Vera juega a dos bandas metiendo ficha a Ivy y a Niedziela

telecinco.es 17/09/2015 08:15

Tras un día largo y apretado, coronado por una madrugada intensa y apasionante, me pregunto si es posible contar las cosas que han pasado, aunque solamente fuera una décima parte de las mismas. Por suerte, mis vecinos del ‘minuto a minuto’, aquí al lado, lo hacen con diligencia y cariño, lo cual descarga mi conciencia en ocasiones como esta. Intentaré, por tanto, enlazar reflexiones y opiniones, trufadas de sensaciones. Porque si una cosa me está transmitiendo este arrollador comienzo de edición es que el mundo real queda superado por el de las sensaciones. Y esto se hace especialmente patente en un Gran Hermano como este, donde no es fácil saber dónde termina el engaño y comienza la realidad.

La enrevesada trama de secretos, algunos de ellos compartidos por nosotros, espectadores más cómplices que nunca, nos ha evitado esa fase inicial tan prescindible de concursantes encantados de haberse conocido, que celebran con alborozo no solamente ser únicos (mal que no fuera así), especiales, y los mejores de la historia. Lo peor es que también celebran ser el grupo de concursantes con mejor relación entre ellos en toda la historia del programa. No contentos con eso, se proponen mantener esa idílica relación hasta el final. Suerte que ese final no coincide nunca con el del programa, sino que se adelanta varios meses.

El que esta madrugada un grupo de concursantes (compuesto por Aritz, Raquel, Marina, Quique, Amanda y Carolina) hayan estado hasta casi ver amanecer haciendo conjeturas sobre los secretos de todos, incluso tangencialmente los de sí mismos, explica que se haya pasado directamente a la segunda fase, en la que los concursantes toman conciencia de serlo. No negaré que Maite ha ayudado también a ello, puesto que con su maniobra de acoso y derribo hacia todos los demás ha logrado expoliar incluso a aquellos que parecían más inanimados, como Carlos o Carolina.

Maite no está sola en su estrategia. Cuenta con la colaboración de su ‘miniyo’ Sofía, que se enorgullece de su madre y pone la sangre delante de su nariz para que no se amilane y reanude el ataque, como el que excita a un Rottweiler. Solo una hija puede conseguir tal resultado con palabras tan simples como estas: “Eres la mejor”. Atendiendo a la tradición, cualquiera diría que cuando todos, o casi todos, los concursantes se unen contra uno este sale reforzado, suponiendo tal actitud de la mayoría casi una plataforma capaz de impulsarle hasta el triunfo. Ha sido así en muchas ocasiones, solo falta analizar si esta vez se trata de lo mismo o es algo diferente.

Maite no solo tiene a su hija Sofía como aliada, sino que a Suso le interesa seguir su juego porque eso le sitúa en una placentera posición de víctima a la que sus compañeros protegerían hasta el punto de evitar que quedara expuesto a una nominación. Esto se ha ido resquebrajando hasta volatilizarse esta misma madrugada. El grueso del grupo planea ahora exponer a Maite, Sofía y Suso. Otra cosa es que consigan ponerse de acuerdo o, simplemente, sean capaces de hacer unas sencillas cuentas. Si todos, a excepción de esos tres concursantes, se pusieran de acuerdo podrían conseguir su nominación. Son 39 puntos entre 3, por lo que podrían dejar a cada uno con 13 puntos. Por su parte, aquellos tres dispondrían solamente de 9 puntos a repartir entre dos concursantes diferentes.

Todos los cálculos anteriores sobre nominaciones parten de la base de una nominación tradicional, con dos nombres (y dos razones) a los que dar 2 puntos y 1 punto. Esto podría no ser así y, además, estamos avisados de que aquellos cuyo secreto quedase al descubierto por un compañero quedarían en una situación de inferioridad de condiciones en las nominaciones. Seguramente tendrán menos puntos para nominar. Por si todo esto no fuera suficiente, habrá un concursante inmune, en cuya elección tendrá algo que ver Sabrina Salerno, aquella cantante italiana que mostró sus encantos en una gala de Año Nuevo, concretamente la de 1987-1988. O sea, puritita actualidad.

