El madrileño Gerardo es todo un superviviente de la sala de expulsión. De hecho, celebra cada cita en la que no termina expulsado como si fuese una victoria de su club, el Atlético de Madrid. La comparación futbolística es, de hecho, la más recurrente que encuentra para explicar las dimensiones de su reto este jueves, en la penúltima gala de Gran Hermano 11: "Estar en la sala de expulsiones 8 veces y no salir es como jugar 8 Copas de Europa y ganarlas. Ahora me falta la novena".
El odio a su enemigo es visceral. En el confesionario le lanza ataques de una intensidad inimaginable y que no son ni siquiera habituales en este reality. Si hace dos días lo trataba de "embustero", "patético", "vergonzoso", "falso", "repugnante", y "persona fría". Ayer siguió a la carga: "lo de Ángel es un victimismo que se ha montado, ha chupado el culo a toda persona con la que ha tenido un problema y conmigo, que es mi supuesto mejor amigo, no ha querido hablar ninguna de las cuatro veces que lo he intentado, todo es una estrategia".
Sin embargo, a la cara, estos insultos no salen de su boca. Todo lo contrario. Le ríe las gracias a Ángel cuando conversan los cuatro a la vez.
Ángel bien, gracias
Mientras tanto, Ángel pasa los días entre la soledad, la marginación y la tristeza. Sólo Pilar suele acercarse a él. La madre de Saray, incluso, se atreve a bromear con él: "Tú te tienes que quedar conmigo en vista de las opciones que quedan. Se fueron todas la chicas, pero tienes una ventaja: yo voy a palmar antes".
Y eso es lo más agradable. Porque Pilarita no tiene reparos en hablar del estreñimiento de su madre si no se le ocurre ningún tema.