Vacíos, mentiras y una final de mujeres

telecinco.es 12/12/2014 09:21

Se consumó la limpieza de muebles con las tres últimas expulsiones habidas en la gala de anoche, penúltima de la temporada. El camión de transporte y montaje de una famosa tienda sueca de muebles tuvo una noche movidita al trasladar hasta Fuencarral a tres concursantes y una cabra. Jonathan, Hugo y Azahara pasaban por el plató con poca sorpresa y desigual interés. Pese a lo previsto, fue Hugo quien más espectáculo dio. Miraba a su alrededor incrédulo y pedía perdón por ello, mientras que el público reía y aplaudía. “Esto que escuchas es cariño”, le decía Mercedes Milá con acierto. Cariño y agradecimiento, añado yo con gran modestia.

Porque claro, la entrevista de Hugo fue un bálsamo junto a la burla de un Jonathan que se hizo el tonto y nos tomó a los demás por tales. Hombre, a veces me ha parecido que estaba un poco entre Tarifa y Algeciras, pero aquí el más tonto hace relojes. Y este tonto nos ha salido demasiado listo a la hora de dar explicaciones. Y Azahara me produjo una mezcla entre pena e indignación, especialmente incrementada cada vez que decía “madre mía” ante la perspectiva de ver la realidad en otro vídeo. La culpa es de los vídeos, matemos al mensajero.

De no ser por Hugo, que le puso un poco de salero, hubiera sido la semifinal más triste que recuerdo. Y la menos sincera. No esperaba otra cosa de Jonathan, pero albergaba algo de esperanza en que Azahara fuera sincera y se abriese en canal con la generosidad que le ha faltado en estos tres meses. Vanas ilusiones de gato ingenuo y soñador. Mercedes reía, y muchos con ella, cuando Hugo reconocía ser un mueble. “Yo también lo creo”, decía. “Si no he hecho nada, los otros cinco merecían más ganar que yo, son muy buenos”, añadía. Solo en esa respuesta había más verdad que en decenas de entrevistas que le hagamos a Jonathan o Azahara, auténticas estafas de concursantes.

¡Con lo fácil que es decir la verdad! Pienso siempre lo mismo, le habríamos hecho la ola a Jonathan si mira a Mercedes fijamente a los ojos y le dice: “Podría haber sido más claro y directo con Yolanda, pero siempre confié en que con mi actitud se terminase dando cuenta de que jamás tendré nada con ella. Lo siento mucho, pero actuar de otra forma me podría haber perjudicado en el juego, y ella misma ha dicho en el vídeo que acabamos de ver que era feliz en su mentira. Aquí todos perseguimos el mismo fin, y no me podía jugar mi posibilidad de convertirme en ganador por culpa de la fijación de esta chica conmigo. Por eso me he visto obligado a tener una postura un poco ambigua, aunque cualquiera en su sano juicio habría desistido al ver que teniéndolo tan fácil no traspasaba ciertas barreras. Era suficientemente evidente, Mercedes”. Si su discurso hubiera sido más o menos este lo hubiera comprado con agrado.

Por alguna curiosa razón, Jonathan prefirió confundir a la audiencia en lugar de contar la verdad, sin tener en cuenta que nosotros no tenemos razón alguna por la que contentarnos con mentiras. Puede que incluso sintamos especial placer en desmontarlas. Sin ir más lejos, ¿no parece extraño que la madre de Jonathan hable con su “personita” hasta casi convertirse anoche en su portavoz? Tres semanas y ya hay tanta confianza entre la “gitana” y su potencial suegra.

¡Caramba! Cuántas prisas, ¿no? Creo que alguien no hizo los deberes y nos terminamos quedando sin saber si fueron tres semanas u ocho meses. Sí, ya sé que se sabrá al final, pero yo el jueves pliego, si acaso el domingo siguiente, en caso de ser cierto que habrá un debate con todos los concursantes. Más tarde que eso es tardísimo para mí. Hay mucha plancha aquí fuera como para estar pendiente de ciertas cosas.

