Vitín decida sortear su camiseta, entre otras cosas porque ha sido uno de los protagonistas de esta historia (y porque tengo debilidad por él). Otra cosa es ver enfervorecidos seguidores que justifican con su amor al programa el mercadeo vergonzante en el que quieren convertir la decisión de la audiencia, que tan solo debe elegir su concursante preferido. Parece que el ganador fuera a compartir su premio con sus votantes, que ya digo yo que no.

La diferencia entre que esta noche hubiera dos expulsiones (como estaba previsto inicialmente) o tres (como ha sido finalmente anunciado) es que Mercedes se asegure poder sentar en la mesa levadiza del plató a Jonathan solo, que tiene menos entrevista que Berta (concursante de GH 12+1, convertida en referencia universal de entrevista fugaz a un expulsado), o a la pareja imposible formada por ese concursante y Yolanda. Me puedo equivocar de medio a medio (como acostumbro a hacer), pero no daría por seguro que siendo dos los expulsados saliera Yoli. Veo mucho más débil a los dos protagonistas de los daguerrotipos de hoy (Hugo y Jonathan) que a la albaceteña, por mucho que sus familiares y seguidores hayan decidido su sacrificio.

No quiero decir que con dos expulsados se hubiera podido evitar la salida de Yoli, pero sí que la veo algo más incierta en ese caso. Sin embargo, siendo tres doy por seguro que saldrá junto a Jonathan y, tal vez, Hugo. Es mi única duda, porque Azahara y Hugo han sido dos incógnitas importantes en lo referente al apoyo que pudieran tener en la audiencia. No tengo dudas de que Azahara merece mucho más llegar a la final que ese compañero suyo de concurso, elegido por ella misma. Pero Hugo puede ser de esos concursantes sorpresa, capaz de llevarse el apoyo de una parte de la audiencia votante que apenas consideramos. Por ejemplo, niñas adolescentes que podrían ser compañeras de pupitre del gallego y algunas puede que hasta lleven su foto pegada en la carpeta del colegio.

Si mis previsiones, casi siempre baldías, no fallan esta vez, tendremos a Jonathan y Yoli juntos al lado de Mercedes, y eso puede ser el gran momento de esta noche. Ojalá el primo tenga un arrebato de sinceridad, o alguien haya hecho los deberes, y terminemos sabiendo si en realidad su relación con la “personita de fuera” fue de tres semanas u ocho meses. Quiero un primer plano de Yoli cuando llegue esa revelación, si es que llega, porque ella centró toda su justificación al acoso continuo a Jonathan en dos argumentos: que él a veces también la buscaba (¡correcto!) y que solo había estado con esa chica de la que hablaba dos o tres semanas. Y sobre esto hay dudas, por eso sueño con que esta noche sean despejadas (¡chupito!).

Tampoco debemos olvidar que la salida de Yoli beneficia a Alejandra, puesto que así se evitaría la posible división del voto que podría existir por la disidencia de seguidores primistas en desacuerdo con la teoría de la concentración. Se allana de esta forma el camino de Alejandra y se pone bastante cuesta arriba la posibilidad de que Paula se lleve el maletín. Tengamos en cuenta que la encuesta de esta página fue abierta hace dos semanas para testar los favoritos, y reconvertida después en encuesta de los finalistas.

Deberemos poner el contador a cero mañana, aunque no hagan igual con los votos reales, para así poder aislar el resultado del enfrentamiento entre estas dos concursantes, auténticas aspirantes al premio, junto a un tercero (¿Azahara?) que será mero comparsa. La ventaja que ahora declara la encuesta por Paula puede ser muy distinta de lo que realmente está ocurriendo en los votos. Incluso no descartaría que la concentración del voto primista en Alejandra no haya sido una maniobra tan efectiva como para tener ahora mismo por delante en los votos a la de Albacete.

