Su compañero, el oficial Clay, fue a la tienda sin saber que allí se estaba perpetrando un robo, y Fromansky asegura que entró corriendo al escuchar el ruido de los disparos e hizo frente a los hombres armados. Fromansky señala que los dos delincuentes estaban acompañados de un tercero, a quien disparó en cuatro ocasiones.
Pero su historia carece de sentido: dentro de la tienda sólo encontraron a dos hombres enmascarados y las investigaciones posteriores demuestran que no hay ningún rastro ni del misterioso tercer hombre ni del coche en el que efectuó la huida. Además, cuando Warrick obtiene el informe de balística concluye que no hay un tercer pistolero y todas las pruebas apuntan a que fue Fromansky quien efectuó el disparó que mató a uno de los clientes, que resulta ser una camarera.
Fromansky se muestra inflexible: aunque la mujer fue asesinada, insiste en que él no disparó a ningún civil. Brass no tiene más remedio que abrir a Fromansky un expediente administrativo. Pero Grissom no se da por vencido, a pesar de la animadversión que siente hacia el acusado, y se dispone a llegar al fondo del caso.