Ruta sentimental por el Muro de Berlín

telecinco.es 12/11/2014 17:24

Hay quién dice que si de Alemania sólo conoces Berlín, en el fondo no conoces nada del país. Sin embargo yo pienso que no puede haber ninguna ciudad más alemana que Berlín porque conserva la huella de grandes páginas de la historia del siglo XX. Uno de esos grandes episodios es la construcción y posterior caída del Muro. Berlín es un paraíso para muchas cosas, también para aprender historia dando un simple paseo. He aquí un recorrido de lo que todavía queda de aquella frontera de acero que dividió a Alemania, a Europa y al Mundo.

1.Berlin Wall Memorial. El pasado 9 de noviembre lo inauguró la Canciller Angela Merkel y es un buen punto de partida para este recorrido porque además de reciente se levanta en la Bernauer Strabe, la calle que durante décadas dividió la ciudad. Un buen día de 1961 los vecinos del lugar se levantaron y se encontraron con que no podían cruzar de acera. Un enorme muro de hormigón les separaba de sus vecinos y amigos. Aquí se captaron algunas de las más famosas fotografías de la huida desesperada de muchos berlineses hacia la libertad: gente tirándose por las ventanas o saltándome como fuera el control de los agentes que disparaban a matar.

Porque Axel Klausmeier, el director del museo, nos recuerda que éste ha sido el único muro de todo el mundo construido no para impedir a la gente entrar, si no para impedirla salir. Klausmeier nació en el Este y ahora es el responsable de preservar el recuerdo de todos los que perdieron sus vidas en su deseo furioso de democracia y libertad. Ellos están presentes en el segundo piso de esta muestra que también enseña la vida cotidiana de los habitantes de la ciudad con un monstruo de hormigón que les limitaba a diario. Y se ve el rostro de la primera víctima, Gunter Liftin, de 24 años. Y el de la última, también muy joven, Chris Guettroy que recibió 25 tiros.

La Bernauer Strasse es el único lugar en el que se puede ver perfectamente todas las partes del muro y cómo se fue perfeccionando con el paso del tiempo. Quedan unos metros, no demasiados porque tal y como recuerda Klausmeier, el día 10 de noviembre de aquel glorioso 1989 el sonido más repetido en toda la ciudad era el de las piquetas que blandían los vecinos intentando llevarse un pedacito de hormigón.

El lugar alberga hoy un monumento con las fotografías de los muertos. Al menos 136 desesperados por llegar a occidente. Daba igual el riesgo. El problema es que los guardias estaban entrenados para disparar a matar a la más mínima. Y eran recompensados por ello. Si alguien resultaba gravemente herido le dejaban horas y horas agonizando.

Así murieron varios. Hoy está lleno de estudiantes y turistas. Hay bullicio y los más pequeños enredan con las velas, las flores o simplemente con sus amigos, ajenos a toda la tensión que rodeó la zona durante décadas. Klausmeier nos despide con un mensaje que entre tanto horror quiere ser positivo. Los regímenes totalitarios caen, las situaciones infernales se acaban. ‘Berlín tiene que ser una esperanza para tragedias como la de Siria’, nos dice .

2.Ghost Station Exhibition. No necesitamos irnos muy lejos para ver, aunque sea en fotografías otra curiosa escena de la vida cotidiana de los berlineses de los años 60, 70 y 80. En la estación de la Bernauer Strasse, al final de corredor y al lado de las taquillas tenéis los mapas de metro de las dos Alemanias. Cada una tenía su plano y cada uno tenía sus paradas.

Dos líneas Occidentales ‘cruzaban’ la parte Oriental sin detenerse. Relatan lo que lo vivieron que el metro reducía su velocidad y entonces se veía perfectamente los guardias con sus fusiles preparados para disparar en cualquier momento.

3.Nuestro recorrido sigue en el paso fronterizo más famoso de toda la historia. Tanto, que se le conoce en todo el mundo por su nombre: es el ‘Check Point Charlie’. Era el paso entre el lado soviético y el americano y su nombre no se debe a ningún oficial ‘yankee’ ni nada parecido. Es la tercera letra del alfabeto utilizado por la OTAN: Alfa, Beta, Charlie...Fue el tercer punto que se abrió en los 15 kilómetros de muro.