La impostura borreguil es tal que un Juanma de gesto adusto nos intentaba tomar el pelo una vez más clamando por su derecho a ser concursante de Gran Hermano teniendo novia. “No he vuelto con mi novia, es que no lo ha dejado de ser”, decía. Hasta en eso son capaces de retorcer la realidad. Por lo más sagrado, tras casi ochenta días encerrado en una casa de la sierra de Madrid, vuelve uno a su casa y un poco a sus asuntos. Y también volvió con su novia, ¡Dios santo! Qué susceptible el surfista. Pero esto no es nada al lado de su encendida defensa a concursar teniendo novia. Una vez más enmascarando y tergiversando la realidad.

Claro que se puede concursar con pareja. Pero en ese caso hay dos formas de comportarse: con dignidad o sin ella. Le pongo un par de ejemplos de comportamiento poco digno, a modo de guía, por si lo necesita. Es indigno presentarse a este concurso diciendo que no se tiene novia y tenerla. Es indigno decir luego que hay una “personita” (esto no es indigno, es ridículo) a la que se ha conocido tres semanas antes para justificar la mentira anterior. Es indigno jugar con una concursante y luego llegar al plató y decir “tal vez lo he hecho mal por no habérselo dejado suficientemente claro, pero es que yo soy así de cariñoso con todo el mundo”. Por si no le suena, estoy hablando de su primo Jonathan. ¿Algún ejemplo más? Vamos allá: es indigno hacer planes de ir a Tarifa o Nueva York con otra chica (“Me iría a Tarifa de cabeza”) y decirle a esa chica si le escucha tragar saliva, pero luego decir que siempre ha tenido novia. Una novia a la que ha llamado “persona especial” durante tres meses. Pero si vivía con ella, ¡por favor!

Engaño tras engaño. Nos han tomado por tontos todo el tiempo. ¿Tiene un concursante derecho a no decir la verdad? Claro que sí, tanto como yo tengo derecho a descubrirlo y juzgarle duramente por ello. Además, si el concursante insiste en negar la verdad está faltando a las reglas del programa. Un programa de “realidad”, que algunos convierten en una patraña continua. El jueves pasado Azahara escribía con un dedo en la espalda de Juanma, por debajo de su ropa. Se abrazan después y ella aprovecha para confirmar que su mensaje había llegado a destino. “¿Lo has entendido?”, pregunta Azahara, a lo que él responde con un rotundo: “Sí”. Aún así, repregunta ella: “¿Y lo vas a hacer?”. Está claro que quiere asegurarse. En este caso la respuesta vuelve a ser afirmativa e igual de rotunda que antes. Tres días después, Jordi González pregunta a Juanma por dicho mensaje en el debate, y este responde que no fue capaz de entenderlo. Es que es un engaño tras otro.

Podría seguir hablando, pero me aburro. La propia aceptación de las claves “Tarifa” y “Nueva York” la hace Juanma faltando a la verdad con gran descaro. Nos quiso hacer creer también el domingo que se había enterado de las claves cuando Azahara se las explica en el armario. Incluso llega a decir que son claves de ella y no de él. Pero todos escuchamos que con la cabeza en el armario él dice que ya lo había entendido. Y todos le hemos escuchado una y mil veces utilizar esa porquería de clave después de ese día. O sea, miente o miente.

Y así durante todo el tiempo. Anoche Azahara metía la cabeza entre las manos varias veces durante la entrevista. También antes de decir que está enamorada de su novio, el pelotari denunciado. Claro, claro, por eso cuando sospecha que él ya no quiere saber nada porque ni sale en su vídeo de apoyos zanja el tema diciendo que siente hacerle daño, pero en ningún momento le manda desde la casa un mensaje elemental, ni un triste “te quiero”. Y dice que intentó borrar (sin éxito) no solo el nombre de Zoe tras su cama, sino también el resto. Falacia, embuste, enredo, patraña, trola, bola, cuento. Y paripé, que diría el gran Pepe Flores.

