Voces del exterior intentan evitar que Saray se acerque a ningún chico

telecinco.es 07/05/2013 09:24

Seguimos con pruebas que sugieren un segundo sentido. La semana pasada iba de héroes y villanos. Esta va de ladrones. Y Desi tan campante. Además, las dos pruebas me recuerdan a las correspondientes de la octava edición. Entonces hubo una de héroes y villanos, sin súper, y en otra también tuvieron que emular a Catherine Zeta-Jones en La trampa. Las pruebas semanales de Gran Hermano son como la moda: siempre vuelven. También se repiten ciertas situaciones con diferentes protagonistas y sin necesidad de remitirse a otra edición anterior. Por ejemplo, el concursante muy amigo de otros dos que a su vez se llevan a matar entre sí.

Pasó con Susana, los gemelos y Argi. La murciana tenía sus afectos repartidos entre los repetidos y la llorada Argi, de quien ayer supimos que estará el jueves en la gala entrevistada por Mercedes Milá. Lo curioso es que entre Argi y los Montoya había una relación cada vez más deteriorada. Digamos que se llevaban mal tirando a peor. Debía de ser incómoda la situación de Susana al tener que repartir su tiempo entre personas que no se soportan. Por muy bien que lo hiciera, ya vimos como al final siempre trae como consecuencia que una de las dos partes pierde parte de su confianza en la persona que está en medio. Eso en el mejor de los casos, porque en el peor se puede perder la confianza de las dos.

Semejante situación está pasando ahora con Yessica como personaje central, amiga de Nacho y Saray. Estos dos discutieron a los pocos días de la entrada del jugador de baloncesto a cuenta de un comentario sin demasiada importancia relacionado con la tarea que tenía encomendada y desde entonces la relación entre ambos no ha hecho sino empeorar. “Es una tía que me está tocando los huevos desde el día que entré”, le decía Nacho a Yessica. Y añadía: “Es una persona que me está intentando putear. O le molo o no sé qué le pasa, pero es que no me quita los ojos de encima”. Pues va a ser “no sé qué le pasa”.

Bastante tiene Saray con lo que tiene. Como para que venga Nacho sugiriendo que igual le mola. Durante unos días vi a este concursante muy integrado con las chicas, casi como si fuera una más. Ese rol ha sido cubierto ahora por Álvaro, mientras Nacho parece querer destaparse como un macho alfa cualquiera que cuando una chica le hace un par de observaciones más o menos críticas resulta que se está fijando en él porque le gusta. En todo caso, no deja de ser gratificante escuchar a alguien con un poquito de sangre en esa casa, rompiendo la imagen de ONG que parece haber contagiado Raki a todos.

Digo que bastante tiene Saray con lo suyo para que le venga ahora Nacho con tonterías porque a la pobre no dejan de decirle lo que debe hacer desde esa nueva voz de la conciencia que viene del exterior. Lo que venimos a denominar el megáfono. El ‘Pepito grillo’ de Gran Hermano le dijo primero a Saray que se apartase de Kristian. “No te entrometas en su relación”, decía una voz del exterior con sospechoso acento canario. Aunque esto último igual fue cosa mía, producto de la sugestión. Y de los guionistas de “apártate de Kristian” ahora llega “no pajees a Carlos”.

Debo reconocer que viendo el resumen de ayer me reí como hacía mucho tiempo no lo hacía. Y fue gracias a los gemelos, aunque también por la falsa inocencia de una Saray que ahora pretende hacer como si no hubiera ocurrido nada. Lo ha intentado de distintas formas, primero haciendo ver que a la mañana siguiente no se acordaba de nada de lo sucedido esa noche, luego haciéndose directamente la sueca y acusando a la gente de inventarse lo que no existió. Llega tarde porque Carlos ya se lo había contado a su hermano y a Susana, aunque esto último no tuvo agallas de contárselo. Escuchó las voces del exterior y fue directa a Carlos con una intención clara: saber si él se lo había contado a alguien. “No entiendo cómo la gente se puede inventar algo así”, decía Saray, recibiendo de Carlos una demoledora respuesta: “Hombre, es que hay cámaras”.

