Desde 2002, cuando fue excomulgada, Verónica no puede hablar con su hermana, monja en el Palmar de Troya. Hablar con ella es algo inalcanzable. Los miembros de la congregación le dan largas, le ponen excusas o le cuelgan el teléfono directamente. En la última ocasión, los palmarianos le dicen que ella les escribirá una carta. Sin embargo, su hermana no sabe su dirección.