Susana, gracias por todo

telecinco.es 19/06/2013 09:14

Lo dijo Floren Abad, el ‘súper’ más súper de entre los que hemos conocido: “Susana, gracias por todo”. Y ella le contestó, sin disimular su marcado acento murciano: “Te quiero mucho, bonico”. Ese era el momento más emotivo de la gala final de Gran Hermano catorce. Con poco se consigue llevar una lágrima a miles de espectadores. El secreto es que sea de verdad. Ayuda la pausa dramática entre el nombre y las gracias. Y Floren maneja muy bien las pausas. Esa despedida entre Gran Hermano y el ganador es en realidad el gran momento de la final. Un momento esperado y soñado durante toda una edición.

Prometo que no voy a gritar, no vaya a ser que moleste a alguno, como le pasó anoche a Mercedes con el pinganillo. Lo de conducir un programa de forma teledirigida, recibiendo órdenes por un oído, me parece una de las cosas más difíciles del mundo. Aunque también es cierto que me parecía muy difícil que terminase una gala sin que Lorena tomase la palabra y ya lo ven, anoche ocurrió el milagro. En definitiva, que sin gritos y aspavientos he de decir que estoy feliz con el triunfo de Susana. También con la segunda posición de Igor. Ellos dos eran mis favoritos, por lo cual es una suerte que hayan quedado en tan destacado lugar, disputándose el premio por un puñado de votos de diferencia.

También fue mi favorita Argi durante un tiempo, con lo cual me alegré mucho anoche de verla hablando y abrazando a mis dos favoritos, que eran también los suyos. En mi modestia absoluta me sentí identificado con ella cuando no quiso decantarse por ninguno de los dos. Lo mismo que me ha pasado estos últimos días. Ella lo dijo con gran acierto: “Son dos finalistas que no se puede desmerecer a ninguno de los dos”. Eso es así. Mucho menos cuando ayer mismo estaban igualados, recogiendo en un empate técnico un tercio de los votos cada uno.

Como sabe cualquiera a quien le gusten los juegos matemáticos, en una competición lo importante no es el porcentaje del vencedor sino su distancia con el segundo. Da igual que sean dos, tres, cuatro o veinte los competidores. Si entre el primero y el segundo hay una gran distancia el triunfo es holgado y cómodo. Que lleguen apretados a la meta y haya que pedir la ‘foto finish’ no desluce el triunfo, pero da alas y gloria al perdedor. Anoche entre los dos finalistas últimos que quedaron en la casa hubo poco más de seis puntos y medio de diferencia (53,3% y 46,7%). Aún diré más, a la hora de cerrarse los teléfonos para determinar el tercer clasificado esa diferencia era aún menor, apenas cuatro puntos (38,2%, 33,9% y 11,2%).

El triunfo de Susana es absolutamente merecido y me hace inmensamente feliz. Pero hay que ser fieles a la realidad, y se trata del porcentaje más bajo conseguido por un ganador en toda la historia de Gran Hermano. Y no es por otra cosa sino porque Igor consiguió anoche el segundo mejor puesto desde Ania (39,47%), en aquella primera edición que Pepe Herrero bautizó como “sin número”. Eso si atendemos a los porcentajes facilitados al cerrar los teléfonos antes de la salida de Desi. Porque si utilizamos como guía el dato que hoy recoge toda la prensa, desde La Voz de Galicia hasta Las provincias, pasando por Terra (por citar los tres primeros que encontré anoche), que es el correspondiente a justo el momento de proclamar el ganador, Igor no solo mejora la segunda marca sino que incluso supera bastantes de los porcentajes ganadores. Ya sé que es una comparación desigual, pero ahora ve a convencer a los medios y rectifica la opinión de los menos enterados tras leer que Susana ganó con el 53% e Igor quedó segundo con un 47% (redondeando).

Esto fue así porque los teléfonos continuaron abiertos tras salir Desi, a quien el programa convirtió en la gran protagonista del programa de anoche. Por encima de la ganadora, el segundo clasificado, la no finalista Raki o esa Argi que pisaba el plató por primera vez (y, al parecer última, porque ya avisó de que no estará en el debate del próximo martes). Casi una hora de entrevista, interrumpida por las pausas comerciales y otros hechos relevantes, como que Mercedes comunicase a Susana e Igor cuál de los dos se llevaba el maletín. Susana casi no tuvo entrevista y la de Desi fue larguísima. Pero claro, el maletín es suyo. Y ande yo caliente...