Hoy es un lugar atestado de turistas y plagado de sitios de comida rápida como Starbucks (en pocos metros hay dos) y McDonald’s. Poco o nada recuerda ya aquel octubre de 1961 cuando tanques soviéticos y norteamericanos se apuntaban directamente dispuestos a disparar ante la orden de sus superiores. Fue el momento de mayor tensión de la Guerra Fría y ese en el que más cerca se estuvo, dentro del marco europeo, de provocar otra contienda mundial. Ahora hay dos exhibiciones. Una, la más antigua, la del ‘Check Point Charlie Museum’ se centra en los mil y un métodos que intentaron los berlineses para escapar. La otra, recién inaugurada, la ‘Black Box Cold War’ se dirige más a los que quieran comprender cómo se desarrolló políticamente la historia.

4.East Side Gallery. Es el trozo de Muro más grande y también el más colorido. En total 1,3 kilómetros que van a la Oberbaumbrücke hasta la Ostbahnhof. Una gran colección de murales al aire libre que plasmaron sobre todo la felicidad y la euforia que para todo el país representó la caída del Telón de Acero. En total 100 obras de artistas de 21 países que nadie que visite Berlín se puede perder. Desgraciadamente los grafiteros y los turistas maleducados que no se resisten a escribir donde no deben han hecho mella en esta fantástica exposición al aire libre.

Mis favoritos son ‘Prueba lo que queda’, una obra de Birgit Kinder en la que se ve un automóvil Trabi de la época de la RDA, atravesando el muro con una matrícula que hace referencia al 9N; y ‘Homenaje a la generación joven’ de Thierry Noir. El artista francés, afincado en la capital alemana, es famoso por sus cabezas enormes y llenas de color. Muchas veces estos dibujos naif representan un fogonazo de luz en una ciudad de cielo bastante oscuro.

De todas formas la especulación urbanística no es ajena a ninguna gran ciudad. Justo al lado del muro han levantado una enorme torre de apartamentos que adulteran la zona. Sé que en su día hubo mucha controversia y hasta un movimiento ciudadano importante para impedir que las grandes inmobiliarias hicieran negocio. Pero está claro que el dinero fue más fuerte. Es como si de alguna forma se hubiera profanado un lugar sagrado. El único consuelo es que por lo menos para construir no se han ‘cargado’ ningún trozo de Muro.

5.‘El Palacio de las Lágrimas’, la antigua terminal de salidas de la famosa y céntrica Friedrichstrasse es posiblemente uno de los lugares que más sufrimiento y dolor ha provocado a miles de personas. Aquí se formaban interminables colas para poder ver, aunque fuera fugazmente, a un ser querido que vivía al otro lado de la frontera. El pabellón se ha conservado intacto y actualmente tiene una exhibición con más de 500 objetos originales entre los que se pueden ver pasaportes, fotografías, documentos y hasta una cabina de control de los años 70.

Un lugar muy triste, dicen algunos testimonios, en el que se podía leer el miedo en la cara de mucha gente. Como les ocurre a bastantes edificios de Berlín ‘El Palacio de las Lágrimas’ tiene una curiosa historia porque tras la caída del muro se recicló. Entre 1991 y 2006 fue discoteca y quizá durante esa época se ‘limpió’ de alguna forma todo el dolor que durante años destilaron esas paredes. Es un lugar muy interesante para conocer cómo era el día a día de los berlineses cuando el telón de acero era más fuerte que nunca.

6. Dentro de nuestra ruta nos detenemos ahora en el que, casi con toda seguridad, es el lugar más impresionante de todos los que podréis ver. Se conserva igual que en la época, momento en el que muy pocos sabían de su ubicación exacta. Hablo de la cárcel de la Stasi. Nada te prepara para el choque mental que representa éste sitio amurallado y ‘escondido’ tras una torre y un muro fortificado. Hohenschönhausen confirma todos los horrores leídos y la crueldad que los dirigentes de Berlín Oriental descargaron sobre los opositores del régimen durante años y años. La primera vez que estuve aquí, hace casi 10 años, la entrada era apenas un chiringuito, que alcanzabas después de caminar bastante tras dejar el tranvía. Nada más verte avisaban de que las visitas sólo se realizaban en alemán… Entonces apenas venían los turistas.