No parece que lo vayan a tener muy fácil para conseguir sentar en el potro de tortura de los nominados a los tres compañeros que quieren. A poco que se les descuadre el plan, los tres que se han convertido en objetivo podrían dar un golpe de mano y dejar un nominado elegido entre esa mayoría aplastante. ¿Se repite en este caso la habitual ventaja del concursante enfrentado a la mayoría? Pues tal vez debemos considerar que esta vez en lugar de ser un ‘todos contra Maite’, posiblemente es un ‘Maite contra todos’. Y no es lo mismo. La excusa de la luz encendida que no le permite conciliar el sueño no cuela. Además, ya tiene antifaz y hasta tapones de los oídos. Lo de Maite es otra historia.

Maite tiene el objetivo de desquiciar a todos sus compañeros. Si rechista, incluso lo intentará con Suso. La única excepción es Sofía, principalmente porque ella es su alter ego, la única capaz de decir (y pensar) algo como eso de “eres la mejor”. Sofía comparte con su madre el odio generalizado hacia todos los demás, una evidente desinhibición en lo relativo al sexo y un descaro increíble. Todos estos ingredientes convierten a las dos concursantes en auténticas joyas. Se me antoja que ahora mismo son absolutamente imprescindibles ahí dentro. Ya habrá tiempo de dar la vuelta a la tortilla y castigarlas por los pecados cometidos. Será entonces cuando les daremos un pase de salida, agradeciéndoles los servicios prestados. Pero todavía es pronto para eso. Muy pronto.

Maite acompaña su desquiciante estrategia con todo tipo de estrafalarios adornos. Desde las provocaciones de tipo sexual hasta las ofensas más innecesarias, o esos paseos nocturnos suyos en paños menores pretendiendo un toque de queda que nadie acata. Anoche salió envuelta en su sábana, porque ella siempre duerme en pelota picada. Lo más curioso es que muchos han captado la estrategia de Maite, pero aun así le siguen el juego. Delante de ella huyen como de la peste, evitando el enfrentamiento continuamente. Otras veces es inevitable, y entonces sorprende ver respuestas totalmente inesperadas. Ya dije antes que Carlos y Carolina me han sorprendido positivamente en eso. Se resisten al enfrentamiento, pero no siempre ni del todo.

Me parece curioso que sigan haceiendo el juego Maite, sabiendo como saben que el objetivo es sacarlos de quicio. “No te desgatiñes, no te desgatiñes”, le decía ayer por la mañana a Amanda. En realidad, quería decir “desgañites”, pero tampoco es eso lo que desea. Muy al contrario, ella quiere que los demás se “desgañiten” (o “desgatiñen”) y pierdan el control. Maite es la 'gota malaya', una gota tan estrictamente inofensiva como refrescante para la audiencia.

Ayer tuvieron durante un rato a Marta como posible aliada, aunque sospecho que no les agrada ninguna posible alianza. Ignoro la razón por la que decidió ponerse de ese lado, llegando a montar un drama profundo, con horas de lloros, petición de ayuda psicológica y prolongado encierro en el ‘confe’. El grupo condujo luego a Marta al redil, aunque no me cabe duda de que la artillería pesada de Maite habría puesto rumbo a esta concursante en cualquier momento, quitándole de la cabeza todo apoyo. Las invectivas de Maite, a menudo cutres provocaciones, van variando de objetivo. Uno de los primeros de ayer fue Raquel, y no por casualidad.

Madre e hija piensan que Raquel puede ser la novia de Suso. Esto explica que no escatimaran munición en contra de ella. “Tú lo que quieres es tirarte a Suso”, decía Maite, seguramente para comprobar su reacción. La noche anterior, Raquel lloraba de forma espontánea delante de un espejo. Entiendo su reacción, porque la catarata de emociones habitual se multiplica por la trama de secretos y engaños que tan entretenidos nos tiene. Llega un momento, antes o después, que pueden sentir cierta frustración por no poder confiar en nadie. De acuerdo que todos saben que eso es un juego, pero desconocen sus delimitaciones. Además, algunos aprovechan para utilizar lo de “esto es un juego” con el fin de justificar cualquier cosa.