El diálogo entre estos dos, que no vimos en el directo, me pareció de lo más divertido. Auténtico diálogo de besugos tras el cual ninguno parecía haberse enterado de lo que decía el otro. Carlos no captó que Saray tenía intención de negarlo todo, y esta no procesó la información que le había dado. Si él ya lo ha contado no vale de nada negar que pasó lo que pasó, con la esperanza de que la gente lo crea dado que ocurrió bajo el agua burbujeante y faltan pruebas. Cualquier duda quedó disipada el día que el gemelo lo hizo público.

La siguiente escena de esta comedia consistió en la conversación entre los hermanos Montoya. Gonzalo se encontraba en la radio y vino Carlos a contarle lo que se había escuchado de las voces del exterior. Gonzalo se partía de la risa y Carlos no le iba a la zaga. “Lo primero que tienes que hacer es contárselo a Iván”, apuraba a su hermano. Pues dicho y hecho, porque la escena cumbre de este episodio mostraba a Carlos acercándose a Iván como quien no quiere la cosa y poniendo censura a la frase, como intentando suavizar el golpe.

“Se ha oído, no... tal... a Carlos”, le dijo. Iván, intentando entender algo, sacaba conclusiones: “¿Como que no se te acerque?”. No, no es eso. Al final tuvo que decirlo con todas las letras, aunque entre los silencios de la censura televisiva y el acento de los Montoya no entendí casi nada. Con el remate de la escena final en el cuarto de baño terminaba esta trama realmente divertida. Iván decía: “Agüita en el jacuzzi, chaval. Benditas burbujas, macho”. Carlos seguía descojonado, hablando mal y pronto. Y Susana, también presente, preguntaba con cierta seriedad: “¿Y el agua?”. La respuesta de Iván hizo que riera por fin: “Así está luego”. El agua del jacuzzi tiene madre, como los vinos añejos.

No me extraña que Saray ande más bien preocupada. El mensaje que recibe desde el exterior es que no debe acercarse a ningún chico. Primero lo de Kristian y luego esto. Anoche se lo contaba a Sonia, que tenía su atención dividida entre escuchar a Saray y fregar el suelo. Porque claro, dejar de fregar para atender a su compañera ni hablar. Lo primero es lo primero. Decía Saray que nunca se metería en una relación, lo cual no tengo por qué dudar. Por eso pasó de masajear a Kristian a esos juegos acuáticos de manos con el gemelo. ¡Dónde va a parar! Carlos es soltero. Es por esto.

Ya digo que esta trama ha sido una de las cosas divertidas de los últimos días. Falta nos hacía algo así, la verdad. Mucho más animado que escuchar a la doctora del puré contar los métodos revolucionarios con los que lograba comerse la macedonia de pequeña. Bajo la fruta se encontraba mensajes que podían ser premios o castigos. Desde una propina hasta bajar la basura. Lo contaba Sonia el domingo, y decía que nunca tuvo un castigo, solamente refuerzos positivos. Lo positivo de bajar la basura debe ser... espera, que me está viniendo... algo habrá. Vuelvo enseguida... Nada, voy a seguir, y ya si eso lo comento luego.

No seré yo quien cuestione métodos educativos tan revolucionarios para que los chavales se terminen la fruta. Tal vez si hubieran hecho algo así conmigo ahora mismo probaría algo más que un plátano de vez en cuando. Pero claro, lo de incentivar que se llegue hasta el final de la macedonia esperando un premio o un castigo no lo veo nada claro. Igual que puede ser un incentivo pensando que tocará lo bueno pasará a ser disuasorio en cuanto se piense que también puede tocar lo malo. O sea, el niño del cuarto de juguetes jamás se terminaría la fruta, mientras el que buscaba el poni bajo la gran boñiga no dejará ni un gajo de mandarina. Es un método para optimistas, lo tengo claro.

Luego está lo de Raki, que no es muy de macedonia sino más bien de plátano, como yo. Saray tenía dudas sobre la diferencia entre la tila, el té o la manzanilla. Por suerte no siguió enumerando hierbas porque tal y como están las cosas igual te sale una asociación de lucha contra las drogas y estamos apañados otra vez. Por esta vez solamente hablaban de infusiones, hierbas buenas e inofensivas. Dice Raki que la manzanilla puede “aplatanar” un poco. Yo soy de plátano, pero nada de manzanilla. Igual que te digo una cosa te digo la otra. Me gusta más el té, que queda así muy ‘british’. De todas formas, tengo un amigo que toma la manzanilla como un laxante. Dice que donde esté medio litro de esta infusión que se quiten los kiwis. Yo ni idea. No soy nada de kiwis tampoco.