Y voy ya con el primero de los perfiles de hoy: Hugo, el benjamín generoso. Es curioso que el concurso uniera a Hugo y Azahara como pareja y a la hora de destacar algo relevante en cada uno de estos concursantes haya pensado en características opuestas. La falta de generosidad en Azahara se compensa con el carácter generoso de Hugo, el más joven del grupo. A veces he escrito que ningún concursante que haya dañado consciente y voluntariamente a otro ganará nunca este programa, aunque tengo mis dudas respecto a cierta ganadora amiga de las flores poderosas. Si el razonamiento fuera a la contra, Hugo tendría muchas posibilidades de convertirse en ganador porque no ha hecho ningún mal. No ha hecho tampoco excesivamente el bien. En resumen: No ha hecho casi nada.

Hugo ha estado desaparecido durante días enteros en esa casa. Ignoro si sus habitantes tenían la misma sensación, pero visto desde fuera si hubiera permanecido durante días en un lugar escondido no lo habríamos echado de menos. En realidad, a veces he tenido la sensación de que eso era lo que estaba sucediendo, y Hugo salía con la misma facilidad con la que entraba en la casa. Esto último sucedía principalmente en las fiestas, su único momento de gloria, justo cuando reparábamos que había un concursante llamado Hugo.

Esto nos impidió ver a un concursante calculador, que la víspera de la noche que entró Lucía nos demostró en el jacuzzi que tenía en la cabeza las posibles nominaciones de todos y sus eventuales combinaciones. No lo mostró en ninguna ocasión posterior porque se fue escondiendo cada vez más, siempre hasta la próxima fiesta en que a partes iguales admirábamos su ímpetu creativo en el baile y nos reíamos por eso mismo. Tan divertido de fiesta y tan gris durante el resto del tiempo. Es un curioso contraste. No obstante, algo debió ver Azahara para elegirlo como compañero de concurso al finalizar la primera semana. Y también debieron de ver Luis y Paula un valor en Hugo para convertirlo en el otro hermano. Un hermano con menos roce, pero casi el mismo cariño.

Sospecho que fue la generosidad que he apreciado en Hugo lo que vieron esos compañeros, aparte de la imagen de debilidad que ha transmitido tantas veces, sobre todo cuando rompía a llorar recordando a los suyos. Hugo es un joven muy apegado a su familia y, además, pertenece a una sociedad donde la familia todavía es nuclear e importante, lo cual se ha perdido bastante en las grandes ciudades. Lo cierto es que el adolescente consentido al que en su casa permiten tener una cabra como animal doméstico se mostró muchas veces comprensivo con unos compañeros a los que trató de igual a igual, lo cual posiblemente le haya hecho madurar con especial rapidez.

Apenas tuvo conflictos importantes, tal vez salvo alguna discusión algo desabrida con las primas, en especial con Alejandra. Pero fue siempre lo más parecido a las típicas discusiones de hermanos mayores con los más pequeños. Cuando pienso en la generosidad que ha mostrado Hugo no puedo evitar recordar la historia de la señora y el paquete de galletas en la estación de tren. Cuando la señora llegó a la estación por megafonía se informaba de que su tren llevaba un retraso de aproximadamente una hora. Resignada, compró una revista, un agua y un paquete de galletas, buscó un banco donde sentarse y se preparó para la espera.

Mientras ojeaba la revista se sentó un joven a su lado a leer el diario. De pronto, sin decir una sola palabra, estiró la mano, tomó el paquete de galletas, lo abrió y comenzó a comer. La señora le miró indignada. No quiso ser grosera, pero tampoco le apetecía hacer como si no hubiera pasado nada. Así que, exagerando el gesto, tomó el paquete, sacó una galleta y se la comió mientras miraba fijamente al joven. Como respuesta, el joven tomó otra galleta y, mirando a la señora a los ojos, se la llevó a la boca. Claramente alterada, ella cogió una galleta más y se la comió haciendo visible su enfado.