Vera y Niedziela, por ejemplo, están extremando el juego, añadiendo un engaño al oficial, algo tan innecesario como las ofensas de Maite. Ayer pasó casi todo el día tonteando abiertamente con Ivy. Al final, en el sanedrín al que antes hice referencia, que nos dio una madrugada épica, de esas que crean afición, no saben bien si Ivy y Vera eran novios fuera, o tal vez sean hermanos. Incluso han observado, con olfato de sabueso, que Itto (el perro de Ivy) se lleva muy bien con Vera, con quien muestra tener una confianza que no se alcanza en unos días. Seguro que Itto y Vera se conocen de fuera. Nadie sospecha de Carlos, que si a estas alturas no ha entrado todavía en combustión espontánea debe ser o porque Ivy no es realmente su novia o porque tiene la sangre más fría que un cocodrilo.

Ya sé que hay fotos de Ivy y Carlos juntos. Incluso el domingo debieron firmar su compromiso matrimonial, si es que no se termina confirmando mi sospecha de que firmaron en realidad el pedido del Domino’s Pizza. Con todo, no termino de entender la pasividad de Carlos. Ver a Vera enseñando posturas de street dance (o lo que sea eso que baila él), con más roce que adolescentes en celo jugando al Twister, es razón suficiente para pedir “papeles, señores”, y llamar al juez estrella de Gran Hermano para anular el compromiso adquirido el domingo. Si le hicieran falta testigos los puede contar por miles entre quienes vemos el directo casi todo el rato.

Lo más fuerte de Vera es que está metiendo ficha a Ivy y a Niedziela al mismo tiempo. Ese juego a dos bandas, más habitual de lo que podamos pensar, tiene un porcentaje elevado de riesgo. Puede pasar que una de las dos, o ambas, descubran el doble juego y entonces Vera lo puede pasar mal ahí dentro. Lo menos malo sería que ninguna de las dos cayera rendida ante un Vera que cada día aparenta ser más ‘pagafantas’. Tampoco sería plato de buen gusto que las dos le dieran cuartelillo y se viera en la obligación de tomar una incómoda decisión. La probabilidad de que algo así salga bien es más bien pequeña.

Creo que a Vera la que realmente le gusta es Ivy, aunque tampoco le hace ascos a darse algún achuchón con Niedziela por el engaño inventado con ella para ocultar el secreto que ambos comparten. Si al final cae alguna será de pura suerte. Y si es Ivy tenemos culebrón máximo. Exijo que el realizador del programa muestre un primer plano con el rostro de Vera cuando se descubra el secreto de Ivy. Si es posible con unas imágenes del simulacro de boda del domingo. Por favor, por favor.

El moleskine del gato

De todos los secretos el que tienen más claro es el de Han. Le han pillado respondiendo en inglés a cosas que le dicen en castellano. A Raquel le preguntó: “Where are you from?” (“¿De dónde eres?”), cuando ella dijo que en su ciudad tenían no sé qué costumbre. Y, para remate, cuando ayer Aritz le preguntó, en castellano, cuántas patatas iban a necesitar para preparar la comida, le respondió, también en nuestro idioma, que cinco. Al momento se dio cuenta y lo repitió con una pronunciación no tan perfecta. Pero ya estaba más que pillado.

Da hasta pudor reproducir algunas de las cosas que se escuchan de los labios de Maite, pero no puedo pasar por alto lo siguiente. Primero le aconsejó a Sofía que se encamase con Suso. “Fóllatelo y vamos a liarla”, le dijo. Luego se lo debió pensar mejor y siguió con sus consejos de madre. Madre singular, pero madre al fin y al cabo. "No folles con este. Ni siente ni padece. Le enchufas el miembro (utilizó otra expresión más gruesa) y le haces una paja con la mano”. Las madres siempre dan buenos consejos. ¿O no?

En esta línea de fino estilismo literario, ayer algunas expresiones estuvieron en boca de todos. Lo más suave se lo dijo Sofía a Amanda, a quien llamó “la plásticos”. Y la más repetida fue esa que Marta suavizaba luego hablando de “chupapenes”. Lo curioso es que tal improperio, en su versión original, lo ha utilizado Maite tanto dirigiéndose a Amanda como hablando de Sofía, su propia hija.

Termino con una captura del resumen del martes que posiblemente encierra un nuevo misterio. Se trata del rótulo que acompaña unas imágenes de Suso en el confesionario. Enigmáticas palabras que seguramente tendrán algún significado. Eso, o alguien se olvidó de cambiar el típico texto de borrador.