Una vez cumplimentada la parte numérica de mi crónica, correspondiente a porcentajes y tiempos de emisión, vayamos a lo que nos tenía preparada la final de anoche. Lo de los seguidores de cada concursante quedó reducido a una corta visita durante la gala. Duraron menos en la casa de lo que se tarda en salir de un fotomatón. No sé por qué extraña razón a Igor y Desi les visitaron dos seguidores y a Susana tres. También tuvo sus dos fans Raki, que los recibió de bajón en la sala de expulsiones tras saber que no era finalista. “Raki eres la mejor del mundo mundial, tienes que ganar”, le decía una de ellas, a lo que la concursante respondía: “No, si me acaban de echar, ahora mismo”. Seré raro, pero ese fue mi momento preferido de la noche.

Rivaliza el momento “me acaban de echar” con el encuentro de Desi y sus seguidores. No le habían dicho quiénes eran, y lo primero que le dijo uno de ellos fue: “Tu coño ha sido más protagonista que algunos concursantes”. Le miró con cara de no enterarse de nada. No me extraña, porque imagina que un desconocido entra en tu casa y sin presentarse se pone a hablar de tus genitales. Salvo que se trate de tu ginecólogo seguro que no lo ibas a entender. Tardó unos minutos en recuperarse de la impresión hasta que acertó a preguntar: “¿Y ustedes quiénes son?”.

Es como aquel chiste en el que una mujer va a un hospital, entra en la consulta de un médico y le dice que le duele un pecho. Este le pide que se desnude y le hace una exploración manual. Luego solicita ayuda a un compañero, que igualmente explora el seno manualmente. Y lo mismo con un tercero y un cuarto. Al final la señora pregunta: “Doctor, ¿qué tengo?”, y el primero contesta: “No sé, nosotros somos los pintores”. Solo faltó que el fan de Desi se hubiera animado a hacer lo propio. Aunque Expedición imposible va por otro canal.

Luego vimos aparecer en plató a ‘Choco’, también conocido por José. No sé la razón por la que la gente (al menos las concursantes de Gran Hermano) tiene novios con apodos raros. ‘Pichu’, ’Choco’, ‘Mai’... ¿no es más bonito José? O Jose, que a algunos también les gusta estropear su nombre quitándole el acento. Tampoco me pregunten de dónde viene ‘Choco’ que me vienen ideas raras. El perfil de José no sé si cuadra más como concursante de Un príncipe para Corina o como personaje para Callejeros. En todo caso, pido un reality para él y otro para Lucía, madre de Igor. Si me pongo a añadir candidatos me dan las mil, porque Ibo, prima de Argi, es un bellezón. El ecosistema de Gran Hermano es así de grande. Familiares y amigos de los concursantes dan para mucho.

Una faena estar ahí hasta el último día y no llegar a finalista. No sé bien por qué ese castigo, teniendo en cuenta que en los anales de Gran Hermano (nada que ver con el orto) figura Pulpillo como finalista en cuarta posición, después de haber salido no ya al principio de la gala final, sino incluso en otra gala extraordinaria celebrada el día anterior. Igual que pasó anoche, entonces se cerraron los teléfonos, salió Pulpillo y se volvieron a abrir para votar por las otras tres finalistas. Raki tuvo menos suerte, aunque le compensó encontrarse con su ‘Choco’ en plató. Luego salió de su mundo de confetis de colores para reconocer a regañadientes que si Juan Carlos hubiera dado un primer paso se habría podido liar con él. La palabra es justo esa: “liar”. Porque menuda la que se habría liado si eso llega a pasar.