El caso es que Raki es muy de plátano, pero no se refiere a la fruta. Resulta que utiliza mucho la palabra plátano. Es una lástima que en esa casa haya al menos dos personas cuyo ego no cabe en la sala de pruebas. Una de ellas es Saray, del otro solo voy a decir que empieza por pelo y termina en ocho. Por culpa de Saray no siguió Raki con los ejemplos, porque me hubiera encantado. El primero y último fue: “Parece que te has peinado con un plátano”. Es fantástico. A Raki me la comería por momentos como este. Y luego eructaría confetis de colores.

Saray se pensó que lo de peinarse con un plátano iba por ella. Maldito ego. Con Kristian esto no hubiera pasado, porque él sabe igual que nosotros que el plátano desaparecería dentro de su cardado. Lo de Raki me hizo recordar La hora chanante, programa de culto donde los haya. Creo que era el gañán quien llamaba “tener un plátano” a discutir. Desde entonces evito los plátanos. Y mi dieta se ha resentido, claro. Ya lo decía el chiste: se encuentran dos amigos y uno le dice al otro que le ve más gordo. Aquel le comenta: “Me ha dicho el médico que estoy gordo por no discutir”, a lo que el amigo contesta: “Hombre, por eso no será”, y entonces responde: “Pues no será por eso”.

Álvaro y Kristian gordos no están, pero a veces tampoco tienen ganas de discutir. En el caso de Kristian es más bien pocas veces, pero haberlas haylas. Lo digo porque a ninguno de los dos le entusiasma el apodo que les han puesto, pero lo disimulan bastante bien. Decía Kristian que le gusta lo de pelocho, pero creo que había en sus palabras toda la ironía del mundo. Lo pienso, entre otras cosas, porque un día que Mercedes se lo llamó en una gala dijo algo así como: “No, por Dios, pelocho no”. No es textual. Álvaro seguía la corriente del pelocho (¡perdón!) y decía que a él también le gusta lo de “pollito volador”. Entusiasmados les veo a ambos.

Moleskine del gato

Hoy quiero terminar con un cuento sobre dejarse llevar por las apariencias, y también sobre juzgar o condenar anticipadamente a los demás. Antes de eso diré que esta noche en el debate (ahora en martes) conoceremos al primer repescado oficial. Me puedo temer cualquier cosa, entre ellas que Juan Carlos esté tan bien situado como para eso. No por nada, solo porque Ikea no patrocina este programa. Que yo sepa. Por eso pienso que tenemos todavía unas horas para no dejar de votar. Igor y Leti deberían estar en esa casa. Tal vez así no me vería obligado a recuperar de mi moleskine tantas cosas de días pasados. Al final todo mi escrito será del moleskine. Ah, también traigo esta imagen de aquí al lado, procedente del directo y que no sé bien si es un homenaje al arte moderno o al diseño. Es un grifo, sí. No el animal mitológico. Un grifo, grifo. En un bonito primer plano.

Y el cuento del perro fiel, que tanto me gusta. Una pareja de jóvenes con varios años de casados y sin hijos decidió comprar un cachorro de pastor alemán para no sentirse solos. Criaron al perro como si fuera su propio hijo, y creció hasta convertirse en un enorme y hermoso animal. El perro salvó en más de una ocasión a la pareja de ser atacada por ladrones. Siempre quiso y defendió a sus dueños contra cualquier peligro.

Sin embargo, después de siete años la pareja logró tener el hijo tan deseado. Estaban muy contentos con su nuevo hijo y, desde luego, disminuyeron las atenciones que tenían con el perro. Este comenzó a manifestar algunos celos hacia niño y sus dueños observaron que había dejado de ser el perro cariñoso y fiel que tuvieron durante siete años.

Un día la pareja dejó al bebé durmiendo plácidamente en la cuna y fueron a la terraza de su finca a preparar la cena. Cuál no sería su sorpresa cuando al rato vieron al perro saliendo del cuarto del bebé con la boca ensangrentada, pero moviendo la cola. El dueño del perro se puso en lo peor y, sin pensarlo dos veces, agarró un arma que tenía cerca matando al perro.

Mientras tanto, la madre angustiada corría hacia el cuarto del bebé donde, sorpresivamente, se encontró con una gran serpiente degollada al lado de la cuna.