El castillo de Ksiaz y el oro nazi

telecinco.es 18/10/2015 03:00

Durante décadas rastrearon palmo a palmo los bosques polacos de Walbrzych en busca del convoy nazi lleno de oro que la leyenda asegura que los partidarios de Hitler habían escondido en plena retirada. Cuando hace unas semanas aparecieron dos cazatesoros asegurando que sabían dónde se encontraba ese tren repleto de riqueza, las alarmas se dispararon. Después de días de intenso trabajo a los pies del castillo polaco de Ksiaz, la resolución del misterio parece más cerca. Hoy te propongo un paseo por el fabuloso castillo convertido en cuartel general por los nazis. ¿Me acompañas?

Al entrar en el complejo sientes que la estructura te apabulla y de repente te vuelves pequeño ante un edificio que sirvió como vivienda privada y como cuartel general en la Segunda Guerra Mundial. Ksiaz, pronunciado en polaco ‘Sians’ , es la mayor fortaleza de Silesia. Se levanta orgullosa en medio de una escarpada montaña, en pleno bosque y fue puesta en pie en el siglo XIII por el duque Bolko I. Tras diversos avatares acabó en manos de la familia Hoberg, de origen germano a principios del XVI, una de las grandes fortunas de la época tanto en Alemania como en el Mundo. Su historia, auténtico culebrón, la recuperaremos un poco más adelante. De momento vamos a ocuparnos de los planes que los acólitos de Hitler pusieron en marcha para este lugar.

Aquí empezaron a construir un misterioso complejo subterráneo bajo el edificio y los alrededores. Su nombre lo dice todo, ‘Riese’, gigante. Se trataba de un monumental plan para crear una red de túneles bajo el castillo y la cadena montañosa de los Sudetes que vació las arcas del Régimen y arrasó con todo el hormigón del país. El propio Speer reconoció que se empleó más que el que hubieran necesitado para construir refugios antiaéreos para toda la población en 1944. Las obras comenzaron en 1943 y abarcaban 6 túneles subterráneos y un séptimo debajo del ‘Zamek’. Los levantaron los prisioneros de varios campos de concentración cercanos. Son pasillos inmensos de 5x5 metros. Estaban a 50 metros de profundidad y en ellos cabe perfectamente un tren. Lo más increíble es que a día de hoy nadie sabe a ciencia cierta para qué estaban destinados estos enormes túneles.

Los documentos claves se han perdido y los testigos no se ponen de acuerdo en encontrarles una utilidad. Se ha hablado de la construcción de un laboratorio nuclear secreto, un centro de mando, un laberinto de túneles comunicados entre sí para proteger a las familias de los altos dignatarios del partido nazi…Las teorías son casi infinitas. Por si esta incógnita no fuera suficiente cuando estaba a punto de finalizar la Segunda Guerra Mundial y los Alemanes huían del Ejército Rojo de Stalin, se dice que un tren cargado de más de cien metros cargado con oro, joyas y objetos de arte salió de la estación de Breslavia, Wroclaw, hacia Walbrzych. Pero nunca llegó a su destino. Desapareció.

Se sospechaba que se había ocultado en alguno de los túneles que los nazis habían tenido tiempo de construir antes de huir. Durante 7 décadas miles de buscadores de tesoros han recorrido palmo a palmo los bosques cercanos buscando ese supuesto tren cargado de riquezas. En agosto pasado aparecieron dos hombres, uno alemán y otro polaco, asegurando tener en su poder las coordenadas exactas del convoy. Las autoridades comenzaron a explorar la zona y encontraron un artilugio que correspondía a la forma de un tren. Lo confirmó el georadar. A partir de aquí se desataron las especulaciones y los rumores.

Ahora los habitantes del pueblo reconocen que siguen con mucho interés las novedades de éste caso que ocupó portadas de periódicos en medio mundo. Mi guía me cuenta que todos los que se acercan hasta aquí vienen ansiosos de información al respecto. Los lugareños están pendiente de las últimas novedades, aunque a veces son contradictorias. Acabo de leer que no está claro que en los vagones haya nada de valor. Siempre se pensó así porque se aseguraba que el tren que se esfumó en medio de la nada era blindado. Pero lo último que veo en prensa es que podría estar cargado de cuerpos de judíos asesinados en algún campo de exterminio cercano. Si ese es el caso no parece que aquellos que se apresuraron a reclamar un 10% del botín, o los que recordaron que las riquezas les pertenecían, quieran lo que les toca por ley.