Después de Raki, la siguiente salida tendría que haber sido la del finalista menos votado, que resultó ser Desi, pero no fue así. Antes de eso se produjo la salida de Sonia, pero del plató. Se la veía con ganas de montar un numerito. Cuando el día de su expulsión Mercedes advirtió al hermanísimo de que le expulsaría de plató si no respetaba los turnos de palabra ya dijo que ella iría detrás. Anoche no le debía apetecer nada recibir al ganador, ya fuera Igor o Susana. Aunque ella perdió la batalla con Igor, en realidad su némesis fue Susana, como escribí en el daguerrotipo de esta. Esa fue la gran enemistad de la reina de los purés y las focaccias. La ganadora de Gran Hermano catorce había sido su nominada recurrente, aquella contra la que hacía campaña las vísperas de nominaciones bajo la pueril acusación de ser una estratega. No repetiré más que algunos van de concursantes que no concursan.

Anoche, Sonia fue a la final con ganas de marcha. Metida en ese vestido homenaje al puré (por sus motivos vegetales) era más Sor Puré que nunca. Alegó que Mercedes le había faltado al respeto, cogió el canasto de las chufas (que decía mi madre) y se marchó al bar de enfrente, en el más puro estilo noemista. Por un momento tuve un déjà vu y temí que Pepe Herrero acompañase a la canaria. Con ese gesto estaba cerrando el círculo de las coincidencias. Canaria, surfera (más o menos) y siguiendo la gala desde el bar. Ya lo dije en la crónica de la primera gala, y no está mal repetirlo en esta de la última, el ojo de la cabecera de Gran Hermano debe ser el suyo. Apuesto cinco contra uno.

Mercedes solo le dijo que tenía cara de vinagre. Bien mirado, su vestido podría no ser de puré sino de ensalada. El vinagre lo ponía ella, por lo visto. Nada que objetar a su espantada, momento gracioso de la noche. Tan solo ponerle dos pequeñísimas objeciones. Primero que antes de abandonar no le ofreciera a la presentadora la oportunidad de retractarse. Me extrañó. Y segundo, que si ella considera un comentario un poco impertinente como ese una falta de respeto, no sé lo que pensará de otras cosas dichas por ella. Por ejemplo, que calificase una "mediocridad" a algunos de sus compañeros, entre los cuales debo pensar que estaban la ganadora y el segundo clasificado de esta edición.

Dijo Mark Twain: “La falta de respeto es crucial para la libertad”. Aplíquese a los casos que se quiera. Como suele pasar, algunos nos parecerán bien y otros mal. O, cuando menos, unos mejor que otros. Sin ir más lejos, que Igor le prometiese a Desi que lo iba a pasar mal si hacía perder una prueba por no levantarse de la cama cuando le tocaba, con lo cual podía dejar sin comida al grupo, es considerado por la “tonadillera del mal” como una amenaza. Sin embargo, para ella no debió serlo decirle al mismo Igor que le iba a rajar la cara con una botella. Como diría Sonia: "cuestión de percepción".

Crecido por el gesto de Sonia, pidió la palabra Iván ‘Manero’ para reivindicar al triste DJ y su novia. El imitador de artistas mutó anoche en abogado de pleitos pobres, sin darse cuenta de que el sitio de sus defendidos no era ese plató sino sus inmediaciones. De tal forma han pasado meses, esperando a los expulsados en la calle, cual perrillos abandonados (valga la comparación).

Ayer hablé de reformateo e hiperrealidad, poniendo el ejemplo de la cadena de cafeterías con presencia en todo el planeta que utiliza un perfume para que todos sus locales huelan igual, o ese coche que cuando empezó a venderse menos comenzaron a perfumar con un aroma parecido al del modelo clásico. En la tele no se han inventado los olores, por suerte, a pesar de mi metáfora sobre lo mucho que nos gusta a los enfermos de Gran Hermano todo lo que huela a este programa. Lo que sí existe es el reformateo del sonido. Supongo que por eso cuando apareció en escena el descapotable que trasladaba a los finalistas hasta Fuencarral (probablemente un Rolls-Royce también) escuchábamos el ruido de un helicóptero. Y es que, amigos míos, el helicóptero nos trae aroma a final de Gran Hermano. ¿Que no?

Igual estoy de asociaciones raras, pero más inexplicable me resultó que poco antes de que el montaje visual que prepararon en la sala de pruebas mostrase el nombre del tercer clasificado viéramos unas imágenes de una ballena, cachalote o lo que fuera. Primero la ballena y luego los rótulos con el nombre de Desi. ¿Casualidad? ¿Serendipia?