El diálogo de miradas y sonrisas continuó entre galleta y galleta. La señora estaba cada vez más irritada y el chico cada vez más sonriente. Finalmente, ella se dio cuenta de que solo quedaba una galleta y pensó: "No será tan caradura", mientras miraba alternativamente el paquete y el rostro del joven. Entonces, con mucha calma, el joven cogió la galleta, la partió en dos y le ofreció la mitad a su compañera de banco, siempre con un gesto amable. "¡Gracias!", dijo ella, a lo que respondió él: "De nada". El tren anunciaba en ese momento su partida.

La señora se levantó furiosa y subió a su vagón. Desde la ventanilla del tren vio al muchacho todavía sentado en el andén y pensó: "¡Qué insolente y maleducado!" De pronto sintió la boca reseca por el disgusto. Abrió su bolso para sacar la botella de agua y se quedó estupefacta al comprobar que estaba allí su paquete de galletas intacto.

El daguerrotipo de Jonathan se puede resumir en un lema: el hombre cobra. Jamás he visto a alguien con tanta facilidad para girar la cara o el espinazo y evitar besos o tocamientos por parte de una mujer. Ya hablé ayer de ello y Yoli podría llevarse el premio a la más insistente, de igual manera que el primo al más tibio y falso. Cierto que le dejó claro muchas veces que pensaba en una persona a la que no quería perder, que en el almacén le dijo “no me toques” en un tono que habría sido suficiente casi para cualquiera, como recordé ayer. Pero a Yoli no le faltaba razón cuando decía que las palabras y los gestos de Jonathan no iban acompasados.

Ni siquiera las palabras de unos momentos coincidieron con las de otros. Por ejemplo, la noche del juego de la verdad, uno de los momentos cumbre de esta edición. Entonces afirmó que había tenido dudas entre la persona de fuera y Yoli, que sentía atracción por ella y no sé cuántas cosas más. Media hora más tarde estaba en un dormitorio desdiciéndose. Es lo que pasa cuando no se es del todo sincero y se dicen o hacen cosas por quedar bien. Y en eso Jonathan ha sido un número uno, tal vez en lo único. Quedar bien parecía su único objetivo, casi obsesivo. Quedar bien con sus compañeros, con Yoli y, sobre todo, con la audiencia. Aunque también sucumbió a la tentación de jugar con los sentimientos de Yoli para intentar salvar su culo cuando estuvo nominado, o ahora que alberga la esperanza de llegar a la final.

Jonathan hubiera sido de esos concursantes que no despiertan fuertes rechazos ni destacadas adhesiones, aunque tenía todas las papeletas para caernos bien. Su carácter le hace pasar por más púber que Hugo, a lo cual contribuye saber que desde los cinco años hace una visita anual a Disneyland París. O sea, tiene tanto de niño como de borrego, y no se me interprete mal.

¿En qué falló? ¿Por qué es el menos favorito en nuestra encuesta? Creo que por jugar con los sentimientos de Yoli. Aunque esta concursante haya sido consciente de lo que había, no habría tenido que refugiarse en su cómoda mentira si Jonathan hubiera sido un tipo íntegro.

Moleskine del gato

Dice Azahara ayer que lo de su fobia social consiste en el temor a no saber si podrá hacer algo. O sea, que todos tenemos esa fobia. Yo, al menos, lo confieso. Creo que necesito la explicación de un psicólogo. ¿Alguno en la sala? Lástima estas tonterías, porque en esta semana Azahara me está volviendo a ganar, mejorando a pasos agigantados mi juicio sobre ella como concursante. No quisiera ser malvado, pero creo que estar separada de Juanma ha sido un enorme beneficio para ella. La veo menos agobiada, más alegre y hasta graciosa. Si la Azahara de esta semana hubiera sido así durante todo el concurso sería mi favorita sin dudarlo.

Esta noche tenemos una fiesta, trasmutada en funeral para los tres finados que abandonarán la casa a una semana de alcanzar la gloria. Siendo consecuente, no puedo pedir que Mercedes Milá le haga a Hugo una entrevista larga.

Y dejo cartelera cinematográfica para Hugo.

[Cartel por Montse Juanilla]