Cómo afecta el herpes zóster a las personas con cáncer

  • Entre los grupos de mayor riesgo de padecer el herpes zóster, se encuentran los pacientes oncológicos

El herpes o culebrilla es una enfermedad infecciosa causada por la reactivación del virus de la varicela zóster, que queda latente en nuestro cuerpo desde que pasamos la varicela, generalmente en la infancia.

Se caracteriza por un dolor intenso asociado a la aparición de unas ampollas pequeñitas en la piel. En la mayoría de los casos, esas ampollas y el dolor desaparecen en unas 2-4 semanas. Y si persiste hasta 3 meses después de que la erupción haya desaparecido, esta complicación se denomina neuralgia postherpética.

Todas las personas que hayan pasado la varicela son susceptibles de sufrir un herpes zóster pero es más frecuente en las personas que tienen un sistema inmune debilitado por edad (a partir de los 50 años), por estar en tratamiento con fármacos que afecten al sistema inmunitario o por sufrir determinadas enfermedades, como el cáncer.

Los pacientes oncológicos son más vulnerables a sufrir el herpes zóster, debido a que presentan un sistema inmune más debilitado tanto por la propia enfermedad como por los tratamientos antitumorales como la quimioterapia, la inmunoterapia o la radioterapia.

“Empezaron a salirme unos granitos por todo el cuerpo, fue muy importante ir al médico pronto porque no podía estar con los dolores que tenía”, ha explicado un paciente de oncología, “dos años después todavía tengo la cicatriz y me sigue doliendo”, ha añadido.

Debido a esto, los pacientes con tumores sólidos que reciben terapia inmunosupresora tienen un riesgo hasta 6 veces mayor de desarrollar herpes zóster (entre 22 y 28 casos por cada 1.000 personas cada año) que las personas que no tiene cáncer de la misma edad (entre 3 y 5 casos por cada 1.000 personas cada año).

“Una enfermedad como el herpes zóster se puede prevenir de forma primaria, por lo que es muy importante que consultemos con nuestro médico de Atención Primaria la prevención”, ha señalado Francisco José García Verdejo, oncólogo médico del Hospital Universitario de Jaén.

Del mismo modo que el riesgo de herpes zóster es mayor en pacientes con cáncer, sus síntomas y las complicaciones también pueden ser más graves, y más duraderas.

En los casos más graves son en los que las ampollas aparecen diseminadas por todo el cuerpo, o incluso casos sine herpete, en los que la enfermedad no se manifiesta a simple vista en la piel. Esto dificulta y retrasa su diagnóstico, lo que se acumula con la enfermedad de base y supone una carga adicional para el paciente y sus familiares.

El herpes zóster presenta una baja mortalidad, pero sus complicaciones, especialmente la neuralgia postherpética, pueden ocasionar discapacidad y afectar a la calidad de vida de quienes lo padecen. Esta enfermedad no tiene cura, pero sí que es posible prevenirla. Consulta con tu médico para más información y visita la web www.virusherpeszoster.com.