No puedo negar que esta gala final de anoche fue algo especial. La entrada de los finalistas en Mediaset más sencilla que otras veces, las entrevistas de los dos últimos en abandonar la casa demasiado cortas y la despedida de la casa por parte de la ganadora algo deslucida. Eso sí, momentazos tuvimos unos cuantos. Otro de mis preferidos fue el del móvil de Susana, en el que alguien debió teclear tres códigos PIN erróneos para que en directo le pidiera a su dueña que introdujese el código PUK. Como cosa novedosa estaba bien lo de que pudiera llamar a quien quisiera, en este caso su madre, antes de abandonar la casa, pero alguien debió comprobar antes que el teléfono funcionaba. Por suerte, el equipo siempre al quite hizo la llamada. Le ahorraron el gasto de saldo.

Susana se convirtió ayer en la decimocuarta ganadora de Gran Hermano. Es un triunfo más que merecido, como ella misma decía, aunque no terminaba de creerlo. Anoche estaba radiante, con su vestido rojo y los zapatos que le hizo llegar Leti ayer mismo, tuneados con tachuelas, como había pedido. Inteligente, preparada, sensata, atractiva, modesta, generosa, independiente y siempre fiel a sí misma. Como dije ayer, es una de las nuestras y al final nos ha tenido a sus pies. ¡Enhorabuena!

Moleskine del gato

Quiero huir de la tristeza que me embarga cada año en esta hora final. Aún nos queda el debate del martes próximo, con Mercedes a la cabeza, que comentaremos al día siguiente, y alguna otra entrada hasta entonces. Ver a Mercedes abandonar el plató por donde vino, como ella misma dijo, nos ha dejado mal sabor de boca. Ese es su sitio, y si ella no está ahí quiere decir que no hay Gran Hermano. Ahora nos queda otra larga espera. Sería larga aunque esto volviera a empezar dentro de una semana. Menos mal que, como todos sabemos, la casa volverá a abrir sus puertas para dejarnos disfrutar de su magia.

Dejo unas preguntas sin respuesta que en estos días nos están asaltando a muchos:

- ¿Qué pasó con las tarjetas de rasca-rasca para entrar en la fase final del casting? ¿No se vendieron las premiadas? ¿Acaso será premiada la que guardo de recuerdo sin rascar? ¿Dónde diablos la guardé?

- ¿Quién se llevó el premio de Zumba GH Edition? ¿Orlando existe o son los padres? ¿La profesora era realmente wallista?

- ¿Estuvo ya Carlos Montoya en Roma? ¿Le gustó? ¿Podría decir el nombre de otra ciudad del mundo?

Sigo otro día.

Termino por hoy con una última cosa muy personal. Durante esta semana me han preguntado muchos amigos de forma insistente quién era mi favorito para ganar este programa. Siempre he repetido que Susana e Igor, Igor y Susana, lo eran. Es evidente que siempre hay un candidato cuyo triunfo le hace a uno algo más de ilusión, como también dije ayer. Añadí que para adivinarlo era necesario leer entre líneas. Muchos pensaron que me refería a interpretar mis palabras, lo cual también valía.

He escrito casi dos mil palabras en cada uno de los daguerrotipos de ellos dos, además de otros centenares de miles en estos cuatro meses largos desde el 11 de febrero. Quien me haya leído a diario sabe bien lo que pienso. De todas formas, cuando dije “entre líneas” hablaba en un sentido bastante literal. En realidad me estaba refiriendo a un acróstico que incluía mi escrito de ayer.

Cogiendo la primera letra de los cuatro primeros párrafos del artículo publicado ayer se obtiene la respuesta. No sé si alguien llegó a apreciar esta pequeña trampa. Si es así, felicidades. No era sencillo.

Ah, y gracias por hacer de nuestra encuesta todo un éxito una temporada más. La de la final acertó los dos primeros puestos, lo cual no pueden decir todos, como vimos ayer.

Y dejo por ahí arriba caricatura de Susana, feliz ganadora de Gran Hermano catorce, por Javier B.V. (y todavía quedan las de Argi y Nacho). También dejo su cartelera de A star is born (Ha nacido una estrella), por Montse Juanilla. ¡Nos leemos!