Subidos a la valla por un sueño

telecinco.es 03/04/2014 16:36

Los inmigrantes están encaramados en la valla de Melilla. Desde allí reclaman al mundo que contemple su drama. Porque es lo único que pueden hacer. No les dejan pasar. Sólo los que van perdiendo las fuerzas son bajados para llevarlos a un hospital en España, sólo esos habrán logrado entrar. Hace unos días otro grupo saltó la primera valla y todos fueron rechazados y devueltos a Marruecos desde el entrevallado. El único que entró en España se había pasado horas subido a una farola, hasta la extenuación.

La explicación de por qué no son aceptados en España si no superan las dos vallas que conforman el perímetro fronterizo es confusa. La Guardia Civil trabaja con un criterio. Si en un aeropuerto hay zona internacional de tránsito, o sea tierra de nadie, lo lógico sería pensar que el entrevallado de las fronteras de Ceuta y de Melilla, es zona internacional, de tránsito. La misma zona internacional que hay entre las dos aduanas, la marroquí y la española. Si un inmigrante salta la primera valla pero no supera la segunda, dicen que no han alcanzado territorio español. Según esa consideración la frontera no es una línea sino un espacio fronterizo con varios obstáculos.

Pero hay juristas que consideran que la frontera geográfica es una línea que marca el límite del dominio del territorio. Así que según ese criterio las vallas de Ceuta y Melilla, todas, están en territorio español y por tanto el inmigrante que salte la primera valla, no hace falta que salte la segunda porque ya ha entrado en España y no puede ser rechazado. Esta es la misma teoría que defiende el Defensor del Pueblo, el PSOE y algunas asociaciones como Prodein.

Pero si repasamos la historia surgen dudas. Porque España, geográficamente, llega mucho más allá de la valla de Melilla. Guiándonos por los tratados internacionales, trescientos metros después de la valla hacia Marruecos, es España. Aunque España cedió ese territorio a Marruecos hasta el punto de que se han construido casas marroquíes casi hasta el límite de la valla. Con este criterio, el inmigrante no tendría ni que llegar a tocar la valla para entrar en España.

La pregunta que nos hacemos es ¿para qué pusieron valla y para que la pusieron doble? Y ¿para que construyó el PSOE una sirga tridimensional en el entrevallado si considera que ese espacio es España? Y en el espigón del Tarajal (Ceuta), donde fallecieron 15 inmigrantes en febrero, ¿debería imperar la misma ley? ¿El inmigrante que lo toque, ya está en España? ¿O el inmigrante que lo cruce bordeándolo? Aquel fatídico día el gobierno utilizó un nuevo concepto, el de frontera jurídica: Como en el mar no se podía obligar a los inmigrantes a hacer el camino de vuelta a Marruecos, trasladaron la frontera a la primera línea de playa. Los guardias civiles que los esperaban en la arena dibujaron esa nueva línea fronteriza. La frontera imaginaria en el mar fue “defendida” a base de pelotazos de goma, pero los que lograron pasar, ¿tenían que haber sido aceptados en España?

Los datos son innegables: entre Enero y Marzo del año pasado saltaron la valla de Melilla 141 inmigrantes y este año 1.119. Se ha multiplicado por ocho y esos son los que entran, no los que lo intentan que son muchísimos más. Hasta el año pasado los inmigrantes que entraban por Ceuta y Melilla representaban el 6% de los que entran irregularmente en Europa, pero frente a la entrada silenciosa de sudamericanos por aeropuertos, la imagen de los subsaharianos encaramados a la valla, es dramática. Según algunas asociaciones ese dramatismo es utilizado por el Gobierno para hablar de “invasión” y cargarse aparentemente de razones para endurecer las leyes. Nosotros no juzgamos, ni predecimos, ni realmente sabemos si el gobierno utiliza los saltos para pedir más dinero en Europa o lo que pretende es más oscuro. Pero recordamos que somos los medios de comunicación los que suplicamos imágenes de las cámaras del perímetro de las vallas cuando la guardia civil se niega a darlas, y somos los medios de comunicación los que mantenemos cámaras de guardia para “cazar” los saltos que luego ilustran nuestras portadas.