Lo siento, pero no puedo comprar a estos concursantes que niegan lo vivido. No solo porque entre eso y denostar al programa (anoche vimos ya visos en Juanma) hay un paso. También porque negar la verdad es básicamente una estupidez. No pretendo faltar, sospecho que esto es lo más suave que puedo decir.

Claro que también me puedo ir por el lado intrascendente y amable, limitándome a decir que Azahara estaba muy guapa y su rostro aguanta primeros planos a lo Melgar como muy poquitos he visto. Y sí, yo también sufrí al verla sufrir durante la entrevista. Tanto que deseé verla levantarse diciendo que no aguantaba toda esa presión. Creo que hubiera preferido la valentía de una decisión tan cobarde. Cualquier cosa antes de escucharla decir algunas cosas. Por ejemplo, que no le molesta no excitar sexualmente a Juanma. O, sencillamente, negar que ella y el primo hacían planes de vida juntos. Que no es tan difícil la cosa. Siempre se puede alegar luego un trastorno temporal o achacar todo al efecto magnificador de Gran Hermano.

Mientras todo esto sucedía, la fila cero de reventados aprovechaba la más mínima ocasión para repartir hachazos a Paula. Como si no hubiera un mañana, aprovechaban cualquier oportunidad, o se la tomaban por su mano, para decir que empujó a su hermana por una escalera siendo una niña. Me recordó a una cosa que contaba mi admirado Alfonso Arús cuando tenía dos niñas de corta edad y un periquito en casa. Un día el periquito apareció muerto en la mano de una de las pequeñas y esta solo atinó a decir: “He apretado y se ha roto”. Mi profesora de autoescuela decía que el volante debe ser tratado como un pajarito: ni tan suave que se escape ni tan fuerte que se ahogue. A la pequeña Arús se le fue un poco la mano. A Paula algo parecido, supongo.

Puestos a sacar cosas que se han dicho en la casa sobre hechos ocurridos en el exterior, recordemos que Lucía habló de que Omar maltrataba a su perro. Está grabado, como dicen ellos. Y esto no es algo de la infancia, precisamente. ¿Hemos hablado de ello? Pues no, eso que hace ya dos meses y medio casi que se dijo. ¿Por qué? ¿Estábamos protegiendo a Omar? No, sencillamente somos gente normal.

Coincido plenamente con Fran cuando afirmaba anoche que Lucía y Omar, con la inestimable ayuda de madre y tía de las primas, harán ganadora a Paula. Y luego dirán que es la protegida del programa, como volví a leer anoche con insistencia. Eso sí que me parece anormal, sinceramente. Sea como sea, no cambio el triunfo de Paula por tener que escuchar la voz de pito de Lucía hablando todo el rato sin que nadie le haya dado la palabra. ¿Acaso su micrófono tiene más volumen que los demás? Estoy por pensar que sí.

Lo de las madres y tías de las primas es igual de sintomático que lo de los primos. No lo digo porque traten a los seguidores del programa como borregos, sino porque tienen una singular facilidad para retorcer la realidad. Escuché a la madre de Yolanda decir anoche que ella quería que su hija llegase a la final, pero se ha pasado la semana pidiendo la unificación del voto en Alejandra. Igual hay algún razonamiento matemático que lo justifique, pero yo lo desconozco. Con el álgebra y el cálculo que enseñaban en mi escuela, unificando el voto en Alejandra desde el jueves pasado, como ellos han pedido, Yolanda no hubiera llegado a la final ni por casualidad.

