Yolanda, feliz en su mentira

telecinco.es 10/12/2014 08:55

Hoy toca el perfil de Yoli, la prima castigada por sus propios familiares, que solo tendrá opciones de llevarse el premio (incluso de llegar a la final) si sus seguidores hacen caso omiso a la estrategia de concentración del voto en Alejandra. Una estrategia que castiga a una concursante que en muchos tramos del concurso ha sido más protagonista que su prima.

El destino ha querido que en la casa se hable de esa estrategia, aún a disgusto de Yoli y Alejandra, especialmente de esta última. Resulta que Azahara ha tenido una buena intuición a este respecto, solo que en su tesis sería Alejandra quien habría de ser sacrificada en beneficio de Yolanda. Esto le hace poca gracia y menos a Alejandra, que en caso de ser cierta la intuición de su compañera se quedaría fuera de la opción a llevarse el maletín. Tanto es así que ha censurado con acritud a Azahara por repetir su teoría.

Estoy convencido de que a Alejandra le molesta que se hable de esto y muestra su frontal oposición a la concentración de los votos porque es Azahara quien lo está comentando. Si entre Alejandra y Paula no ha existido nunca una corriente de simpatía sino más bien todo lo contrario, tampoco con Azahara la relación ha sido nunca demasiado fluida. Lo podremos analizar cuando toque trazar el perfil de Alejandra, pero es importante la lista de concursantes que ha tenido dificultades en relacionarse con ella. Luis y, en particular, Hugo han expresado en algún momento esos problemas. Incluso Omar o Vitín, aunque luego terminarían convirtiéndose en imprescindibles el uno para el otro.

Estoy seguro de que Alejandra lo hubiera visto con otros ojos si hubieran sido Yolanda o Jonathan quienes pergeñaran la teoría de la concentración de los votos. Pero ha sido cosa de Azahara, y eso le impide mirarlo del todo bien. Aunque el principal escollo está en verse fuera de la casa mañana mismo, sin opción de vivir junto a su prima la final, lo cual es una faena importante. Otra cosa sería que una vez fuera se enterase de que había sido su propia familia, y la de su prima, quienes defendieran esa estrategia en el juego. En tal caso, posiblemente no se atrevería a expresar una oposición tan radical. Mucho menos si es su prima la sacrificada, como así sucede en realidad.

En cualquier caso solo podemos hacer conjeturas sobre algo que en la realidad está meridianamente claro. Las primas desean llegar juntas a la final pase lo que pase. La unificación de votos les parece mal e incluso les ofende que se hable de ello. En cuanto a la falsa teoría de que la acumulación de votos durante dos semanas pueda beneficiar a alguien, no he encontrado todavía a nadie que apoye en un razonamiento lógico tal idea. Las reglas son igual para todos, con la diferencia de que algunos llevan todo el programa concursando por separado y otros han contado con el apoyo de un familiar. Eso sí que es una ventaja, lo demás puro invento sin base ninguna.

La semana está transcurriendo en medio de la nostalgia típica de los últimos días de encierro, en que viven entre pendientes del recuerdo de lo pasado y expectantes ante la resolución final de esta historia. Y en medio de todo, una prueba semanal que se están tomando a broma porque así lo requiere, pero también porque están seguros de que no les van a dejar sin comida en la última semana. Me atrevo a decir que aunque así fuera tampoco les importa demasiado. El final está tan cerca que solo pueden pensar en eso.

Y ahora sí, vamos con el daguerrotipo de Yolanda, feliz en su mentira. La chiquichuela se empezó a forjar una imagen de concursante tranquila en dos situaciones ocurridas durante las primeras semanas de encierro. La primera fue afrontar una conversación con Paula en la que a su prima le costaba mucho más mantener la calma. Les acusaba Paula de estar siendo falsas por querer llevarse bien con todo el mundo y, contradictoriamente, también de no tratarla a ella igual que a otros compañeros. Frente a la respuesta al contrataque de Alejandra, que llamaba infantiloide a Paula, Yolanda demostraba una serenidad casi zen intentando quitar hierro a la situación y entender la contrariedad que parecía sentir Paula.

“Yo es que soy muy hippie”, decía Yoli como explicación. Si hay que llamarlo así, de tal manera lo llamaremos. En todo caso, Yoli ha mantenido durante estos tres meses la serenidad y buena predisposición que demostró en ese momento. Si quitamos sus discusiones con Jonathan, que ahora habrá que recordar, no recuerdo ni una sola discusión fuera de tono en la que haya participado Yoli, salvo las que ha podido tener por tonterías con su propia prima. Ese buen carácter le ha puesto mucho más fácil esta experiencia, y ha sido especialmente agradable verla siempre dispuesta a ponerse en el lugar del otro. Esa disposición y su tendencia a quitarle importancia a aquellas cosas que realmente no la tienen han sido los rasgos que más me han atraído de esta concursante.

La siguiente dificultad que hubo de superar Yoli fue aquella conversación con Vitín en la cual le reprochaba haberle engañado al contestar que no cuando le preguntó si había alguien en la casa que le llamara especialmente la atención. Vitín se había dado cuenta de algo que todos los demás ya sabíamos: a Yoli le gustaba Jonathan. Demasiado temprano para reconocerlo, me temo. Si mal no recuerdo, creo que Yoli necesitó dos meses y no diez días para ello. Las calabazas se repartían entonces por turnos, Jonathan a Yoli (aunque esta no se diera por enterada) y Yoli a Vitín, ofendido porque esperaba de ella lo que entonces llamó “un suplemento”, para sorpresa de todos.