En cualquier caso hay quien no está dispuesto a dejar escapar un buen negocio y a los pocos días del anuncio oficial ya se vendían en el castillo lingotes de oro de chocolate que según me cuentan se han convertido en el recuerdo más solicitado de la tienda de ‘souvenirs’.

Esté resuelto o no el secreto del oro, sí parece claro que este castillo fue un punto estratégico para ellos. No hay constancia de que el Fuhrer llegara a Ksiaz, pero se le esperaba en algún momento. Lo sabemos porque han aparecido los planos de la que iba a ser su estancia, ahora reformada. Es esta que veis aquí.

Es sin duda una de las mejores habitaciones de la fortaleza en cuanto a su vista se refiere. Y los muebles son de gran trabajo y fina ejecución, tal y como le gustaban a Hitler que en público mantenía un discurso de hombre modesto sin gran fortuna y riquezas y dedicado por completo a su país, pero en privado disfrutaba de todas las comodidades que su condición le otorgaba. La otra habitación que brilla con esplendor es el salón Maximiliano. Construido en la primera mitad del siglo XVIII es la sala más grande del lugar.

La única que ha sido restaurada íntegramente y aquella en que se puede hacer uno a la idea de lo que fue el fabuloso edificio en los tiempos de más esplendor de la familia Hochberg, la dinastía a la que por cierto los alemanes arrebataron la fortaleza después de cuatro siglos.

El padre, Hans Heinrich XV se enamoró perdidamente de una princesa británica con la que tuvo 3 hijos. Aunque los eran de origen germano, todos ellos declararon sentirse siempre polacos por lo que después de la invasión del país durante el Tercer Reich, un hermano se unió al ejército polaco y otro al británico. Los dos para luchar contra los nazis. El más pequeño fue arrestado algunos años después por la Gestapo y murió poco después de ser liberado en extrañas circunstancias. En cualquier caso los Hochberg no eran cualquier familia. Hablamos de la tercera fortuna más importante de Alemania en esa época y de la séptima más elevada de Europa. Y sin embargo tanto el padre como los hijos siempre fueron férreos detractores de Hitler, razón por la cual lo perdieron todo.

Igual de interesante es la historia de la madre, la Princesa Daisy a la que antes me referí. Ya dije que se trataba de una mujer muy guapa de origen anglosajón, nacida en Gales, pero emparentada con algunos de los aristócratas más influyentes y ricos de la época Victoriana. De hecho la misma Reina en persona le dio su bendición antes de su matrimonio en la Abadía de Westmister, lugar reservado para las ‘socialités’ londinenses. Dicen que el regalo de bodas de su esposo fue un magnífico collar de perlas de 7 metros de longitud valorado en más de 3 millones y medio de marcos de los de 1890. En esos tiempos un minero de Silesia podía ganar apenas 1.000 marcos en todo un año de duro trabajo. El collar era tan espectacular que las habladurías populares aseguraron siempre que los ‘cazatesoros’ no querían localizar solo el oro nazi, si no también las fabulosas perlas.

Los lugareños decían que la Princesa había sido enterrada con ellas. El problema era que nadie sabía donde yacía su cuerpo porque tras la entrada del Ejército Rojo en el país se profanó el panteón familiar de Ksiaz. Además, ahora sabemos que es harto improbable que se encuentre la joya tal y como aparece en la fotografía.

Al parecer Daisy acabó sus días casi en la indigencia. Recientemente se descubrió que su diario personal revela que por lo menos una parte de las perlas se tuvieron que vender para vivir. Alguna familia cuenta incluso cómo de vez en cuando la traían comida ante su falta de recursos. Eso tras la guerra, por supuesto. En aquellos momentos nada quedaba ya de aquella mujer que recibía a sus amantes en el pabellón de caza, y que recibió a personalidades de todo el país en su Castillo-Fortaleza de la que fue expulsada sin contemplaciones por los nazis. Daisy Cornwallis West, nacida en el Castillo de Ruthlin y emparentada con el mismísimo Duque de Westminster reposa en algún lugar de estas tierras. Otro de los misterios que Zamek Ksianz. Uno más para añadir a esa lista de ‘sombras’ que no sorprenden cuando se contempla el monumento desde lejos. Elegante, altivo y misterioso la Mayor Fortaleza de Silesia sigue mereciendo una visita.

Cada uno intentará desvelar algunos de esos enigmas que se han añadido a la historia de este ‘gigante’ que los nazis quisieron convertir en el centro de un proyecto ‘inabarcable’ que no pudieron concluir. Quizá porque quisieron domesticar el espíritu de un ‘monstruo’ que todavía nadie ha podido atrapar.