"No podía vivir sin mi madre"

telecinco.es 26/03/2009 17:35

Está claro que una niña de ocho años y medio no está jamás preparada para que su padre se la lleve a un país lejano a escondidas de su madre.

Está claro que tampoco lo está para ser rescatada dos años y medio después entre policías, miembros del servicio diplomático y militares.

Está claro que todo esto, por muy bien que parezca estar Sara hoy, le dejará señales para toda su vida y todo por utilizar a un hij@ como si fuera una propiedad.

Cuando ayer volví a casa de Leticia Moracho a hablar con mas calma tras su vuelta a España el domingo, encontré a toda la familia con la felicidad en sus caras. Sara se está acomodando a su "vieja" vida con toda normalidad, por lo menos aparente, y su madre y hermanos siguen frotándose los ojos incrédulos cuando la ven bajar las escaleras o entran a su dormitorio a darle el beso de buenas noches. Han sido 36 meses de angustia y miedo.

Esta foto soñada os muestra a esta familia pocos minutos después de que Sara se quitara, recién llegados a casa e inesperadamente, el velo que traía de Irak sin que nadie se lo hubiera pedido y se colocara una diadema naranja que llevaba su madre en el pelo. Fue la señal simbólica de que volvían a tener en casa a la Sara de antes y aunque nadie hizo más análisis delante de la niña, era evidente que se sintieron aliviados. Quizá el que más el periodista, nuestro compañero colaborador de 'Diario de...', Javier Ángel Preciado que sabe muy bien lo que significa ese velo en la cabeza de una niña a punto de cumplir los 12 años. "Caerá por su propio peso" me había dicho pocas horas antes cuando nos encontramos en el aeropuerto de Madrid.

Ayer Sara habló por primera vez delante de las cámaras de nuestro programa mientras jugaba con sus muñecas y le costaba levantar la mirada. En su titubeante español perdido, me explicó la historia de cada una de sus barbies. Fue la manera que se nos ocurrió para tranquilizarla. Entrevistar a un niño no suele ser fácil. Hay que tener mucha paciencia y esperar que sean ellos los que decidan cuándo y cómo quieren contestar tus preguntas. Sara siempre fue, según nos había contado su madre, una niña tímida; podéis imaginaros cómo se puede sentir ella en estos momentos tan extraños de su vida.

Hizo un gran esfuerzo y yo se lo agradeceré siempre. Intentó encontrar las palabras que había olvidado y, sin hablar en ningún momento mal de su padre ni de su familia en Irak, dejó muy claras dos cosas: "no podía vivir sin mi madre" y "allí no hay libertad".

Me contó que en Basora las niñas de su edad no pueden salir a la calle a jugar como sí hacen los niños. Que las niñas se bañan en piscinas especiales para ellas y siempre con sus vestidos largos puestos. Que sólo dentro del agua les permiten quitarse los velos porque los chicos no las ven, que no pueden montar en bicicleta, que tiene que trabajar en casa desde pequeñas y que las bombas y los tiros se oyen pero lejos. Ella que adoraba a sus perros en España, no podía acercarse a esos animales en Irak porque "el perro es un animal sucio como el cerdo".

Me dijo que ahora lo que quería era volver al colegio.

Esta criatura que dentro de muy poco cumplirá doce años, corrió serio peligro de no volver más porque a punto estuvieron de casarla para evitar que pudiera salir de Irak.

El próximo Martes podréis ver a Sara en un 'Diario de...' que estamos montando a uña de caballo. Veréis el final de una historia que ha durado dos años y medio y que ha terminado bien.

Esta historia ha terminado bien, es verdad, pero quiero recordar otra vez que en nuestro país hay 1.500 "Saras" pendientes de resolverse.

1.500 casos de niñ@s que no pueden vivir con sus dos padres en circunstancias normales; que han sido secuestrad@s.

1.500 heridas abiertas en los corazones de todas esas familias porque se sigue utilizando a los hijos como si fueran una propiedad.