A punto estuvo Vitín de hacer perder los nervios a Yoli, pero finalmente mantenía esa virtud que ya habíamos apreciado en ella en los pocos días que llevábamos observando. No sé si más fácilmente se podía haber ofendido o partido de la risa con algunos de los argumentos del de Carabanchel, pero supo mantener la compostura y no hizo ni una cosa ni la otra. “Eres un picao”, fue todo lo que se atrevió a decirle. Incluso tuvo Yoli que aguantar que media casa discutiera después sobre si es normal que durmiera con sus amigas o amigos, algo que había hecho una vez con Vitín y a la que siguieron unas cuantas decenas con Jonathan. Ni siquiera le molestó el tono de Omar una noche en el jardín, que poco menos venía a llamarla fresca por ello.

Viendo entonces a Vitín advirtiendo que estaría más distante con Yoli, escatimando besos y abrazos con ella, no podíamos imaginar que esa sería una historia repetida una y otra vez entre la propia Yoli y Jonathan. El día anterior a esto que ahora recuerdo ya habíamos vivido el primer episodio que hacía recordar la actitud de Vitín a la de Yoli con el primo, pero jamás pudimos adivinar que esta historia duraría tanto. Ayer mismo vi a Jonathan haciendo una bonita cobra a Yoli, y hace dos noches la mandaba por enésima vez a su cama con la excusa de necesitar un buen descanso, porque claro ahora mismo la vida en la casa es tan estresante que no se puede vivir sin descansar. ¡Lo que hay que oír!

El resto de la historia de Yoli, tras el prometedor arranque que acabo de recordar, se limita a su imposible relación con Jonathan. Es una lástima, pero desde hace tiempo pienso que Yoli ha tirado por la borda su concurso por culpa de su obcecación con alguien que desde siempre dio nulas muestras de tener el más mínimo interés hacia ella. Pocas cosas me hubieran gustado más que ver a Yoli separada de Jonathan. El destino y la audiencia votante decidieron que eso no sucediera. No soy de maldecir, pero dan ganas.

Yoli ha vivido feliz en su mentira. No lo digo yo, es algo que ella misma afirmó hará unos diez días. Durante semanas pensé que era incapaz de asimilar la realidad, pero esa confesión me dejó claro que solamente se estaba negando a aceptarla. No ha querido aceptar la realidad y ha preferido vivir feliz en su mentira, una ilusión de realidad que tiene los días contados; si no es mañana vendrá su final dentro de una semana, coincidiendo con el final de esta aventura para todos.

A pesar de preferir vivir en su mentira antes de asumir la realidad, Yoli no ha parado de intentar modificar esa realidad para adaptarla a sus propios deseos. Lo ha hecho con tanto denuedo como falta de éxito. Si acaso se ha llevado un apretón bajo las sábanas en la última semana, claramente insatisfactorio para cualquiera, también para ella. Lo suyo ha sido una labor a pico y pala, sin descanso ni tregua alguna. Los primeros días, tal vez semanas, pude verlo como un esfuerzo intrépido. Después de pasado tanto tiempo no pude por menos que terminar viéndolo como algo ridículo y sonrojante.

De no ser por todo lo conocido, hubiera roto el corazón de buena parte de la audiencia esa imagen de Yoli escuchando a Jonathan tras la puerta del confesionario, haciéndose más pequeñita a cada minuto, terminando hecha una bola en el suelo, llorando desconsolada. Pero lamentablemente no fue así. Estábamos pensando más que en su sufrimiento en lo poco oportuno que es escuchar tras las puertas y paredes, o la falta de consideración hacia el primo chico por no estar respetando su privacidad. No es nuestra culpa, es lo que tiene no respetar la realidad, a partir de ahí es muy complicado respetar cualquier cosa, empezando por uno mismo.

Yoli debió entender que iba por mal camino cuando se encerró en el almacén con Jonathan dentro e intentó apretarse contra él. Su respuesta fue un seco “no me toques”. El episodio del almacén hubiera bastado para que muchas mujeres no se hubieran planteado nada en absoluto con esa persona. El orgullo y la dignidad de Yoli se marcharon por esa puerta cuando un par de minutos después se abría el almacén y poco más tarde toda la casa veía a Jonathan llorando como una magdalena mientras le relataba la experiencia a Juanma.

Después de esto que cuento no vinieron más que nuevos episodios de rechazo y desprecio. Solo cuando a Jonathan le interesaba cambiaba su actitud y se mostraba ligeramente receptivo. Esos momentos coincidieron por lo general con las semanas en que peligró su permanencia en la casa. Durante mucho tiempo me costó entender cómo Yolanda no era capaz de darse cuenta de ese infame juego. Ahora sé que sí se daba cuenta, pero decidió aceptar el vil engaño a cambio de las migajas que le podía proporcionar.

Tal vez no haya elegido del todo bien el título para este perfil. Yoli pudo preferir su mentira antes que aceptar la realidad. Así lo quiso y nada puede más que la decisión de uno. Ahora bien, feliz no creo que haya sido viviendo en su mentira.

Moleskine del gato

Anoche Paula y Hugo durmieron con su nuevo amigo Sandy. Sí, se trata de una sandía a la que Paula atavió con gafas y un collar de flores hawaiano. Hugo se terminó acostando después de andar hablando solo por la casa y el jardín, como suele terminar últimamente los martes de fiesta. Antes de dormir preguntó por qué las gafas de Sandy. “Para que no le moleste la luz por la mañana”, respondió Paula. Necesito confirmación para una reserva en la López Ibor. Es urgente, no me hagan esperar más.

Y dejo la previsión sobre lo que puede pasar en lo que queda de concurso que hice ayer en el programa radiofónico MorninGlory. También la sección ‘El retrovisor’, que trató ayer sobre las parejas imposibles en la historia de Gran Hermano. Desde Ania e Íñigo hasta Melania y Rodrigo.