A pesar de no entender ni una sola palabra, era el lugar que destilaba terror y miedo. Eso fue hace ya varios años. Hoy está más adaptado al gran público pero la impresión es igual de abrumadora. Mi guía en este caso ha sido una española llamada Jessica Alcázar. Licenciada en Historia y especializada en disidencia china ejerce de ‘cicerone’ en éste laberinto con profesionalidad y sobre todo mucha humanidad. Hablando de las historias con corazón y también con mucho conocimiento de lo que cuenta. Desgraciadamente tenemos el tiempo contado, así que no puede darnos todos los detalles que yo oiría con gusto sobre lo que se sabe que ocurrió allí. Ella nos coloca frente a una maqueta y nos enseña lo grande que era todo el área que acogía varios edificios del gobierno de la RDA, entre ellos el lugar en el que se abrían las cartas privadas.

Nos señala que la gente de la zona, un complejo residencial de casas bajas, no tenía ni idea de los horrores que se cometían dentro. Familias enteras vivían al lado de una cárcel llena de opositores políticos, gente encarcelada y torturada por pensar de manera diferente, o simplemente porque se sospechaba que podían pensar de manera diferente… Y nadie sabía nada. Jessica nos lleva a través de un recorrido escalofriante por los corredores aun intactos que albergan el temido ‘submarino’ o ‘U-Boot’. Sus celdas eran oscuras, húmedas y muy frías. Tenían apenas un camastro de madera y un cubo. La luz funcionaba de día y de noche para confundir a los presos y no dejarles descansar. Pero los soviéticos pusieron en práctica muchas maneras de torturar y muchas celdas adaptadas a ellas.

Tenían celdas de aislamiento, celdas con agua en el suelo, celdas que parecían una sauna, celdas individuales donde te pasabas días y días de pie y a oscuras, celdas donde perdías la orientación, etcétera, etcétera…La lista es larga. Todo estaba pensado para destrozar al ser humano y reducirlo a la nada. La humillación era constante. Incluso los uniformes y los zapatos eran pequeños para quebrar el espíritu. No se podía mirar a tu guardián, barbilla pegada al pecho, nada de contacto humano. Hasta las posturas en los interrogatorios estaban pensadas para destrozar la moral. Nadie escapó nunca de ésta prisión.

Era imposible salir de aquí. El cordón que atraviesa todas las instalaciones y que servía para llamar a los guardia fue mucho más utilizado para impedir suicidios que para abortar fugas. El despacho del director del centro sigue en pie. El retrato de Honecker continua en la pared vigilando el paso del tiempo. Lo que más llama la atención es el olor del edificio: rancio, de podredumbre. Dicen los visitantes que la Alemania del Este olía toda ella así…a sintasol.

Jessica nos enseña cómo desorientaban a los detenidos para que no supieran a dónde les llevaban. Y nos habla de la reacción de algunos antiguos guardias que, de vez en cuando, vuelven a Hohenschönhausen. No se identifican, nos dice. Muchas veces solo lo puedes sospechar…Ves a alguien que no escucha las explicaciones, que viene y da vueltas sin querer nada más. Alguna vez se han visto con algún antiguo prisionero. Y ahí es dónde ves la humanidad de cada uno. Y en que puede llegar a hacer el ser humano contra otro ser humano. Hace tiempo leí un libro sobre los nazis de uno de los grandes estudiosos de la época. No recuerdo su nombre pero no he olvidado una aseveración que hacía y que ponía los pelos de punta: lo más difícil de asimilar de los nazis es que en el fondo eran hombres normales. Y lo más difícil de entender es que muchas de las personas que hicieron posible la parte más oscura del régimen totalitario de Alemania Oriental es que eran personas normales…personas a las que quitaron toda humanidad a base de miedo. Toda la Ruta del Muro que hemos hecho hoy es una lección para que nada de esto vuelva a ocurrir. Y para tomar conciencia de que si se quiere, se puede. Cayó el muro, ‘los sueños se cumplen’, como dijo Merkel. Pero nosotros, el pueblo, tenemos que ser capaces de quitarnos el miedo que nos ata y dar el primer paso. Y eso a veces ya es todo un triunfo.