De forma que Yolanda no le debe a sus padres estar en la final sino a muchos disidentes que no han pasado por el aro de votar lo que les diga nadie. Bendita gente acostumbrada a hacer lo que les rota. Lo más gracioso es que anoche algunos se vanagloriaban de haber conseguido que Yolanda se cuele en la final, después de defender durante una semana la concentración del voto, insultando y malinterpretando interesadamente la opinión de los que opinamos que eso bastardea el programa y va contra la más elemental lógica. Una lógica que pone a tres concursantes ante una final con idénticas oportunidades de ganarla, sin que nadie deba despreciar a una de ellas para beneficiar a otra. Es una cuestión de decencia.

Me ponía un amigo anoche el ejemplo de una vuelta ciclista en la que el equipo decide sacrificar a un hombre que le da relevos al líder para facilitar que este gane la etapa. Eso se llama gregario, que según definición de la Real Academia es un ciclista que ayuda a otro “de categoría superior a la suya”. No es el caso, porque aquí los tres finalistas tienen idéntica categoría. Aún así, ¿con esa estrategia se puede hacer ganador a un ciclista? Sí, pero ganar así no conduce a la gloria. Los grandes ciclistas lo son por dar relevos a su principal rival, llegando ambos con idénticas posibilidades y jugándose todo en el esprín final. Ahí se ve quién es el mejor (el que gana), y también la grandeza de deportistas que reconocen y respetan a su rival.

Cuando pienso en esto viene a mi memoria aquello que se dice del explorador ante un león hambriento. La cuestión no es correr más que el león sino más que el otro explorador. Se minusvalora a un concursante si se da a otro categoría de león. Aquí todos tienen dos piernas para correr, y ganará quien llegue primero. En caso contrario, siempre cabe la posibilidad de que el león devore primero al explorador sacrificado como cebo y al otro después.

Moleskine del gato

Anoche Yoli escribía la frase de la imagen en una cartulina, la colocaba en la cama de Jonathan y rodeaba el cuadro con pétalos de flor. “Entre nosotros las palabras sobran”, dice el rótulo. Es la misma frase que Jonathan escribió en la camiseta de Yoli tras no haber querido poner nada y ante el enfado de ella. Frase escrita al dictado de un par de compañeros, lo cual la pobre Yoli desconoce. Creo que pretendía poner una venda a la lamentable despedida de Jonathan, que solo pronunció el nombre de una concursante y fue el de Paula. No, no sobran las palabras, Yoli.

Los porcentajes de expulsión de las tres expulsiones de anoche fueron los siguientes: 5,3 %, 6,8 % y 8,3 %.

Y una cosa más, el vacío que anoche hicieron las primas a Paula durante hora y media, aproximadamente, hace prever una semana dura. Muy dura. Lo expresa a la perfección este montaje de @Tito_Soy.

Y dejo desde mi guarida la apuesta que hice para la final, aunque los duendes de la edición quisieron que faltase la siguiente frase en el montaje del vídeo: “Yolanda también merece estar en la final, aunque son sus propios familiares quienes la han condenado”. Por hacer honor a la verdad de lo que yo dije, este es el texto original:

“Hoy toca elegir finalistas para Gran Hermano 15. Teniendo en cuenta que esta noche habrá dos expulsiones, elegiré desde mi guarida a los cuatro concursantes que a mi juicio deberían vivir la final del próximo jueves.

Quiero ver finalista a Paula porque ha sido la gran protagonista de esta edición. Una vez superado el impacto de su intermitente voz de helio resulta agradable comprobar como una concursante es capaz de darlo todo a cambio de muy poco.

Quiero ver finalista a Alejandra porque algo tendrá el agua cuando la bendicen. Durante semanas me he preguntado por qué estaba celebrando todo lo que hacía esta concursante, pero ya me acostumbré a no hacerme más preguntas tontas. Es así si así lo hemos querido.

Y quiero ver finalista al jamón porque después de tantas semanas conviviendo con el resto de concursantes se merece una salida digna de esa casa.

En cuanto a los demás, Yolanda también merece estar en la final, aunque son sus propios familiares quienes la han condenado. Y tampoco me importaría que estuviera Azahara, completando una final de mujeres”.

Así sí.